lunes, 24 de marzo de 2025


Del esnobismo ambiental (o ecológico)

David De los Reyes

 

 

Redes Sociales Vegetales/DDLR2025 marzo

Un tema que me ha estado dando vueltas por la cabeza es lo que he llamado esnobismo ambiental o ecológico. La relación entre el vicio del esnobismo y la ecología se establece a través de las actitudes morales surgidas dentro de un ambiente cultural de consumo. Estas actitudes giran en torno a productos, estilos de vida, dispositivos, alimentos y prácticas que, más que basarse en una conciencia “verde” auténtica o en posturas éticas frente a los excesos del desarrollismo extractivista contemporáneo, actúan como una máscara de distinción. Esta máscara se manifiesta en el consumo de productos asociados a un estilo de vida "verde" que, en última instancia, no escapan de ser un medio para obtener un anhelado y farsante reconocimiento social. Las prácticas que se promocionan como ejemplo de conciencia ambiental no siempre buscan rescatar o restaurar la devastación irresponsable y antropocéntrica que afecta la naturaleza, las ciudades, las comunidades, las familias y al individuo. En muchos casos, este comportamiento opera como una forma de distinción social más que como una acción comprometida con el fenómeno ecológico.

El vicio del esnobismo, como argumentó la filósofa Judith N. Shklar en su libro Vicios ordinarios (1984), está vinculado con otros vicios propios de nuestra condición moral. Shklar examina ciertos vicios comunes y cotidianos, presentes en todas las culturas, como el esnobismo, la crueldad, la hipocresía y la traición. Respecto al esnobismo, lo describe como un comportamiento que refleja desigualdades sociales y jerarquías implícitas, que al mismo tiempo destruyen o deterioran el sentido de igualdad en las interacciones humanas.

El concepto de esnobismo surge del término inglés snob, que comenzó a utilizarse en el siglo XVIII dentro de las universidades británicas, especialmente en Cambridge. Era una abreviatura de los términos latinos sine nobilitate, que significan “sin nobleza”. Este término servía como una distinción discriminatoria para referirse a los estudiantes que no provenían de familias aristocráticas. De este modo, marcaba una diferencia entre los estudiantes de origen burgués y sus altos compañeros nobles.

Con el tiempo, el concepto evolucionó y adquirió nuevos matices. Pasó a describir a quienes, sin poseer títulos nobiliarios, adoptaban actitudes o comportamientos de la nobleza que los discriminaba, con el fin de aparentar un estatus social más alto. Más tarde, el término se extendió para referirse a personas que admiraban excesivamente todo lo que consideraban sofisticado o exclusivo, llegando a despreciar aquello o a quienes no cumplían con estos estándares.

El escritor inglés William Makepeace Thackeray, observador mordaz de la naturaleza humana en la sociedad victoriana, escribió en 1848 The Book of Snobs, una obra satírica que analiza las actitudes y la envidiosa admiración hacia la clase alta de su tiempo. A través de esta obra, el perspicaz Thackeray consolidó el término como un concepto universal con implicaciones sociales concretas.

Retomando algunas de las ideas de los vicios ordinarios  de Judith Shklar, podemos establecer una relación con lo que he llamado como esnobismo ecológico o ambiental. Este término se refiere a un fenómeno contemporáneo vinculado a movimientos políticos y culturales que han generado una emocionalidad cercana a este vicio. Algunos ejemplos de ello lo encontramos de varios modos, como formas de esnobismo cultural que consisten en distinguirse mediante el consumo de arte, música, literatura o cine considerados de élite. También se manifiesta el esnobismo tecnológico, relacionado con las últimas tendencias de dispositivos y servicios premium, y el esnobismo experiencial, que gana terreno en redes sociales a través de la publicidad de experiencias únicas, turismo de aventura o de riesgo, como viajar a destinos exóticos o participar en eventos exclusivos. Todos estos fenómenos tienen un factor común: que es proyectar estatus y exclusividad mediante prácticas simbólicas de distinción.

El esnobismo ecológico se inscribe dentro de estas variantes contemporáneas. Este fenómeno, amplificado por las redes sociales, abarca desde políticas basadas en la ecología profunda hasta estrategias de marketing verde que se presentan como una actitud moral superior. Estas prácticas, más que reflejar una convicción ecológica auténtica, suelen ser utilizadas como herramientas de distinción social que refuerzan inseguridades y la búsqueda de validación en un contexto cultural cambiante. Por tanto, el esnobismo ambiental no escapa a las dinámicas económicas que perpetúan diferencias y jerarquías sociales.

