Arte, comunicación y transformación:
hacia una visión de la comunicación como arte
hacia una visión de la comunicación como arte
Lilian González*
Rayma, caricatura
Resumen
En una
época como la actual caracterizada por grandes avances tecnológicos. Una época
caracterizada por la consagración definitiva del poder de los Mass-media, que
han dejado de lado su condición de “medios” para devenir verdaderos “fines” o
entidades de poder. La comunicación como dimensión esencial de la vida y de la
realidad actual estaría llamada a ser un arte, entendiendo por este último un
ámbito referencial e incluso justificativo de la existencia, en términos de
Nietzsche.
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Hablar sobre el tema de la
comunicación constituye un tremendo compromiso sobre todo si no se cuenta con
la pericia y la formación necesaria. Sin embargo, y dándole continuidad al tema
del arte como dominio referencial de la existencia, cabría
preguntarse: ¿qué relación podría existir entre el arte y la
comunicación?, ¿qué se puede aportar desde el ámbito artístico al tema de
lo comunicacional?
Para tratar de responder a
esta pregunta se hace necesario aclarar en primer lugar de qué idea del
arte estamos partiendo. Tal como explicábamos en el artículo titulado “Mi
Parte de Colibrí: El Arte como un ámbito referencial y transformador de la
existencia”, partimos de una idea del Arte que va más allá de la noción de
“Bellas Artes”. Aunque bienvenidas las Bellas Artes ya que ellas son las
más sublimes manifestaciones de lo artístico. Ahora bien en nuestro caso,
cuando hablamos de arte, nos referimos a esa energía, ese ámbito de la
sensibilidad, de la sensibilización, de la subjetividad, de la expresividad,
pero también y sobre todo del encuentro y del reencuentro con el mundo, consigo
mismo, con el otro y con la verdad.
Tal afirmación confirma la
existencia de una relación profunda entre el arte y la vida. Así el arte
deviene un ámbito por excelencia para reencuentro con la realidad más profunda
del hombre. Aquella que es invisible y que se materializa justamente a través
de él, de sus diversas manifestaciones, del color, de la forma, del sonido, de
la materia. El arte dominio de lo visible, de la visibilidad. Así lo explica
Paul Klee el gran vanguardista y pintor alemán: “El arte no reproduce
lo visible; el vuelve visible”[1].
De lo que estamos hablando
finalmente es del arte como referente esencial de la vida. He
aquí el fundamento de un principio como la “estetización” de la
existencia propuesto y analizado por el filósofo francés Felix Guattari y que
se inspira, del principio de la antigüedad de hacer de la vida una “obra
de arte”.
En una interesante
entrevista a propósito de Foucault, la cual lleva por título justamente “La
Vida como Obra de Arte”, Deleuze explica que el pensamiento, según
Foucault, es un “proceso de subjetivación”. Este proceso no es otra cosa que el
pensamiento entendido como constitución de modos de existencia, o
“posibilidades vitales” en términos de Nietzsche. No se trata de la existencia
como sujeto, sino como “…obra de arte; y, en esta última fase, el pensamiento
es un pensamiento-artista” [2].
Siguiendo con su análisis
sobre Foucault, Deleuze agrega:
“Y, de acuerdo con su método, lo que esencialmente le interesa a [161] Foucault no es retornar los griegos, lo que le interesa somos nosotros aquí y ahora: cuáles son nuestros modos de existencia, cuáles nuestras posibilidades de vida o nuestros procesos de subjetivación... ¿tenemos algún modo de constituirnoscomo “sí mismo” y, como diría Nietzsche, se trata de modos suficientemente“artísticos”, más allá del saber y del poder? ¿Somos capaces deello (ya que, en cierto modo, en ello nos jugamos la muerte y la vida)?139VI »[3].
De lo que se trata aquí es
de qué manera nos constituimos, de qué modo existimos y si esos modos son en
términos de Nietzsche artísticos, estéticos.
Esta capacidad generadora y
transformadora del arte y de la estética demuestra una vez más el rol que estos
fenómenos juegan en el contexto de la existencia. A este propósito, Nietzsche
en su célebre obra “El Nacimiento de la Tragedia” define el arte como
principio y fundamento de la existencia. Así se expresa el filósofo
alemán: « -no es sino en cuanto fenómeno estético que la
existencia y el mundo se justifican»[4]. Según Nietzsche la
estrecha relación entre estética y existencia es tan fuerte que el sentido de
la existencia reside justamente en su condición de fenómeno estético. La
estética y el arte son así para el filósofo alemán dimensiones no solo
referenciales, sino justificativas de la existencia misma.
