Mi parte de Colibrí:
El arte como un ámbito referencial
y transformador de la existencia
El arte como un ámbito referencial
y transformador de la existencia
Lilian González*
Joseph Beuys
Resumen
El arte conlleva una suerte de
revelación que nos permite redescubrir
el mundo pero sobre todo al hombre. Este redescubrimiento y el encantamiento
despertados por el arte parte de dos aspectos esenciales: la subjetividad y la expresividad. Este hecho estaría al origen de un cierto poder
transformador del arte en tanto que ámbito justamente de revelación y de
expresividad, favoreciendo además, el reencuentro consigo mismo, con el otro y
con el mundo. El objetivo de este texto constituye entonces la realización de
una aproximación a este poder transformador del arte. Ahora bien, el interés de
este ejercicio de reflexión reside quizás en el hecho de que partimos de una
visión estética, la cual se aleja de lo que podríamos llamar visión clínica,
más próxima de la visión psicológica y psicoanalítica.
Palabras claves: arte, transformación, visión
estética, subjetividad
Summary
Art leads to a kind
of revelation which allows us to rediscover the world but above all to
rediscover the individual. This rediscovery and the wonder Art brings about
call on two central aspects: Subjectivity
and Expressiveness. This could be
the cause of a certain Art’s transforming power as a space of revelation and
expressiveness that contributes, moreover, to meet oneself, the other and the
world. The main purpose of this investigation is to create an approach to this power
of transformation of Art. The interest of this study lies on the fact that we
start from an aesthetical point of view. The aesthetical approach of
therapeutics in Art dismisses a psychological and psychoanalytical angle - that
is a clinical view.
Key words: Art, therapeutic, transformation, aesthetical approach, subjectivity
__________________________________________________________________________________
Tratar este tema constituye un verdadero reto para nosotros pero en el
sentido positivo del término. Esta situación explica la primera parte del título de esta pequeña
presentación “Mi parte de Colibrí”.
Esta frase se inspira en el título de la obra casi homónima Mi parte de Colibrí. La especie humana
frente a su devenir del escritor, filosofo, conferencista, ecologista y
experto internacional para la seguridad alimentaria Pierre Rhabi. Experto de
agroecológica, Rhabi al igual que Guattari y otros pensadores interesados en el
tema de la Ecología
y la vida, nos invitan a reflexionar sobre la necesidad de otra forma de vida.
Este título «Mi parte de Colibrí » se inspira en una leyenda amerindia. He
aquí la pequeña historia:
« Un día, dice la leyenda, hubo un inmenso
incendio en el bosque. Todos los animales aterrorizados y petrificados
observaban impotentes, el desastre. Solo el pequeño colibrí se activa, yendo a
buscar algunas gotas de agua en su pico para arrojarlo sobre el fuego. Al cabo
de un momento, el armadillo, intrigado por sus acciones insignificantes, le
dice: “colibrí: ¿Tú no estás loco? ¿Tú crees con esas gotas de agua vas a
apagar el incendio? Yo lo sé, responde el colibrí, pero yo estoy haciendo mi
parte »[1].
He aquí la razón de ser de este texto: aportar una « gota de
agua » al análisis de un tema tan complejo como el del arte. Ahora bien lo
primero que tendríamos que abordar, si cabe tal noción, es el problema de la
naturaleza del fenómeno artístico. En este sentido, podemos decir que el arte
conlleva antes que nada una suerte de revelación que favorece el redescubrimiento y el reconocimiento del
mundo, del hombre y más aun de sí mismo. Este redescubrimiento y el
encantamiento activados por el arte se fundamentan en dos elementos esenciales:
la subjetividad y la expresividad. Todos estos hechos estarían
relacionados de alguna manera con un cierto poder transformador del arte.
Ahora
bien lo interesante de este breve texto sobre el problema artístico podría residir
en el hecho de que el mismo parte de una visión estética. La visión
estética del poder transformador del arte se aleja de la visión psicológica y
psicoanalítica o visión clínica, en dos aspectos: el primero es la
consideración del arte como un fenómeno per
se y no como medio de terapia psicológica o psicoanalítica (caso de una
disciplina como el arte terapia); el segundo aspecto reside en la expresividad.
