McLuhan
o los medios como
extensión o autoamputación
Ricardo Barbar
Frida Kaklo, óleo
Introducción
Se parte de “Comprender
los medios de comunicación” con la finalidad de emplear las ideas de McLuhan
para hacer un contexto actual que ilustre varios de sus pensamientos. Se
analizan los conceptos de “las extensiones del hombre” “el medio es el mensaje”
y “nos convertimos en lo que contemplamos”, que tienen la característica de ir
más hacia la literatura que hacia las ciencias. De hecho, McLuhan construye
planteamientos acerca de la comunicación que se tornan metafóricos y hasta
poéticos. En éste sentido, se quiso tomar los aspectos más resaltantes del alfabeto,
la imprenta, el telégrafo y la máquina de escribir para ver, brevemente, la
importancia de cada uno de ellos en cuanto al lenguaje de la época. Cada uno en
su momento dotó al lenguaje de aspectos que cambiaron la cultura, las
realidades y hasta la cosmogonía de la civilización.
La importancia
al analizar estos planteamientos, radica en la idea de estudiar ésta era “la
era de lo simultáneo o lo virtual”, para así hacer comparaciones con los
conceptos de McLuhan, que en su momento, fueron tan vanguardista que hoy en día
es que se aprecian mejor. En dicha edad, “el medio es el mensaje” está muy
enraizado en las culturas. Las marcas, las estrellas de cine o medios, son las
que venden, son el propio mensaje. Ello, nos ha hecho crear un conjunto de
realidades que deforman nuestro lenguaje. Con el lenguaje se mira al mundo, y
mientras miremos al mundo afectados por los medios, nos convertiremos en lo que
contemplamos.
La era del
ícono comenzó hace mucho, y se está propagando gracias a la inmediatez de lo
tecnológico. Desde la imprenta hasta los ordenadores el mundo siempre estará en
constantes cambios de lenguajes.
1- La
idea de extensión o autoamputación
“(…) el hombre se siente enseguida fascinado por
cualquier extensión suya en cualquier material diferente a él”. (Mcluhan, 1994, pág. 61)
Mucho antes de
la Edad Mecánica, “(…) cuando el nómada se hizo sedentario y se especializó
también se especializaron sus sentidos. El desarrollo de la escritura y de la
organización visual de la vida posibilitaron el descubrimiento del individualismo,
de la introspección, entre otros” (Mcluhan,
1994, pág. 64), y una vez que el hombre descubrió que en los inventos o
tecnologías podía encontrar placeres que permitieran alivio inmediato de una
presión sobre el sistema nervioso, inició un camino de inventiva, desde lo
artesanal mecánico hasta lo simultáneo virtual, extendiendo las diferentes
partes de su cuerpo. Este concepto de “las extensiones del ser humano” es
introducido por McLuhan para referirse a los medios de comunicación.
Antes de pasar
al otro punto, es importante explicar lo que es una extensión para McLuhan. “(…)
la extensión es una amplificación de un órgano, sentido o función, que inspira
al sistema nervioso central el gesto protector de entumecimiento de la zona
extendida, al menos a inspección directa o extensión se refiera” (Mcluhan, 1994, pág. 185). Las extensiones
son, a su vez, autoamputaciones del cuerpo, que tienen como finalidad aliviar
la presión del sistema nervioso central y mantener el equilibrio. Las
extensiones inducen a estados de entumecimiento, y en éste hay una pérdida
parcial o total del cuerpo. Para entender mejor éste concepto se puede utilizar
como ejemplo el zapato. Éste, es una extensión o amputación del pie, creado por
la tecnología para entumecer la planta del pie, con el fin de evitar que se
pise los suelos o cosas que puedan herir al mismo y evitar que se produzca en
el sistema nervioso central[1]
una irritación. Otro ejemplo puede ser cuando alguien se aporrea algún dedo de
manera aguda. Tiende a gritar: “¡Augh!” o “¡AY!”. El sistema nervioso central,
al no estar preparado ante la sorpresa del golpe, responde, por lo que tiende a
estimular otro sentido (como cuando se grita ¡Augh!”), para que resuene en los
oídos y, por un momento, se olvide del dolor.
