lunes, 1 de octubre de 2018

Sobre Eduardo Vásquez, 
el filósofo, el amigo y su partida
David De los Reyes
Universidad de las Artes, Guayaquil y Universidad Central de Venezuela

La imagen puede contener: una persona, sentada

Hoy supe de la muerte de Eduardo Vásquez (18 de agosto del 2018). No ha sido nombrado por ningún medio venezolano de forma profusa su partida, ni tampoco recordado sino por los amigos entrañables que han estado cerca de su vida, lo cual eso ya habla bien de él. Pero los filósofos saben partir a la última morada en silencio y sin hacer mucho ruido. No queremos sonar marchas fúnebres ni golpes de pecho y menos banderas patrioteras. La muerte es nuestra compañera y, como bien decía Camus, el problema de la filosofía, en el fondo, es el tema de la muerte. Lo cual se nos hace, aunque sea imaginariamente, con los años, una amiga entrañable a lo largo de nuestras vidas. Y Eduardo siempre apostó por la vida libertaria frente el acoso de la sombra de la parca.
Eduardo, como filósofo, fue un pensador de enfrentar arduas polémicas en el campo de las ideas y de defender a su permanente interlocutor filosófico silente predilecto, al alemán Hegel. Lo conocimos, como mucho otros compañeros, cuando pasamos como estudiantes por la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Inscritos en sus cursos de Marx y Hegel nos encontramos con un profesor que ofrecía una mirada crítica al pensamiento de estos alemanes, pero sobretodo esclareciendo las diferentes interpretaciones y dogmas que otros autores escribían sobre esos dos monstruos de la filosofía moderna alemana y universal. Vásquez, ferviente defensor de la razón dialéctica de la filosofía, nunca dejó de dialogar con ellos desde la distancia histórica y el presente insoslayable de su época; fueron sus referencias ineludibles de la filosofía moderna. Su afán fue una búsqueda incansable de comprender el proceso dialéctico del pensamiento, de la historia y de la interpretación del mundo histórico que le tocó vivir.
Su obra es larga en las alforjas de la filosofía. Sus interpretaciones, cuestionamientos y reflexiones en torno a Heidegger, Fuerbach, Schelling, Fichte, Hegel, Marx, Hartmann siguen prestando luces a quienes quieren acercarse al rigor de las ideas de esos autores. También su constante hacer por traducciones críticas, como lo fueron las realizadas de las obras de Fuerbach, Hegel y Marx, entre otras. Pero su centro de reflexión estaba en volver una y otra vez al pensamiento dialéctico y “oscuro” de Hegel al cual, como estudiantes de filosofía, nos introducía llevados de la mano, a fin de sortear el insondable pero brumoso laberinto filosófico hegeliano.
Lo recuerdo en estos momentos caminando por los pasillos de la Escuela de Filosofía de la UCV, ya al final de la tarde para entrar a dar sus clases, o por los pasadizos de las aulas del postgrado de filosofía de la Universidad Simón Bolívar en el aterrador e inseguro Parque Central de Caracas, donde continuamos en rigor la lectura de su amada obra, la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Fueron clases en que la reflexión y la preocupación hermenéutica se hicieron una necesidad y un aprendizaje para aquellos que queríamos (y queremos seguir) transitando por los territorios de la filosofía. ¡Tardes y clases inolvidables!
La última vez que me encontré con él fue en la Universidad Metropolitana hace ya unos años, para presentar la reedición de uno de sus libros. No sabía que sería la última charla que presenciaba y tendría. Al final intercambiamos saludos e ideas; su querida y entrañable esposa Mirna, como siempre, se encontraba a su lado. Me contenté al verlo, despertando todo el afecto de quien fuera maestro cercano. Siempre con su sonrisa, su suave hablar y su fino sentido irónico de la realidad. Siempre con palabras que arrancaban muescas lúcidas a la irracionalidad rampante del acontecer venezolano. Siempre el mismo Eduardo, siempre el gran viajero de las ideas y de la geografía, siempre el filósofo interprete de Hegel, siempre el maestro del pensamiento, y por siempre el amigo. Sus palabras:
“Un hombre adoctrinado es un mutilado. La universidad no adoctrina, sino que enseña a pensar. Si hay libertad, es imposible que un estudiante se someta a lo que diga un profesor. En el adoctrinamiento sólo se tiene acceso a una línea de ideas y no existe la posibilidad de discutir. Es empobrecimiento intelectual y destrucción del pensamiento".

De la cárcel como territorio políticamente correcto a las intrépidas maneras de no “gastar el césped”.
Amalina Bomnin[1]
Universidad de las Artes, Guayaquil Ecuador




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                                               Dame un niño hasta los siete años y yo te respondo por su edad adulta
Jean Piaget
                                                                     