Estos fenómenos se expresan con especial claridad en las redes sociales, donde se promueven tres variantes del esnobismo ambiental. La primera es la exhibición de productos sostenibles, como ropa orgánica, utensilios biodegradables o vehículos ecológicos, que se convierten en símbolos de compromiso moral y estatus. La segunda es el travel-blogging ambiental, que abarca viajes a destinos remotos o actividades que proyectan una imagen de activismo, como limpiar playas o participar en safaris sostenibles. La tercera es el discurso moral de consumos éticos, frecuentemente promovido por figuras públicas e influencers que defienden el veganismo, las dietas orgánicas o la transición energética. Estas prácticas pueden contribuir a consolidar un discurso moral que desvaloriza a quienes no adoptan estas posturas.

En este contexto, el esnobismo ambiental se convierte en una postura estética más que ética, donde las acciones ecológicas sirven para reforzar jerarquías sociales en lugar de impulsar cambios genuinos hacia un futuro más sostenible.

Volviendo al ojo inquisidor de Thackeray y su The Book of Snobs, podríamos señalar que el esnobismo ecológico emerge como una de las formas más representativas del esnobismo moderno. ¿Cuándo aparece esta “mascarada verdosa”? No cuando se observa una verdadera convicción hacia la sostenibilidad, entendida como una práctica que se refleja tanto en acciones cotidianas como en propuestas que abordan la urgente necesidad de responder al deterioro ambiental y a la visión antropocéntrica de los recursos y las energías que consumimos diariamente. Se trata, como dice nuestro escritor inglés, de admirar mezquinamente cosas mezquinas (“Meanly admire mean things”). Este esnobismo ecológico se utiliza como una herramienta para destacar y diferenciarse socialmente, pero también para imponer una superioridad que puede restringir libertades individuales y generar temores infundados. Detrás de esta máscara no necesariamente se encuentra un compromiso genuino con lo que este hito significa dentro del desarrollo industrial que nos envuelve, incluso en los resquicios más íntimos de nuestra existencia.

Un ejemplo claro de ello es el caso de adquirir un automóvil eléctrico de alta gama. Si bien este acto puede reflejar interés por el medio ambiente, en muchos casos se convierte en un símbolo de estatus y exclusividad. Se manifiesta como una moda que acoge una supuesta ética de preocupación por lo que se denomina la "huella de carbono personal" que dejamos a lo largo de nuestras existencia. Esta actitud puede ser más performativa que sustancial, transformando el compromiso ambiental en una herramienta de distinción social.

Así, notamos una doble cara en este esnobismo ecológico o ambiental. Por un lado, impulsa la adopción de prácticas sostenibles que buscan construir acciones de conservación del entorno. Este aspecto es positivo, ya que puede inspirar cambios genuinos ante los riesgos que nuestra forma de vida representa para nosotros mismos, el medio ambiente y las futuras generaciones. Por otro lado, estas prácticas, cuando se utilizan como símbolos de estatus, desvían el enfoque del impacto ambiental hacia una superficial competencia social. Incluso pueden desincentivar a aquellos sectores de la población que no tienen acceso a estos productos o servicios verdes, sin cuestionar los modos de vida actuales ni las estructuras que perpetúan el problema.

Judith N. Shklar, cuya obra inspira esta reflexión, no aborda directamente el esnobismo ambiental, pero su análisis sobre el esnobismo como vicio social proporciona un marco útil para entender este fenómeno. Shklar describe el esnobismo como una conducta que crea líneas de separación con respecto a los demás, no a partir de méritos genuinos, sino adoptando valores artificiales que refuerzan jerarquías culturales, políticas y económicas. En el contexto del esnobismo ecológico, esta dinámica se ve intensificada por el llamado marketing verde, que fomenta una distinción social a través de prácticas supuestamente sostenibles. Este tipo de esnobismo no solo afecta las relaciones interpersonales, sino que, dentro de un sistema democrático, erosiona los principios de igualdad y respeto mutuo.