Así, pues:
“Con la llegada de la tecnología eléctrica, el
hombre extendió, o instaló fuera de sí mismo, un vivo retrato del sistema
nervioso central. Y lo es hasta el punto de que es un desarrollo que sugiere
una autoamputación desesperada y suicida, como si el sistema nervioso central
ya no pudiese depender de los órganos físicos como amortiguadores contra
piedras y flechas de un mecanismo ultrajador”
(Mcluhan, 1994, pág. 63).
Las extensiones del hombre siguieron a la par de la tecnología,
avanzando frenéticamente con
los medios, quienes a su vez ayudaron a crear la edad de la ansiedad, no por su
contenido, sino por la aceleración de la vida sensorial humana que afectó el
campo de los sentidos. A partir de la electricidad, comienza la era de lo
instantáneo.
Frida Kahlo, óleo
2- “El
medio es el mensaje”
Quizá, ésta es
la frase con la cual se crea el vínculo más directo con McLuhan. Viene a ser su
frase más célebre por el planteamiento que hace a través de ella. Éste
planteamiento rompe la visión que se tenía de los medios con respecto a su influencia,
en la que se pensaba que su mensaje llegaba a través de sus contenidos.
McLuhan, insistió que no era el contenido lo que se le atribuía la
característica de mensaje, sino la manera en cómo se enviaba el mensaje, a
través de otro medio, lo que construía el mensaje en sí. Es decir, McLuhan
invierte modelos tradicionales de la comunicación, y atribuye al canal la
característica de mensaje. Hace un quiebre de los modelos, por ejemplo, de la
teoría de la información de Laswell[2]
(1948), la Teoría Matemática de la Comunicación de Shannon y Weaver[3]
(1949) y otros de la época, en la que concebían al canal y al mensaje por
separados. McLuhan rompió, por decirlo así, el concepto comunicacional de ese
entonces, unificando canal[4]
y mensaje como un mismo elemento o, incluyendo dos canales en el proceso de
comunicación. Inclusive hoy en día, en muchas de las teorías de la
comunicación, se sigue teniendo la idea de estos dos elementos por separados.
McLuhan dirá,
entonces, que “(…) el “contenido” de todo medio es otro medio. El contenido de
la escritura es el discurso, del mismo modo que el contenido de la imprenta es
la palabra escrita, y la imprenta, el del telégrafo” (Mcluhan, 1994, pág. 30). Así, el
contenido de los medios es lo estético sensorial, el mero mensaje es el medio,
por eso este mensaje es sensitivo. Piénsese, por ejemplo, el fumador con
respecto a la caja de cigarrillos. En la caja de cigarrillo debe aparecer por
ley las consecuencias dañinas, por supuesto, del consumo del producto. Por lo
que, aparecen ilustraciones en la cubierta acerca del cáncer de boca, de
pulmón, del coloramiento y daño de los dientes, y otras imágenes acerca del
daño que produce el cigarrillo. El fumador, si bien ve el contenido del mensaje
que lo alerta, hace caso omiso, saca un cigarrillo y sigue fumándo. Esto es “el
medio es mensaje”. Pudiera decirse que el fumador no hace caso a los mensajes
porque tiene la conciencia alterada (narcosis), puede que sea cierto, pero
siguiendo a McLuhan no son los contenidos lo que influyen al humano, sino el
fumador dejara de fumar. Pero tiene alterados los sentidos y su sistema nervioso,
por lo que sigue fumándo (como un antiiritante) para soportar las irritaciones.
Esto es lo que pasa con la televisión. No son los contenidos los que nos afectan,
son las bocanadas del cigarrillo que nos pone la televisión en la boca lo que verdaderamente
nos hace daño.
Liporversky señala otro ejemplo del medio es el mensaje: “(…) en la construcción de la marca pesa más la dimensión
de lo inmaterial que la fabricación material del producto (…). Pues lo que el
hiperconsumidor compra al principio es la marca
(…) ¿qué importa el perfume mientras tenga la embriaguez del frasco
Chanel? (Lipovetsky & Serroy, pág. 105). La gente
compra por etiqueta, prefiere el mensaje que puede darle la marca por prestigio
o fama que la calidad de la ropa.