     Después de ver Zeitgeist: The Movie, de Peter Joseph, una producción del 2007, deseas que el mundo entero tenga acceso a la información que maneja el film. Las secuelas que dejan para la sociedad las industrias farmacéuticas y los sistemas penitenciarios, por sólo mencionar algunas de las problemáticas abordadas en la película, bastan para echar por tierra la mayoría de los discursos políticos actuales, así como buen número de modelos educativos. La manera en que gobiernos, empresas, transnacionales, y monopolios, engrosan réditos económicos sacando partido de flagelos sociales y humanos relacionados con estas esferas, da crédito para entregar post mortem un reconocimiento mundial a Beuys, por el sólo hecho de precaver el cultivo de la iniciativa personal y la voz ciudadana en los procesos formativos de la enseñanza educativa. Su concepto de “escultura social”, basado en la necesidad de renovar las nociones que fraguó el mundo moderno acerca del progreso, la naturaleza, el arte, afincadas en el cientificismo y el sentido instrumental del conocimiento, fue también lo primero que vino a mi mente cuando tuve noticias del trabajo que han estado realizando los artistas Carlos Vaca (Guayaquil, 1972) y Falco, Fernando Falconí, (Cuenca, 1979) en cárceles y correccionales ecuatorianos.
      Por estos días, en la discusión de los proyectos finales de mis estudiantes en la Universidad de las Artes, salta en la conversación un episodio que resulta irrisorio. Un grupo de ellos, de la Escuela de Creación Teatral, había estado ensayando algunos movimientos en un espacio público, específicamente en un sitio con área verde. Como colofón, un guardia metropolitano les planteó que no podían permanecer en esa zona porque se podía “gastar el césped”. Cuando escuché la frase me pareció oportuno usarla para aludir a ciertos aspectos relacionados con la funcionalidad de los espacios públicos en la ciudad de Guayaquil;  y que han sido motivo de interés, sobre todo, de aquellos artistas ecuatorianos que desarrollan propuestas dentro del arte acción o el activismo. Gracias al uso y abuso de las fuerzas represivas, dispositivos de vigilancia (cámaras, enrejados, candados) y otros tipos de censura, podemos denominarla hoy ciudad-panóptico. Como resultado tenemos a una población ultrafiscalizada en lo público que, no obstante, delinque con frecuencia allí donde no asoman las fuerzas de control, bien por negligencia, o porque en su complicidad se hacen de la “vista gorda”. También estas “fuerzas del orden” obstaculizan, en muchas ocasiones, que estudiantes, artistas o activistas utilicen libremente estos lugares.
     Falco es uno de esos artistas que hace tiempo decidió dejar atrás el cómodo espacio galerístico o museal para utilizar el espacio público, -aparentemente vitrinal-, como foro para cuestionar disímiles situaciones: la extracción petrolera, el carácter fraudulento de las elecciones, la situación de los emigrantes, y en los últimos meses, el perverso tratamiento de los niños en la frontera México-Estados Unidos. Como analizara Foucault en su texto El ojo del poder, conceptos como contacto, contagio, proximidad y amontonamiento resultan el caldo de cultivo de la instauración de la vigilancia en hospitales, prisiones y escuelas, sobre todo, a partir del siglo XVIII, y a través de esta “invención” “se articula la idea técnica del ejercicio de un poder "omnicontemplativo"[2]. Y es justo eso lo que intenta desarticular el artista cuando se presenta en cualquier plaza pública, parque o calle, al generar un contragolpe a esta aséptica noción de lo ciudadano entendido como plataforma donde impera el control y la quietud. Desde estos espacios aprovecha la capacidad de los conceptos antes mencionados y a través del performance alude a diversas situaciones que forman parte de causas y luchas sociales de grupos vulnerables o vulnerabilizados, violaciones de los derechos humanos, a la naturaleza, o por razones de género u orientación sexual.
     Otra de las maneras en que Falco ha explorado estas posibilidades de empoderamiento público y social ha sido mediante el arte relacional y las prácticas del arte conducta. En su preocupación por estos grupos antes mencionados ha llevado a cabo acciones con trabajadoras sexuales. Con éstas últimas construyó la imagen de una santa o patrona, que ellas identifican con su labor, desde las experiencias e imaginarios de las féminas. Asimismo, ha explorado en grupos específicos que han sufrido violencia de género, sexual, o que simplemente han sido estereotipados. Desde la plataforma Al Zur-ich lo hizo con mujeres trabajadoras sexuales, en barrios del sur de Quito,  personas no videntes y, en la última ocasión, con dos invasiones del sur quiteño. Su último trabajo ha estado encaminado a la colaboración con personas que se encuentran en situaciones frágiles por asuntos de movilidad migratoria. Recientemente, en el momento en que se habilitaron cárceles para niños en la frontera México-E.U, Falco, en compañía de  artistas y otros colaboradores se dispusieron sedentes frente a la embajada de esta nación en Quito, y cubrieron sus cuerpos con mantas de aluminio, reproduciendo la circunstancia de incertidumbre de los infantes. No le interesa que exista un visible reconocimiento de su trabajo en tanto autor, y tampoco le preocupa que se diluyan los límites que separan lo que puede ser su idea primera, y los aportes futuros de todo el que se suma a la acción. En la deconstrucción de la lógica autoral se encuentra también su sentido de convocatoria, que desestabiliza visiones unilaterales, academicistas o autoritarias.
     Hay algo que llama mi atención en el preliminar acercamiento que he tenido a algunos de los exponentes del arte acción y el performance en Ecuador: son personas con una sensibilidad a flor de piel, y hablo no sólo por los propósitos de sus discursos, sino porque desde que entablas conversación con ellos te percatas que están despojados de la necesidad de ser visibilizados o reconocidos por la institucionalidad, o la crítica, para ser convertidos en parte de la “escena”. Su postura no se queda en la pretensión. Funcionan casi como outsiders. Menciono especialmente a los que he tenido el gusto de entrevistar y/o reseñar: La Multinacional (Edison Cáceres y Gabriel Arroyo), Carlos Vargas, y Falco. Por supuesto que hay otros nombres; pero estos han sido también mis primeros tanteos.
     Quise acercarme al trabajo de éste último y de Carlos Vaca, después de su paso por la cárcel de Turi los días 9 y 10 de julio del presente año a partir de la residencia artística “Huésped Nativo”, que para esta ocasión tuvo lugar a través de dos talleres educativos desarrollados por los artistas. Fueron convocados por la performer María José Machado desde la Dirección Municipal de Cultura, Cuenca. El taller de Carlos se tituló El cuerpo: la existencia, la señal, y el de Falco, Arte, cuerpo y memoria. La cárcel de Turi en los dos últimos años ha sido denostada por numerosos eventos negativos derivados de los malos manejos existentes en todo el sistema carcelario ecuatoriano. Todo comenzó con el supuesto ajusticiamiento de un reo, quien murió bajo turbias circunstancias; y de ahí pasó a convertirse en un espacio de atropello hacia los internos del pabellón de mediana seguridad por parte de miembros de la Policía Nacional.
     Mientras conversaba con Carlos sobre su experiencia en varios centros penitenciarios me acordaba de James Brown, quien literalmente logró salvarse gracias a la música y su talento; luego de ser abandonado por su madre en la infancia, y más tarde llevado por su padre a vivir en un prostíbulo. Y aún salvado (como lo definimos al menos en Occidente cuando de incorporarse socialmente se trata) sufría de unas intensas manifestaciones de violencia en sus relaciones interpersonales. ¿Qué esperar de niños, adolescentes y jóvenes llegados al mundo en hogares disfuncionales, donde delinquir se estabiliza como el único modo de sobrevivencia posible en un ambiente de drogas, robos y prostitución? Formar parte de una pandilla urbana o street-gangs es la carrera de oficio de estos jóvenes. Generalmente acuden a esta opción porque forma parte de las necesidades de reafirmación y pertenencia de grupo que caracterizan el paso de la infancia a la adolescencia. En el peor de los casos su accionar está mediatizado por adultos que integran, o no, su núcleo familiar. Y para estos fines, la mirada de Carlos resulta pertinente, pues él es una suerte de border line, despreocupado de lo académico, pero ocupado y observador de lo que sucede a nivel social y político. Su paso por el Colegio de Bellas Artes Juan José Plaza, sus estudios avanzados de Diseño Gráfico en el Tecnológico de Arte y Comunicación (ITSU), también en Guayaquil, su fogueo en cursos de capacitación y gestión, más su aprender haciendo en disímiles proyectos, montajes de exposiciones, mediación, y como tallerista, le han valido para conocer de cerca los procesos inherentes al sistema del arte sin sentirse, ni vanagloriarse, de ser un artista con todas las de la ley.
     La experiencia anterior en la realización de talleres le ha servido a Vaca para conocer cómo llegar de manera más expedita a la gente. “Los talleres de creatividad  me han llevado por diferentes lugares; no sólo cárceles o correccionales. He estado en comunas, barrios, parroquias, centros sociales de diferentes partes del Ecuador”[3]. Mapeos con música de diversos géneros (pop, tecno, clásica), y la proyección de videos de los artistas Chris Cunningham y Michel Gondry,  le han servido para que los participantes, a partir de sus recuerdos, más la vivencia audiovisual, puedan realizar animaciones. En Quito desarrolló una intervención ante las continuas quejas de la población porque los espacios públicos los estaban cementando indiscriminadamente. En la parte exterior del Museo Interactivo de Ciencias, (MIC) repitió esta acción en un área verde como gesto tautológico; en alusión al mal uso de las áreas de uso común. También junto a Xavier Blum y Patricia Rodríguez Umanante, quienes se encargaron de realizar el mapeo de los participantes, realizó un taller en el Correccional de Menores de Guayaquil. Como los reclusos no pueden tener contacto con personas externas a la cárcel buscó papel desechable del Ministerio de Justicia y sobre ellos escribieron sus memorias. Los convirtieron luego en barcos de papel que fueron colocados en la vereda en el horario de visita del día viernes. Cuando sus familiares se acercaban al lugar podían acceder a las cartas realizadas por los penados. En la última experiencia en la cárcel de Turi utilizó similares metodologías pulsando esta vez a los talleristas a que trabajaran sobre tres ejes: memoria, vivencia y proyección. Volvió a trabajar a partir de generar cartas, animaciones, dibujos, desde su experiencia con la música y los videos. Un resumen del resultado se expondrá al público en audios,  porque el material derivado de este trabajo, fotos, dibujos, ni ningún otro tipo de registro, se permite que circule públicamente, como consecuencia de las políticas restrictivas que prescribe el régimen penitenciario.
     Por su parte Falco, quien es artista transdisciplinar, con una maestría en Arte y Nuevas Tecnologías (Universidad Europea de Madrid, España) y una licenciatura en Artes Visuales (Universidad de Cuenca), utiliza una metodología derivada de su propia   trayectoria en la que ha vinculado el arte en contexto social, arte y comunidad, arte relacional, performance, psicodrama, arte terapia, psicomagia (en el sentido que la utiliza Jodorowsky, quien la define como arte, no como ciencia), junto a su experiencia pedagógica como docente durante más de diez años. Y se refiere a ella como pedagogía diferenciada[4], porque se enfoca más en la educación sensible y su atención hacia el cuerpo. Trata de generar un marco de respeto, empatía y confianza con las personas cómplices que trabajan en sus proyectos. Sólo de esa manera puede manejar sus miedos, resistencias o niveles de agresividad al canalizar energías que terminan siendo convertidas en procesos creativos a través de dinámicas de relajación, expresión corporal, puestas en escena, y acciones performáticas, tanto individuales como colectivas.
     Las problemáticas de estas personas son comunes y diversas a un tiempo por lo que se impone trabajar con ellas en sesiones personales y grupales para abordar indistintamente situaciones íntimas, sociales, y del contexto donde están recluidos. Desde el arte terapia, que permite la apertura de canales energéticos y emocionales que deben ser debidamente manejados, sostenidos y proyectados, el artista generaba catarsis para liberar miedos reprimidos y cargas tóxicas que podían llegar a lo virulento. Para estos efectos el performance o lo performativo se utiliza en la transmutación de dichas energías. Hay sesiones de charlas, movimientos corporales, métodos de relajación, que conducen a la realización de ejercicios donde usan sus cuerpos, al menos, temporalmente desintoxicados. El cierre es traumático tanto para el tallerista como para los procesados. No falta quien se acerque a Falco para rogarle que busque a su familia y le entregue una carta. Él, por su parte, nunca omite en sus talleres la oportunidad de reiterarles “que cada ser humano es escultor de su propia vida”[5].