En
efecto, si las tendencias psicológica y psicoanalítica están fundadas
principalmente en el análisis de la significación de la palabra y donde el arte
deviene una especie de código que permite descifrar de alguna manera los
contenidos “reprimidos” del inconsciente-tendencia que posee también sus
matices-; en la visión estética que guía este trabajo, lo más importante es la expresividad y la capacidad que posee el
arte de “detonar” las pasiones, los afectos favoreciendo así la posibilidad de
comunicar los aspectos más profundos del ser humano. He aquí probablemente uno
de los aspectos esenciales de esa capacidad transformadora del Arte.
Este
despertar de la afectividad, constituye un aspecto vital sobre todo en una
época caracterizada por una tendencia a la neutralización de toda
sensibilidad genuina. De allí que la visión estética encuentre de alguna manera
su justificación, su razón de ser precisamente en el seno de una sociedad y de
una humanidad confrontadas probablemente a la más grave crisis ecológica,
resultado en gran parte de la acción destructora de eso que Guattari llama, en
su obra Las Tres Ecologías: CMI
(Capitalismo Mundial Integrado) [2]. El capitalismo entendido como una lógica, un orden
que abarca todas las dimensiones de la vida, no solamente lo económico, sino
también lo social, lo político e incluso y sobre todo lo mental.
Josepf Beuys
Ahora bien, antes de ahondar un poco más en este poder
transformador del arte, es necesario aclarar de cuál idea de arte estamos partiendo. Así y
siguiendo al artista y filósofo Joseph Beuys, podríamos decir que nosotros
partimos de la idea del arte como un fenómeno que va más allá de la noción de
“Bellas Artes”. Así lo expresa Beuys: “Pero
eso que yo sentí como una falta, es que todas esas cuestiones fundamentales del
arte y de su función, no pueden encontrar respuestas en las Bellas Artes” [3]. Estaríamos pues frente a un “concepto ampliado del
arte”, entendiendo por éste un punto de partida de toda construcción, de toda creación.
En términos del artista y pensador alemán el arte es el lugar de toda “…producción originaria o como producción fundamental
de todo lo demás”[4]. Pero lo que es interesante de Beuys es que esta condición del arte y del
hombre como ser creador y artista exige la comprensión de sí y del mundo. A este propósito Beuys
afirma: "Si el hombre quiere ser
artista –y todo hombre puede ser artista- tiene que tratar de comprender la
naturaleza que lo rodea”[5].
Es justamente esta capacidad de comprensión, de consciencia de sí y del mundo
lo que hace del arte un ámbito de transformación, no solo a nivel individual,
sino también social. Es en este sentido que el arte puede ser concebido
como referente esencial de la vida. He aquí el fundamento de un
principio como la “estetización” de la existencia propuesto y analizado
por Félix Guattari y que se inspira, de cierta manera, de ese principio de la
antigüedad que nos invita a hacer de la vida una “obra de arte”. Sócrates ya lo
menciona de alguna manera en la obra Fedro
o el dialogo de la Belleza
de Platón cuando afirma: “¡Oh Pan
amigo y demás divinidades de estas ondas¡ dadme la belleza interior del alma, y
haced que el exterior en mi este en armonía con esta belleza espiritual”[6]. He
aquí pues la belleza –uno de los atributos que más se vincula con el arte-
aunque entendamos que la belleza sobre todo a partir de los movimientos
artísticos del siglo XIX y de las vanguardistas del siglo XX deja de ser el
fundamento esencial del arte para dar paso justamente a la búsqueda de otras
verdades.
De cara a este conjunto de aspectos, la
estética deja de lado su condición de teoría del arte y de la belleza. La
estética y el arte se presentan así como ámbitos de transfiguración, de transformación y de
creación de subjetividad, en fin de la acción transformadora. La estética,
vista desde esta perspectiva deviene energía, fuerza transformadora del sujeto,
de la subjetividad. La estética en
esta visión es ante todo fuerza, noción referencial, referente, paradigma de
vida y de acción. He aquí el sentido del principio del paradigma estético de
Guattari. En este
sentido, el problema de la visión estética no es ya la relación entre la
estética y el arte, sino entre estos dominios, el individuo y el mundo.
Pero, ¿cuáles son los aspectos y
características del arte que hacen de él un ámbito de transformación? ¿En qué
consiste esta potencialidad transformativa del arte desde una visión estética?
Aparte de esto, habría que responder una pregunta esencial que marca la razón
de ser de este texto: ¿Es acaso
el arte en tanto fenómeno de naturaleza esencialmente estética y poseedor de
una cierta capacidad transformadora un dominio que favorece la generación de la
vida, de lo vital? En efecto uno de los aspectos esenciales dentro de esta
temática estaría vinculado a esta relación existente entre el arte y la vida.