Con este planteamiento, McLuhan, muestra una posición bastante
adelantada a la época, y muestra lo que hoy se refleja en una sociedad cada
vez más consumista y superflua.
Argumentando que “el medio es el mensaje”, deja ver que la manera con que se
configura el “contenido” es el dardo que hace blanco por ser el mensaje
propiamente dicho.
En conclusión a este punto, es importante destacar que McLuhan rechaza
la idea que dice “que los medios o la tecnología no es mala ni buena, es la
manera cómo se utiliza la que determina el todo”. Señala de que esta postura es
del “idiota tecnológico”. Y concluye que “El efecto de un medio sólo se
fortalece e intensifica porque se le da otro medio de ‘contenido’” (Mcluhan,
1994, pág. 39).
3-
De Picapiedras a Supersónicos
“La imprenta de tipos móviles fue la
primera mecanización de una artesanía compleja y se convirtió en el arquetipo
de todas las mecanizaciones posteriores”
(Mcluhan, 1994, pág. 183).
La imprenta (extensión del alfabeto) inaugura la Edad Mecánica. Previo a
la imprenta, la idea de espacio y tiempo uniforme y continuo no es un concepto
que exista. Fue un instrumento de masificación y expansión de conocimientos,
caracterizada por su repetitividad y fragmentación que a su vez crearon la
uniformidad y continuidad. Estas dos últimas provenientes del alfabeto, y se
dice que es uniforme y continua porque la imprenta logró hacer que un idioma
fuera compartido por regiones. En este contexto aparece el individualismo y, en
el siglo XVI, el nacionalismo. El individualismo permitió al hombre salir de la
condición tribal, ofreciéndole accesibilidad al saber y a la alfabetización. En
el nacionalismo hay un lenguaje común y por lo tanto una idea de nación, todo
esto producto de las consecuencias psíquicas y sociales de la homogeneización
progresiva de la imprenta.“Otro aspecto significativo de la uniformidad y
repetitividad de la página impresa fue su insistencia en una ortografìa,
sintaxis y pronunciación ‘correctas’. Aún más notable fue su efecto de separar
la poesía de la canción, la prosa de la oratoria, y el lenguaje popular culto” (Mcluhan,
1994, pág. 187).
La tipografía como medio caliente[5] obtuvo gran
importancia en su momento, desplazando tanto a la tradición escolástica del
momento como al discurso teocrático. Mucho después apareció el telégrafo y es
el inicio de lo que, posteriormente, se puede llamar era de lo simultáneo:
Como cualquier otra
extensión del hombre, la tipografía tuvo consecuencias mentales y sociales que
cambiaron de repente los anteriores límites y patrones culturales. Al inducir
la fusión (…) el mundo antiguo y medieval, el libro impreso produjo un tercer
mundo, el moderno, que ahora se encuentra en la nueva tecnología eléctrica con
una nueva extensión del hombre. Los modos eléctricos de mover la información
están modificando nuestra cultura tipográfica tan claramente como la imprenta
afectó al manuscrito medieval y a la cultura escolástica (Mcluhan, 1994, pág. 184).
El telégrafo fue un hito tecnológico significativo, ya que aporta en su
momento los primeros esbozos de lo que, posteriormente, va a ser lo inmediato,
la rapidez que va a crear la tecnología. Es obvio que el telégrafo y otros
inventos tecnológicos como el teléfono, son posibles gracias a la electricidad.
La electricidad fue la madre que engendró hijos como la televisión, los
ordenadores, las tabletas y los teléfonos inteligentes de esta era, entre otros.
A finales del siglo XIX, las nuevas creaciones provenientes de la electricidad
ayudaron a una nueva creación de pensamiento y emociones, se amplía el sentido
de la conciencia humana porque los medios eléctricos son agentes que hacen que
algo suceda. En ellos, además, hay simultaneidad, son improvisados, refieren al
sentido del oído, son reactivos, producen narcosis, son orales y son mosaico.