Cuando el compromiso ambiental o “verde” se transforma en una práctica de ostentación, cae en la trampa de la exclusividad, en la que ciertas élites logran una distinción mediante prácticas ecológicas que están fuera del alcance de la mayoría. Este fenómeno refuerza las desigualdades sociales, especialmente en contextos del llamado “Tercer Mundo,” donde el acceso a productos ecológicos o tecnologías sostenibles está restringido para grandes sectores de la población. Así, el esnobismo ambiental desvía el propósito esencial del activismo ecológico: construir colectivamente un modelo de desarrollo que favorezca un planeta más sostenible desde la escasez de recursos (y no desde su abundancia desmedida). Este enfoque ético y democrático debería invitar a una reflexión profunda sobre nuestra responsabilidad hacia el presente y el futuro, transformando nuestra percepción del mundo que nos rodea.

Con los planteamientos de Judith N. Shklar, asumimos la tarea de comprender los vicios ordinarios y subrayar la importancia de cultivar virtudes cívicas accesibles para todos, que fortalezcan la igualdad y el respeto mutuo en las sociedades democráticas. Estas palabras en relación con el ambiente, la ecología y la sostenibilidad, son, más que una crítica, un llamado de atención hacia posturas que desdibujan la auténtica sostenibilidad en un mundo desbordado por el excesivo consumo fútil y que enfrentan el reto de buscar una aceptable justicia ecológica. Es vital que los postulados de una ecología responsable y prácticas sostenibles no se conviertan en herramientas de distinción social que nos aparten del verdadero camino hacia la restauración de cierto justo equilibrio natural y del respeto por los demás seres vivos y entes que habitan este planeta, sino que tales propuestas reflejen la convicción auténtica del peligro inminente de lo que concierne a la existencia del planeta en su conjunto.

Bibliografía

Shklar, Judith N. Vicios ordinarios: una aproximación a la moral política. Traducción de Roberto Ramos Fontecoba. Ed. Página Indómita, Barcelona. 2022. 

jueves, 13 de marzo de 2025

 La guerra en Ucrania y sus depósitos de tierras raras

                (Importancia de un tema olvidado en la agenda informativa en los medios)

David De los Reyes

 


 

En el contexto actual de la guerra entre Ucrania y Rusia, el interés por los recursos naturales del país ha cobrado una relevancia sin precedentes. Entre estos recursos, los depósitos de tierras raras se destacan como un activo estratégico que podría cambiar el rumbo económico de Ucrania y su posición en el escenario global. Los medios han hablado mucho sobre cómo va el desarrollo de este asedio y conflicto bélico, donde los intereses por el territorio no son tanto los referidos a pasados y tradiciones con Rusia, sino por lo que puede obtenerse con el control de las llamadas tierras raras, que no son raras ni solo tierra. No es de extrañar que uno de los puntos importantes a tratar para el pago por la ayuda militar de EE. UU. hacia Ucrania esté en el interés de la firma de un acuerdo previo sobre esas rarezas territoriales, entre los presidentes Donald Trump y Volodímir Zelenski, exigiendo la retribución del 50% de las ganancias con el extractivismo de dichos yacimientos.

Pero, ¿Qué son las tierras raras?

Antes de entrar en el tema de la relación entre Ucrania y sus yacimientos raros, creo necesario hablar de qué se trata y por qué hay tanto interés en lograr el control (Rusia) o un acuerdo comercial del fifty/fifty con EE. UU., y al que la UE tampoco se quiere quedar atrás.

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que, a pesar de su nombre, son relativamente abundantes en la corteza terrestre. Estos elementos, que incluyen el lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio y escandio, son esenciales para una variedad de aplicaciones tecnológicas que van desde dispositivos electrónicos hasta energías renovables. Su importancia radica en su capacidad para mejorar el rendimiento de productos como imanes, baterías, pantallas y catalizadores, lo que los convierte en componentes clave en la transición hacia tecnologías limpias y sostenibles.

El interés por las tierras raras ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, impulsado por la revolución tecnológica y la necesidad de materiales para la fabricación de productos innovadores. La creciente demanda de vehículos eléctricos, turbinas eólicas y dispositivos electrónicos ha llevado a los gobiernos y empresas a buscar asegurar el acceso a estos recursos estratégicos. En este contexto, se han convertido en un tema candente en la geopolítica moderna, ya que el control de estos elementos puede influir en la competitividad económica de las naciones.