Hablar
del arte y su relación con la vida es hablar del arte como ámbito que dialoga
con la vida, que se comunica con ella. Muy lejos de la idea, casi creencia del
arte como evasión de la realidad, en la visión estética el arte es concebida
como experiencia que está, que
existe en profunda relación con el mundo, con el ser humano y con la realidad.
En este sentido, el arte constituye experiencia de verdad. Una verdad que según
el filósofo Gadamer es una verdad que transforma. Esta condición de verdad del
arte conlleva también un problema de conocimiento. No olvidemos que el arte
además de su condición de ámbito de verdad y de conocimiento constituye también un
espacio de la afectividad y de lo sensible. Gracias a estas cualidades, el
fenómeno artístico favorece ese reencuentro con la vida y el mundo pero de una
manera “otra”. Así lo afirma Grodin en su estudio sobre Gadamer: “Es que el arte nos permite reencontrar el
mundo que uno habita desde siempre, pero como si fuese la primera vez”[7]. Al igual que la filosofía, el
arte nos despierta y ese despertar constituye justamente el aspecto que hace
del arte un “evento de verdad” y de conocimiento. Un evento que nos asombra.
Pero, ¿cuál es la naturaleza de ese
conocimiento, de esa verdad? A este propósito, el mismo Gadamer expresa: “Toda representación de este género es un
proceso ontológico y aporta su contribución a la dignidad ontológica de aquello
que es representado. Por la representación, el adquiere, por así decirlo, un
aumento del ser. El grado propio de la imagen esta ontológicamente definida en
cuanto emanación del modelo” [8]. Esta frase podría explicar la naturaleza de
esta verdad del arte. Una verdad que parte de la representación pero que va más allá para devenir un ser que favorece de un
lado, el reconocimiento y el redescubrimiento del mundo y por otro lado, el
“crecimiento del ser”.
Esta capacidad generadora y
transformadora del arte demuestra una vez más el rol que este fenómeno juega en
el contexto de la existencia. A este propósito, Nietzsche en su célebre obra El Nacimiento de la Tragedia define el
arte como principio y fundamento de la existencia. Así se expresa el filósofo
alemán: « -no es sino en cuanto fenómeno estético que la existencia y
el mundo se justifican»[9]. Según Nietzsche la estrecha
relación entre estética y existencia es tan fuerte que el sentido de la
existencia reside justamente en su condición de fenómeno estético. La estética
y el arte son así para el filósofo alemán dimensiones justificativas de la
existencia misma. De allí la afirmación de Nietzsche, con relación a la música:
«Sin la música la vida sería un
error »[10].
Joseph Beuys
II
Ahora bien y más allá de todas las diferencias
entre la visión estética y la visión clínica, existe un aspecto esencial en
toda este tema y es el problema de la integración entre la estética, la
filosofía y el arte. En este sentido, cabe destacar que no es sino hasta fines
del siglo XIX que gracias a ciertos pensadores como Baudelaire o Nietzsche que
el problema de la separación entre lo filosófico y lo estético encuentra una
posible respuesta con la superación de dicha separación. Veamos esta frase
proveniente justamente del Libro del
Filósofo de Nietzsche: “En el mundo
esplendido del arte -cómo han filosofado? Mientras que se espera la realización
de la vida, el filosofar cesa? No, es entonces solamente que comienza el
verdadero filosofar. Su juicio sobre la existencia dice aún más porque él tiene
delante de sí una realización relativa, todos los velos del arte y todas las
ilusiones”[11]. De esta forma,
según Nietzsche, el arte señala curiosamente el punto de partida de la
acción filosófica.
Esta articulación entre el arte y la filosofía
es explicada con más detalle por el filósofo alemán en el siguiente texto: “El filósofo en cuanto que (freno de la rueda
del tiempo). Es en las épocas de gran peligro que aparecen los filósofos –en el
momento en el cual la rueda gira más y más rápido- ellos y el arte toman el
lugar del mito que desaparece. Pero ellos se enlazan mucho antes porque la
atención de los contemporáneos voltea hacia ellos muy lentamente”[12]. La vinculación
entre el arte y la filosofía esta signada, según el filósofo por la necesidad y
la urgencia de una humanidad que afronta el riesgo de perder sus referentes
esenciales, “míticos”. Una humanidad que está en riesgo de desaparecer como
consecuencia de una fuerza centrífuga. Una humanidad que se precipita al abismo.