Después de la edad eléctrica y al entrar a la edad de lo simultáneo o edad de
la ansiedad, más que cumplir normas queremos cumplir roles, la tecnología nos
ha ofrecido semejante capacidad. La electricidad, a diferencia de la tecnología
mecánica, ofrece una descentralización a través de la automatización con
respecto a las relaciones humanas. Hoy en día se puede estar en Japón
trabajando para una empresa de Inglaterra o se puede hablar con alguien, vía
internet o telefónica, de Rusia estando en América.
Puede decirse que tanto el alfabeto, la imprenta, el telégrafo y la
máquina de escribir modificaron el lenguaje. El alfabeto fonético es un
extensión visual, un medio caliente y explosivo. Por su sencillez, es una
tecnología única; a diferencia de otros tipos de escritura como la
pictográfica, dotó al hombre de un fácil aprendizaje que la escritura
prealfabética no pudo hacer, pues tenía una enorme cantidad de signos que era
dificil de dominar. El hombre, entonces, tenía ya un conjunto de herramientas
para expresar sus realidades, sus deseos, un elemento unificador como el
alfabeto dio mayor fluidez a la civilización comercial y cultural. La imprenta
privilegió el lenguaje escrito, “animó a la gente a pensar siguiendo líneas
rectas y ordenar sus percepciones del mundo en formas compatibles con el orden
visual de la página impresa” (Mcluhan,
1994, pág. 11). Hizo llegar a las sociedades el poder de enseñanza a través del
libro, lográndo así, esclarecer a los
alfabetizados dándole nuevas ideas y permitiendo a los no alfabetizados la
capacidad de salir del tribalismo y de la condición pueblerina. “El telégrafo
revolucionó por completo los métodos de obtención y de representación de las
noticias. Naturalmente fueron espectaculares sus efectos en el lenguaje y
estilo y temática literaria” (Mcluhan,
1994, pág. 260). El telégrafo, que es una extensión de la imprenta, fue una
tecnología que experimentó grandes crecimientos en la época. Es tanto así, que rompió
con la dinámica del libro y del periódico de realzar la perspectiva nacional.
Descentralizó el mundo del periódico, y en países como Estados Unidos atrajo a
los escritores hacia la prensa en vez del libro. Contrariamente en Europa, el
telégrafo atrajo a los escritores hacia la posición del libro en vez del
periódico. Con respecto a la máquina de escribir, experimentó una paradoja
desde sus inicios que privilegió al lenguaje oral, al contrario de la imprenta
que privilegió al escrito, en el que los escritores de la época se aprovecharon
muy bien de este fenómeno. Impulsó el hábito a dictar, enriqueciendo los dotes
de los oradores, de los poetas y escritores que, a diferencia de escribir,
dictaban en voz alta sus escritos a las mecanógramas de ese entonces. La
máquina de escribir toma aspectos de la imprenta: la homegeneidad y la
fragmentación, pero a diferencia de ella, incluye la integración de funciones y
la indepencia a la hora de una creación literaria. Es decir, ya no se depende
de la imprenta para imprimir los escritos, sino que ahora el mismo escritor
puede hacerlo de manera autosuficiente e individual. La máquina de escribir
rescató la condición oral antigua del teatro, o en el mundo analfabeta, la
condición del trovador o bardo extrapolándolo
al ámbito de la escritura, en la que el escritor hacía de actor mientras
alguien escribía su propia obra. Esto, unificó el sentido oral, permitió una
nueva forma de decir que, si bien la oralidad existía desde los antiguos
teatros, en la que actores o trovadores privilegiaban la poesía, o, el juglar[6], (el llamado
periodísta de la época), la máquina de escribir permitió que el escritor se
concentrara en el la oralidad de su discurso mientras alguien escribía. El
poema pasó de ser visual a auditivo para el autor con la aparición de la máquina de escribir. En
una palabra, el autor “Como es el público de sus propios atrevimientos
mecánicos, nunca deja de reaccionar a su actuación. Escribir con la máquina es
como hacer volar un cometa” (Mcluhan,
1994, pág. 270). Otro logro de éste aparato tecnológico fue que incentivó la
compra de diccionarios. Pero el crecimiento de la máquina de escribir vino con
el teléfono, que aceleró el proceso de vida comunicacional agregándo más
intantáneidad que, en un principio, el telégrafo había iniciado. Con el
teléfono se pedían informes, por lo que las llamadas cada vez más reiterativas
exigían mayor consumo de papel y el medio de la máquina de escribir para las
diferentes elaboraciones.
