viernes, 1 de febrero de 2019

Nicolás de Cusa: el arte 
¿imitación o creación ante la naturaleza?
David De los Reyes


Pepper, fotografía de Miguel Trujillo, Minnesota, 2018


Nicolás de Cusa (1401-1464, Kues- Alemania) nunca se imaginó a dónde le iban a llevar sus estudios de teología. En el ambiente familiar escuchaba hablar al exitoso padre naviero mercante del trabajo que tenía al transportar trigo, vino, cueros y herramientas con sus gabarras a través del río Mosela en Kues, cerca de Treveris (Renania-Palatinato, Alemania). Pero el hijo quería seguir el camino de la devoción y leyes, y para ello comenzó sus estudios en Deventer (Países Bajos) en la Escuela de los Hermanos de Vida Común, absorbiendo el misticismo de sus maestros[1]. Luego se iría a Heidelberg, para adquirir el conocimiento de la jurisprudencia cristiana, se trasladará más tarde a Roma y al cabo de un tiempo se inscribe en la Universidad de Colonia en 1425, pasando antes por Padua, para seguir estudios sobre el Derecho Canónico. Del padre le quedará el inquieto nomadismo moderno del comerciante naviero, al trasladarse por los caminos de una Europa que comenzaba a mirar con otros ojos las relaciones humanas y los credos religiosos; en la cual el imperio otomano avanzaba territorialmente, amenazando tomar al último vestigio del imperio romano en Constantinopla (1453). Conocido como el iniciador de la filosofía alemana y el primer filósofo moderno del renacimiento, sus intereses intelectuales lo llevaron a desarrollar una extensa obra multifacética que abarcan diferentes campos del saber renacentista. Además de la teología y la filosofía, transito su curiosidad cognitiva en las matemáticas, la botánica, ciencias aplicadas, y no menos el arte. Siendo amigo de Gutenberg contribuyó en la impresión de manuscritos originales, en especial en griego, labor propia de todo humanista adentrado en el espíritu de su época.
En el plano filosófico Nicolás presentara un distanciamiento con el pensamiento escolástico respecto al concepto de verdad objetiva, en los aspectos referidos a la categoría de medida, ya que conocer era un simple caso particular de la función universal de medir[2]. Tal propuesta permite abrir la posibilidad de aceptar otros referentes. En un principio niega la finitud del mundo y su reducción a los límites de las esferas celestes, sin afirmar la infinitud del universo. Dios vendrá a tener el calificativo de infinito, advirtiendo que el universo es un ente indeterminado (indeterminatum), que carece de fronteras o límites, por tanto, de precisión estricta y determinada: la metáfora cusiana será imaginar a Dios como un círculo infinito. Advirtiendo que ello impedía la opción de ser objeto del conocimiento preciso y absoluto, sino sólo proporcionarnos frente a esta masa informe del cosmos un conocimiento parcial y conjetural[3]. Visión primitiva de lo que en nuestros tiempos actuales los físicos cosmólogos hablan del azar y la expansión del universo y su multiplicación indeterminada.
De Cusa, alejado del aristotelismo y del tomismo, cercano al pensamiento agustiniano y neoplatónico, será calificado como un teólogo ecléctico. Bajo la influencia de sus lecturas de autores nominalistas desarrollará el argumento para comprender los límites del conocimiento y la imposibilidad de construir una única representación unívoca y objetiva del universo. Sólo podemos acercarnos por partes y conjeturas en una permanente revisión de lo acordado como verdad. Es el tema y argumento con lo que escribirá su más conocida obra Docta Ignorantia, en la que trata de forma moderna los resultados a donde conducen  el trascender las limitaciones del pensamiento racional. No menos interesantes son sus propuestas geográficas, físicas y astronómicas al anticiparse a Copérnico al entender el perpetuo movimiento del universo y advirtiendo que la tierra no era el centro de éste. De las plantas observó que absorbían nutrientes del aire y que éste tenía peso, también propuso medir el pulso del cuerpo con un reloj, que además lo llevó al campo de la medicina, al colocar en una balanza, como objeto de estudio y conjeturas, las secreciones de los enfermos y de los sanos, como también tasar el peso de los metales. Una creación no menos importante, como hijo de un mercader naviero, fue trazar el primer mapa de Europa[4].
Esto dio pie a la aparición de una nueva lógica, donde la idea cusana de la concidentia oppositorum permitió la postulación de una argumentación racional, basada en el principio de contradicción, al proponer que entre el infinito (Dios) y lo finito (hombre) no había proporción, y pensar que lo infinito puede demostrarse no sólo que Dios es inaccesible, sino que está en todo[5] y su acercamiento sólo se ofrece por visio intelectuallis[6]. Reconocer este argumento vendrá a establecer una limitación que libera al campo del pensamiento, al sobrepasar la concepción escolástica de lo infinito y una apertura por donde establecer una salida de un mundo cerrado a un universo abierto e infinito. Imagen del universo que progresará gracias a la ciencia de la modernidad. Igualmente utilizó este postulado como coincidencia de los opuestos, en tanto instrumento divino para superar los conflictos y las contradicciones de la realidad, como cuando fue enviado al Concilio de Basilea con el objetivo de sostener tesis conciliatorias y reformistas entre las partes. Nicolás fue lo que hoy llamaríamos un excelente negociador y conciliador de misiones diplomáticas en el campo de la política religiosa continental del siglo XV. Además, con este argumento lógico lo lleva a considerar a la figura de Dios no como un ser inmóvil y perfecto como lo fue para la escolástica, sino que en su visión cosmológica hará que se encuentre con una ideación relacionado con el movimiento, propia de una evolución que implicaba no sólo al universo sino a lo divino y espiritual tanto a lo animado como material.
Como notamos De Cusa está entre dos aguas intelectuales. La de ser, por una parte, heredero del pensamiento teológico escolástico y, por otra, convivir y reflexionar con las nuevas visiones que vendrían a establecerse respecto a los nuevos límites del conocimiento del mundo a partir de la experiencia, de la proporción, de lo cuantitativo, del uso práctico de las matemáticas, y  de la relación entre el hombre y la naturaleza, está última como indeterminada y que conforma la idea universal del cosmos. Toma la afirmación aristotélica que todo conocimiento se inicia desde los sentidos, pero imbricada a una razón que vendrá a poner en orden y hacer un análisis de todas las imágenes incoherentes y sesgadas que los sentidos nos ofrecen. Pero el hombre tiene por condición una limitante respecto al conocimiento y la perfección del saber. Sabrá que nunca llegará a poder alcanzar el conocimiento absoluto y perfecto, nunca –tampoco- podrá ni demostrar ni conocer a Dios como figura. De ahí que propondrá su principio socrático de la docta ignorancia, es decir, de una ignorancia sabia y conociendo sus propios límites. Si bien estamos atraídos por nuestra naturaleza intelectiva a una constante curiosidad ante lo desconocido y lo incomprensible, los resultados no son nunca del todo satisfactorios en la esfera del conocimiento y ello es lo que nos impulsa a seguir investigando más y más. Tenemos un aspirar a la sabiduría, pero partiendo de que tampoco alcanzaremos la sabiduría plena y última. Esta es la postura del docto ignorante: la mente puede crecer, evolucionar en comprensión y saber, pero dentro de sus propios límites y una constante superación de los mismos. Y en su visión antropológica considera al hombre un microcosmos en el que rige individualidad, libertad y espontaneidad, con el que se abre una opción para considerar que su pensamiento tiene un germen del profano sentido liberal de la vida, que caracteriza al individuo como un sujeto único e independiente; expone su idea de la búsqueda de nuestro mejor yo, que sería el compromiso personal de nuestra vida que se eleve sin dispersarse y vaciarse en el espacio y el tiempo de su temporalidad, proponiendo un sentido ético a nuestra existencia separándose, en la medida que se pueda, de la vacua existencia inútil y absurda.
Dicho esto creo que la pregunta que nos podemos hacer de este religioso alemán católico del siglo XV es ¿qué tiene que ver su pensamiento con el arte y el concepto de naturaleza en este ensayo? ¿Por qué el tema no fue indiferente al Cardenal alemán? y podemos agregar otras: ¿Qué significó el arte para él? ¿Cuál era su sentido? ¿Por qué marca una presencia tan relevante el arte, lo bello y la naturaleza a lo largo de su pensamiento escrito, aunque sin una concepción orgánica ni sistemática sobre el asunto y dominio de la actividad más humana?
Para empezar podemos observar que como teólogo no se queda en las suposiciones bíblicas convencionales, pasa a ser un místico y un filósofo políglota[7], pero también un especialista en Derecho Canónico, saber que llevará su talento interpretativo a transitar como mediador en los campos del conflicto religioso y político de ese entonces; defendió la causa conciliatoria de las distintas corrientes eclesiásticas, fuera del cristianismo ortodoxo griego y de la cristiana romana como con la anglicana inglesa. Desarrolla quizás una de las primeras tesis sobre la posible paz perpetua entre las religiones monoteístas encontradas: un solo dios entre una diversidad de ritos de religión. Recorre caminos que irán de Alemania a Roma, Roma a Constantinopla, de vuelta a Italia sale a Francia y a Inglaterra (Escocia), un hombre de movilidad, de caminos, de nomadismo diplomático eclesiástico; rutas tan lejanas y diversas como fueron sus estudios sobre los ochocientos textos originales que recopiló del político orador romano Cicerón, o de las dieciséis comedias de Plauto, de las obras del aristotélico Alberto Magno y las disquisiciones neoplatónicas de Raimundo Lull.
Sus lazos e influencias con el arte nos conducen, en su recorrido existencial, por distintos momentos de su bitácora vital. Primero a su paso por Padua entre el intervalo de 1417 y 1423, ejerciendo el obispado de Bressanone. Allí hizo amistad con el científico Paolo Toscanelli[8]. Luego como Vicario General del Estado Pontificio por los años de 1450. Momento que fija su curiosidad intelectual en la avanzada del primer Renacimiento italiano, en el comienzo de desarrollos artísticos originales, como de revolucionarios logros en los talleres o ateliers de artistas arquitectos, escultores y pintores. De ahí los ejemplos a utilizar en sus reflexiones sobre la naturaleza y lo bello, el arte y su que-hacer en tanto poder, habilidad, capacidad, posturas que están relacionadas con la influencia y las creaciones de esos artistas e intelectuales que conoció, (situación que influyo, igualmente, con la construcción de un asilo que mandó a construir en su ciudad natal y que aún hoy mantiene su actividad y su importancia del aprendizaje práctico y utilitario como parte de la terapia).
En el renacimiento surge un cuestionamiento en torno al hacer en tanto tecné o ars. Se platean los artistas que el arte no deberá imitar a la naturaleza sin más. Y es con este clérigo alemán del s. XV, espectador activo, a medio camino entre el medievo y la modernidad, entre el gótico y el renacimiento, quien establece un puente intelectual entre el sur y el norte de Europa, que vendrá a iniciar toda una nueva revisión estética y cognitiva de la relación entre arte y naturaleza. Su visión filosófica, ampliamente influenciada por el neoplatonismo místico de Plotino, propondrá una concepción idealista y extraordinaria al respecto. Pero pasa desapercibida para los autores humanistas de la época. Toca los problemas del arte y de lo bello en sus diferentes tratados, De menteDe ludo globi, como en Tota pulchra, este último centrado en el tema de lo bello.
Su obra respira, como hemos referido, de forma insistente, una atención particular a la esfera  del arte. Sin embargo, sólo podemos advertir que a lo largo de toda su obra no hay un tratado pertinente del tema, sino que utilizará este campo del conocimiento práctico en tanto ejemplos que son tomados de la esfera de lo artístico para ilustrar sus posturas filosóficas renacentistas. Y sólo hay una obra menor que tratara sobre el asunto, el referido sermón Tota pulchra. No hay ningún tratado, diálogo, ni otra obra que abrace la problemática artística de forma determinante[9].Tal afirmación lo encontramos en las aseveraciones del intérprete del Cusano, G. Santinello, quien ha sido uno de los pocos estudiosos que ha centrado su investigación sobre la presencia del arte en su obra. Santinello concluye que el espacio de lo estético sería, para Nicolás de Cusa, una tonalidad característica de todo su discurso más que un tema autónomo de su actividad reflexiva; el arte lo marcó tan profundamente, tanto por sus raíces formativas en la mística alemana y como en la tradición neoplatónica, que lleva a afirmar este investigador sobre el tema: “el arte es una atmósfera que se respira, una forma de mirar y vivir la vida, o en suma, la concreción en la existencia humana de la scientia laudis[10]. Nos lleva a considerar que las artes humanas serán la manifestación del intelecto, en el sentido que ellas son libres y autónomas; como más adelante observaremos ellas son expresión del magisterio de la mente creativa y por tanto reflejan, a la vez, la individualidad y genialidad del artista mediante su propio estilo personal. Tal propuesta tiene su origen en la visión creativa que reside en la mente del artista en tanto forjador de formas de cosas diversas adecuada a sus justas proporciones. El intelecto parte de una visión activa y no pasiva, del acto de la percepción visual adquiriendo un protagonismo en el proceso de la creación artística[11].
El abate de Cusa, además de ser un gran viajero, un buen conversador y argumentador, nos dará serias expresiones estéticas acerca de la capacidad de descubrir la esencia humana en relación con lo divino, como una metáfora del arte y, en concreto, referido al campo de la artesanía, la escultura y pintura. Observa el  permanente y reiterativo simbolismo común que acoge la mente humana en su cotidianidad al presenciar, de manera reiterativa y obsesiva, dentro de sí, la imagen de lo divino, colándose a través de las ideas y que son perfectiblemente asumidas posteriormente como germen de imágenes o formas artísticas y, por ende, alimentando en motivos al arte plástico. La capa del estambre de la idea/imagen de lo divino, que ocupa buen espacio de la conciencia creyente, alienta a expresarlas exteriormente como arte. En ese simbolismo de la mente encuentra el más perfecto arte divino, otorgándole la plástica visual una notable densidad, que traducirá en una reflexión filosófica que no sólo colocará bajo un lineamiento conceptual filosófico-antropológico, sino de forma más estricta, al traducirlo a términos estéticos. Podemos ajustar una relación que podemos deducir de lo anterior y es que el arte finito procede de un arte ultramundano, es decir, del arte infinito, del artífice eterno. Es necesario la existencia antecedente ejemplar de un arte infinito que sea principio, medio y fin, medida y verdad, perfección y precisión que se muestre en toda expresión artística. Todo arte finito procede del arte infinito. Y así será necesario que el arte infinito sea el ejemplar, el principio, el medio, el fin, la medida, la verdad, la precisión y la perfección de todas las artes2