Es en este contexto que Nietzsche proclama la
noción del filósofo-artista como concretización de una alianza fundamental que
se erige además como esencia misma del hombre. De allí que el filósofo alemán
afirme que todos los hombres son artistas, filósofos e incluso científicos. Una
idea que será seguida y profundizada por otros pensadores y filósofos como Beuys
justamente. Veamos esta frase de Beuys: “Si
el hombre quiere devenir un artista -y todo hombre puede ser artista- es
necesario que comprenda la naturaleza de aquello que le rodea”[13]. Es Joseph Beuys
quien va a hablar de la noción de “escultura social”. Veamos este otro
fragmento del mismo texto: “No se trata
de perseguir la vieja creación, se trata de construir un mundo nuevo. Ese mundo
nuevo está fundado precisamente en la “Plástica del Calor”, “la Escultura Social ”,
“La Plástica Social ”” [14].
La construcción de
un mundo nuevo y de una nueva forma de vida es el tema desarrollado también por
Deleuze y Guattari. Según estos dos filósofos, la relación entre la filosofía y
el arte debe ser entendida en el marco de lo que ellos llaman una “geofilosofía”. Esta visión filosófica
como lo indica su nombre, reivindica lo territorial como principio esencial de
la búsqueda filosófica. El territorio no es un elemento más. Él es conjunto de
elementos, hogar de ruptura, de creación pero sobre todo es movimiento. En
efecto, según Deleuze y Guattari, lo territorial conforma un conjunto de
movimientos en los cuales podemos distinguir dos tipos esenciales: los
movimientos de deterritorialisación y los movimientos de reterritorialisación. Todo esto de acuerdo al principio de la inmanencia. He aquí un
elemento esencial: la inmanencia.
Frente a este
conjunto de ideas, Deleuze y Guattari consideran que la misión respectiva del
arte y de la filosofía se reúne en una sola. Así lo afirman los pensadores: “El arte y la filosofía se reúnen en este
punto, la constitución de una tierra y de un pueblo que faltan, como correlato
de la creación”[15]. La creación de un nuevo territorio, de una nueva tierra, de un nuevo
hogar, de un nuevo pueblo constituye para estos dos filósofos, la misión principal de la filosofía y del
arte. Evidentemente, ellos son conscientes de la dificultad de tal misión. De
allí que afirmen:
“El artista o
el filósofo son incapaces de crear un pueblo, ellos solo pueden llamarlo, con
todas sus fuerzas. Un pueblo no puede crearse sino en medio de sufrimientos
abominables, y no puede ocuparse más del arte o de la filosofía. Pero los
libros de filosofía y las obras de arte contienen también una suma inimaginable
de sufrimiento que hace presentir el advenimiento de un pueblo. Ellos tienen en
común el resistir, resistir a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a
la vergüenza, al presente” [16].
Josepf Beuys
III
Para Deleuze y Guattari, las obras del artista y
del filósofo, constituyen entonces, el núcleo de su misión creativa, liberadora
y transformadora. La misión de la que ellos hablan consiste así en la capacidad
de convocar, de llamar la venida de la creación de esos nuevos
« territorios existenciales ». En este llamado a la creación de
territorios existenciales, encontramos justamente, el fundamento de esta visión
estética que es en esencia una visión ecológica. De allí, que hablemos de una
visión ecoestética. Pero qué quiere decir ecoestética?
Para
tratar de responder a esta pregunta, es necesario analizar el término per se. El término ecoestética es el
resultado de la fusión de dos términos de una gran complejidad: ecología y
estética. ¿Cuáles son las consecuencias de esta integración? ¿En qué reside esta integración? Antes que nada,
es necesario señalar que
por este término, hacemos referencia a una manera de ver y de concebir, no
solamente, la dimensión
transformadora, sino también el fenómeno estético y artístico como tales. Esta
visión del arte conjuga así, la
noción de ecología de Guattari, concebida como una ecosofía o movimiento múltiple (mental, social y
ambiental) encaminado a la producción de subjetividad, con la idea de una
estética, ya referida, como dimensión de creación, de transformación.
La
eco-estética, constituye entonces una visión del arte y de la estética, fundada
sobre el principio ecológico y que aspira a la transformación profunda del ser del mundo y del ser en el mundo. Esta visión del poder
transformador del arte, además de sus fundamentos “geofilosóficos”, estaría relacionada también a la
naturaleza compleja del individuo. La estética, de acuerdo a esta visión ecoestética, parte además de una concepción holística del hombre en la cual reconocemos
lo corporal, lo mental y la espiritualidad de éste.