Todo esto es un ejemplo de que “un medio nuevo nunca es un añadido a
otro anterior, aunque tampoco lo deja tal cual: no deja de oprimir los medios
más antiguos hasta dar con nuevas formas y posiciones para ellos” (Mcluhan, 1994, pág. 186-187). Con esto se da paso a la nueva era de
ordenadores, virtualidad, la era de la ansiedad y el aburrimiento. Pasamos de
la prealfabetización, evolucionando a través de la alfabetización, hasta la
herramienta de traducción que puede enviar mensaje a velocidad de años luz como
las computadoras. Pasamos de Picapiedras a Supersónicos. Y con esto seguimos
avanzando y modificándo el lenguaje y, por lo tanto, las realidades mismas.
Pasamos, como dice Lipovetsky, del Homo sapiens al Homo pantalicus[7]. De forma que:
La nueva tecnología que
extiende nuestros sentidos y nervios en un abrazo global tiene importantes
implicaciones para el futuro del lenguaje. La tecnología eléctrica no necesita
palabras (…). La electricidad señala el camino de una extensión del proceso de
la conciencia en sí, a escala mundial, y sin expresión verbal alguna. (Mcluhan,
1994, pág. 98)
Frida Kahlo, óleo
La
Aldea Global
Vivimos un presente marcado por la intensidad de los flujos y accesos a la información. Nunca como hasta ahora las sociedades habían contado con tantos y tan diversos medios para acceder, almacenar, divulgar e intercambiar información, de los antiguos y ya tradicionales medios impresos hasta las nuevas formas vinculadas con el desarrollo de internet (…) Vivimos en sociedades informacionales o informatizadas, en sociedades de la información (Moraima Guanipa).
Esto es la aldea global, un término introducido por McLuhan haciendo referencia a la sociedad red que hemos creado entre nosotros, la era de la instantaneidad. Vivimos virtualmente conectados, hemos pasado de lo artesanal, en el que las personas se reunían para dialogar, a lo virtual en el que la gente se pone de acuerdo para hablar, pero alejándose del cara a cara tradicional de la comunicación. Se habla a través de medios electrónicos.
Esto es la aldea global, un término introducido por McLuhan haciendo referencia a la sociedad red que hemos creado entre nosotros, la era de la instantaneidad. Vivimos virtualmente conectados, hemos pasado de lo artesanal, en el que las personas se reunían para dialogar, a lo virtual en el que la gente se pone de acuerdo para hablar, pero alejándose del cara a cara tradicional de la comunicación. Se habla a través de medios electrónicos.
La idea de
McLuhan sobre los “medios de comunicación de masas” rompe también con la
denominación de las teorías comunicacionales del momento. Ésta denominación se
refiere no al volumen de las audiencias, sino al hecho de que todo el mundo
está interconectado al mismo tiempo. Piénsese, por ejemplo, en un mundial de
fútbol. Hay una enorme masa interconectada al momento del partido. O piénsese
en facebook, en cuántas personas se conectan a diario. La era de lo simultáneo,
sin duda, ha logrado crear un nuevo lenguaje que se expande entre redes y
medios como la música y la televisión. McLuhan alertó que la nueva tecnología
eléctrica no iba a necesitar palabras. No se equivocó.