     La prisión del siglo XXI: ni completa ni austera
     En su libro Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Foucault se refiere al arquitecto Louis-Pierre Baltard, quien a su vez hacía alusión durante el siglo XIX a la necesidad de que estos espacios fueran “instituciones completas y austeras”. Para la actual fecha su visión parece irrisoria ante la ausencia, en muchos casos, de sistemas que realmente rehabiliten a los ciudadanos que habitan estos espacios.
La prisión debe ser un aparato disciplinario exhaustivo. En varios sentidos: debe ocuparse de todos los aspectos del individuo, de su educación física, de su aptitud para el trabajo, de su conducta cotidiana, de su actitud moral, de sus disposiciones; la prisión, mucho más que la escuela, el taller o el ejército, que implican siempre cierta especialización, es "omnidisciplinaria”[6]
          La obsolescencia de las instituciones penitenciarias, su superpoblación, hacinamiento, y el trato que se ofrece a los reclusos, son cuestiones relacionadas con los derechos humanos de las personas privadas de su libertad. Hace unos meses atrás en un foro en Guayaquil me ocupaba en debatir sobre cómo ha cambiado el modelo educativo en su paso de la Grecia clásica hacia el sentido práctico impuesto por los romanos. La  paideia (consistente en el proceso de crianza y educación de los niños, y que comprendía la transmisión de valores (saber ser) y saberes técnicos (saber hacer) relativos a la sociedad), se transformó en su paso hacia el concepto humanitas de Roma de una práctica que insistía en nociones espirituales e intelectuales, en otra que priorizaba lo cotidiano y la utilidad práctica a ultranza. Quedaba atrás entonces el humanismo cívico planteado por Isócrates. En torno a este tema resulta puntual la siguiente observación respecto a cómo opera en la actualidad la educación: 
En relación al grado de incertidumbre que rodea el mundo contemporáneo,
 interpretando a Sousa, se debe reconocer que ésta no es el fruto de la
ausencia de conocimientos, sino de un proceso de fabricación particular
de conocimientos propio de un desarrollo marcadamente
instrumentalista y economicista tanto de la educación como de la de la
sociedad del presente. Ante esta incertidumbre fabricada es necesario el
trabajo pedagógico que conduzca no sólo a remediar y resolver la
situación de personas autómatas, desarraigadas; desidentificadas;
desubicadas; en una palabra alienadas, como producto de una concepción
educativa altamente mecanicista, sino también a promover y reivindicar
el lado humano de la educación y su repercusión en la vida ciudadana[7].
     Propuestas como las de Vaca y Falco, insertas dentro de las iniciativas de la Dirección Municipal de Cuenca, deberían ser habituales en nuestros modelos educativos que, irremisiblemente, deberán procurar cada vez más integrar la arista sensible en el aprendizaje. Habría que volver a la pregunta planteada por Jiddu Krishnamurti ¿Será que la adoración del intelecto con todas sus actividades ha ocasionado una sensación de ruptura en toda la naturaleza del hombre? Invitemos al guardia metropolitano a ser parte de nuestras transformaciones educativas. Él es una víctima desidentificada que encuentra en su parlamento de “se puede gastar el césped” su razón de vida. Mostrémosle otro camino.