De cara a todos estos contenidos, es el momento
de referir esta explicación de
Deleuze y Guattari concerniente a la misión del arte: “El objetivo del arte, con los medios de la materia, es de arrancar el
percepto a las percepciones de objetos y a los estados de un sujeto que percibe,
de arrancar el afecto a las afecciones como el pasaje de un estado al otro »[17]. La finalidad del arte,
si cabe la utilización de este término, consiste en la transmutación de las
percepciones, de los sentimientos, de las experiencias en “perceptos” y en “afectos”.
Es por ello que los pensadores insisten en la diferencia entre la sensación y
el material. Este último no es más
que una « condición de hecho » que asume
una transcendencia gracias justamente a los perceptos y los afectos. Es gracias
al arte, a esa potencialidad transformadora que el material deviene expresivo,
eterno. Y es que eso que preserva es la sensación transmutada, incluso si ella
es perecedera. El
arte
reivindica
la carne pero
también
el espíritu.
Un maravilloso
ejemplo de toda esta potencialidad del arte lo constituye sin duda el Sistema
de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela creado hace más de tres
décadas por el maestro Abreu. La grandeza de este proyecto va más allá de la
democratización de la enseñanza musical y la superación de un estado de
injusticia social; ya que tal gesto conlleva no solamente el derecho de
aprender la música, sino también el derecho de devenir, de cambiar. Es por ello
que el Maestro Abreu –fundador- afirma que la participación de los jóvenes en
esta “experiencia” constituye para ellos la posibilidad de cambiar sus vidas ya
que esto les permite no solamente mejorar y dar un sentido a su existencia
cotidiana pero también les permite poner en práctica nuevos proyectos de vida.
La participación de los niños y jóvenes en el “Sistema” implica la posibilidad
para ellos de integrarse a la sociedad pero sobre todo de integrase con ellos mismos.
En este sentido, podríamos hablar del “Sistema” como una especie de “matriz
generadora”, una máquina del deseo (“machine désirante”) en términos de
Guattari, productora y constructora de ciudadanos, de nuevas subjetividades, de
nuevas posibilidades de vida, de otras visiones y de otras posibilidades de
nación y de mundo.
Esta concepción del arte y de la
estética como dimensiones justificativas de la existencia nos habla pues de la
necesidad de repensar y de hacer de las distintas dimensiones de la vida algo
estético y ético. He aquí pues una última sugerencia o invitación: Tratemos de
hacer de nuestras vidas una obra de arte. Hagamos de ella, creamos con ella
algo no solo hermoso, sino ético, bueno y verdadero.
Bibliografía
BEUYS Joseph, HARLAN Volker, Qu'est-ce
que l'art ?, Paris, Éditions L'Arche, 1992 (1986).
GADAMER Hans-Georg, Vérité et méthode, les
grandes lignes d'une herméneutique philosophique, Paris, Éditions du Seuil/
Intégrale, 1996 (1976), 531 p.
GRONDIN Jean. Introduction à Hans-Georg Gadamer,
Paris, Les Éditions du CERF, 1999, 238 p.
GUATTARI Félix, Les Trois Écologies, Paris,
Éditions Galilée, 1989, 73 p.
NIETZSCHE Friedrich,
Crépuscule des idoles, « Maximes et
Traits », Paris, Éditions Gallimard
Le livre du
Philosophe. Études théoriques,
Paris, Éditions Aubier-Flammarion, 1969, 252 p.
Œuvres I, « La Naissance de la tragédie »,
Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p
PLATON, Diálogos,
« Fedro », México,
Editorial Conceptos, 1980
RHABI Pierre, La part du colibri.