En coherencia con su pensamiento admite que el hombre es el producto artístico por excelencia de ese Dios universal. Bajo una perspectiva anagógica[12], el arte puede ser visto como una imitatio dei, en su proceder, que lleva a transformar nuestra vida. Aquí hay un acercamiento a cierta significado surgido al observar la naturaleza como un espacio donde podemos llegar a imitar sus elementos fundantes, que no son, en esta postura de neoplatonicismo cusiano, sino producto de otra imitación: la realidad inteligible que contiene la última instancia verdadera y auténtica,  adjuntada a un pleno dinamismo de una fuerza divina transformadora y en permanente proceso regenerador. Esta es una vía que puede ser tomada para comprender desde la visión cristiana al pensador alemán. Pero también podemos aventurarnos a otra más humana y renacentista. ¿Cuál? La que expondremos.
En el renacimiento surge un cuestionamiento a este planteamiento en torno a lo atribuido por mímesis. ¿El arte no deberá imitar a la naturaleza? ¿Hay una belleza natural o la belleza es una condición humano-divina? El clérigo alemán ofrecerá un replanteamiento estético y cognitivo de la relación entre arte y naturaleza.
Respecto a esto infiere, siguiendo al platonismo, que la belleza no es una cualidad de las cosas materiales, sino de la idea (forma) y del alma que en ellas se revelan. Esto afina una concepción estética que rompe de forma inusual con las figuras tradicionales sobre la belleza[13]. La belleza es una función creativa humana (y divina). El arte si bien reúne, compone y forma materiales para  toda creación, tal actividad producirá cosas que la naturaleza no ha producido nunca; es esto la especificidad del arte (techne). En la naturaleza encontramos ríos, montañas, árboles, plantas, organismos, etc. Pero el arte hace, a partir de ello, nuevas formas. La naturaleza vista como el reducto de donde nacen todas las cosas, se le opone la idea del hombre que la transformamuta a otras formas y categorías que, antes de la acción de construcción, no existían. El ejemplo que usa De Cusa es arbóreo: con los árboles, creados por la naturaleza, el hombre hará de ellos cajas, mesas, cucharas, etc.; en lo producido, su materia se debe a la naturaleza, pero la forma se debe a la habilidad del hombre en tanto artista. Por tanto, el ser humano construye una especie de sobre-naturaleza, la cultura, pues vive en un mundo ordenado e ideado por su mente, creado por el mismo, obteniendo la claridad de la forma que impone a toda materia proveniente de la naturaleza. Sin embargo comprende que arte y naturaleza se complementan: nada puede darse que sea sólo naturaleza o arte: pues todo participa a su manera en ambas[14]Queda claro que el mundo comprendido por el hombre es una creación de la naturaleza y del arte, no habiendo en él nada que sea únicamente naturaleza y únicamente arte; ambas, para la vida del hombre, se complementan y construyen una atmósfera artificial-natural, material-formal, simbólico-religioso artístico para ese momento en la alborada de la modernidad.
El procedimiento espontáneo de la naturaleza y el procedimiento reflexivo del arte humano se complementan y no se contradicen. En la vida humana ambos se acompañan y se interrelacionan. Nada puede darse que sea sólo naturaleza o arte pues la acción y la mente humana lleva a que participen siempre ambas. Constituyendo un entorno artificial-natural en que el arte humano es un producto que tiene una permanente conjunción con la naturaleza (al menos hasta el siglo XVI pudo que fuera así; posteriormente todo ello cambio motivado por el logro de la creciente evolución y mutación del entorno). La naturaleza ofrece la materia; el hombre idea cosas que no existen en la naturaleza, es decir, concibe nuevas formas que participan de los materiales dados por la generosidad natural; la invención humana da nuevas formas a la materia. La profundización y complementación de los procesos implícitos en los procesos artísticos nos envían la gratificación de la comprensión propia de las fuerzas internas de las distintas manifestaciones de la naturaleza.
El tema del arte como imitación de la naturaleza será criticado abiertamente. Esta concepción que procede de la antigüedad, el ex­-dominico, predicador y monje confesor de Florencia, Savonarola (1452 -1498), la expondría advirtiendo que el arte sólo puede tratar de imitar a la naturaleza, y al no poderla imitar del todo tampoco puede igualarse del todo con ella. Este clérigo iluminado  presenta el gusto por las cosas simples, naturales gustando más que los artificiosos productos del arte; en esta visión delirante naturalista y exaltadora de la naturaleza como creación divina, los objetos de la naturaleza gustan más que las invenciones humanas. Advierte que para el arte es inalcanzable la vida propia natural, pues es causa de que un rostro o ente de la naturaleza sean siempre más bellos naturales que pintados[15].
Otra aproximación al tema de la imitación de la naturaleza la encontramos en el teórico y artista León Battista Alberti (1404-1472), al proponer una identidad entre el arte y la naturaleza, pues ambas aspiran a desarrollar y expresar la armonía. Ésta existió primero en la naturaleza que en la mente del hombre al incorporarla en el arte. La naturaleza es interpretada como una fuerza y fuente de elementos inanimados y vivos, que aspira y contiene en sus obras cierta capacidad de perfección, y ello no es posible sin la armonía (concinnitas) de sus partes. Es por lo que afirma que este artista del renacimiento, la naturaleza derrocha en todo belleza; aunque no todo en ella sea perfecto, nos sirve como un espejo seguro de lo bello. Entendiendo más que una imitación per se lo que se trata en el arte es una imitación de las leyes que la rigen, del orden interno que presentan todas sus creaciones naturales. Aunque el arte, para Alberti, también tendrá la virtud de añadir una nueva belleza no existente, independiente que ya sea la naturaleza un asiento de la perfección. La naturaleza es maravillosa de por sí, pero siguiendo sus modelos pueden hacerse cosas más maravillosas aún. Alberti no se aparta de lo prescrito por la mirada del arte antiguo, aunque amplíe sus limitaciones[16]. Cusano propondrá un pensamiento diferente sobre el tema en cuestión: se distanciará. Podemos agregar que en su concepción sobre el diseño va a participar que todo proyecto es preconcebido por la mente, que vendrá a estar referido por las líneas y los ángulos contenidos en su dibujo. Cultivar el arte es algo más que imitar, como notamos, es proyectar. Advierte que en todo diseño interviene un factor activo, proveniente de la mente del artista. Encontramos aquí una postura del arte que se aleja de la visión tradicional, mimética y pasiva.
Ante la concepción limitada de la postura ante el arte y la naturaleza referida, los planteamientos del Cusano se opondrán al comprender el asunto de la creación artística desde otra perspectiva, el de la invención u originalidad de la mente que impone la forma (la idea), sobre la materia de la naturaleza. Su apreciación no corresponde a la manida frase  aristotélica, ars imitatur naturam.
Es por lo que notamos que esta relación dialéctica entre lo natural y lo artificial (refiera esto a lo conocido como arte o producción técnica, cultura o simplemente residuo del producto de la acción humana al intervenir y usar los materiales de la naturaleza) conforman un binomio que emana una tensión que presentan una de las mayores perspectivas de inteligibilidad de lo real y los diferentes estancos con que se organizan el saber y el conocimiento. La pregunta que puede surgir es ¿qué es la naturaleza y cómo son los términos en que el Cusano se refiere a ella? De un lado está la cara de este espacio ambiental vivencial que se expresa como participe de una pureza y singularidad, pero por otro la puede entender como el permanente campo de la metamorfosis y sus distintas metáforas que en la actualidad no son ajenas hoy en día para la evolución del concepto y de la imagen de lo artificial y sus intromisiones genéticas creando lo transgenérico.
Sin embargo, no podemos hacer un llamado a una posible interpretación de la obra filosófica de Nicolás cercándonos nuestro interés en sus primeras obras, en donde se puede notar la presencia del ars imitatur naturam. Esto está en las primeras páginas de su conocida Docta ignorantia, que se puede leer que el arte imita tanto como puede a la naturaleza, pero jamás podrá llegar a su perfección[17]. ¿Da pie esta frase para pensar a este renacentista determinando que toda su obra se cierra a cualquier otra posible interpretación del arte y la posibilidad de darle a esta condición humana una particularidad creadora propia en su ascenso y desarrollo del entendimiento y conocimiento en la relación con la naturaleza, condenando esta condición ontológica a ser reducida a mera reproducción de los objetos y de las formas halladas en la naturaleza?[18]
Surgen de esta polémica dos visiones radicalmente opuestas con consecuencias contradictorias sobre la percepción sobre la esencia del arte. Una lineal empírica acrítica donde todo se reduce a copiar a lo observado y visto en el entorno natural (que para su momento del siglo XV estaría en condiciones bastantes virginales por todavía no atravesar la futura revolución industrial por venir); visión acrítica que se reduciría a copiar de la realidad lo exterior. Juzgando el talento del artista por su cercanía en la reproducción cuasi perfecta de la forma natural a partir de la habilidad desarrollada. Esto llevaría a desvalorizar la actividad artística en la dimensión creativa que exige, de la capacidad de realizar conceptos e idea originales y crear mundo alternos y artificiales no concebidos por no ser percibidos desde la exterioridad del mundo. Otra interpretación de la relación arte-naturaleza sería aquella que la creatividad vendría en la irresistible tentación de imitar la fuerza de los procesos internos que habitan en los elementos que componen eso que llamamos naturaleza (la ya comentada physis del mundo griego); imitar los procesos generativos y las pulsiones inherentes de movimiento permanente que vendrían a contraponerse al modelo cristiano tradicional de un universo o naturaleza estática. De realizar la actividad artística en conjunción de la comprensión que surge de las mutaciones y metamorfosis como semejanza ciega de la naturaleza. El arte como una metamorfosis consciente ideada por las capacidades y habilidades, conocimientos y técnicas materiales que toman inspiración de la observación empírica razonada e imaginada por caminos insospechados al comprender, como Leonardo Da Vinci por ejemplo, respecto a lo captado como órganos, cuerpos, fenómenos telúricos que pasan por una metáfora en tanto pulsiones de la naturaleza.
Igualmente encontramos una asimilación de la concepción platónica de Plotino, que nos da una globalidad mucho más completa al considerar a la naturaleza como sólo compuesta de cosas corpóreas. La interpretación plotiniana se centra en un principio intelectual, el nous, que vendrá a ser el espíritu o el alma de la materia. Así que la imitación mecánica de la naturaleza no se reduce a lo señalado como tampoco la primera imitación no es la del artista sino que la naturaleza imitaría a la idea divina que se reproduciría por doquier. La naturaleza tendrá la acción de imitar a esa Inteligencia primaria que contendrá en todas sus producciones en tanto forma. Bajo esta prescripción del arte lo que se imita es la idea implícita de la naturaleza. Para este estadio de la evolución de las artes, estas aquí no imitan los objetos observables sino las razones que les son inherentes para la constitución ontológica del objeto natural[19]. Para Plotino el arte es símbolo por ser ya la naturaleza un símbolo artístico del nous, de lo inteligible que es forma y energía y que tiene existencia en toda la infinitud de sus componentes. Es por ello que podemos aceptar el aforismo medieval según el cual “natura movetur intelligentia” puede ser asumido por el Cardenal alemán[20]
Con el Cusano encontramos, pues, un distanciamiento del arte como imitación de la naturaleza. Un arte que no se revela tanto en las artes representativas (pictóricas, etc.), sino en las productivas (artesanales). El escultor o el pintor pueden encontrar modelos en la naturaleza, mientras que el modelo de la cuchara es producto original de la mente humana, no imitando ninguna cosa natural, sólo usando la materia para contornearla según la idea que tiene la mente. El carpintero, si llega a imitar algo, es la idea que tiene en la mente. Se desarrolla una teoría del arte centrada en la concepción utilitaria más que poética; más en la construcción de un artilugio artesanal que en una concepción mimética; se basa en la ejecución de una cuchara artesanal más que en la de una escultura. El artista tiene la tarea de modelar la materia a partir de un proceso de percepción visual, como parte fundamental de su hacer. De esa percepción nacen las formas de las cosas, adecuadas a proporciones: tal es el proceso, para este autor, de todo arte. En su texto Idiota de mente, encontramos la siguiente afirmación:

“Todo arte particular, por tanto, se establece a partir del arte sin limitación. Y de este modo será preciso que el arte sin limitación sea modelo, principio y medio, metro, medida, verdad, precisión y perfección de todas las artes (…) Así, pues, propondré, a partir del arte concreto de hacer cucharas ejemplos simbólicos. Una cuchara, fuera de la idea de nuestra mente, no tiene ningún otro modelo. En efecto, aunque un pintor o un escultor extraigan modelos de las cosas que intenta representar, en cambio soy yo el que saco las cucharas de los troncos y las copas y las ollas del latón. Pues no reproduzco la figura de ningún objeto natural. Semejantes formas de cucharas y ollas se logran solo mediante el arte humano. Por ello mi arte es más perfecto que el de las imitaciones de figuras creadas, y es esto más próximo al arte sin limitación”.[21]

La obra de arte es, no cabe duda, una habilidad de las manos, pero sobre todo de la mente (mens) humana. Tomando a ésta como la fuente de todo arte, implica un proceso cognitivo, pues toda creación está sometida a una medida propuesta y proyectada por el intelecto, consistente en la adaptación de la forma aparecida en la mente sobre la materia. El arte, visto así, es medida proyectada en todas las cosas, pues las llega a producir como quiere la mente que sea. Es la capacidad de la fantasía o de crear ficciones (virus fingendis), que es una libre condición de concebir ideas. Principio que choca contra la postura vulgar del arte en tanto imitador de la naturaleza. Es la postura del tornero, del carpintero, que son representantes de una arte productivo y no representativo, simbólico e imitativo. Para Cusano la guía del artista está en su propia mente, en la idea que acoge dentro de él y luego la exterioriza. En última instancia, independiente de lo utilitario, la idea por la que la mente se guía en el terreno del arte es la búsqueda de la idea de lo bello.  A esto añade: Todas las representaciones en escultura, en pintura o artesanía no pueden realizarse sin la mente, sino que es la mente misma la que configura todo[22].
En el Cusano encontramos un vínculo cerrado entre mente e intelecto, en que la inteligencia está unida de cierta forma a la naturaleza, al entender la mente del artista como el verdadero lugar de donde emerge la creación. Este desdoblamiento lo lleva a declarar que las artes nos proveen de una comprensión bastante extensa del intelecto. Las obras artísticas pueden aceptarse como explicaciones del intelecto humano que dentro de sí permanecen indivisible y siendo uno. Un intelecto que se hace visible gracias a la especificidad de cada arte, a través de los diversos productos que se nos da por este ejercicio de creación no sólo material sino intelectual que si no fuera por ello permanecerían absolutamente desconocidos para la totalidad de los sentidos, empobreciendo la sensibilidad humana a partir de las creaciones estéticas sensibles artificiales por parte de las artes. La inteligencia sería esa facultad humana que gracias al símbolo hace presente la forma de las formas (formas formarum), siendo más que una forma formata es forma formans, por la concreción y contracción de la fuerza engendradora que la caracteriza[23]. Pero será importante advertir que para el cardenal alemán el proceso de creación no es absolutamente intelectual. Se requieren incorporar otros atributos y acciones, como es comprender que nunca se podrá desprender el artista de la actividad física, manual para llevar a cabo la materialización de las ideas que en una u otra manera se concreta la creación como un acto intelectivo-productivo.
De esta voluntad creadora surgen cosas hermosas y únicas, donde se conjuga idea y belleza, una sin la otra no se dan para el arte de ese momento. El artista es un intelectual en parte, pues puede concebir en su mente, -independiente del hacer, las herramientas, y los materiales-, o intelectualmente su obra. Sin embargo, sus herramientas las ha inventado él mismo para esos fines. La mente tiene la facultad de concebir, imaginar, fantasear ideas con las que inventa también los instrumentos necesarios para su realización. Tales propuestas no son absolutas sino relativas, ya que no es una fuerza innata bruta de la que surgen sino de una voluntad formada que se expresa; es una realización que depende del hombre, de su visión, de su mente, de su habilidad, de sus instrumentos y, sobre todo, de sus ideas. Para el Cusano todo cuanto se vale de la proporción es comparativo, y por ende, cognoscitivo[24]. La idea de proporción es un concepto determinante de toda la estética del renacimiento pero no menos para los planteamientos estéticos-artísticos del Cusano. Para él la proporción descubrirá, ¡y nos deslumbrará!, el resplandor de lo bello. Proporción es a belleza en el sentido que belleza es un acercamiento a la perfección de las formas de lo divino. En su obra El Idiota de la mente encontramos estas palabras: por tanto corto y perforo la materia, por ejemplo un trozo de madera, con los diversos movimientos de los instrumentos que utilizo, hasta que aparezca en ella la proporción debida, en la que la forma de lo que es propio de la cuchara (‘forma coclearitatis’) resplandezca adecuadamente[25]
Se nos presenta una visión de la creación que no sólo remite a las artes pictóricas o representativas como la pintura, la escultura, o espaciales, como la arquitectura, o sonoras, como la música. Sus planos de la creación parecieran, sobretodo, referirse a las necesidades que encuentra en torno a la producción cotidiana del hombre. Es decir, a las creaciones de orden artesanal: la alfarería, el torneado, la forja de hierro, la ebanistería, la tejeduría, rompiendo el concepto de artes puras. Quizás una tecné que estaba más cercana a la concepción del mercantilismo incipiente que comenzaba a establecer un cambio revolucionario en las relaciones sociales y de vida para ese entonces. Pero además a través de las distinciones que hemos tratados respecto al concepto de mímesis (imitatio), su postura establece una mediación entre el origen y fin de la modernidad. Para el siglo XV el arte, como se ha planteado, es visto como una tecné, que aún mantiene una concordancia y armonía con la Naturaleza. El cambio de esa relación comenzará a verse dos siglos más tarde, a partir del siglo XVII, cuando arte y técnica tendrán esferas de acción y producción completamente distintas, proporcionando dos modos distintos de actividad humana en sus modos de relacionarse con la naturaleza que divergen en sus modos de recrear las leyes y formas, materias y usos de la naturaleza, sus medios y fines[26].
El arte más que imitación es creación, formación de cosas y no sólo reproducción. Con ello se supera la concepción clásica antigua del arte, que era la aceptada para su época. Implicando a un proceso que comienza con la visión en tanto proceso activo y no pasivo. Ver es crear; idear es diseñar y proyectar; crear formas para exteriorizarlas y ser producidas en la materia. El artista es una especie de demiurgo que une lo que en la naturaleza se haya separado.  Así la mente es autónoma más no infalible, una mente que hace conjeturas y suposiciones, y no establece verdades irrevocables, absolutas y únicas; para conocer y formar cosas la mente primero tiene que hacer conjeturas sobre ellas; concebir la posibilidad finita de su existencia. Si bien no fue un pensador instalado en la modernidad, pues a la final quien crea la verdadera y absoluta belleza es el arquitecto celestial, su visión de ars faber se centra muy cercana a lo que se sostendrá en plena modernidad en cuanto actividad productiva. No tomado muy en cuenta su pensamiento en vida, será con la modernidad, al vincular arte y creación, que obtendrá una postura central para la estética moderna. Sus teorías no penetraron en los humanistas ni artistas de su tiempo, pero dejó planteamientos que ya apuntaban a lo que el curso de la conciencia filosófica y estética llegaría a acontecer.
Nicolas de Cusa, un pensador viajero, nos presenta una comprensión del pensamiento humanista del renacimiento en su afán de entender la relación cognitiva e imitativa entre el arte (lo humano) y de la naturaleza (formas de lo divino). Su estética se centra en la relación neoplatónica y medieval de un dios que proporciona las ideas (formas) que están presentes en todo aquello que abarca la naturaleza. Es un continuar la fidelidad a la factura metafísica del cristianismo pero constituyendo una distinción o deslinde entre lo divino y lo humano. Capta que la mente construye en la materia formas intelectuales que, mediante la tecné, podrán ser utilitarias o bellas. Artesanales o artísticas tienen ese componente que no se satisfacen con el principio de sólo ser imitación de lo visto o percibido en el estambre de la naturaleza. El hombre del renacimiento comienza a ejercer su derecho no sólo de apropiación sino de creador original, de aceptarse como un microcosmos demiurgo frente a la materia decantando un universo artificial de formas exteriorizadas útiles o bellas, por medio de su labor y perspicacia que hoy vienen a comprenderse como expresiones de la cultura en sus diferentes niveles, evoluciones y necesidades en todos los registros de la huella humana sobre el mundo.  




Materiales consultados bibliográficos y electrónicos

André J.M. 1995: La dimensión simbólica del arte  en Nicolás de Cusa. Anuario Filosófico, (28). Ed. Universidad de Navarra. España, 547-582. En: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/2333/1/01.%20Jo%C3%A1o%20Mar%C3%ADa%20Andr%C3%A9%2C%20La%20Dimensi%C3%B3n%20simb%C3%B3lica%20del%20arte%20en%20Nicol%C3%A1s%20de%20Cusa.pdf, visitado: 22/05/2017.
Batkin, L., 1990: Leonardo da Vinci y las particularidades del pensamiento artístico en el Renacimiento, Ed. Iskusstvo. Moscú.
Kuzmina, E., 2010: El pensamiento estético de Nicolás de Cusa en el espectro de la luz renacentista. Ed. Universidad de la Sabana. Bogotá. En: http://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.php/pyc/article/view/1671/2212 . Visitado el 13/07/2018
Nicolás de Cusa, 1994ª: Opera, Basilea, Henricpetrina, 1565. Nicolás de Cusa, De ludo globi o El juego de las esferas, Introd., trad. y notas de J. Rafael Martínez E., México, Universidad Nacional Autónoma de México.
Nicolás de Cusa, 1994b: De filiatione Dei (On Being the Son of God)» y De venatione sapientiae (On the Pursuit of Wisdom), en Jasper Hopkins (trad., del texto latino contenido en Nicolás de Cusa, Opera Omnia, vol. IV, Hamburg, Felix Meiner Verlag, 1959), en A Miscellany en Nicholas of Cusa, Minneapolis, The Arthur J. Banning Press.
Nicolás de Cusa, 1998: Idiota de la mente, en Diálogos del Idiota, Introducción y traducción de Á. L. González, Cuadernos de Anuario Filosófico Nº 64, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra.
Nicolás de Cusa, 2003: Acerca de la docta ignorancia. Libro I: Lo máximo absoluto (edición bilingüe), Introd., trad. y notas de Jorge M. Machetta y Claudia D’Amico, Ed. Biblos, Buenos Aires, Biblos.
Nicolás de Cusa, 2007: De coniecturis, edición digitalizada a cargo de Burkhard Mojsisch, de la Bibliotheca Augustana, 2007, a partir de la edición de Opera omnia, vol. III, Hamburgo, I. Koch/C. Bormann I. G., 1972, (el incunable es de 1441-1442).
Nicolás de Cusa, 2011: Diálogo sobre el Dios Escondido. La búsqueda de Dios. Edic. Bilingüe a cargo de Ángel L. González. Col. Cuadernos de Anuario Filosófico. Ed. Universidad de Navarra. Pamplona. En PDF: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/37347/1/CAF%20235%20%282011%29%20201602.pdf
Olivares, R., 2014: Sor Juana Y Nicolás de Cusa, Rev. HIPOGRIFO, 2.2, México, (pp. 107-125), en: Dialnet-SorJuanaYNicolasDeCusa-4901104.pdf. Visitado el 12 de julio de 2018.
Pacioli, L., La divina proporción, traducción de R. Resta, Buenos Aires, Losada, 1959
Santinello, G., Il pensiero di Nicolò Cusano nella sua prospettiva estetica, Padova, Liviana, 1958
Tatarkiewicz, W., Historia de seis ideas: arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética, traducción de F. Rodríguez Martín, Madrid, Alianza, 2008.