Esta concepción del arte y
de la estética como dimensiones justificativas de la existencia nos habla pues
de la necesidad de repensar y de hacer de las distintas dimensiones de la vida
algo estético y ético. Ahora bien, ha llegado el momento de preguntarnos qué
relación tiene todo esto con la comunicación, con el fenómeno de la
comunicación.
Ante tal pregunta la
comunicación no debería escapar a esta situación. De allí la invitación a
reflexionar sobre la comunicación no solo como disciplina o ciencia social de
vital importancia en esta época de la globalización, sino también en la
comunicación como un arte. En este sentido, es importante señalar que si el
arte tiene que ver con la comunicación, la comunicación estaría llamada –como
todo lo creado por el hombre, como la vida misma - a ser un arte.
Ahora bien, cuando hablamos
de la relación entre el arte y la comunicación, nos estamos refiriendo a la
comunicación en su sentido más amplio, más humano, más allá de la comunicación
de masas. De lo que hablamos entonces es de la esencia misma del fenómeno
comunicacional que reside en el diálogo.
Uno de los fundamentos del
arte reside justamente en el diálogo. El artista dialoga con su genio –con su “duende”
como dicen los gitanos-, dialoga con la materia, con el color, con sus ideas.
Pero ese artista se da, da al mundo su creación y como dice el filósofo francés
Merleau-Ponty da incluso su cuerpo, porque el artista no es solo espíritu, es
cuerpo que se mueve, se desplaza. Es en ese dar que el artista dialoga con el
espectador, con la vida.
Todo esto confirma esa
estrecha relación entre el arte y la vida. Hablar del arte y su relación con la
vida es hablar del arte como ámbito que dialoga con la vida, que se comunica
con ella. Ese dialogo que emerge y que se desarrolla en el marco del arte da
lugar a lo que podríamos llamar “Matriz generadora”. El arte, el verdadero arte
es una matriz generadora, creadora. Es en este sentido que el arte como ámbito
del dialogo, de la comunicación constituye experiencia de verdad, de
conocimiento. Entendiendo que esta verdad, tal como lo afirma Gadamer, es una
verdad que transforma.
Pero, en qué consiste esta
idea de la comunicación como un arte. En primer lugar me gustaría señalar que
hablar de la “Comunicación como un Arte” no es lo mismo que lo que generalmente
se conoce e incluso se “vende” como “El Arte de Comunicar” que nos es más que
la utilización de la comunicación como herramienta para facilitar la expresión
efectiva y eficaz de nuestras ideas, pensamientos y sentimientos; y mucho menos
tiene que ver con la utilización de la comunicación como medio de manipulación.
Si el primer caso corresponde al Arte de la Comunicación, el segundo sentido
estaría vinculado con lo que podría llamarse el Anti-arte de la comunicación.
Este último, por cierto,
estaría representado por toda esa tendencia de lo que se llama
“amarillismo” [5]. Un fenómeno magistralmente “representado” en el clásico del
cine “El Ciudadano Kane”. La historia del magante de los medios,
dirigida e interpretada por Orson Welles. Kane uno de los hombres más ricos del
mundo decide dedicarse a los medios en un gesto de “rebeldía” que le valió
incluso el calificativo de “comunista” de parte de los sectores más
reaccionarios. Es impresionante como a principios de la década del 40, Orson
Welles “profetizó” de alguna manera la consagración del poder mediático como
uno de los Grandes Poderes: el “Cuarto Poder” y ahora el “Quinto Poder” con el
auge del internet y del fenómeno de las redes sociales.
Pero ese amarillismo, ese
modelo comunicacional, ese anti-arte de la comunicación planteado en este
filme, continua siendo una triste realidad materializado especialmente en la
programación difundida sobre todo por los canales privados. Cabe mencionar el
caso de ese género tan deprimente conocido como “reality show” que lejos de
mostrar la realidad la deforma, la exagera y hasta la ofende.
Si hablamos de la
comunicación como un arte tendríamos que hablar en términos de una comunicación
que se presenta, que existe en tanto ámbito de verdad, de la verdad profunda.
No esa cosa trajinada, manipulada, cosificada y mercantilizada que se nos
presenta día a día en los medios, sino una verdad que contribuya a la
reflexión, a la crítica constructiva, a la transformación. Esto concuerda de
alguna manera con la idea de la comunicación, del diálogo en tanto ámbito de la
pregunta, de la búsqueda de la verdad. La comunicación social no debería
entonces construir “verdades” convirtiéndose en “fines” y no “medios”.