Actualmente, los principales países que explotan y producen tierras raras son China, Estados Unidos, Australia, Rusia y Brasil. China, en particular, ha dominado el mercado, controlando aproximadamente el 60% de la producción mundial. Este dominio ha generado preocupaciones sobre la dependencia global de un solo país para un recurso tan crítico, lo que ha llevado a otros países a diversificar sus fuentes y buscar nuevas minas. Las potencias alternas a la oriental no quieren quedarse atrás en el dominio de tales yacimientos para su explotación en todo el arsenal de producción tecnológica electrónica. La situación se complica aún más por las tensiones comerciales y políticas, lo que ha llevado a un aumento en la inversión en la exploración y extracción de tierras raras en otras partes del mundo, como es el caso de la intervenida Ucrania.

Los elementos que conforman las tierras raras son fundamentales en diversas industrias. Por ejemplo, el neodimio se utiliza en imanes fuertes que son esenciales para motores eléctricos y generadores, mientras que el europio es crucial en la fabricación de pantallas LED. Cada uno de estos elementos tiene propiedades únicas que los hacen indispensables en la producción de tecnología moderna. Sin embargo, la extracción y procesamiento de tierras raras también plantea desafíos ambientales significativos, incluyendo la contaminación y la degradación de ecosistemas, lo que ha llevado a un llamado a prácticas más sostenibles en su explotación.

Es por ello por lo que las tierras raras son elementos clave en la era tecnológica actual, con un papel fundamental en la fabricación de productos que impulsan la innovación tecnológica y la sostenibilidad. Su interés y demanda continúan creciendo, lo que resalta la necesidad de un enfoque estratégico en su extracción y uso. A medida que el mundo avanza hacia un futuro más verde y digital, la gestión responsable de estos recursos se convierte en un imperativo no solo para las economías nacionales, sino también para la salud del planeta.

Es por ello que el conflicto de Ucrania no solo se juega en la defensa de la democracia y el sentido de la libertad occidental ante los autoritarismos a lo oriental, sino también en la obtención de estos materiales imprescindibles para el desarrollo de la llamada Tercera Revolución Industrial (Rifkin, 2011), en la que países como EE. UU., China y la UE están en feroz competencia por ganar esa rara carrera.

¿Con qué cantidad de estos elementos raros cuenta las tierras de Ucrania? Ucrania cuenta con aproximadamente 2 millones de toneladas de reservas de tierras raras, situándola entre los principales poseedores de estos recursos en Europa. Elementos como el neodimio, lantano y cerio son fundamentales para la fabricación de dispositivos electrónicos, baterías y turbinas eólicas, esenciales en la transición hacia energías limpias. La creciente demanda de tecnologías sostenibles ha puesto a las tierras raras en el centro de atención, y Ucrania podría convertirse en un proveedor clave en este contexto.


Mapas de tierras raras en Ucrania. Fuente Ok y Servicio geológico ucraniano.

Las principales áreas con depósitos de tierras raras se encuentran en la región de Zhitómir, Zaporiyia y en partes de Donetsk[1]. La riqueza mineral de estas regiones no solo representa una oportunidad económica, sino que también se ha convertido en un punto focal en el conflicto armado. A medida que se intensifica la lucha por el control territorial, el acceso a estos recursos se vuelve un factor determinante, tanto para Ucrania como para las potencias extranjeras interesadas.

Aunque la producción actual de tierras raras en Ucrania es limitada, se estima que, con las inversiones adecuadas y la estabilización política, el país podría alcanzar una producción anual de hasta 10,000 toneladas (a razón de 30 a 50 mil euros por tonelada, ergo, se obtendrían entre 300 y 500 millones anuales, lo cual no está nada mal…). Este incremento no solo beneficiaría a la economía ucraniana, sino que también podría ayudar a diversificar su base económica, reduciendo la dependencia de otros recursos naturales. Al firmar el acuerdo entre Zelenski y Trump, EE. UU. ha asegurado una ganancia anual de unos 300 millones de dólares en su extracción, además del control de la distribución de esos minerales para su propio mercado[2].

En esta guerra económica desatada entre EE. UU. y China, podemos decir, como  ya me referí antes, que este último país, a nivel mundial, domina el mercado de tierras raras, controlando aproximadamente el 60% de la producción. Sin embargo, la situación geopolítica actual ofrece a Ucrania la oportunidad de posicionarse como un actor relevante en este sector. Con el auge de la demanda global, proyectada a crecer entre un 5% y un 10% anual en la próxima década, Ucrania podría convertirse en un socio estratégico occidental para las naciones que buscan asegurar su suministro de tierras raras.

