Sobre Razón de Humanidad
David De los Reyes
(UCV-UArtes)
Raison d’Humanité es un
concepto esencial para la filosofía política del siglo XXI. Es la razón moral
para sugerir que la democracia liberal occidental debe ser la forma de gobierno
más acorde con las necesidades del hombre en general. Esta idea, raison
d´humanité, es el sustituto de la enquistada razón de Estado moderna. Pero
es un concepto que está sometido a múltiples modificaciones y revisiones
radicales. Y Yehezkel Dror[1]
nos ha dado todo un planteamiento sobre el tema que no es posible pasar
indiferente para la humanidad que estamos viviendo en estos tiempos de pandemia
y de guerras genocidas. Veamos que depara este concepto.
Esta idea viene a presentarse a
partir de un sentido global de la humanidad. Esta tiene necesidades y
aspiraciones que en los niveles de gobernación global debe ser planteada. Se
trata de revisar ciertos principios de la filosofía política y leyes públicas
(por ejemplo: el caso de países que representan una amenaza para las necesidades
de los intereses globales, intereses
que no sólo deben ser una aspiración sino una continua voluntad de perfección
en su injerencia dentro de las políticas mundiales. Los intereses globales deben ser perfeccionados
baja esa condición).
La raison d’humanité también puede
esgrimirse en función de sanciones, castigos,
contra los crímenes de humanidad, líderes criminales, genocidio, invasiones, guerras
de corte imperialista, etc.
Este concepto proporciona cambios
dentro de la filosofía política tradicional y las leyes internacionales de confección
moderna: en conceptos como soberanía,
derecho a la autodeterminación de los
pueblos, cuestiones internas. Todas
deben ser dirigidas y reestructuradas, en tanto conjunto de normas y principios
en confrontación al proyecto de la humanidad en su totalidad, en tanto conjunto
de una especie en peligros constantes y en extrema debilidad en los modos de
intervenir en la mejora de las condiciones aptas para la continuidad de la vida
humana y en parte con miras a las generaciones futuras.
La raison d’humanité proporciona otra perspectiva a pueblos que quieren
vivir con otros valores distintos a los de la democracia liberal. El costo de
la pluralidad total, entera, puede ser demasiado elevado, pues puede producir y
conducir a conflictos culturales peligrosos. Deja, de todos modos, un amplio
abanico para instrumentar otros valores con relación a necesarios cambios
universales a futuro. Esto añade la necesidad de plantear los riesgos tanto del
exceso como del defecto de la diversidad en relación con situaciones específicas.
Hemos dicho arriba que la idea de raison d’humanité viene a suplantar al
término de raison d’Etat, propio del siglo XIX y del XX, pero aún
presente en nuestro siglo, para justificar políticas aplicadas internamente en las
naciones y, de cara a lo exterior, en contra de otras naciones. Pero la raison d’humanité es una advertencia ante
aquel. Advertencia en cuanto a los abusos hechos a pueblos y a la humanidad en
general bajo ese nombre de raison d’Etat. Este término ha tomado un
sentido peyorativo por usarse generalmente en forma incorrecta por los
gobiernos y para justificar vilezas. Históricamente fue una idea progresista.
Colocaba el deber de los gobernantes para la realización del bien común por encima de los interés
dinásticos, personales, partidistas.
Pero, teniendo esta advertencia
respecto al concepto de raison d’Etat, creemos que también se debe
vigilar el uso de la raison d’humanité.
Ello puede implicar abusos y riesgos. Abusos porque se puede invocar este
concepto para censurar y atacar a determinadas sociedades cuyo sistema de
valores no sean de nuestro agrado, aunque su existencia no implica un peligro
para el resto del mundo. Riesgo porque puede dar pie a una dosis excesiva de
tolerancia con sistemas que, de hecho, conducen a peligrosos fanatismos, discriminaciones
étnicas, etc.
La búsqueda de perfeccionar las
capacidades de gobernar implica, entre otras cosas, el que comprenda a la raison d’humanité como un criterio
importante para tenerlo en cuenta en las decisiones significativas de la
gobernación.
Debe tenerse en cuanta como en los
casos de la necesidad de una reducción de la tasa de natalidad (problema
subyacente dentro de la filosofía política y en la teoría de la geopolítica).
Planteamiento que es negado por muchas sociedades por considerarla de inmoral y
contrarios a imperativos religiosos. También se alega que ello interfiere en
las decisiones íntimas y personales (ante esto nos preguntamos: ¿son tomas de
decisiones el factor de natalidad en el común de las parejas en los países pobres
y de bajos recursos?). Y ello constituiría una flagrante manera de inmiscuirse
en la independencia de los estados (volvemos a interrogarnos: ¿se puede hablar
de independencia de los estados? ¿no será un concepto un poco anticuado? ¿no se
tendría que hablar que la independencia de un estado está en relación directa
del conocimiento de su interdependencia e interacción con los otros estados?