       
Referencias:
-Albert Gómez, José; García Pérez Calabuig, María. La educación en Derechos Humanos a través del ciberespacio, Editorial Universitaria Ramón Areces, S.A., Madrid, España, 2011.
- Delgado de Colmenares, Flor: “Humanismo cívico y educación: una aproximación”, Universidad de Zulia, Vicerrectorado Académico, Encuentro Educacional Vol. 9, No. 3, 2002,http://www.produccioncientifica.luz.edu.ve/index.php/encuentro/article/download/4348/434.pdf
- Foucault, Michel. El ojo del poder, Entrevista con Michel Foucault, en Bentham, Jeremías: “El Panóptico” Ediciones La Piqueta, Madrid, España, 1978, https://iedimagen.files.wordpress.com/2012/02/bentham-jeremy-el-panoptico-1791.pdf
-____________ Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI Editores, Argentina, 2002, https://www.ivanillich.org.mx/Foucault-Castigar.pdf










[1] Amalina Bonin es docente de la Universidad de las Artes en Guayaquil. Ecuador. Pertenece al cuerpo de docentes del Dpto. Transversal. Especialista en Historia del Arte. Se ha desempeñado también como Curadora y Crítica de arte.
[2] Foucault, Michel. El ojo del poder, p.15
[3] Entrevista de la autora a Carlos Vaca, sábado 11 de agosto de 2018
[4] Entrevista de la autora a Falco (Fernando Falconí), sábado 4 de agosto de 2018
[5] Entrevista de la autora a Falco (Fernando Falconí), sábado 4 de agosto de 2018
[6] Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, p. 215
[7] Delgado de Colmenares, Flor: “Humanismo cívico y educación: una aproximación”, p. 311