NOTAS

[1] “La theosis es el corolario de las obras de Cusa. Significa la salvación y deificación del alma mística. La restitución del alma humana a su origen divino une así todos los contrarios: ser y no ser, luz y oscuridad, finitud e infinitud, pero con un sentido trascendente que parte de una nostalgia melancólica, llena de deseo y que reclama una inquietud épica del intelecto nacida del recogimiento interior”, es la observación que nos da Rocío Olivares en su cuidadoso ensayo sobre la importancia del pensamiento del Cusano en la obra de la mística escritora Sor Juana Inés de la Cruz. Ver: Olivares, R., 2014: Sor Juana Y Nicolás de Cusa, Rev. HIPOGRIFO, 2.2, 2014 (pp. 107-125), PDF en: Dialnet-SorJuanaYNicolasDeCusa-4901104.pdf. Visitado el 12 de julio de 2018.
[2] Cassirer, E. 1951: El Individuo y el Cosmos en la Filosofía del Renacimiento. Ed. Emecé. B.A.,p.147
[3] Koyre, A. 1999: Del mundo cerrado al Universo infinito. Ed. Siglo XXI. Madrid, p.268
[4] Gálvez, J. 2010: Historia de la Filosofía. El Renacimiento. Sin ed. Ecuador, p.115s
[5] Ver Cappelletti, A. en AA/VV, 1998: Ensayos para una Historia de la Filosofía. De los Presocráticos a Leibniz. Ed. FEHE-UCV, Caracas, p.495

[6] “¡Oh rostro maravilloso, cuya belleza son incapaces de admirar aquellos que llegan a verla! El rostro de todos los rostros está velado en todos los rostros y sólo es visto en un enigma. No se encuentra desvelado hasta que uno ha penetrado, más allá de todas las visiones, en un estado de profundo silencio en el que no queda nada para imaginar o conocer un rostro. Porque en tanto que no se alcanza esa oscuridad, esa nube, esa negrura, es decir, esa ignorancia en que aquél que busca tu rostro entra cuando trasciende todo conocimiento y entendimiento, hasta entonces, tu rostro sólo puede alcanzarse velado. Esa misma oscuridad, sin embargo, demuestra que es en esa trascendencia de todos los velos donde se encuentra presente el rostro… Y cuanto más densamente se siente la oscuridad, más verdadero y cercano es el acercamiento —en virtud de esa oscuridad— a la invisible luz”. De su obra: Nicolás de Cusa, Opera, cap. vi, De visione faciali, cit. op. Olivarez, R., 2014: Sor Juana y Nicolás de Cusa. PDF.
[7] Estudio además del latín y el griego, hebreo y árabe, por no decir del manejo de alemán, su lengua materna, y del italiano.
[8] Paolo Toscanelli (1397-1482), geógrafo, astrónomo, físico y matemático. Conocido por sus invenciones en el manejo de los lentes cóncavos para tratar la miopía e inspirar a otro negociante mercader, Cristóbal Colón al tentarlo hacer el gran viaje a los nuevos mundos y mares, afirmando que la ruta más breve para alcanzar las Indias era cruzar el Atlántico. Ver: Gálvez, J. Historia de la Filosofía del Renacimiento. Ecuador. 2010, p: 87-116.
[9] André J.M. 1995: La dimensión simbólica del Arte en Nicolás de Cusa. Anuario Filosófico, (#28). Ed. Universidad de Navarra. España, 547-582.
[10] Santinelo en un estudio dedicado a las fuentes medievales de las pespectivas estéticas cusanas, afirma: "Ásthetik aber ist für ihn kein selbstándiger Zweig der Philosophie sondern nur, sozusagen, eine Tonart des ganzen philosophischen Systems" (“Sin embargo, la estética no es para él una rama separada de la filosofía, sino solo una clave de todo su sistema filosófico”; traducción nuestra), G. Santinello, "Mittelalterliche Quellen der ásthetischen Weltanschauung des Nikolaus von Kues", en P. Wilpert (ed.), Miscelánea Mediaevalia. II. Die Metaphysik im Mittelalter. Ihr Ursprung und ihre Bedeutung, De Gruyter, Berlin, 1963, 679.
[11] Kuzmina, E., 2010: El pensamiento estético de Nicolás de Cusa en el espectro de la luz renacentista, Ed. Universidad de la Sabana. Bogotá. Enhttp://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.php/pyc/article/view/1671/2212 . Visitado el 13/07/2018
[12] El concepto de anagógico lo usamos como referencia a su sentido místico en relación a las escrituras cristianas, que pretenden interpretarse como un muestrario de ideas sobre la bienaventuranza eterna, de una condicionamiento mental de una supuesta elevación compartiendo, a la vez, un estado de enajenación de lo que la espiritualidad común llama por alma en su contemplación de las cosas divinas, lo cual remite a una metafísica de la fenomenología de la consciencia de los noúmenos que en el delirio o convención común religiosa se presentan como objetos o sujetos catalogados como realidades espirituales autónomas y divinas.
[13] Respecto a la estética dentro del corpus del autor Cusano podemos referir que en Nicolás de Cusa se constata la presencia de una tradición estética antigua y medieval que podría denominarse estética de la luz, en la cual la visión tiene prioridad y lo bello se define por la proporción visual, pero a la vez se nota también la presencia de otra tradición, que se cruza fecundamente con aquélla y que tiene también raíces antiguas y prolongaciones medievales: la estética del oído y del número. Notamos que Dios es comparado a un músico que tiene la potestad de organizar los diversos sonidos que componen a la música, ello a través de la yuxtaposición de cómo organiza los diversos sonidos en acordes armónicos que impregnan al mismo universo de una vibración divina y universal: La mente eterna actúa casi como un músico que quiere convertir en sensible su concepto: recoge una multiplicidad de sonidos y los compone en una proporción conveniente a la armonía, de modo que en esta proporción la armonía resplandezca dulce y perfectamente cuando ella se encuentra como en su lugar [...]. Ver: André, J.M. 1995, p.573 y Nicolás de Cusa, Idiota de mente, cap. 6, H. V, n° 92, 137-138 
[14] Nicolas de Cusa: Opera Omnia. De conieturis. Basilea, 1956. p. 107.
[15] “El arte, por su parte, trata de imitar a la naturaleza. Y como no puede igualarla, afirmamos que en particular es propio del arte lo que los artistas crean y lo que realmente no imita a la naturaleza (…) A todos los hombres les agradan más las cosas simples de por sí que los artificios”, en: De simplicitate vitae christianae, Lyon, 1638, III, I, 87.
[16] Ver W. Tatarkiewicz: Historia de la Estética t.III. p. 110ss.
[17] Nicolás de Cusa, De docta ignorantia, L. II, cap. 1, H. I, 63.
[18] Es el caso Velthoven, T. van, 1977 en Gotteschau und menschlihe Kreativitát. Studien zur Erkenntnislehre des Nikolaus von Kues, J. Brill, Leiden, p.65-66, que cayó en esta interpretación limitante del autor renacentista.
[19] Cf. Plotino, Enneadas, VI, 6, 7 y V, 8, 1.
[20] Cf. Nicolás de Cusa, De ludo globi, L. I, SCHR. III, 254.
[21] Nicolas de Cusa: Opera OmniaIdiota de mente. Basilea, 1937. Cap. II, p. 51.
[22] N. de Cusa: Idiota de mente, op, cit, p.158
[23] André J.M. 1995, p.568
[24] No obstante, podemos hacer referencia a la opinión certera que nos da André, J.M., 1995 al advertir que Nicolás de Cusa considera una multiplicidad de aserciones acerca del concepto de arte que refiere a variedad de actividades que sobrepasan a como en la actualidad comprendemos y significamos ese término. Estaría contemplado el trabajo de los artesanos y los actos intelectuales como el conocimiento, la poesía y las artes del discurso: oratoria, retórica, argumentación lógica, etc. Las referencias de André son las siguientes: Cf. para este amplio concepto, Nicolás de Cusa, De coniecturis, L. II, cap. 1, H. III, n° 178, 178-179 y Compendium, cap. 6, H. XI3, n° 17 y n° 18, 13- 14. 56 Nicolás de Cusa, De beryllo, H. XIi, n° 7, 9: "Hinc (intellectus humanus) creat similitudines similitudinum divini intellectus (...). Cf. a propósito de esto, M. Álvarez-Gómez, "Adecuación e identidad. Sobre la idea de verdad en Santo Tomás y Nicolás de Cusa", Anales de la Cátedra Francisco Suárez, 1964 (4), 49-50; cf. también H. Meinhardt, "Exaktheit und Mutmassungscharakter der Erkenntnis", en K. Jakobi, (ed.), Nikolaus von Kues. Einführung in sein philosophisches Denken, Karl Alber, München, 1972, 113-115.
[25] Nicolás de Cusa, Idiota de mente, cap. 2, H. V, n° 63, 97.
[26] Respecto a este punto de la recreación y superación de los límites entre la naturaleza y lo artificial producido a partir por la modernidad, podemos notar la necesidad actual y permanente de una redefinición de la responsabilidad ética que presentan de los nuevos desafíos de los usos artificiales de lo natural. La diferencia entre lo artificial y lo natural ha desaparecido en la vida común. Lo natural ha sido absorbido por la esfera de lo artificial (digamos, por ejemplo y entre tantos, la imago recreada casi ad infinitum por la virtualidad digital o las apropiaciones del código genético y su manipulación). Produciendo al mismo tiempo un extrañamiento total ante lo natural o la naturaleza. Las obras del hombre se han convertido en un mundo paralelo y más pertinente que el originario, y se desliza sobre y por él, engendrando una nueva especie de naturaleza que posee una dinámica autónoma, ante la que el sentido de la libertad humana se encuentra confrontada a establecer un significado completamente distinto y novedoso. Ver Jonas, H, 1993: Le principe responsabilité. Une éthique pour la civilisation technologique, Les Éditions du Cerf, París, p.24.



La desobediencia civil:
Una perspectiva filosófica*

María Eugenia Cisneros Araujo**

Imagen relacionada
 "El Espíritu de Samuel le aparece a Saúl". óleo de Salvator Rosa (1615 - 1673)



¿Quién puede estar sereno en un país cuando ambos, gobernantes y gobernados carecen de principios?