Según el
estilo clásico la buena música (extensión del oído) se compone de ritmo y
melodía. Las nuevas tendencias musicales sólo tienen ritmo. El reggaetón y la
música electrónica han dominado el mercado logrando afianzar el concepto de
“medios de comunicación de masas”. Youtube tiene mayor número de reproducciones
en canciones cuyo fundamento principal es el ritmo. Y no es que sólo hay
canciones que tenga estas características. Existen también canciones que
incluyen la letra y, a diferencia de la imprenta que privilegió el lenguaje
escrito o la máquina de escribir al oral,
éstas deforman el lenguaje en su totalidad. Llena de obscenidades, más
que ofrecer un canto virtuoso o poético, convierten la misma letra en ritmo,
haciendo una composición que puede tener un orden sintáctico desastroso con tal
que resuene en los oídos un sonido repetitivo.
Con la
tecnología eléctrica se afianzaron los símbolos como mensajes y se echó a un
lado los escritos. Estamos volviendo a la era del ícono, por eso a los jóvenes
no les gusta leer, porque en medio de la edad de lo simultáneo: “el medio es el
mensaje”. La lectura en esta era “no es la actividad preferida de ninguna
categoría infantil” (Citado en Lipovetsky & Serroy, pág. 113). La idea
del medio es el mensaje es un adelanto enorme para la época, hoy en día cobra
más vigencias que en aquel contexto en donde no había tanta instantaneidad como
ahora. Pero detengamosno en un momento en el lenguaje que ha creado la
instantaneidad.
Los medios imponen un lenguaje directo al que se está propenso siempre a
ser influenciados. Es lo que se señala en el corto Prime
Time[8]
de Tom Dor. En éste corto se ven a dos cavernícolas sentados viendo una
televisión. De modo que, pronto empiezan a ver la televisión durante muchas
horas, y posteriormente hacen mímesis de
lo que se ve en la pantalla. Ésta idea la refiere McLuhan y la toma del salmo
115 en el que interpreta que “(…) la contemplación de ídolos, o el uso de la
tecnología, hace que los hombres se vuelvan como ellos” (Mcluhan, 1994, pág. 65). En una palabra y como dice él mismo “nos
convertimos en lo que contemplamos”. Llega un punto en que ésta frase se cruza
con “el medio es el mensaje”. Porque si las marcas de ropa toman otro medio
como la televisión para publicitar sus conjuntos, quizá no influya el contenido
mismo del mensaje, porque el mensaje sería la televisión, pero al ver
repetitivamente la publicidad ésta influye en los espectadores. La película de
cine rica en información por ser un
medio caliente, permite menos participación que un medio frío. Así, pues, éste
medio caliente se vale de sus estrellas para hacer de su película tenga un
renombre. El medio (las estrellas, personajes famosos) es verdaderamente el
mensaje de la película. El medio se vale de otro medio para adardear en el
punto exacto de los espectadores. De tal manera “Al mismo tiempo, el nuevo
medio transforma el mundo en información: el mundo existe por imágenes que aparecen
en la pantalla, y los individuos lo conocen tal como se deja ver, con la
visualidad, la jerarquía, la forma y la fuerza que le da la imagen” (Lipovetsky & Serroy, pág. 83). Hemos
creado y alimentado un lenguaje, hemos incorporado a nuestros días lo iconográfico,
la imagen es la que nos permite aprehender un mensaje, esto es logro directo de
la era de los medios de comunicación.