Fernando Castro Flórez
y la lectura catastrófica

Claudia Furiati Páez




No se trata de ninguna definición categorial la que da pie al título de esta entrevista, sino de la condición de los tiempos a los cuales se ha aproximado este pensador español, experto en filosofía y estética del arte, empecinado en vivenciarlo desde la razón y el cinismo, para sí y sus estudiantes, también colegas, lectores y seguidores virtuales, muy apropiado a su condición de “catastro-sofista”. De ello vino a hablar a Guayaquil en el I Congreso de crítica, filosofía y teoría del Arte Contemporáneo”, en discurso retador a “La imagen anhelada” que proponían los organizadores del encuentro celebrado en el Museo Nahím Isaías. Ecuador ha sido uno de sus escenarios recurrentes en la última década, en el rol de curador, crítico y conferencista, incluyendo la Bienal de Cuenca (2011) y el Salón de Julio del ITAE (2016). Sin embargo, en esta oportunidad le convidamos a indagar sobre su oficio de  “obsesionado lector” y activo booktuber a través de su canal “Ojo con el arte” en la popular red social.
Confirma el autor de Mierda y catástrofe (Fórcola, 2014) que ha logrado colarse en el emergente ecosistema de las redes sociales para encontrar otro nivel de comunicación y empatía con sus alumnos y nuevos lectores. Siendo un migrante digital y bibliófilo para más señas, Castro Flórez justifica la activación de su canal Youtube (más de mil suscriptores) sobre libros recomendados y “crítica móvil” como herramienta que facilita la comprensión lectora a sus alumnos de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid, y del Museo Reina Sofía. Por otra parte, lo conecta con otra movida de lectores que hacen vida en la web y que establecen diálogo vibrante aunque instantáneo, seguidores o debatientes de sus encendidas opiniones en el Diario ABC.
Y aunque igualmente “modula” temáticas cotidianas de la sociedad líquida en Facebook y otras de filosofar paródico en el microblog Twitter, su alma crítica lo lleva a reconocer que la cultura del “black mirror” ha afectado de forma negativa a las prácticas lectoras en la contemporaneidad. Comenzando por la burocracia pedagógica causante del declive del hábito reflexivo, hasta la proliferación de un mar de bitácoras autobiográficas de “lecto-escritores”. Ello en evidente revelación de que la subjetividad del individuo ha sido conquistada por el poder ideologizante de la matrix, como plantea otro de sus admirados pensadores, el esloveno Slavoj Zizek.

- ¿Cómo se aproxima al fenómeno de la lectura disruptiva desde ese filosofar catastrófico?
- Lo percibo más como un fenómeno apocalíptico que catastrófico. Sobre ello ha habido bastante debate. Por ejemplo durante la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2017 el estudioso de consumo cultural Néstor García Canclini, a partir de su informe de hábitos lectores en Latinoamérica (Fundación Telefónica), quiso convencerme de que no fuese tan catastrofista en torno a la lectura. En sus conclusiones confirmaba la diversificación lectora y el incremento de este hábito, contrarío a nuestra posición de que cada vez se lee menos y hay menos cultura del libro. Sostuvo que ciertos intelectuales debíamos salir de la inercia que manteníamos desde la galaxia de Gutenberg. Lo cual rebatí, especialmente luego de haber sido testigo de aquel gran despliegue ferial de dispositivos y recursos de mercadeo en la FIL. Miles de títulos, ciento de autores, auditorios atestados y sin embargo la venta de libros no alcanzó ninguna escala significativa.

Pero la feria literaria suele ser efectiva como espacio mediador entre los distintos actores del ecosistema del libro, especialmente entre el autor y sus lectores.

- Si pero es un intercambio que se hace más más desde el “selfie”, lo social, que desde el acto lector. Más que practicantes de una lectura profusa, se manifiestan como seguidores en social media de la editorial o del escritor. Me considero un dinosaurio de la cultura del libro. Mi biblioteca personal cuenta con más de 35 mil títulos, dimensión que supera a muchos catálogos de bibliotecas públicas. Tengo una “máquina intelectual” que es bibliográfica, no saco ideas de la “chistera”, si no que procuro demostrar al auditorio que mis reflexiones se generan de procesos de lecturas y por ello describo las fuentes documentales. Luego de 32 años dictando cátedra en la universidad, estoy convencido que la última generación a la cual vi acudir con libros bajo el brazo, fue la de los 90. Entonces los profesores teníamos la obligación de corroborar la lectura activa y revisión hermenéutica de los estudiantes ante sus textos. Los nuevos modelos educativos se valen de plataformas e-learning para compartir fragmentos en línea y los burócratas de la pedagogía exigen al docente hacer un cálculo de horas que sus estudiantes dedicarán a la revisión de estos textos. El nivel de exigencia del profesorado cayó de forma alarmante a la par que la lectura.





- ¿Cómo se refleja esta “calamidad” lectora en el proceso escritural y narrativo?
- En un retroceso salvaje, especialmente a lo que refiere al ámbito de escritura crítico-reflexiva (ensayo), dentro del sistema editorial mundial. Lo único que confirma un repunte es la novela, pues se evidencia una obsesión narrativa del “yo debo escribir mi relato”, es el súper ego sublimado. De allí el triunfo del storytelling global como forma del marketing. También observo una creciente pasión de los jóvenes por la poesía, pero por el lo clásico del género, sino por la “perfopoesía”. Mi tesis doctoral fue sobre la obra de Octavio Paz, y ello me permite afirmar que ese gran proyecto de los líricos del siglo pasado, de construir trayectoria poética a través de publicaciones dedicadas a lectores como experiencia erudita se extinguió.


- ¿Cómo percibe ese eclipsamiento del perfil del lector moderno y surgimiento de un lectoescritor?
- Hoy es patética la aparición de estos sujetos que escriben y leen, a los que el pensador alemán Boris Groys, concibe como ingentes masas de usuarios escribiendo sin parar, desde sus pantallas móviles, contando anécdotas personales y generando una suerte de proceloso mar de las bitácoras. ¿Y la cuestión fundamental radica en quién está en capacidad de leer todo aquello? Como indica Groys, tan sólo un Dios cuenta con esa capacidad de suprema lectura El ser mortal tan sólo activa ese motor de serendipias dando “likes” aquí y allá.