Si hablamos de la
comunicación como un arte hablamos de una comunicación fundada en una estética.
Pero ¿Cuál estética? ¿Una estética solo bella? Hablamos de una estética ética.
Tal como lo afirma Wittgenstein en su “Tractatus” cuando
afirma que la “ética y estética son lo mismo”. Hablamos entonces
de una estética-ética del reconocimiento y del respeto del otro.
Cuando hablamos de la
comunicación como un arte hablamos de la comunicación como una acción del don,
del dar. ¿Cuántos periodistas han sido perseguidos en la búsqueda de la verdad?
¿Cuántos periodistas han sido asesinados o están siendo víctimas de
persecuciones y acusaciones? La verdad que transforma es aquella que conlleva
el riesgo, la pérdida para encontrar lo real.
En tanto investigadora y
buscadora de la verdad, la comunicación como un arte está fundada en la
libertad. Después de todo lo ético y lo estético no pueden ser sino en
libertad. Lo contrario es moda y moral. Una comunicación que manipula y que
está a su vez manipulada y esclavizada a las “sacro santas” líneas editoriales
de los “Kanes”, es decir, de los dueños de los medios no es una comunicación
libre, ni liberadora.
La comunicación como un
arte implica una comunicación ecológica, eco estética y ética. Una comunicación
que fomenta la transformación, la vida. Después de todo recordemos que estética
y arte constituyen los dominios por excelencia de transfiguración, de
transformación y de creación de subjetividad, en fin de la acción
transformadora. Solo lo verdaderamente vivo está en constante cambio.
Finalmente y frente a todo
este conjunto de reflexiones y de ideas, cabría la necesidad entonces de
repensar y de hacer de la comunicación, como dimensión esencial de la vida
y del contexto actual, una obra de arte. Entendiendo por ésta algo no solo
hermoso, sino ético, bueno y verdadero.
Bibliografía
DELEUZE Gilles, “La Vida
como Obra de Arte”, Le Nouvel Observateur, 23 de Agosto de 1986. http://deleuzefilosofia.blogspot.com/2007/07/la-vida-como-obra-de-arte.html, página consultada el 20
junio 2013
GONZALEZ René, “MARCEL DUCHAMP Y LAS VANGUARDIAS DEL SIGLO
XX. El problema de la definición de arte”, REPLICANTE ENTRE LA CIENCIA Y LA FICCION.
CULTURA Y CRÍTICA DEL PERIODISMO DIGITAL, <http://revistareplicante.com/indices-dinamicos/indice-junio-2013/>, Pagina consultada el
sábado 22 de junio 2013.
KLEE
Paul. Théorie de l'art moderne, Paris, Éditions Denoël, 1985
(1964), 172 p.
HERNANDEZ
José Luis, El amarillismo en los medios de comunicación, Miércoles, 18 de Abril de
2012 05:40
http://panoramacultural.com.co/index.php?option=com_content&view=article&id=217:el-amarillismo-en-los-medios-de-comunicacion&catid=13:ocio-y-sociedad,
página consultada 21 junio 2013
NIETZSCHE
Friedrich, Œuvres I, « La Naissance de la tragédie »,
Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p.
PLATON, Diálogos,
« Fedro », México, Editorial Conceptos, 1980, p. 393
*Licenciada en Artes
egresada de la UCV, Doctora en Filosofía Universidad Paris VIII
[1] «L'art ne reproduit
pas le visible ; il rend visible ». Paul Klee, Théorie de l'art
moderne, Paris, Éditions Denoël, 1985 (1964), 172 p., p.34
[2] Gilles Deleuze, “La Vida como
Obra de Arte”, Le Nouvel Observateur, 23 de Agosto de 1986. http://deleuzefilosofia.blogspot.com/2007/07/la-vida-como-obra-de-arte.html
[4] Friedrich
Nietzsche, Œuvres I, « La Naissance de la tragédie »,
Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p., p. 37
[5] Según José Luis Hernández “El
término amarillismo nació en Estados Unidos a finales del siglo XIX cuando dos
periódicos de Nueva York (el New York World y New York Journal) iniciaron una
batalla periodística sin precedentes. El tono de sus artículos fue subiendo
gradualmente hasta llegar a niveles nunca vistos. Se les acusó incluso de crear
noticias, pagar a personas y alterar los hechos para crear más interés en los
lectores”. José
Luis Hernández, El amarillismo en los medios de comunicación,
http://panoramacultural.com.co/index.php?option=com_content&view=article&id=217:el-amarillismo-en-los-medios-de-comunicacion&catid=13:ocio-y-sociedad,
página consultada 21 junio 2013
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