A pesar del potencial ucraniano, la explotación de estos recursos enfrenta hoy desafíos significativos. La inestabilidad política y el conflicto actual limitan la capacidad de Ucrania para atraer las inversiones necesarias para desarrollar su industria minera, aunque EE. UU. está presto a hacerlo. Habría que esperar un armisticio, un cese al fuego en la guerra, lo cual no está planteado para la parte imperialista beligerante e invasora, es decir, la Rusia de Putin. De lo contrario todo lo planteado pasaría a manos del neozar ruso.  Sin embargo, si se logra estabilizar y dominar la situación, el país podría no solo beneficiarse económicamente, sino también contribuir a la seguridad energética de Europa, de Estados Unidos y de otros países del mundo.

Los depósitos de tierras raras en Ucrania representan un recurso inexplorado que podría transformar la economía del país y su posición en el escenario internacional. En un mundo cada vez más dependiente de tecnologías sostenibles, la capacidad de Ucrania para aprovechar sus reservas de tierras raras podría ser clave para su recuperación y desarrollo futuro. A medida que la comunidad internacional observa de cerca el conflicto, la atención se dirige no solo a la lucha por el territorio, sino también al control de estos valiosos recursos naturales. De ello podemos deducir que el interés de Rusia en invadir Ucrania se debe al gran desarrollo tecnológico y minero que puede representar el país en las próximas décadas, lo cual se busca impedir a toda costa, limitando la autonomía y la soberanía de Ucrania en el uso de sus riquezas del subsuelo, así como en su capacidad innovadora científica, tecnológica y defensiva de la inteligencia de sus habitantes.



[1] Estas regiones poseen los yacimientos más importantes de tierras raras. La región de Zaporiyia es un área considerada como una de las más ricas en esos depósitos, con concentraciones significativas de elementos como el neodimio, lantano y cerio. Y en la región de Donetsk también se han registrado depósitos en esta región, aunque su explotación se ha visto afectada por el conflicto. La región de Zhitómir, en Ucrania, es conocida por su riqueza mineral, incluidos los depósitos de tierras raras. Aunque no hay cifras exactas y actualizadas sobre la cantidad específica de tierras raras en esta región, se estima que tiene recursos significativos, especialmente en minerales como el niobio y el tántalo, que a menudo se asocian con tierras raras.   

[2] Aunque la producción actual de tierras raras en Ucrania es limitada, se estima que, con las inversiones adecuadas y la estabilización política, el país podría alcanzar una producción anual de hasta 10,000 toneladas. Este incremento no solo beneficiaría a la economía ucraniana, sino que también podría ayudar a diversificar su base económica, reduciendo la dependencia de otros recursos naturales.

El valor de esta producción puede ser significativo. Considerando un precio promedio por tonelada que varía entre 30,000 y 50,000 euros, el potencial económico de estas 10,000 toneladas se traduce en un valor total que oscila entre 300 millones y 500 millones de euros. En términos de dólares, y utilizando un tipo de cambio aproximado de 1.07 USD/EUR, el valor en dólares podría variar entre 320 millones y 540 millones, dependiendo del precio específico de las tierras raras en el mercado.

Este potencial económico resalta la importancia de las tierras raras no solo como un recurso mineral, sino como un motor de desarrollo para Ucrania. La capacidad del país para aprovechar estos recursos podría transformar su panorama económico, ofreciendo una alternativa viable a la dependencia de otros sectores y contribuyendo a su estabilidad y crecimiento en un contexto global cada vez más competitivo.

 

 ALETEA Y TRANSFORMA 

LA AUSENCIA EN TRASCENDENCIA

Theo D’Elia

“Todo final es un luminoso principio”

Elisabeth Kübler-Ross


Hace pocos días una de mis grandes amigas trascendió a su nuevo hogar, dejando en mí un profundo dolor por su partida. Dolor que comparto con ustedes desde la hermandad que siempre estuvo presente entre nosotras, sin importar lo distante de nuestra ubicación en tiempo o espacio. Siempre nos unió el amor incondicional, el respeto y la compasión.

 

En este momento la palabra “duelo”, me conecta con el inmenso pesar que siento por la pérdida de mi amiga, y soy consciente de lo importante de vivirlo profundamente y a plena conciencia. Reconociendo en mí las diferentes manifestaciones, expresiones y etapas transitadas por el llamado “camino de las lágrimas”, como expresión de mi dolor. Voy siendo consciente de que, en su etapa final, este peregrinar me llevará aceptar que ella ya no estará físicamente en mi vida, pero ocupará un lugar muy importante en mi corazón. Tal y como me ha ocurrido con otras pérdidas de seres más cercanos o quizás lejanos, a quienes he tenido la dicha de acompañar hasta el final.