“La esclavitud en Massachusetts”
Henry D. Thoreau

Introducción
La desobediencia civil como forma de resistencia exige el paso de la libertad como condición humana (individuo-conciencia) a la libertad política (público-acción). Para mostrar esta tesis el presente artículo consta de dos partes: En la primera, se hace énfasis en la manifestación de la voz interior, de la asunción de la conciencia, para construir la libertad como condición humana individualmente. Este despertar en cada individuo es necesario para que la desobediencia civil, como una forma de resistencia, pueda pasar del ámbito privado a lo público. En la segunda, se visibiliza que ante la desobediencia civil los individuos entran en ambivalencia. La aparición del conflicto entre Estado y sociedad pone de manifiesto en los individuos el sentimiento de ambivalencia entre obedecer o desobedecer al poder injusto, ilegal, ilegítimo y arbitrario. La solución de esta disyuntiva es individual y no pública. A cada quien le corresponde tomar una decisión y asumir sus consecuencias.
1. De la libertad como condición humana a la libertad política
La desobediencia civil es una forma de acción imaginativa individual, social y política cuyo fundamento lo constituye la libertad, esta práctica inicia con el individuo y sus obras imaginativas particulares. Para que llegue a ser un hecho político primero tiene que ser un acto individual anónimo y desconocido porque implica la consulta, a sí mismo, de decidir sí voluntariamente se asume el riesgo que significa resistir al poder injusto en nombre de la libertad[1]: “El antropólogo Leroi-Gourhan decía que antes de unir la acción a la palabra, el hombre comienza por los pies. La caminata nos recuerda nuestra condición de bípedos y lo que ella nos permitió lograr: nuestras civilizaciones…”[2].
La libertad está en peligro cuando los fundamentos democráticos han desaparecido. En este contexto, la desobediencia civil constituye un instrumento que genera la propia democracia[3] para salvarse a sí misma y los llamados a recuperar, proteger y profundizar los principios y valores democráticos son los ciudadanos[4]. De esta manera, la desobediencia civil es un deber y un derecho, un derecho porque como individuos sociales tenemos la facultad de estar en desacuerdo con las situaciones injustas ocasionadas por el ejercicio arbitrario del poder. Es un deber porque como individuos sociales estamos llamados a defender nuestra libertad[5].
Con nosotros […] surge la libertad y, al mismo tiempo, la ineludible obligación de defenderla hasta la muerte. Cuando los hombres pretendemos olvidar tal obligación, la naturaleza, por medio del comportamiento de los animales no racionales (en los cuales obra un modo directo o instintivo), se encarga de hacérnosla presente y hacer resonar en nuestras mentes el grito de «¡Viva la libertad!»[6]

Oponerse al poder en defensa de la libertad despierta primero el fuero interno como individuo en el ámbito privado, se trata en principio de resguardar mi libertad. Luego, al darme cuenta que soy un individuo social, que soy parte de lo común, entonces comprendo que la protección de mi libertad, también, consiste en salvaguardar la libertad de los otros porque es una toma de conciencia que se produce en la experiencia. “Resistencia solitaria no desprovista de nostalgia, la caminata es siempre un paso dado en dirección del otro; un encuentro que requiere un esfuerzo; una terapia a la vez psicológica y física…”[7].
El acto imaginativo mediante el cual se busca amparar la libertad individual se hace presente en lo imaginario. El ejercicio de la libertad como condición humana surtirá sus efectos en la experiencia, en la cotidianidad[8]. Por esta razón, afirmo que la desobediencia civil para que se transforme en una acción imaginaria social primero debe expresarse en las prácticas imaginativas individuales de la libertad como condición humana[9], y ¿qué hace que en el individuo nazca la conciencia de la libertad como condición humana? Respondo con las siguientes palabras: existen hombres que les ha ocurrido “…alguna vez, que tenga la tremebunda confrontación consigo mismo y vea, cuando menos, el destello fugaz de una intuición momentánea, la contingencia de su absurda existencia, acechada continuamente por todo género de peligros, condenada a dejar de ser, finita”[10]. Es en ese momento cuando decide luchar contra la injusticia, abandona el silencio y se muestra visiblemente en la acción.
Sócrates constituye un ejemplo de manifestación de la libertad como condición humana, en él, esta libertad, se conforma por su voz interior, dios y genio. En el diálogo de Platón Defensa de Sócrates[11], se advierte la resistencia de Sócrates a cumplir órdenes que de acuerdo con la ley son injustas. Para Sócrates lo fundamental consiste en obedecer y defender la ley porque ésta garantiza la justicia.
...Y en verdad que podría tal vez decirme alguien: «¿No te avergüenzas, Sócrates, de haber observado una conducta tal, que ahora te pone en peligro de muerte?» A ese yo le replicaría con toda razón: «Estás en un error, amigo mío, si crees que un hombre que valga, por poco que sea, ha de pararse a considerar los riesgos de muerte, y no ha de considerar solamente, cuando obra, sí lo que hace es justo o no lo es y si es propio de un hombre bueno o de un hombre malo [...] tal vez parezca chocante el hecho de que yo, como es sabido, vaya por doquier aconsejando en privado del modo referido y metiéndome en cosas ajenas, y, en cambio, no me atreva a subir a vuestra Asamblea para aconsejar públicamente a la ciudad. Mas la causa de ello es lo que muchas veces me habéis oído decir en muchos lugares, que sobre mí siento la influencia de algún dios y de algún genio [...] se trata de una voz que comenzó a mostrárseme en mi infancia, la cual, siempre que se deja oír, trata de apartarme de aquello que quiero hacer y nunca me incita hacia ello. Eso es lo que se opone a que yo me dedique a la política, y me parece que se opone con sobrada razón [...] necesario será que el que quiera verdaderamente luchar en defensa de los justo, si pretende sobrevivir algún tiempo, por poco que sea, actúe en privado y no en público [...] yo no puedo ceder ante nadie por temor a la muerte en contra de la justicia, y que soy capaz de morir antes de ceder [...] el único cargo público desempeñado por mí fue el de miembro del Consejo, y ejercía la «pritanía» nuestra tribu Antióquide, cuando vosotros quisisteis que se juzgase conjuntamente a los diez generales que no recogieron a los caídos en la batalla que sabéis, modo de juzgar contrario a las leyes, como posteriormente todos considerasteis. En aquella ocasión yo fui el único de los pritanos que se opuso a que procedieseis en desacuerdo con las leyes y el único que votó en contra vuestra. Pese a que los políticos estaban dispuestos a presentar denuncia contra mí y conducirme ante los jueces correspondientes, y a que vosotros los animabais a ello gritando, yo estimé que debía correr aquel riesgo sin apartarme de la ley y de lo justo antes que, por temor a la prisión o a la muerte, ponerme de vuestro lado en ocasión de que vuestros proyectos no estaban de acuerdo con la justicia. Ocurrió esto cuando la ciudad estaba aún gobernada por el régimen democrático. Cuando se instauró el régimen oligárquico, los Treinta, a su vez, me mandaron llamar junto con otros cuatro a la Rotonda y nos ordenaron traer de Salamina a León el salamino, para su ejecución; esta orden fue una de las muchas dadas por aquellos a muchos ciudadanos con la intención de propagar las responsabilidades entre el mayor número posible de atenienses. Entonces demostré nuevamente de hecho -no de palabra- que la muerte no me importa [...] y que todo mi interés está en no cometer ninguna acción injusta ni impía. En efecto, aquellos gobernantes, pese a la violencia con que salían actuar, no me intimidaron, no me movieron a llevar a cabo un acto injusto; lejos de eso, cuando salimos de la Rotonda, los otros cuatro marcharon a Salamina y trajeron a León, en tanto que yo me dirigía a mi casa, y tal vez por eso habría sucumbido yo si aquel gobierno no hubiese sido derrocado poco después...[12]

De la precedente cita se lee que Platón indica que al filósofo ateniense se le manifestaba una voz interior que le orientaba en su comportamiento, alejándole de cometer actos injustos. En otras palabras, en aquellas situaciones que exigen tomar postura a Sócrates se le presentaba un dios o un genio en su recóndita intimidad y cuyas palabras lo dirigían a realizar acciones conforme a la justicia y la ley. Por esa voz interior, se negó a juzgar a los diez generales que ganaron en la batalla de Arginusas. Se trataba de un acto injusto que no estaba contemplado en la ley. El hecho es que los generales ganan la batalla y de regreso para Atenas son sorprendidos por una tempestad que causó que varias de las naves naufragaran. Los generales se vieron impedidos de rescatar a los compañeros y sobrevivieron. Por tal motivo, los políticos de aquel momento, solicitaron que se juzgase a los generales sin derecho de defensa, a lo que Sócrates se negó por ser contrario a la ley y en consecuencia injusto. Similar situación se presentó con León de Salamina quien luchaba contra la tiranía de los treinta. Los tiranos querían enjuiciarlo y condenarlo a muerte sin derecho a la defensa, a lo que nuevamente se opuso Sócrates por tratarse de una arbitrariedad del poder político.
Como se puede apreciar, Sócrates es el único que en una toma de decisión individual orientada por su dios, genio, voz interior, conciencia, libertad como condición humana, se atrevió a desobedecer las órdenes de los que se encontraban en el poder en ese momento. No lo hizo con violencia, tampoco enfrentándose con armas a los que se encontraban en el poder. Sencillamente se negó a cumplir las órdenes porque estaban al margen de la ley. La desobediencia civil comienza por ser un acto de conciencia, moral y ético.
Por su parte Henry David Thoreau[13], evoca su libertad como una condición construida por sí mismo, como motor inicial para oponerse a los actos arbitrarios. Lo que el mencionado escritor expresó como el deber de la desobediencia civil.
Cuenta Thoreau en Walden o la vida en los bosques, el siguiente relato:
Una tarde, hacia finales del primer verano, que fui al pueblo a buscar un zapato que tuve que remendar, fui prendido y encarcelado porque [...] no había pagado impuestos ni reconocido la autoridad de un Estado que compra y vende hombres, mujeres y niños a la puerta del Senado, como de si ganado se tratara. Yo había ido a los bosques con otros propósitos. Pero, dondequiera que uno vaya, los hombres le perseguirán y sacudirán con sus sucias instituciones, y si pueden, harán por inscribirle a la fuerza en su desesperada sociedad de Odd-Fellows. Cierto, yo podía haberme resistido a la fuerza, con mejor o peor resultado, podía haber desatado un verdadero "amok" contra la sociedad, pero preferí que fuera ésta, desesperada, la que me lo infligiera a mí. Con todo, fui soltado al día siguiente, recuperé mi zapato reparado, y regresé a los bosques a tiempo de hacerme con mi provisión de gayubas en la colina de Fair Haven. Jamás fui molestado por persona alguna salvo por aquellas que representaban al Estado...[14]

Thoreau fue encarcelado por negarse a pagar impuestos al Estado. En esa época, el Estado utilizaba el dinero proveniente de los impuestos para mantener la institución de la esclavitud de los negros y la compra y venta de esclavos. Cuestión que estaba amparada por la ley. Sin embargo, Thoreau consideraba tal sumisión injusta, ilegal e ilegítima. Se opuso a contribuir en mantener a seres humanos como siervos. No se enfrentó con violencia, con armas. Tan solo se negó a pagar los aranceles y asumir las consecuencias de su decisión. Actuó según su conciencia. Y su acción pacífica tuvo tales efectos que por ello lo apresaron: "...No es sino hasta que nos hemos perdido, en otras palabras, hasta que hemos perdido el mundo, que empezamos a encontrarnos a nosotros mismos y que nos damos cuenta de dónde estamos y del infinito alcance de nuestras relaciones".[15]
En este contexto, es pertinente mencionar el caso de Franklin Brito[16], año 2010. Brito, ciudadano venezolano que decidió ejercer la desobediencia civil en contra de la arbitrariedad del gobierno bajo el mandato del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Franklin Brito inició una huelga de hambre por la negativa del gobierno a reconocerle formalmente la titularidad sobre sus tierras como lo establece la ley. Se trata de la resistencia civil como manifestación en el campo de lo imaginario como imagen o figura. Cada vez que en los periódicos se mostraba una foto de Franklin Brito donde se percibía el deterioro físico, o donde se observaba cómo el cuerpo se consumía por sí mismo, se captaba la huelga de hambre como imagen. Esta imagen para los venezolanos tiene significación: por un lado, la lucha de un ciudadano venezolano por el respeto a sus derechos, al cumplimiento de la ley y al estado de derecho. Por el otro, un gobierno arbitrario, que anula el estado de derecho y se muestra indiferente ante este acto. Esta acción de Brito como imagen tiene un peso específico en el por hacer de lo imaginario, toda vez que representa una de las formas de acción individual con implicaciones en lo social por la lucha en pos de la reconquista de la libertad.
Franklin Brito, quien había protestado por el “decomiso”, por parte del gobierno, de sus tierras productivas, inició varias huelgas de hambre que culminaron con su deceso.
Foto después de su detención.