- ¿Sin embargo, muchos le señalan como un influenciador de social media? ¿Concuerda usted?
- Valoro a las redes sociales como cualquier otro tipo dispositivo o app TIC  que me permita amplificar la experiencia docente y comunicativa. Si bien fui pionero en el uso de blog digitales, incursioné tardíamente (hace cuatro años) en Facebook por considerarla una comunidad kindergarderina. Sin embargo, mi hija, una millennial, me hizo apreciar su versatilidad como metamedio, su función como “cuaderno de apuntes”. Allí hago breves anotaciones sin ningún tipo de intensión reflexiva profunda y que me facilita descargarme luego de procesos intensos de trabajo curatorial, teóricos y filosóficos en los que haya estado inmerso. Cada ámbito tecnológico nuevo con el que interactúas, obliga a escribir de una forma diferente. Tal y como predicó McLuham: el medio es el mensaje.


- ¿Es entonces un “translector” según la categorización de Carlos Scolari?
- Más bien un lector “desequilibrado”, un obsesivo de la lectura y escritura. No hago nada sin antes cerciorarme cómo funciona ese material en muchos otros registros. Recurro a la dinámica de ciertos deportistas, descanso de una disciplina entrenándome en otra diferente. Youtube lo empleo para recomendaciones sobre literatura, filosofía y estética, así como crítica móvil. Twitter lo uso para campañas intensivas (abarca hilos en timeline) sobre algún tema de actualidad y cargado de sátira. Esta es una plataforma para corredores de 100 metros lisos, por lo que debes ser veloz en el arranque y fino ironista. No hay erudición en 140 caracteres.
En cuanto a Facebook hay que usarla con inteligencia, pues ahora activó ese algoritmo  en el que los contenidos visibilizados en tu muro son los compartidos por aquellos que más interactúan contigo, siendo sesgado el panorama que te muestra. Hay quienes creen lideran debates politológicos virtuales, cuando en realidad viven en una burbuja. El Homo Ciberneticus tiene la falsa ilusión de estar en una continua movilidad, co-creando un “multiverso reticular” de símbolos acaso fatuos, cuando en realidad está bajo amenaza de quedar desconectado por completo de su natural esencia, la humana. Cada vez más se plantea esa dualidad de universos, el real y el paralelo de las redes sociales, y a éste último sugiero entrarle con la mano puesta en el viejo freno de la ironía.


- ¿Y cómo un millennial aplica freno de mano cuando poco lee?
- Bueno no es un problema generacional. Basta ver a los comensales de un restaurant cinco estrellas que al recibir su plato, en lugar de degustarlo, lo primero que hacen es fotografiarlo para subir imagen a la nube. Ahora el discurso que no comparto es el de una vieja erudición, que ha estado viendo siempre con perspectiva refractaria o como si fuesen los funerales de la cultura, la llegada de las nuevas tecnologías. No se dan cuenta que el libro, la galaxia  Gutenberg, es el invento tecnológico por excelencia. Su impacto en la Humanidad fue mucho mayor que el efecto generado hoy por galaxia Internet. Es tan evidente que la propia red imita los viejos espacios de la cultura del libro, replica su formato, sus estilos de escritura. Las TIC encierran un potencial creativo, poético y de ampliación de nuestras conciencias enorme, siempre que no se usen de manera fundamentalista. No hay tal darwinismo tecnológico sino una manifestación metamedial de convivencias entre tecnologías diferentes.
Y si bien Castro Flórez rescata de toda esta hecatombe de la “sociedad de la hipervisibilidad”, las potencialidades cognitivas del libro en sus distintos formatos, no importando al era “galáctica” en la cual se utilice, si advierte que esta emergente especie.





La bibliósfera de papel 
Para este profuso lector, iniciado en la práctica a través del comic y especialmente del modelaje que le brindó su madre, acudiendo a la escuela nocturna para adultos en ánimo de capacitarse y poder enseñarle retórica y dictado,  la biblioteca familiar representa un cosmos de saber. En la suya, Castro Flórez, atesora hoy más de 35 mil títulos y un Kindle en desuso por “falta de encanto”. Además de colecciones de la popular historieta Mortadelo y Filemón de Francisco Ibañez y destacados de historiografía y estética del arte contemporáneo, describe otras secciones predilectas: las obras completas de Theodore Adorno y de Walter BejamínTambién reseña la colección de autores franceses contemporáneos de la editorial venezolana Monte Ávila, entre ellos Julia Kristeva y  Maurice Blanchot. Otro de sus dilectos catalogados son el parisino Michel Foucault, la estadounidense Judith Butler y sus coterráneos María Zambrano y Enrique Vila Mata. En **caso de latinoamericanos se decanta por la obra de Octavio Paz (a quien dedicó su tesis doctoral) y José Lezama Lima. Dispone asimismo un sitial especial para toda la Escuela Psicoanalítica, (S. Freud hasta M. Klein), así como para sus propias obras: El texto íntimo. Rilke, Kafka y Pessoa (1993), Escaramuzas. El arte en el tiempo de la demolición (2003),  Contra el bienalismo (2012), Mierda y catástrofe. Síndromes culturales sobre el arte contemporáneo (2014), Estética a golpe de like (2016), entre otras. Igual deja lugar en sus repisas tres textos próximos a publicar: Las conversaciones curatoriales en coautoría con el historiador de arte ecuatoriano Hernán Pacurucu, El marco y la influencia de los sistemas brain frame y uno de muy particular atención por la figura de estudio, Slavoj Ziziek and show on.








El marxismo-leninismo es una de las grandes falsificaciones de la historia

Entrevista a Eduardo Vázquez, realizada por Ramón Hernández. 