Son conceptos que tendrán que ser revisados).
Pero la raison d’humanité. crea un marco moral de vital importancia para
los efectos de una gobernación global. En el sentido que se deberán estimular
las políticas donde la mayoría
considere esencial para la supervivencia de la humanidad, aun cuando una
minoría considere contradictoria con sus valores básicos.
Para
implementar esta idea se requiere de nuevas instituciones y formas legítimas de
gobernación. El concepto de raison
d’humanité es una búsqueda y planteamiento que aspira a una mayor equidad
global. Este es su problema mayor y central. Lo cual implica replantearse
nuevamente la moralidad desde una óptica renovada, donde el pensamiento tome en
cuenta esta condición e intentar su perfeccionamiento en la aplicación.
La raison d’humanité sufrirá modificaciones como planteamiento por
estar sujeto a ver cuáles serán los cambios tecnológicos y científicos que
aguardan en el futuro a la humanidad. Tecnología y ciencia tendrán un impacto
sustancial no sólo en los modos de vida práctica sino también en los valores
morales. De hecho, la raison d’humanité
está orientada a sopesar más las consecuencias
que las intenciones de la ciencia y
la tecnología. Cualquier sentido que asuma la moral como el de “estar dispuesto
a morir por los valores profesados”, debe ser revisado y mediados por el espíritu
de la idea de raison d’humanité Es
esencial para la ética la diferencia entre intención
y consecuencia. La intencionalidad no puede permanecer en
tener buenas intenciones cuando se trata de actos que pueden implicar un impacto significativo en el conjunto de
los seres humanos. De ahí que se deba distinguir en la necesidad de separar los
derechos y valores aplicados a los individuos y aquellos otros aplicados a
grupos. Los aplicados a los individuos son la declaración universal de los Derechos
Humanos. Los de grupos son: i.- Convención de las Naciones Unidas sobre
comercio internacional de especies en peligro, guerras biológicas o genocidas,
xenófobas o colonialistas, etc.; ii.- Convención de las Naciones Unidas sobre
cambios climáticos; iii.- acuerdo internacional sobre la Selva Tropical; iv.-
la Ley del Mar, sus recursos y contaminación; v.- acuerdos, ya olvidados, de la
Cumbre de Río, etc. Por otra parte, está el peligro de la desaparición de 6000
lenguas, que es el número de las habladas hoy día en todo el globo y que
tienden a desaparecer en los próximos 100 años.
¿Cuáles son los temas donde puede
haber un difícil consenso?
i.- En la experimentación genética
con seres humanos y la inversión en proyectos científicos muy costosos que
puedan ser un beneficio a futuro para la humanidad en tanto especie pero que no
tienen un mayor beneficio a corto plazo.
ii.- Exigir formar hombres morales con
miras a un ciudadano nacional y global, en su condición de individuos y en
cómo hacerlo.
iii.- Los trabajos en nanotecnología,
biotecnología, inteligencia artificial, robótica, etc. que pueden tener un
doble sentido, pueden beneficiar como llegar a desarrollar desastrosas armas
puestas en manos de fanáticos o de proporcionar técnicas baratas y seguras para
limpiar la biosfera, entre otras.
iv.- La cuestión de los derechos de los animales, ejemplo donde
las diferencias de opinión nos llevan a observar las dificultades de aplicar la
raison d’humanité
v.- ¿Cuáles son los sustitutos -si
es que alguno es necesario- para desempeñar las funciones que tuvo la guerra en
el pasado y que pueden continuar siendo importantes para el progreso de la
humanidad en el futuro?
vi.- Relación entre sobre desarrollo y sus cuotas de
polución (caso de China y EU, por decir sólo dos). Ello hace que sea imposible
que todas las naciones en vías de crecimiento lleguen a poseer el mismo o igual
nivel de vida equivalente en un futuro. Se propone el de crear esferas globales, donde el conjunto de los seres humanos participe sobre
bases igualitarias, en la medida en que se asegure un nivel mínimo de desarrollo humano para todos, “dentro de
un multidimensional entendimiento de desigualdad”.
El discurso moral contemporáneo
tiende a descuidar los temas de la equidad global, donde se le plantea un
desafío a partir de proposiciones como la de raison d’humanité
Hay la necesidad de avisar la
importancia no sólo de la aplicación de los Derechos Humanos sino también la
noción de Responsabilidad Humana, traduciéndola bajo la mirada de principios operativos,
en referencia de la responsabilidad
hacia uno mismo y hacia los demás, o de las relaciones entre responsabilidad y
límites comunitarios y otras cuestiones más.