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Foto: MeridithKohut for New York Times[17]

El caso de Franklin Brito muestra la figura del líder, militar, caudillo, cegado por el poder, embaucador del pueblo que sólo lo utiliza para preservar su mando. Busca eliminar la libertad y el derecho de los dominados. Todas sus acciones están al margen de la ley. Esta situación no es nueva en nuestro país. El cuento de Cecilio Acosta “Los espectros que son, y un espectro que ya va a ser”, relata el vicio intrínseco en la sociedad venezolana:
…«Pues bien», exclamó la Presidenta dirigiéndose al traidor, que temblaba de miedo, y rechinando de gozo la osamenta del carnero, «tú eres acusado de varios capítulos: de vida póstuma que debes a caldos y otros artificios, y que mantienen sin empleo en el lugar de los castigos, las camisas de fuerza preparadas y los azotes que mereces, de fraude porque has vivido engañando, de hipocresía porque has vivido fingiendo, de codicia porque has vivido malamente acumulando, de lesa libertad porque has sido su burla, de leso pueblo porque has sido su embaucador, de lesa patria porque has sido su enemigo, de lesa literatura porque has sido su tormento y de lesa moral porque has sido su escándalo y su ruina. Salgan los acusadores» [...] y «tú», le dijo, «no has hecho hasta ahora más que embaucar a los simples con frases hidrópicas y palabras huecas. ¿Cómo ha sido eso?»
-«Muy fácil: con vivan los derechos del pueblo, en que nunca he creído, viva la libertad (dicho esto con voz de garganta y no de pecho), y con las expresiones ampulosas de la razón pública, el volumen de las ideas, la conciencia granítica, el pabellón de los libres, la tiranía doméstica, las faldas del Pichincha, el desierto de Sechura, mezclado todo con algunos verbos de mi cuño, por supuesto retumbantes, y variado eso poco según las combinaciones del binomio de Newton, que dan para acabar tarde o casi nunca, se tiene la salsa que he compuesto, y el fárrago con que he rellenado periódicos, memorias y discursos, y que ha servido para llenar mi caja también.» [...] Cuando he echado mis arengas (siempre las mismas como los sermones del padre Cómins), he echado también mis cuentas, y pensado para mí: palabra dicha, engaño hecho, y coma y beba yo con mis cincuenta casas que lo dan, y que he adquirido sin sudor, aunque otros pordioseen, hambreen y rabien. [...] -«¿De qué has vivido toda tu vida?», le dijo.
-«De cizaña para la discordia, de invenciones para la calumnia, y de hacer el mal por el mal mismo y por ver correr las lágrimas.»
-«Eres un maligno.»
-«Yo doy de mí lo que tengo.»
Entonces la sombra que representa las clases trabajadoras, «te ofreciste», le apostrofó, «como el Moisés de los pobres, y en vez de conducirlos a la tierra de Promisión, los has sepultado en la miseria; tú y los tuyos opulentos, y ellos sin pan; tú y los tuyos con millones, ellos de puerta en puerta. Contesta.»
-«Defendí al pueblo para hacerme rico con sus despojos y su sangre: desde que lo fui, lo que hago es echarlo de mi casa, o echarle los perros, o voltearle la espalda, o hacerme el desconocido. Grito, pateo, insulto, blasfemo, y nadie me tose, porque el saco del limosnero es humilde. Ellos cogen y se van, y yo cojo y paso la llave, me arrellano después en mi sillón a fumar mi puro, y no hay más nada…
…«El partido liberal que es la causa de los pueblos y el porvenir de América, no quiere sino un gobierno de leyes, y tú has sostenido el despotismo; sino principios, y tú quieres personas; sino respeto a las garantías, y tú has aconsejado que se violen; sino amor a los demás, y tú los desprecias; sino tolerancia con todos, y tú no quieres sino que prevalezca la tuya, como tu dinero, tus casas, tu orgullo y tu insolencia. Al fin has terminado por defender el guzmancismo, es decir, tu obra; y la República no quiere señores sino ciudadanos»…[18]

Esta historia continúa. En el año 2013, el personaje que engañaba, fingía, calumniaba, utilizaba al pueblo para hacerse rico, pronunciaba discursos vacíos era Hugo Rafael Chávez Frías. En el año 2015, el personaje del cuento es Nicolás Maduro Moros. Con el añadido que nadie lo quiere, no lo aplauden, no lo escuchan.
Sócrates, Thoreau y Brito son movilizados por la práctica de su libertad como condición humana que refiere al rescate del sí mismo como personas autónomas, de convicciones, principios, ética y moral cuya pasión por la libertad los impulsó a la lucha por la justicia y a oponerse a los actos arbitrarios provenientes del poder político, asumiendo los riesgos de su decisión. La desobediencia civil exige el asumir la responsabilidad de nuestra existencia a partir del despertar de la conciencia en la asunción de que somos individuos sociales. Se trata de actos individuales que tienen efectos contundentes en el ámbito político toda vez que lesionan creativamente el ejercicio desmedido del poder. El despertar de la libertad como condición humana garantiza la posibilidad factible que un individuo decida desobedecer a su gobierno por considerar que su proceder es arbitrario.
La libertad como condición humana consiste en el arduo camino que debe decidir transitar cada individuo para construir su propia libertad como no dominación. Bakunin se refiere a este tipo de libertad. En su texto La libertad[19], señala que el hombre para realizarse debe primero conocerse. Esto es, a partir de su propio pensamiento ser capaz de cuestionar las instituciones religiosas, políticas y económicas de la sociedad de la que forma parte. Esas instituciones lo socializaron, educaron y le crearon hábitos. El hombre es producto de esos valores ya establecidos. La sociedad ejerce una presión inmensa sobre el individuo a tal punto que impide que en él se manifieste su propio pensamiento. Es mediante la capacidad de los individuos de poner en duda lo establecido que pueden avanzar y alcanzar la libertad. El poder de discutir y expresar el desacuerdo ante lo establecido deviene de esa fuerza consustancial al individuo que se traduce en desobediencia y rebeldía. Bakunin afirma que es:
…Esa inmoderación, esa desobediencia, esa rebeldía del espíritu humano contra todo límite impuesto […] constituyen su honor, el secreto de su poder y de su libertad. Es buscando lo imposible como el hombre ha realizado siempre lo posible y quienes se han limitado “sabiamente” a lo que les parecía lo posible jamás avanzaron un solo paso[20]

Para que se produzca la rebeldía es necesario que el individuo conquiste su emancipación interior, ello se alcanza cuando consigue liberarse de la dominación que la sociedad ejerce sobre su persona, cuestión que no es sencilla ni fácil. La sociedad domina a los individuos mediante los vínculos que lo atan a ella: la certeza, la seguridad, la tranquilidad, la paz, la tradición, la rutina. Estos lazos lo convierten en un individuo servil, carente de rebeldía y sin iniciativa para emprender nuevas acciones. Pero, son las instituciones las que educan al individuo y esa misma socialización constituye la materia prima para despertar la desobediencia. Por consiguiente, es en la sociedad y con la presencia de los otros que los individuos logran su libertad. De allí que, el individuo primero debe rebelarse en su esfera interna de las ataduras ficticias que lo ligan a la sociedad. Luego, cuestionar la dominación natural que lo social ejerce sobre el individuo. Finalmente, ser capaz de cuestionar las instituciones. Según Bakunin, para el individuo es más difícil enfrentarse a la tiranía social que a la autoridad del Estado. Sublevarse al yugo social le exige autonomía y autenticidad. Oponerse a la autoridad del Estado le reclama disposición, capacidad de lucha y sacrificio.
Se puede ver que Bakunin diferencia la dominación social del poder del Estado. Considera que la dominación social se impone naturalmente porque forma a los individuos en su seno. Durante la vida de los individuos, la sociedad permanentemente le está suministrando su naturaleza material, intelectual, moral y religiosa. El Estado es la autoridad, la fuerza, la imposición y con tendencia a limitar, lesionar la libertad de los individuos y de la colectividad. Lo que el individuo manifiesta en el exterior es lo que tiene en el interior, si internamente es servil, entonces, externamente lo continuará siendo. Si internamente se ha emancipado de sí mismo, entonces, externamente se sublevará a la dominación natural social y a la dominación artificial institucional porque está impulsado por una sincera convicción: la certeza que nació para ser libre y no servil.
Para el luchador Bakunin la esencia de la humanidad se constituye por la solidaridad social y la libertad. Ambos aspectos son la motivación central para trabajar en la construcción de una sociedad basada en la igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto humano y mutuo de todos sus miembros. Para ello, es imperativo desmontar los elementos en los que se basa la sociedad: el culto divino sobre el respeto humano; la autoridad sobre la libertad; el privilegio sobre la igualdad; la explotación sobre la fraternidad; la mentira sobre la justicia y la verdad. Esta empresa se enfrenta inevitablemente a un problema aún vigente: el individuo que quiere ser libre y no puede serlo efectivamente porque los otros que le rodean no quieren o tienen miedo de ser libres y, entonces, son instrumentos de la opresión, colocados contra el deseo natural de rescatar la libertad como condición humana y posteriormente la política. La libertad como condición humana es un proceso individual que se desarrolla en el ámbito privado de cada persona en específico. La libertad política es un trabajo social; no es individual ni aislado[21]. Por consiguiente, para que la lucha por la reconquista de la libertad política aparezca en el ámbito público es necesario que primero algunos individuos singulares hayan comenzado a desarrollar el proceso de construcción de su libertad como condición humana.
El Estado es una forma histórica social que se reserva el ejercicio del poder, la fuerza, la organización de la educación, la instrucción popular, la censura, la policía y la fuerza armada. Instrumentos que utiliza para dominar a la sociedad civil mediante la obediencia pasiva evitando así cualquier destello de rebeldía y del ejercicio de la libertad. Por esta razón, afirma Bakunin:
…Llegamos hoy a la absoluta necesidad de la destrucción de los Estados o, si se prefiere, a su radical y completa transformación en el sentido de que al dejar de ser potencias centralizadas y organizadas de arriba abajo se reorganicen, ya sea mediante la violencia, ya mediante la autoridad de cualquier principio, con una absoluta libertad para todas las partes[22]

De esta cita pareciera desprenderse, distanciándome de la clásica interpretación de las ideas de Bakunin como destructor del Estado, semilla de los movimientos terroristas e impulsor de las guerras, que la preocupación de Bakunin, además, de denunciar la forma vertical, jerárquica como está organizado el Estado con el fin de ejercer la dominación sobre la sociedad, se centra en mostrar la necesidad de construir una organización social que no tenga como objetivo la dominación, lo que requiere construir otra forma de institución cuyo fin sea la no-dominación, la garantía de la presencia de la libertad como un bien social fundamental. Bakunin acepta la existencia de la autoridad pero destaca los peligros que se derivan de ésta, dependiendo de la base desde donde se siembre. Nota que la dominación ha sido utilizada para la opresión, para convertir a la sociedad en servil. Ante ello es esencial que se manifieste la capacidad de rebeldía y desobediencia como un trabajo social para lograr construir una organización social cuya institución tenga por norte la libertad como no-dominación. También enfatiza, que los individuos y la mayoría, en todo momento mantiene el poder de cuestionar, discutir la institución. A mi modo de ver, esto quiere decir, que aunque se logre transformar la institución en una organización horizontal o se construya de abajo hacia arriba, los individuos y la sociedad siguen manteniendo el poder de criticar, poner en duda, desaprobar, evaluar, opinar, rechazar las prácticas opresivas. Ninguna institución independientemente de la forma que tenga debe limitar la capacidad de los individuos y de la mayoría de examinar y poner en entredicho el cómo se está materializando en la cotidianidad la organización social. Para mí, la tesis de fondo consiste en la siguiente interrogante ¿Cómo erradicar la relación dominante-dominado de cualquier organización social que se muestre como una forma de institución histórica específica? La respuesta de Bakunin es tajante: mediante la expresión de la rebeldía y la desobediencia de los individuos y la sociedad. La no-cooperación con el gobierno arbitrario constituye el poder que le garantiza a la sociedad el cuidado de su libertad ante cualquier modo de extinción. En efecto, Bakunin asevera “…La cuestión […] es saber si el pueblo […] es capaz de construir una organización…”[23], y yo agrego una organización donde se instituya la libertad como no-dominación.
En resumen, Bakunin refiere a la dominación social y a la política. Sostiene que la opresión social es natural porque los individuos y la mayoría son producto de sus valores y principios que se establecen en vínculos concretos con respecto a los individuos. En otras palabras, las creencias, los hábitos, las opiniones, la familia, las referencias que encaminan la vida de los individuos y la sociedad hacia el desarrollo y la certeza se encuentran firmes en la sociedad de la cual forman parte. Esa misma relación tiene la cualidad de dominación, puesto que la sociedad al contener la moral, la religión, la educación, los parámetros referenciales que le dan sentido a la existencia ejerce sobre la individualidad una dominación que se traduce en que yo sea reproductor pasivo de tales valores. La sociedad le enseña a los individuos y a la mayoría una jerarquía: arriba está: padre y madre, dios, docente, jefe, empresario, político, sacerdote. Abajo: están los individuos y los otros. Los ciudadanos de a pie. Se forma una jerarquía implícita y natural que impone la obediencia como la forma social acorde a la tradición. La dominación política refiere al Estado como una institución cuyo fundamento es la fuerza y el poder para imponerse sobre la sociedad.
Bakunin explícitamente dice que los individuos y la mayoría tienen que emanciparse de sí mismos como productos sociales, rebelarse a la tiranía natural social y desobedecer a la opresión institucional.
El problema de fondo quiero expresarlo con estas palabras: “…si incluso dominios tan íntimos e insignificantes de tu existencia están sometidos a mandamientos, piensa, con mayor razón, en la amplitud de las obligaciones que pesarán sobre los momentos más esenciales de tu vida”.[24]
Hay que rebelarse contra esos mandamientos, a eso se refiere Bakunin con su tesis de la libertad como no-dominación. La libertad como condición humana comienza con el individuo cuando es capaz de asumir su autonomía para desde allí resistirse a la dominación natural social y finalmente al poder del Estado, en un trabajo social porque la libertad es un producto político. En otras palabras, la libertad como no-dominación tiene que darse primero en lo individual-privado para pasar a lo público-social-acción.