L’espèce humaine face à son devenir, Paris, Éditions L’Aube, 2009
*Licenciada en Artes egresada de
[1] « Un jour, dit la légende, il y eut un immense
incendie de forêt. Tous les animaux terrifiés et atterrés observaient,
impuissants, le désastre. Seul le petit colibri s’active, allant chercher
quelques gouttes d’eau dans son bec pour le jeter sur le feu. Au bout d’un
moment, le tatou, agacé par ses agissements dérisoires, lui dit :
« colibri ! Tu n’es pas fou ? Tu crois que c’est avec ces
gouttes d’eau que tu vas éteindre le feu ? Je le sais, répond le colibri,
mais je fais ma part ». Pierre Rhabi, La part du
colibri. L’espèce humaine face à son devenir, Paris, Éditions L’Aube, 2009, p. 10
[2]
Félix
Guattari, Les
Trois Écologies, Paris, Éditions Galilée, 1989, 73 p, p. 40
[3]
« Mais ce que j’ai ressenti
comme une manque, c’est que toutes ces questions fondamentales, c’est-à-dire la
véritable recherche des fondements de l’art et de sa fonction, ne pouvaient
trouver de réponses aux Beaux-Arts ». Joseph Beuys, Qu’est-ce
que l’art ? p. 18
[4]
«…production originaire ou
comme production fondamentale de tout le reste». Id., p. 20
[5] « Si l'homme veut devenir un artiste -et tout
homme peut devenir un artiste- il faut essayer de comprendre la nature de ce
qui l'entoure ». Ibid., p. 198
[6] Platón, Diálogos,
« Fedro », México,
Editorial Conceptos, 1980, p. 393
[7] « C'est
que l'art nous permet de retrouver le monde que l'on habite toujours déjà, mais
comme si c'était pour la première fois ». Jean
Grondin, Introduction à Hans-Georg
Gadamer, p.71
[8] « Toute
représentation de ce genre est un processus ontologique et apporte sa
contribution à la dignité ontologique de ce qui est représenté. Par la
représentation, il acquiert, pour ainsi dire, un surcroît d'être.
La teneur propre de l'image est ontologiquement définie comme émanation du
modèle » Hans-Georg Gadamer, Vérité et
Méthode, op.cit., p. 158
[9] Friedrich Nietzsche, Œuvres I, « La Naissance de
la tragédie », Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p., p. 37
[10] Friedrich
Nietzsche, Crépuscule des idoles, « Maximes et
Traits », Paris, Éditions Gallimard, 151
p., § 33 p.16
[11] « Dans
le monde splendide de l'art -comment ont-ils philosophé ? Lorsqu'on
atteint un accomplissement de la vie, le philosopher cesse-il ? Non, c'est
alors seulement que commence le véritable philosopher. Son jugement sur
l'existence en dit plus parce qu'il a devant lui l'accomplissement relatif,
tous les voiles de l'art et toutes les illusions » Frédéric
Nietzsche, Le livre du Philosophe. Études théoriques, Paris, Éditions Aubier-Flammarion, 1969, 252 p.,
p. 39
[12] « Le philosophe en tant que [frein de
la roue du temps]. C'est aux époques de grand péril qu'apparaissent les
philosophes -au moment où la roue tourne de plus en plus vite- eux et l'art
prennent la place du mythe disparaissant. Mais ils s'élancent longtemps à
l'avance car l'attention des contemporains ne se tourne que lentement vers
eux » Id., p. 43
[13] « Si l’homme veut devenir un artiste – et tout homme peut devenir un
artiste- il lui faut essayer de comprendre la nature de ce qui l’entoure »
Joseph Beuys, Qu’est-ce que l’art ?, p.
198
[14] « Il ne s’agit pas de poursuivre la vieille création, mais il s’agit de
construire un monde nouveau. Ce monde nouveau est « la Plastique de
Chaleur », « la
Sculpture Sociale , « la Plastique Sociale »
Joseph Beuys, Qu’est-ce que l’art ? p.224
[15] « L'art
et la philosophie se rejoignent sur ce point, la constitution d'une terre et
d'un peuple qui manquent, comme corrélat de la création ». Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce que
la philosophie?, p.110
[16]
« L'artiste ou le philosophe sont bien
incapables de créer un peuple, ils ne peuvent que l'appeler, de toutes leurs
forces. Un peuple ne peut se créer que dans des souffrances abominables, et ne
peut pas plus s'occuper d'art ou de philosophie. Mais les livres de philosophie
et les œuvres d'art contiennent aussi leur somme inimaginable de souffrance qui
fait pressentir l'avènement d'un peuple. Ils ont en commun de résister,
résister à la mort, à la servitude, à l'intolérable, à la honte, au
présent ».Gilles
Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, p111.
[17] « Le
but de l'art, avec les moyens du matériau, c'est d'arracher le percept aux
perceptions d'objets et aux états d'un sujet percevant, d'arracher l'affect aux
affections comme passage d'un état à un autre » Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce
que la philosophie?, p.167
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