El Universal, 18 de noviembre de 2010


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– En Rusia no hubo revolución, sino un golpe de Estado. – Lo que aquí llegaba de la Unión Soviética como marxismo era marxismo según Stalin o marxismo según Lenin, pero no marxismo según Marx. – La tesis de que el trabajo colectivo es superior al individual no es una tesis económica sino una tesis moral. Los derechos humanos son subversivos para cualquier dictadura.
El Eduardo Vásquez, Doctor en Filosofía, Profesor, Ex Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela, anda entre un montón de libros doctos, juntos y justos, aunque arrastra algunas dificultades de movilidad acarreadas por un accidente de tránsito.
Acaba de publicar Ensayos sobre la dialéctica, un texto que reúne algo de sus vastos estudios de Hegel.
– E l marxismo-leninismo es una de las grandes falsificaciones que ha habido en la historia. Marx no tuvo nada que ver con ese invento de Lenin para dominar un país atrasado y sin tradición democrática.
¿Lenin no era marxista?
– Una mezcla. Tomó de Marx la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. En Rusia no hubo revolución, sino un golpe de Estado. No fueron los obreros y campesinos los que se apoderaron del Estado, sino el partido bolchevique. Lenin eliminó los soviets, que eran los consejos vecinales, la libertad de prensa y todo lo que limitara el poder del partido. La colectivización de la agricultura, una puñalada en el corazón de la producción agrícola de la que Rusia nunca se recuperó, se basaba en que el trabajo colectivo es superior al individual, y eso no es una tesis económica sino una tesis moral.
En el comunismo real, el "hombre nuevo" es el hombre adoctrinado, que es diferente.
A Stalin lo culpan de lo malo y a Lenin de lo bueno…
– Lenin acuñó un partido que le calzó perfectamente a Stalin. Cuando 25.000 obreros se alzaron en una base naval para pedir una constituyente, Lenin los descalificó: “Locos, ruidosos. Hay que eliminarlos”. El Ejército Rojo los acabó. Un leninista siempre está dispuesto a acabar con la mitad de la humanidad para que no le diga a la otra mitad adónde la quiere llevar bajo engaño.
¿Chávez es marxista como pregona?
– El gobierno de Chávez es leninista-estalinista, de ahí su actitud contra la universidad democrática y contra la libertad de cátedra. No la tolera. Siempre será su enemigo. Hará todo lo que sea para ahogarla. No soporta la más mínima disidencia ni que enseñen lo que fue en realidad la Unión Soviética. Si él dice que no ha muerto, nadie puede decir que fracasó y se derrumbó.
Ahora lee El Capital…
– Si leyera el Manifiesto Comunista, que es más sencillo, sabría que Marx consideraba el capitalismo como el sistema más efectivo para crear riqueza, y que el socialismo debe ser obra de la clase obrera, no impuesto desde fuera por unos militares.
Ahora lo importante es la ideología “marxista”…
– No confundamos adoctrinamiento con formación. La libertad de cátedra permite que se discutan todas las tendencias y todas las doctrinas; el adoctrinamiento, no. Es una sola vía: la verdad del partido.
¿Miedo a la democracia, miedo a la libertad?
– En democracia, la verdad no es de nadie. Mi verdad la tengo que discutir con la del otro y llegar a un acuerdo.  Chávez no discute ni conversa. Nada de lo que le digan tiene valor para él. Para un marxista-leninista, la estructura militar es la mejor. Ahí están los subordinados y el jefe que ordena. El que no cumple las órdenes, al calabozo. La estructura del cuartel es la ideal para un “marxista” como Chávez.
Ha encontrado respaldo…
– La esquizofrenia no les permite ver la realidad a los intelectuales del chavismo. Tienen un esquema en la cabeza que los ciega. Generalmente, poder es atropello; pero si ese poder es dictatorial, mucho peor. Si un intelectual se somete a un autoritario, a un poderoso, contradice su condición. El pensador del chavismo no es menos capaz ni menos inteligente, sino que se ha castrado, se ha despojado de su parte más noble: el espíritu crítico. Lo que aquí llegaba de la Unión Soviética como marxismo era leninismo aplicado a los intereses soviéticos del momento, y redactado por sumisos. Era marxismo según Stalin o marxismo según Lenin, pero no marxismo según Marx.
En Marx también está el germen del totalitarismo…
– Marx no reconoció los derechos humanos como aparecen en la Revolución Francesa. En Sobre la cuestión judía, interpreta los derechos del hombre y del ciudadano como un reflejo del egoísmo de la sociedad burguesa. Consideraba que la propiedad privada, la seguridad jurídica, la libertad de pensamiento, etc. eran conceptos típicos de hombres que sólo se preocupaban de su bienestar. No reconoce los derechos humanos como una protección contra el poder de cualquier Estado.
¿Un freno a todo despotismo?
– Los derechos humanos son subversivos para cualquier dictadura. Una vez Iris Varela y Lina Ron dijeron: “¿Cómo va a tener derechos humanos Carlos Ortega? Ése no tiene derecho a nada”. Claro, sus derechos humanos limitaban el poder de ellas. Los camaradas, a pesar de que se burlan y se ríen de los derechos humanos, cuando caen presos en una sociedad capitalista lo primero que piden es que les respeten los derechos humanos. El irrespeto y el desprecio de los comunistas por los derechos humanos tienen su origen en las ideas de Marx. Una revolución como la rusa no pasa sin dejar lesiones profundas.
¿Este es un gobierno represivo?
– No sólo represivo sino también destructivo de toda libertad humana. No tolera la libertad. Quizás sea por la pobreza mental, por sus reducidas luces, que no admite la discusión.
¿Se ha confundido la abolición de la propiedad privada de los medios de producción con la demolición de los medios de producción?
– Marx en El capital señala que ninguna fuerza productiva se desarrolla con la desaparición total de otra. Cuando se parte de cero no hay progreso. Desarrollo es mejorar lo que se tiene, no su destrucción. Chávez es como el Libro Gordo de Petete. Sabe de agricultura, de electricidad, de deporte, de medicina. Todo el saber humano que existe y el que vendrá está en su cabeza.
Lo que no significa que sea una gran luminaria sino que el resto del país está muy atrasado.
– La satisfacción de las necesidades de la población no es lo prioritario para Chávez.
– Su único afán es el poder. La gente que él admira ¬ Mugabe, Castro, Lukashenko¬ se ha mantenido en el poder sobre la miseria de sus pueblos. Hegel decía en la Filosofía del Derecho que sin propiedad no hay libertad. El individuo que produce y tiene propiedad posee una defensa frente al poder. En Cuba, que no hay propiedad, puedes vivir en un apartamento hasta que el Estado lo permita. Cuando hagas o digas algo que al Estado no le guste, tendrás que ir a lavar excusados o a barrer calles. La propiedad da fuerza y libertad al individuo.
En el nombre del marxismo se han cometido demasiados estropicios
– Lenin admitió que en 50 años nadie entendió a Marx porque no habían leído la lógica de Hegel. Marx en El capital dice que coqueteó con el lenguaje peculiar de Hegel. Lo utiliza en la exposición del valor, que los economistas no entienden porque no saben lógica y tampoco los filósofos porque no saben de economía.
¿Y los militares?
– No se dan cuenta de que tienen el libro al revés, como la caricatura de Weil.
¿Y el hombre nuevo?
– Marx lo llamaba el hombre total. En el comunismo real, el “hombre nuevo” es el hombre adoctrinado, que es diferente.
¿Un hombre libre?
– No. Un hombre adoctrinado es un mutilado. La universidad no adoctrina, sino que enseña a pensar. Si hay libertad, es imposible que un estudiante se someta a lo que diga un profesor. En el adoctrinamiento sólo se tiene acceso a una línea de ideas y no existe la posibilidad de discutir. Es empobrecimiento intelectual y destrucción del pensamiento.
¿Qué significa radicalizar y profundizar la revolución?
– Más destrucción y más adoctrinamiento. Este “socialismo” se regodea con la miseria de la gente, no con su bienestar.