2. La ambivalencia de los individuos ante la desobediencia civil
Ante la opresión, los individuos responden de diversas formas: sometiéndose por su propia voluntad a quienes ejercen el poder, apáticos, los que no hacen nada, los que sabiendo que su libertad está restringida tienen miedo de luchar en forma individual, los que también saben y sufren la pérdida de libertad y huyen, se van, se escapan de la tiranía, y los luchadores por la libertad que, generalmente son los amenazados por la fuerza para que se dobleguen.
La ambivalencia se manifiesta ante una situación que exige una toma de decisión. A los individuos les corresponde determinar si quieren la libertad o prefieren la tiranía. Sólo unos pocos luchan por la libertad, otros por miedo se someten al poder, algunos se vuelven cómplices y aduladores, y la mayoría no hace nada. A mi modo de ver, una de las causas de la falta de entereza para rechazar la tiranía se debe a la carencia de conciencia. La mayoría no ha trabajado en función de construir su libertad como condición humana e incluso si la libertad les fuese dada fortuitamente no la dieran por bien recibida. No existe el conócete a ti mismo, la voz del corazón ni de la razón, la luz de la conciencia. La autonomía se construye en la cotidianidad, en la experiencia, en la relación con los otros, en la capacidad de cada quién de asumir la responsabilidad de su existencia, dándose cuenta que no necesita seguir a alguien para encontrarse a sí mismo. Por el contrario, su fuerza interior depende de sí mismo en la medida que se dedique a fortalecer su propia reflexión, su voluntad y su razón. La disyuntiva en cada individuo es un sentimiento que se expresa mediante el lenguaje con la siguiente interrogante: Ante un poder arbitrario e injusto ¿qué hago?, ¿lo enfrento?, ¿soy indiferente?, ¿espero que otros luchen por mí?, ¿me vuelvo cómplice?, ¿espero, pasivamente, qué algo pase por sí solo? La respuesta en este estado generalmente es: no sé qué hacer. La ambivalencia está presente en cualquier persona independientemente del nivel cultural y del papel social que cumpla y, en esta gama está el jardinero, el panadero, el que barre las calles, los que recogen la basura, profesores, empresarios, comerciantes, estudiantes, los choferes de autobuses, los taxistas, plomeros, zapateros, electricistas, obreros, políticos, entre otros. Lo cierto es que mientras cada individuo esté indeciso, entre obedecer o desobedecer al poder ilegal, ilegítimo, arbitrario e injusto, no se hace nada.
En la obra de Friedrich Von Schiller sobre Guillermo Tell[25], se pueden observar las distintas posturas de los personajes ante la arbitrariedad del poder. Los que se subordinan voluntariamente, los indecisos, los que luchan por la libertad. La historia de Guillermo Tell es un canto a la desobediencia civil cuya pasión es la libertad reivindicada por las acciones individuales que propician la práctica política. Los suizos están bajo la dominación austríaca, el Gobierno usurpador se vale de la opresión y la tiranía para mantenerse en el poder.
A medida que se pasan las páginas, uno se percata que la desobediencia civil exige el paso de la libertad como condición humana (individuo-conciencia) a la libertad política (acción-lo público); se trata de una lucha que tienen que emprender los ciudadanos contra el poder injusto, que consiste en una práctica creativa individual y de la mayoría que persigue consolidar la libertad como institución de la sociedad. En este contexto, aparece la ambivalencia de los individuos ante la desobediencia civil: la indecisión entre obedecer o desobedecer al poder arbitrario. Cada quien toma una posición ante la dominación.
La historia muestra desde el principio la inconformidad de ciertos individuos ante el poder opresor. Paso a mencionar algunos de los pasajes que así lo reflejan:
Baumgarten, suizo, hombre del pueblo, ha matado de un hachazo a un oficial austríaco para evitar que abusara de su esposa. Sus palabras son estas:
Todos: ¿Qué habéis hecho?
Baumgarten: Lo que, en mi lugar, cualquiera hombre libre. He usado de un derecho legítimo contra quien atentó a mi honor y al de mi esposa[26]

Luego de matar al oficial, escapa. Llega al lago y comienza un huracán. Le pide al barquero que lo lleve a la otra orilla, pero éste se niega. Sólo Guillermo Tell se atreve a prestarle ayuda. Tell, es el personaje que representa la libertad como condición humana. Es el hombre autónomo, que toma las decisiones por sí mismo, y es un apasionado por la libertad. Cuando Tell se encuentra con Baumgarten y tiene conocimiento que el barquero no quiere prestar ayuda a su compañero, le dice lo siguiente: “…cuando es preciso, oh barquero, hay que aventurarse a todo […] El valiente no piensa en sí, sino en último extremo. Se confía en Dios, y se salva al oprimido”[27]. El barquero piensa en él, en su familia y en los peligros de la tormenta. Estas razones constituyen su motivo para no ayudar a Baumgarten, legítimas por lo demás. Y aquí se presenta el conflicto filosófico individual ante el aplastamiento de la tiranía.
Baumgarten y Tell se montan en la barca bajo la lluvia, los truenos, las altas olas, la fuerza del viento, con sus miedos y certezas de la posibilidad de perecer en el intento. Logran salvarse y llegan a la casa de Stauffacher, protector de los oprimidos.
Stauffacher, suizo, una clase más elevada (noble), conversa con su esposa Gertrudis sobre qué hacer contra la dominación. Gertrudis alienta a su esposo a emprender la lucha y la guerra si es necesaria para recobrar la libertad. “Gertrudis: Se sufren con paciencia las plagas que Dios envía; pero ningún noble pecho tolera la injusticia”[28].
También está Melchthal, otro suizo, que al igual que Baumgarten por enfrentarse a la tiranía, escapó y está escondido y se lamenta: “…¿Qué he hecho yo, para esconderme como un asesino? He roto un dedo a un criado insolente, que, por orden del Gobernador, intentaba arrebatarme en mis barbas mi mejor yunta de bueyes”[29]. Ante este acto, el Tirano dejó ciego, desnudo y con un bastón a su padre. Le arrebató sus bienes, dejándolo solo, a la intemperie, pidiendo limosna de puerta en puerta.
De lo anterior, se desprende que, individuos suizos, trabajadores, miembros del pueblo, realizan prácticas de rechazo a la opresión, asumiendo las consecuencias de tal enfrentamiento. Por otro lado, el poder arbitrario se vale de las armas para lograr que el pueblo le obedezca. En Uri, el tirano construye una fortaleza, obligando por la fuerza a los pobladores de allí a construirla. Ante el suplicio que sufre un jornalero por parte de un oficial, dice: “Triste es, sin embargo, que nosotros mismos hayamos de traer las piedras para labrar nuestra propia cárcel”[30].También utiliza la amenaza. Uno de los cómplices del Emperador (Tirano), anuncia:
El Pregonero: ¡Escuchad, en nombre del Emperador! [...] ¿Veis este sombrero, habitantes de Uri? Se colocará en lo alto de un fuste, en medio de Altdorf, en el punto más culminante, porque tal es la voluntad y el propósito del Gobernador. A este sombrero se honrará como a su mismo dueño, doblando ante él la rodilla, y descubriéndose la cabeza […] Así conocerá el Rey a los obedientes. Quien no cumpla esta orden, será castigado en su persona y bienes…[31]

Un sombrero sobre un palo que simboliza el poder arbitrario. Ante ese absurdo, el pueblo debe mostrar obediencia, bajando la cabeza cada vez que pase delante del sombrero si no quiere ser castigado. Es la situación que despierta la ambivalencia en los individuos: ¿qué hacer: arrodillarse o no ante el sombrero? Algunos harán la reverencia, otros no la harán. La solución a la ambivalencia de los individuos es la toma de una decisión que dé coherencia a su conciencia con su comportamiento.
Rudenz decide someterse voluntariamente al poder austríaco. Tal como se puede leer en el diálogo entre El Barón y su sobrino Rudenz:
“El Barón: Todo el país se queja de la dura opresión del Soberano […] El pecho de todos los hombres honrados está lleno de amargura ante el poder tiránico que nos agobia […] pero no llega hasta tí ese dolor general […] andas separado de los tuyos, junto al enemigo de tu patria; te burlas de nuestros males; corres en pos de placeres ligeros, y te esfuerzas en captarte el favor de los príncipes, cuando tu país destila sangre, a los golpes de la férula.
Rudenz: ¿Decís que está oprimida la patria? […]  Y ¿por qué, tío? ¿Quién es el autor de esta desdicha? Una sola y fácil palabra nos librarían en un instante de esta plaga, y nos conciliaría las gracias del Emperador. ¡Ay de aquellos, que cierran los ojos al pueblo, y se oponen a su verdadero bien! Por su propio interés lo contrarían, y se niegan los cantones a jurar fidelidad a Austria, como lo han hecho los demás países comarcanos. Mucho les agrada sentarse con los nobles en el banco señorial […] quieren por soberano al Emperador, para no- tener ninguno.
El Barón: […] Anda, pues, vende tu libertad; toma en feudo tus tierras, conviértete en servidor de príncipes, cuando te es lícito ser dueño de ti mismo, y potentado en tu propia herencia y en tu territorio libre […]
Rudenz: Vanamente resistiremos al Rey, porque el mundo es suyo […] Suyos son los mercados públicos, los tribunales, las carreteras que recorren los comerciantes […] De sus posesiones, como de una red, nos vemos por doquier rodeados y presos en ella […] Lo mejor y los más prudente, en estos tiempos de desorden, es adherirse a algún potentado poderoso […] si tenemos un temible soberano hereditario, y nos granjeamos su favor, sembramos para coger después copioso fruto.
El Barón: […] si hemos de derramar nuestra sangre, que sea por nosotros […] menos nos costará la libertad que la esclavitud[32]

Rudenz luego decidirá apoyar a su pueblo, a su patria que es Suiza y enfrentará a la tiranía en rescate de la libertad.
Finalmente, está Guillermo Tell, el hombre que ama la libertad y asume cualquier riesgo por ella. Tell pasa con su hijo ante el sombrero que fue colocado en Altdorf, sin prestar atención al sombrero y sin hacer la reverencia. Con esta acción desobedece la orden dada por el gobernador: arrodillarse ante el sombrero. Su acto hace que los oficiales quieran llevar a la cárcel a Tell por desobedecer la orden del Gobernador. El traslado es interceptado por las personas del pueblo de Altdorf, para evitar que encarcelaran a Tell.
Asimismo, el pueblo de Altdorf para evitar bajar la cabeza, ante el sombrero, decidió no pasar por el sitio donde se encontraba, para realizar sus diligencias y continuar su vida tomaban los caminos más largos, atajos, aunque tardaran más de lo habitual. Ante la desobediencia de Tell, el Gobernador le dice:
Gessler (Pausa): ¿Así desprecias tú a tú Emperador, oh Tell, y a mí, que lo represento, y rehúsas reverenciar ese sombrero que hice poner en ese palo para probar vuestra obediencia? Dejaste entrever así tú dañada intención […] Bien, Tell; puesto que aciertas a una manzana en el árbol, a los cien pasos, darás en mi presencia una prueba de tu destreza […] Toma la ballesta. La tienes en la mano […] y dispone a acertar una manzana en la cabeza de tu hijo. Pero te aconsejo que apuntes bien y que la toques el primer disparo, porque si la yerras, te va en ello la cabeza. (Todos se horrorizan)
Tell: Señor […] ¿Qué monstruosidad exigís de mí? […] que yo, en la cabeza de mi hijo…no, no, buen señor, imposible que habléis formalmente […] ¡Líbreme de ello Dios misericordioso! […] ¡No podéis mandarlo en vuestro juicio a padre alguno!
Gessler: Tirarás a una manzana, puesta en la cabeza de tu hijo […] ¡lo deseo y lo ordeno!
Tell: ¿Qué yo apunte con mi ballesta a la cabeza de mi querido hijo? […]¡Prefiero morir!
Gessler: ¡O tiras, o mueres con tu hijo![33]