Suponiendo de un ambiente ideal
donde todas las culturas políticas del mundo aceptasen la idea de raison d’humanité i.- se mantendría un
amplio sentido de solidaridad humana y expuesta a promoverla por encima de otras
consideraciones y deseos. ii.- que la gobernación está reacondicionada y
comprometida para servir a la raison d’humanité
y iii.- disfruta del consenso universal y controla enormes recursos y actúa de
forma optimista con vistas al futuro. Si se dieran esas condiciones ¿En qué se
perfila esta nombrada raison d’humanité?
Ella incluiría la prevención de una
guerra nuclear de proporciones y el agotamiento de recursos irremplazables,
vitales para la supervivencia humana.
Implicaría, en forma creciente, un desarrollo
humano que garantizara una vida digna para una creciente proporción de la
humanidad. Aunque en esto el concepto muestra ser bastante polémico, relativo y
hasta carente de significación. Existe un vacío en sus posibilidades de
protegerse del mal y expandir el bien. Por ej. en el caso de ¿la creación genéticamente
manipulada de una especie humana modificada (que se espera superior) es un peligro que debe evitarse o algo en extremo deseable
como la única posibilidad de superar las limitaciones de la humanidad actual?
Otro concepto que resulta irritante
ante el de raison d’humanité es el de
desarrollo sostenido (esgrimido por
1º vez en 1972 en la Conferencia de Estocolmo sobre el Ambiente por Barbara
Ward en su informe: Our Common Future),
donde se pone en evidencia la idea de progreso y se hace perder el significado
que tradicionalmente se le venía dando desde el siglo XVIII. De esta manera se
plantea que el término sostenible si
bien se puede aplicar a ciertas áreas y recursos como selvas, abastecimientos
de agua, etc., no se le puede aplicar al desarrollo en su totalidad. La idea de
desarrollo se mantendría siempre y cuando no ponga en juego la capacidad de
vida de las futuras generaciones para hacer frente a sus propias necesidades.
El problema da lugar a redefinir el término de necesidad., “dado que el concepto es cultural y no tiene significado
intrínseco, una vez que los requisitos biológicos han sido satisfechos” (Dror:1995:67).
Se pone en duda si es necesario preguntarse sobre los requisitos biológicos necesarios
para la preservación de las generaciones futuras. De esta forma la fórmula de desarrollo sostenido vendría a tener la
significación del desarrollo que asegura la satisfacción de potenciales
necesidades futuras, aunque eso signifique de alguna forma sacrificar las
necesidades del presente.
Entre las falacias que se barajan en
esta propuesta es que se puede mantener un desarrollo humano sin que sea un
proceso de sobresaltos. Se plantea entonces si la raison d’humanité deba ser contraria al riesgo o deba ser más
aventurera. y estar dispuesta a correrlos, “con vistas a buscar un futuro mejor
dentro de los parámetros parcialmente desconocidos”, juicio subyacente en
muchas de las decisiones políticas.
Entre los cuestionamientos al
desarrollo sostenido nos encontramos que si este se hubiera aceptado en el
pasado se habría congelado el progreso humano en alguna de sus fases que, según
los actuales estándares, sería inaceptable para muchos. Pero ocurre que las
aventuras humanas ahora son más arriesgadas y que, por tanto, necesitan una
limitación. Lo que no puede perseguirse en alcanzar un estado estable o un supuesto equilibrio
de la humanidad, que más que una certeza o una fase temporal vendría a
derrumbarse por la energía y la dinámica que caracterizan a la historia de la
humanidad. De ahí que deba parcializarse el uso del término desarrollo sostenido. Ella sólo puede
aplicarse en determinados proyectos o recursos particulares, pero no al
desarrollo como un todo. Tal concepción es más que estática, y supone que
cualquier línea dada de desarrollo seguida ahora va a ser sostenida a la larga,
no se visualiza que la humanidad se mueve a través de dimensiones cambiantes de
desarrollo y ninguna puede ser sostenida por mucho tiempo; el desarrollo humano
implica intrínsecamente el constante cambio y no el sostenimiento, sino
entramos en el estancamiento y la extinción por otras vías.e La propuesta es de
cambiar los términos, en vez de desarrollo sostenido usar el principio de un desarrollo económico que evita
catástrofes, lo cual será más conveniente para la raison d’humanité con la cláusula de proporcionar un estimulante potencial evolucionista para las futuras
generaciones (Dror: 1995:168).