“Hoy en día vivimos en la Edad de la Información y de la Comunicación
porque los medios eléctricos crean, instantánea y constantemente, un campo
total de acontecimientos en interacción, en los que participan todos los
hombres” (Mcluhan, 1994, pág. 257). El lenguaje ha quedado condenado a lo
instantáneo, haciendo de él cualquier cambio deformativo que permite un rápidez
cada día mayor. No basta con la velocidad años luz que nos dan los medios, sino
que adaptamos el lenguaje a una forma que nos permita ir a la par de lo
meramente rápido. Desde el telégrafo hasta el internet el mundo cambió
completamente, vive en constante alteración de los sentidos. En cuanto al
ordenador:
Gracias a él se ha
producido la revolución digital y se ha situado en su lugar el elemento
decisivo de esta cultura-mundo de la que es soporte y motor: Internet. Las
interconexiones han creado la red- telaraña y la tela pantalla al mismo tiempo-
cuyas ramificaciones llegan a los puntos más lejanos del planeta, conectando a
los individuos entre sí, permitiéndoles hablar más allá de los continentes,
mostrarse y verse en los blogs y gracias a las webcams, crear, vender, intercambiar,
incluso inventar una second life (Lipovetsky
& Serroy, pág. 84)
Hoy en día el método artesanal, por
decirlo así, en el que un conjunto de músicos se reunía para componer ha
quedado desplazado, con un ordenador puedes suplementar a todos los músicos que
se quiera y crearse las melodías. La música no necesita músicos, sino
ordenadores. La era del hiperconsumo se acelera cada vez más. Las extensiones
del ser humano, o los medios de comunicación, se proliferan cada día más sustituyendo
o autoamputando una parte de nuestro cuerpo para así liberar al sistema
nervioso de las múltiples irritaciones diarias que se nos presentan.
Lo que no se ha dado cuenta el ser humano
es que“Al principio,
el efecto de la tecnología eléctrica fue la ansiedad. Ahora, parece crear
aburrimiento” (Mcluhan, 1994, pág. 47).
Por lo que las irritaciones son mayores y los medios, en vez de actuar como
antiirritantes, podrían pasar a ser las irritaciones. Pese a eso, en un mundo
en el que lo simultáneo reina y rapidez construye las realidades de nuestras
vidas, somos en medio de ese mundo virtual, un robot sin ideales. Somos un medio
que alimenta a otros medios. Desde “(…) la edad eléctrica, llevamos a toda la
humanidad como nuestra piel” (Mcluhan,
1994, pág. 67).
Conclusiones
Éste trabajo
se basó en el libro “Comprender los medios de comunicación” de Marshall
McLuhan. Además, se utilizaron autores como Lipovetsky y otros teóricos de la comunicación para tratar los aspectos
relacionados con la cultura y los procesos comunicativos.
Las ideas de
McLuhan acerca de “el medio es el mensaje” rompieron en su tiempo los esquemas
comunicaciones que manejaban el mensaje y el canal por separado. Ofreció una
nueva visión del mundo incorporando aspectos literarios a su visión de la
comunicación. En su mundo de metáforas, aparecen los medios como extensiones
del hombre, la visión de que “nos convertimos en lo que contemplamos” y los
medios fríos y medios calientes. Así, pues, entre los medios fríos están: el
teléfono, televisión, habla, escritura jeroglífica, países atrasados, edad de
la televisión, entre otros. Entre los medios calientes destacan: la radio, la
película, alfabeto, papel, países actualizados, tocadiscos y edad eléctrica.
Ésta última dotó e incorporó la idea de aldea global que señala McLuhan, en la
cual dice que todos estamos conectados bajo una especie de red. Desde la edad
mecánica de la imprenta, hasta la edad eléctrica del telégrafo, el lenguaje
sufrió fuerte cambios en el transcurso. En casi toda ésta etapa se le
privilegió, en la actual se le deforma. “Lo que ha desaparecido no es la
jerarquía cultural sino el contacto provechoso con las grandes obras (…).
Reconocemos la genialidad de las obras, no nos zambullimos en ellas” (Lipovetsky
& Serroy, pág. 120).
Lo iconográfico nos ha vuelto apáticos. Se pasa el tiempo viendo la
imagen que nos adormece y altera nuestros sentidos. Por eso, vemos más
televisión, facebook y leemos menos. Porque lo que nos gusta de los medios es
que nos vemos reflejados en ellos. Ya se sabrá, pues, porque lo intelectual que
puede ofrecer un libro no nos gusta, en mundo de ansiedad y de lo instantáneo
leer un libro “quita mucho tiempo”.