Tell luego de superar sus miedos y la angustia ante la situación apremiante en la que se encuentra, decide lanzar la flecha, acierta a la manzana sin herir a su hijo. Queda libre. Pero Tell, había ocultado una flecha en su pecho y el Gobernador curioso de ello, le pregunta por qué ha escondido esa flecha. Tell le responde:
Tell: Bien, señor; puesto que me aseguráis la vida, os diré toda la verdad […] Con esta segunda flecha hubiera atravesado […] a vos, si hiriese antes a mi hijo querido, y la vuestra […] de seguro no hubiese errado el blanco.
Gessler: ¡Bien, Tell! Te he prometido la vida, y no faltaré a mi palabra de caballero […] Sin embargo, conociendo ya tus intenciones perversas, te llevaré y guardaré en donde no veas más el sol ni la luna, y así no temeré tus flechas […] que aprenda el prudente a callar y obedecer[34]

Tell escapa, mata al Gobernador, el resto de los suizos logra unirse para enfrentar al Gobierno injusto. De los actos individuales singulares se pasó a lo público. La libertad como condición humana se transformó en política. Los efectos de cada acto individual se extendieron a lo social. Lo que en un principio fue el poder limitando a la libertad se invirtió. Ahora la libertad controló el poder desmedido. Al pasar de la participación individual a la colectiva para defender la libertad, se logró poner fin a la tiranía. Cuando cada individuo resuelve la ambivalencia y se pasa de lo privado a lo público se emprende el camino de la desobediencia para enfrentar al poder injusto. Carolina Guerrero tiene razón cuando afirma que:
…el poder de la sociedad configurado a través de la participación de los ciudadanos en la cosa pública se traduce, en primera instancia, en el modo de regulación activa sobre el poder artificial del Estado y la representación. Si el poder civil se enfrenta al poder estatal, lo hace primeramente en búsqueda de reafirmar los derechos y garantías de ciudadanos e individuos, amenazados por la eventual voracidad estatal…[35]

Desobedecer implica una decisión individual de cada persona[36] al igual que obedecer. Cada quien en consulta con su fuero interno, en un acto de introspección tiene que preguntarse ¿qué quiere hacer ante un poder injusto, ilegítimo e ilegal?, ¿obedecerlo o desobedecerlo? Primero hay que plantearse que el poder es arbitrario, luego considerar si se está dispuesto a asumir las consecuencias de permanecer en un estado de ambivalencia o tomar una decisión. El padecer los efectos de la injusticia, su disyuntiva se convertirá en su principal verdugo.
Tolstoi, en su obra El reino de Dios está dentro de vosotros, señala vívidamente la ambivalencia ante la libertad:
Todo hombre se encuentra, durante su vida, en relación a la verdad, en la situación de un viajero que camina en la oscuridad con la claridad de una linterna cuya luz se proyecta delante de él; no ve lo que la linterna aún no ilumina; no ve siquiera el camino recorrido y que ya recayó en la oscuridad; pero en cualquier lugar que se encuentre, ve lo que está iluminando la linterna, y siempre es libre para escoger un lado u otro de la carretera.
Siempre existen verdades invisibles que todavía no han sido reveladas, ya vividas, olvidadas y asimiladas por el hombre, y ciertas verdades que surgen delante de él, a la luz de su inteligencia, y que él no puede no reconocer. Y aquello que llamamos libertad se manifiesta por el reconocimiento o por el no-reconocimiento de estas verdades[37]

Y en la siguiente afirmación de Octavio Paz:
La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana[38]




* Ponencia presentada en el marco de las Reflexiones Republicanas realizadas por la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Librería Lugar Común-Altamira. 19 de Agosto de 2017. Ver en: https://youtu.be/WZieJ8Z-7nw. Las ideas aquí expresadas son producto de mi trabajo de ascenso para optar al escalafón de Profesor Agregado presentado en el año 2015. Publicada en la Revista Apuntes Filosóficos Vol. 27, N° 52, 2018, pp. 35-54.
* Lic. en Filosofía (Universidad Central de Venezuela-UCV). Lic. en Estudios Internacionales (UCV). Abogado (UCV). M.Sc. en Filosofía, mención Filosofía y Ciencias Humanas (UCV). Profesora-Investigadora adscrita al Instituto de Filosofía. Jefe del Departamento de Teoría e Historia de la Filosofía. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.
[1]“…preguntamos cómo se producen las actividades sociales y nos convencemos de que son el resultado colectivo de los deseos individuales, que procura cada cual satisfacer siguiendo el camino que le parece más fácil, según su hábito y pensamiento preexistentes…”. Spencer, H., El individuo contra el Estado. Barcelona, Ediciones Orbis, 1984, p. 92.
[2]Michel, F., “El arte de deambular en libertad”, en Pacifismo, resistencia y desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad versus legitimidad. Santiago-Chile, Selección de artículos de Le Monde diplomatique, Editorial Aún creemos en los sueños, 2006, p. 53.
[3]“Schell […] sostiene que la posibilidad de las acciones no-violentas está enraizada en el sistema democrático moderno, en tanto que niega condiciones de coacción mediante la fuerza…”. Valencia, N. M., Psicología política, resistencia…, op. cit., p. 86.
[4]“…La desobediencia civil, después de todo, no busca la destrucción del sistema político, sino su encausamiento dentro de los cánones de la justicia…”. Latouche, M., “Los dilemas de Antígona. Reflexiones en torno al problema de la desobediencia civil”, en Episteme NS. Revista Instituto de Filosofía. Caracas, UCV-FHE, vol. 31, nº 2, 2011, p. 34.
[5]“…La libertad […] es natural; y por ello, a mi juicio, no sólo hemos nacido con ella, sino además con la pasión de defenderla”. Étienne De la Boétie. Discurso de la servidumbre también llamado contra uno. México, Editorial Aldus, S.A., 1a ed., 2001, p. 19.
[6]Cappelletti, A. J., “Etienne De la Boétie y la libertad política”, en La idea de la libertad en el renacimiento. Caracas, Alfadil Ediciones, S.A., 1986, p. 66.
[7]Véase, Michel, F., “El arte de deambular…”, op. cit., p. 54.
[8]…la caminata incita a la modestia, a la curiosidad, al silencio y a la meditación, a la vez que nos mueve a la introspección, a la intimidad, a callarnos para escuchar mejor”. Ídem.
[9]“…todos los fenómenos sociales tienen su origen en los fenómenos de la vida individual, cuya raíz se encuentra a su vez en los fenómenos vitales en general”. Spencer, H., El individuo contra…, op. cit., p. 109.
[10]Briceño Guerrero, J., ¿Qué es la filosofía?. Mérida, Ediciones La Castalia, 2a ed., 2007, p. 12.
[11]Platón. "Defensa de Sócrates", en Obras completas. Madrid, Aguilar, 2a ed., 1969, pp. 201-218.
[12]Ibíd., pp. 208, 210, 211 y 212. 26e/28c. 29e/31b. 31b/32c.
[13]"Un día de julio de 1846 [...] en Concord (Massachussets, Estados Unidos), donde había nacido en 1817, Henry David Thoreau se cruza con Samuel Staples, inspector municipal, quien le reclama el pago de sus impuestos y está dispuesto incluso a adelantarle el dinero necesario para saldar su deuda. David Thoreau, que vive aproximadamente dos años en una cabaña en el corazón del bosque de Walden y se dirige a la ciudad a retirar sus zapatos que había mandado a arreglar, está un poco desconcertado. Responde que se niega, por una cuestión de principios, a pagarle al Estado más aun cuando está en desacuerdo con su política y en absoluto desea contribuir a financiar la guerra contra México. Entonces, es detenido y debe pasar la noche en prisión, a pesar que una "misteriosa" mujer (probablemente María Thoreau, su tía) pagó el impuesto [...] David Thoreau se siente obligado a narrar su experiencia y fundamentar su actitud. Escribe "La relación del individuo con el Estado", texto que presenta durante una conferencia ofrecida en Concord, en enero de 1848. Elizabeth Peabody -cuñada del novelista Hawthorne- lo publica en su revista Aesthetic Papers en mayo de 1849 bajo el título de "Resistencia al Gobierno Civil", título que en las Obras Completas de Thoreau publicadas después de su muerte en 1862, se convertirá en Desobediencia civil. Este texto polémico [...] cayó rápidamente en el olvido y el mismo Thoreau dejó de referirse a él.
Fue León Tolstoi quien [...] lo leyó e invitó a los estadounidenses, en una carta publicada por la North American Review, a comienzos del siglo XX, a retomar esta actitud valiente y ejemplar de un individuo que se atreve a enfrentar al Estado cuando éste equivoca su camino. Poco tiempo antes, un estudiante indio de la Universidad de Oxford, Mohandas K. Gandhi se entusiasma y, ejerciendo como abogado en Sudáfrica, lo publica en su revista, Indian Opinion, el 26 de octubre de 1907. Más tarde, y hasta su asesinato en 1948, no dejará de preconizar la desobediencia civil, que asocia a la práctica de la no violencia.
Thoreau se vio impresionado por Bronson Alcott, ciudadano de Concord retratado por su hija LouisaMay en los rasgos del doctor March en Mujercitas, quien declaraba firmemente su decisión de no pagar impuestos mientras su gobierno no pusiera fin a la indigna política esclavista. Se cuenta que el squire Samuel Hoar pagó la cuenta, pero lo importante no era eso sino que se reconocía definitivamente la idea de que un solo ciudadano pudiera sublevarse contra su gobierno, íntimamente convencido, con el fin de estar de acuerdo con los principios constitutivos de su Estado". Ver, Paquot, T. "Desobediencia civil: ¿derecho o deber?”, en: Pacifismo, resistencia y desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad versus legitimidad. Chile, Selección de artículos de Le Monde diplomatique, Editorial Aún creemos en los sueños, 2006, pp. 13-15.
[14]Thoreau, D.H., Walden o la vida en los bosques. Caracas, Eduven, Colección Sapientiae, 1a ed., 2012, pp. 87 y 88.
[15]Ibid., p. 87.
[16]Franklin Brito muere la noche del 30 de agosto de 2010 sin obtener respuesta del Gobierno venezolano ante sus peticiones.
[17]Foto de Meridith Kohutpara el New York Times. Recuperado de: http://www.nytimes.com/2010/04/04/world/americas/04venez.html?scp=1&sq=franklin%20brito&st=cse. Consultado: 3 de abril de 2010.
[18]Según Carlos Sandoval, compilador de la antología de donde extrajimos el cuento citado, el mismo fue publicado, originalmente, el 15 de noviembre de 1877, en la publicación periódica Tribuna Liberal, de Caracas. Acosta, Cecilio. “Los espectros que son, y un espectro que ya va a ser”, en Días de espantos (cuentos fantásticos venezolanos del siglo XX). Carlos Sandoval-compilador, Caracas, Comisión de Estudios de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educación-UCV, 1a ed., 2000, pp. 153-159.
[19]Cf.Bakunin, M., La libertad. México, Editorial Grijalbo, S.A., 1a ed., 1972.
[20]Ibíd., p. 23.
[21]“…El hombre solo se emancipa de la presión tiránica que ejerce sobre cada cual la naturaleza exterior mediante el trabajo colectivo; pues el trabajo individual, impotente y estéril, nunca lograría vencer a la naturaleza”. Ibíd., p. 31.
[22]Ibíd., p. 58.
[23]Ibíd., p. 85.
[24]Nothomb, A., Estupor y temblores. Barcelona, Editorial Anagrama, 10a ed., 2012, p. 74.
[25]Cf. Schiller, F. V., Guillermo Tell. 1999. Recuperado de:
[26]Ibíd., p. 15.
[27]Ibíd., p. 18.
[28]Ibíd., p. 27.
[29]Ibíd., p. 36.
[30]Ibíd., p. 30.
[31]Ibíd., p. 32.
[32]Ibíd., pp. 51- 55.
[33]Ibíd., pp. 103-105.
[34]Ibíd., pp. 113 y 114.
[35]Guerrero, C., “De la sociedad…”, op. cit., p.12.
[36]“…Mas el hombre civilizado se obstina en reconocer al ídolo, obra de sus propias manos, poderes que el mismo ídolo manifiesta de un modo u otro no poseer…”. Spencer, H., El individuo contra…, op. cit., 1984, p. 87.
[37]Tolstoi, L.,  El reino de Dios está dentro de vosotros. 2009, p. 163. Recuperado de: https://hesiquia.files.wordpress.com/2010/09/el_reino_de_dios_esta_en_vosot.pdf. Consultado: 03-01-2015.
[38]Paz, O., Poesía, Mito, Revolución. México, Editorial Vuelta, 1989, p. 50. Esta cita me la facilitó la Profa. Gladys Villarroel. (Mediante correo electrónico: 06-03-2015).