Todas estas variables deben ser
discutidas con relación a lo que debamos entender y definir por raison d’humanité. No hay respuestas
conclusivas pues estas cuestiones abarcan valores e incertidumbres. Pero su
debate de darnos un piso de moralidad a la gobernación, siendo una tarea donde
están presentes procesos y agentes sociales: intelectuales líderes,
espirituales, religiosos, filósofos políticos, artistas, científicos y profesionales,
comunidades, foros éticos e ideológicos y grupos humanos con inquietudes. Se
deberá reclamar la atención del pueblo a través de los medios de comunicación y
las organizaciones de base.
Aquí también deben entrar las
principales religiones del mundo que deberían ayudar, definir y divulgar el
concepto de raison d’humanité. Hacer
un llamamiento a la solidaridad humana.
Será
importante de afinar y desarrollar las formulaciones que deberían ser los imperativos categóricos para la humanidad. Tal
normativa debería ser impuesta a Estados y gobernantes. Ellas incluirían la
prohibición absoluta de genocidios, crímenes de magnitud equivalente contra la
humanidad y diversas actividades que pongan en peligro la supervivencia humana.
Tales imperativos deberían ser parte de todo derecho penal y civil
internacional e impuestos en forma estricta. “Debería dárseles prioridad sobre
la soberanía nacional, la no intervención en asuntos domésticos y otros anticuados
principios similares del derecho civil internacional” (Dror:1995:169). Se
deberá intentar pasar del tribalismo xenófobo al globalismo cooperativo,
incentivando sentimiento de solidaridad y, con ello, cambios de conciencia. La
independencia individual dentro de una sociedad debe conjugarse con un
sentimiento de pertenencia al conjunto humano en tanto especie, ello con el fin
de asegurar la supervivencia de la humanidad; esto último deberá ser un
imperativo ético.
El rediseño de la gobernación deberá
tener siempre presente las posibles vías para lograr cambios en la cultura
política para estimular la raison
d’humanité. Ante ello debería preverse cuáles posiciones se pueden adoptar
respecto al curso de la posible evolución de la humanidad. El enfoque más
cuestionado sería el de sostener que la historia está determinada por principios
teleológicos que la acomodan a ellos. Hay que decir que lo que “tiene y debe
suceder para asegurar la supervivencia humana sucederá de cualquier manera” no
tiene ninguna base histórica Y ello también tanto para posturas religiosas como
filosóficas a la manera del sentido de la sagacidad de la historia esgrimido
por Hegel o, en otros términos, por Marx, los cuales estaban seguros de lo que
consideramos mutaciones necesarias en la historia, van a de hecho ocurrir.
Posturas que no son más que un acto de fe,
propias de un determinismo cientificista dieciochesco y sin el beneficio de la
revelación.
Otra posible postura es poner las
esperanzas en las organizaciones de base. Se piensa que las transformaciones humanas
crecerán desde raíces fecundas y dirigidas por profetas, líderes carismáticos,
intelectuales, jóvenes, etc. Si bien, como demuestra la historia de las
religiones, esto ha sido siempre fuente de cambios radicales en la historia de
la humanidad, no quiere ello decir que tales cambios vayan en sentido correcto
a la supervivencia de la humanidad. Aunque no es imposible que se desarrolle
por esta vía una Revolución de la Consciencia Humana. También ideologías perversas
han aparecido por la misma vía (nada ver la creciente xenofobia que se expande
por toda Europa, en América, como el fanatismo étnico en Yugoslavia, Rusia, o cultos
destructivos tipo secta Satánica, nazismo, desarrollismo, fundamentalismo, sin
dejar de lado la invasión colonial genocida de Rusia sobre Ucrania en estos
momentos del 2022, etc.).
Un tercer enfoque será para Dror el
de comprometerse con un diseño de un
modelo cultural y con la forja de
almas, a través de una acción premeditada, guiada por vanguardias (en
plural para significar múltiples aperturas respecto a ello), en parte a través
de la gobernación. Vanguardias significan aquí élites de avanzada abiertas al
pluralismo, y que eviten la arrogancia y se sientan comprometidas y
subordinadas a la democracia.
También se puede pecar de confiar en
una especie de deus ex machina:
“predicar recomendaciones basadas en la existencia -o al menos la posibilidad
de existencia- de una vanguardia democrática influyente comprometida con una
progresista raison d’humanité.