“(…) es la
acumulación de irritaciones y presiones del grupo lo que empuja a la invención
y a la innovación, ya que éstas son antiirritantes. La guerra y el miedo a la
guerra siempre han sido considerados como los mayores incentivos para la
extensión tecnológica del cuerpo” (Mcluhan, 1994, pág. 66). Por eso, las extensiones
siempre seguirán surgiendo, porque en el fondo es una manera en que el sistema
nervioso cree aliviarse. Pero como se dijo en una parte de éste trabajo,
creamos medios, y creemos que estos son antiirritantes, pero en lo que
verdaderamente se convierte son en nuevas irritaciones. Si se crea un carro
para que ejerza funciones de transporte y nos produzca comodidad y sea un
antiirritante. Se daña el carro, nos irritamos.
Así, pues, a velocidad años luz vivimos y sin embargo no podemos vivir
con lo que tenemos porque “el medio es el mensaje” y nos convertimos en lo
contemplamos.
Bibliografía
Guanipa,
M. (s.f.). Información y sociedad.
Lipovetsky,
G., & Serroy, J. La cultura-mundo. (A.-P. Moya, Trad.) ANAGRAMA.
Mcluhan,
M. (1994). Understading Media. Buenos Aires, Argentina: PAIDÓS.
Motalbán,
M. V. Historia y comunicación social. ALIANZA EDITORIAL.
Ruíz,
Y. P. PSICOLOGÍA SOCIAL de la COMUNICACIÓN. PIRÁMIDE.
[1] “(…) el sistema nervioso central, esa red
eléctrica que coordina los varios medios de los sentidos. Cualquier cosa que
amenace su funcionamiento ha de ser contenida, localizada o cortada, incluso a
costa de cercenar el órgano ofensor completo” (Mcluhan, 1994, pág. 63).
[2] “Modelo
descriptivo cuyo objetivo era establecer los ámbitos de los actos
comunicativos” (Ruíz, pág.20), mediante 5 supuestos: 1-¿Quién?: Que es la fuente del
mensaje, 2- ¿Dice qué.?: Que es el contenido, el mero mensaje que es
trasmitido, 3-¿En qué canal?: “(…) medio o contexto en que se produce el acto,
y con ello el análisis de los medios como estrategia de estudio” (art. Citado),
4-¿A quién? Receptor o receptores del mensaje (análisis de la audiencia) y el
numéro 5-¿Con qué efectos? La repercusión o repercusiones del mensaje
analizado, lo que sigue después del acto comunicativo y sus efectos.
[3] Modelo lineal de la comunicación. A
continuación la descripción del mismo:
“(…) el transmisor
opera sobre el mensaje y lo codificará transformándolo en una señal capaz de
ser transmitida a través de un canal. El canal es simplemente el medio
utilizado para la transmisión de la señal desde el transmisor hasta el
receptor. Se trata del medio físico que permite el paso de la señal. (…) en el
canal es donde puede incidir la fuente de ruido. Es posible que en el proceso
de transmisión de la señal, a través del canal, se agreguen a ésta una serie de
elementos (ruido) que no son proporcionados intencionalmente por la fuente de
información. Cuando la señal es recibida por el receptor se lleva a cabo la
operación inversa a la del transmisor, reconstruyendo el mensaje a partir de la
misma. El receptor recibe la señal y la transforma de nuevo a su naturaleza
original del mensaje. El destino es hacia quién o qué va dirigido el mensaje. (Ruíz, pág. 22)
[4] Canal, como concepción tradicional de las
teorías de la comunicación, es el medio por el cual se envía el mensaje.
[5] Según
McLuhan los medios calientes son
aquellos ricos en información, que extienden en “alta definición” un único
sentido. “Un medio caliente permite menos participación que uno frío: la
lectura deja menos lugar a la participación que un seminario, y un libro menos
que un diálogo” (Mcluhan, 1994, pág. 44).
[6] “El juglar suele ser un artista anónimo,
marginado social que aprovecha la libertad de caminos de la Edad Media, el
policentrismo político y administrativo, para vagar en busca de comunidades que
escuchen sus romances o cantares de gesta a cambio de la comida y objetos de
uso” (Motalbán,
pág. 43).
[7] Hombre pantalla.
[8]
Disponible en http://www.youtube.com/watch?v=WwqPOkcXrYQ
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