2da Entrevista, fragmentos:  “El Poder absoluto no admite limitaciones”
Ana María Hernández, El Nacional
El Presidente manda a leer a Hegel. “Debe ser que no lo ha leído nunca, porque en toda la historia de la filosofía, es el pensador más difícil que hay”. – Hegel mantiene que donde no hay propiedad no hay libertad. – “Lenin convirtió… una teoría de Marx, que es una teoría de liberación humana, en una teoría de la esclavitud.”
Ana María Hernández G.
“La gente le huye a la filosofía”, asegura Eduardo Vásquez, filósofo venezolano especialista en el pensamiento de Georg Wilhelm Friedrich Hegel; y agrega: “como me dijo un alumno una vez, que la filosofía es una manera de decir lo que todo el mundo sabe en un lenguaje que nadie entiende (risas). Pero no es así: la mente humana necesita ejercicio, pero la vida moderna va contra eso. Va contra la lectura, contra la formación de conceptos. La gente es muy pasiva, y un esfuerzo intelectual exige mucho”.
Vásquez acaba de editar Ensayo sobre la dialéctica (Pomaire), donde prevalece el pensamiento de Hegel, un autor que “el presidente manda a leer. Debe ser que no lo ha leído nunca, porque en toda la historia de la filosofía, es el pensador más difícil que hay”.
¿Qué recomienda usted para leer a Hegel, como lo manda el presidente Chávez?
– Yo traté de hacer algo importante: publiqué Cómo leer y entender a Hegel.
¿El pensamiento de Hegel tiene vigencia aún?
– Sí, en muchas cosas. Incluso, la Filosofía del Derecho, que es una obra de política extraordinaria.
Es un pilar en la discusión sobre la modernidad…
– La cosa es que en Suramérica y Europa hubo un desconocimiento grande de Hegel; pero lo que él llama “espíritu” es la ciencia de la lógica, los principios de la lógica, que van apareciendo y desplegándose en la historia. Ese es el espíritu que se hace fenómeno y describe cómo va apareciendo a través de la acción humana, y los principios de política, libertad, trabajo. Marx critica a Hegel en muchas cosas.
¿Por ejemplo?
– Sobre la propiedad de la tierra. Hegel considera esencial que para ser un ser humano hay que tener tierra, y Marx le dice que cuántas hectáreas hay que tener (risas).
Si esa situación se trasladara a la actualidad ¿qué sería esa tierra?
– La propiedad. Como dice Hegel, donde no hay propiedad no hay libertad. Un pensador francés que sigue a Hegel, Claude Lefort –quien acaba de fallecer- escribió un ensayo sobre los derechos humanos y dice que la revolución francesa son los derechos humanos; que a su vez, son una limitación de los poderes del Estado. Por eso usted no ve sociedades tiránicas que respetan los derechos humanos, no los pueden admitir, porque el poder absoluto no admite limitaciones.
¿Entonces más bien al presidente Chávez le resultaría peligroso que la gente leyera a Hegel?
– Claro. No sabe lo que está mandando a leer…
¿Cómo interpreta lo del Socialismo del Siglo XXI?
-Lenin convirtió a una filosofía, una teoría de Marx, que es una teoría de liberación humana, en una teoría de la esclavitud. El partido tiene la verdad, conoce el sentido de la historia, los proletarios no tienen verdad sino que se las da el partido, que es el dueño de ella, y cualquier obrero que hable de una verdad distinta es un traidor que hay que eliminar. Por eso no hay institución que se enfrente a esta gente, porque no lo toleran. La verdad la tienen ellos, y si tú no estás en esa verdad no debes existir… Ese socialismo es un fraude.
¿Marx pensaba así también?
– Nada de lo que está en el leninismo se encuentra en Marx.