Elementos de vanguardia existen ya como en las ONG, que constituyen redes
globales en aumento y proporcionan un foco de expansión y desarrollo” (Dror:
1995:172)., orientadas a una raison
d’humanité. Para ello nos propone
dos condiciones:
·
Se deberá desarrollar unos imperativos categóricos para la humanidad, que serán adoptados como
una dimensión legal de la raison
d’humanité, y ser estrictamente impuestos por el derecho civil y penal
internacional.
·
Necesidad de reconocer la creación de redes
internacionales de vanguardia comprometidas con la raison d’humanité, que trabajen en función de cambiar la cultura
política y en consonancia con ello, la gobernación democrática. Estimular su
creación depende también de crear élites de gobernación en función de estos
principios, como defensores de todas las características que envuelven a el
ejercicio de la raison d’Humanité.
El problema que se añade a todo esto
es el que la gobernación democrática es poco lo que puede hacer por divulgar y
estimular la raison d’humanité si las
políticas culturales se resisten. Para empezar, se requeriría que los países
desarrollados transfieran recursos substanciales a los pobres y estén
dispuestos a absorber un buen número de emigrantes y por ello se presente una
situación donde las culturas políticas de las democracias occidentales impidan
a los gobiernos actuar en consonancia. Aunque tales demandas tengan una razón
geoestratégica para sus países a largo plazo.
¿Cuáles son las reformas necesarias
para que la gobernación sirva a la raison
d’humanité?
Deben ser implementadas las
capacidades políticas y culturales, educativas y técnicas en las gobernaciones
para marchar cónsonas con este principio. La voluntad política y el poder deben
ser cristalizados para actuar conjugadas con la raison d’humanité “La raison
d’humanité debe convertirse en preocupación y compromiso prioritario de los
principales cerebros de la gobernación en todos los niveles” (ídem). Ello debe
inspirar y dar paso a la creación de un sistema global de gobernación que esté
puesto al servicio de la raison
d’humanité.
Aparte la necesidad de moralizar la
gobernación y servir a la raison
d’humanité. Donde las élites se conduzcan atendiendo a la ética. Tema que
nos conduce a las virtudes y los vicios de los políticos, altos funcionarios y
asesores administrativos.
Hay que aclara que muchos de los
asuntos éticos involucrados a la raison
d’humanité son con frecuencia más agudos en el interior de cada país que en
el escenario global. Como el ejemplo de las rentas, sus diferencias en muchos
países suelen ser enormes; aún más entre un país y otro. La raison d’humanité insta a lograr una
mayor equidad tanto en el interior de los países independiente de las quejas y
energías gastadas por las desigualdades globales, en vez de remediar las
propias extremas injusticias dentro de nuestras propias sociedades.
Con
estas ideas de Yehezkel Dror hemos querido recordar uno de los textos más
interesantes de la década de los años noventa del siglo pasado y que plantearon
nuevos conceptos en el ámbito de la política global y regional para principios
de este siglo. Donde la raison d´humanité vendría a desplegar un amplio
campo de valores que pudieran volver a renovar la idea de una democracia
pluralista y representativa, con un tinte global, a la par de una conservación
de la especie humana por encima de las xenofobias, la destrucción ecocida, los
fundamentalismo terroristas, los regímenes totalitarios escondidos bajo la
bandera de un socialismo con rostro de genocida, que juegan a prodigar una democracia popular donde la pobreza
y la represión generalizada, la involución y miseria extendida, junta la conculcación
de las libertades individuales son su razón de un Estado mordaza perpetuo se
convierten en lo contrario al sentido de una gobernanza para equidad y la armonía
social. Nos encontramos en un mundo que presenta un desencanto de los políticos
y su hacer política. Donde se han alejado de su representatividad pública real,
resguardándose las espaldas y ocultar su rostro entre los canales de las redes
sociales y haciendo una alejada práctica de política pública virtual. Ante
esta situación casi global, no queda sino releer lo que este pensador político desde
hace tiempo proclamo como un principio a considerar. Principio que volvía a
tener sentido para la consciencia global a favor de defender una ciudadanía humana
ampliada. De una raison d´humanité como complemento declarativo contra
los consabidos y soterrados derechos humanos por todos los poderes que
sobrepasan el derecho internacional y justifican sus acciones como una
necesidad vital. De una expansión económica u territorial, que no es otra
expansión que la propia del capital rapaz y de grupos monopolistas
transnacionales que juegan con la vida de los humanos a costa de pinches
ganancias. Es la política de una raison d´humanité contra una razón
instrumental economicista y fratricida de esa misma humanidad.
A
estas alturas de mi discurso usted sabe de qué lado debe jugar…
[1] Estas
reflexiones sobre las propuestas de Dror surgen de su libro La Capacidad de Gobernar, 1995. Ed. F.C.E.,
México.