 

El sendero de las lágrimas me brinda la certeza de estar percibiendo la mejor medicina para mi cuerpo y alma. Definitivamente recorrerlo implica aceptar nuestra nueva realidad, quedarnos con lo mejor de la experiencia, dejar atrás lo que ya no nos nutre y reaprender nuevas formas de vida. Son vivencias muy personales y necesarias para nuestro crecimiento, que cada uno afronta a su manera, de la forma y en el tiempo que puede. Y no solo me refiero a la desaparición física de alguien, sino a las muchas situaciones y circunstancias que constantemente están presentes y que en algún momento pueden desaparecer.

 

Aprender a morir encierra en sí mismo el aprender a vivir, ese recorrido cuenta con diferentes etapas y un mundo interior que le acompaña, diferente para cada individuo.

 

Como ha señalado Elisabeth Kübler -Ross, (1926 - 2004) nacida en Zúrich. Psiquiatra y escritora, considerada de las mayores expertas mundiales en procesos de muerte, personas moribundas y cuidados paliativos. Convirtiendo el símbolo de la mariposa en su emblema de trabajo, representado el renacer hacia un estado de vida superior.

 

Kübler -Ross, menciona cinco etapas en el proceso del duelo: negación, ira, culpa, negociación, tristeza. Sin necesidad de ser recorridas en su totalidad, en un tiempo y orden determinado. Con la posibilidad de fluctuar entre ellas, en varias oportunidades del proceso, como reacciones a sentimientos que pueden durar minutos u horas. De ninguna manera estas etapas son lineales ni están siempre presentes en nuestro proceso. Haciendo un breve resumen de ellas podemos señalar:

1.     Negación, rechazando o ignorando lo que sucede, como la anestesia que en momentos necesitamos para bloquear el dolor.

2.     Ira, como enfado consigo mismo y/o con un ser querido. Asociada a la frustración e impotencia de modificar la situación.  Como una forma de energía que nos permite revelarnos ante la pérdida.

3.     Culpa como juicios sobre lo que hicimos o dejamos de hacer, que siempre nos lleva a un pasado, nos puede ayudar en la medida que nos permita reflexionar sobre lo que ha ocurrido, tomar conciencia y procesar, según las circunstancias de la muerte, la relación con la persona que se ha ido y el propio proceso de duelo que llevamos.

4.     Negociación que hacemos con nosotros mismos y con la pérdida.

5.     Tristeza que sentimos por la ausencia de nuestro ser querido. Su intensidad emocional tiende a disminuir y se hace más manejable en medida que nos habituamos a contactar con la memoria con nuestra pérdid se hace más manejable. Más allá de dejar de sentir tristeza es hacerla llevadera y soportable. 

 

A estas etapas podemos añadir tres etapas adicionales mencionadas por otros estudiosos del tema, como son la: reconstrucción, aceptación e integración.

6.     Reconstrucción: En la medida que vamos asimilando la pérdida, se inicia un proceso de reconstrucción interno que nos lleva a redefinirnos, como lo que somos, siendo conscientes de los cambios que han ocurrido en nuestra vida, el lugar que ocupamos como parte de una familia, grupos que nos rodean, actividades y nuestra visión del mundo, es lo que podríamos llamar la última fase del duelo, nuestra reconstrucción en la tarea de recomponer lo que se ha roto, reconstruir nuestra vida y salir del dolor, dejando paso al Amor.

7.     La aceptación nos permitirá reconocer y aceptar los cambios que han acontecido en nuestra vida.

8.     Integración como última etapa de nuestro duelo. Implica tomar las acciones que nos permitan retomar el contacto con nuestra nueva vida. Luego de esta experiencia nunca volveremos a hacer los mismos. En esta fase integramos la pérdida en nuestro interior. Aprendemos a recordar a nuestro ser querido sin sufrimiento y reconocernos en nuestro nuevo yo.

 

La elaboración del duelo viviéndolo paso a paso y a conciencia plena, con seguridad nos permitirá colocar a ese Ser en un lugar muy especial del corazón, quedándonos con lo gratificante de lo vivido en conjunto. Y aquí podemos evocar ese aleteo de la mariposa, emulado por nuestros párpados y pestañas, para dar rienda suelta a nuestras lágrimas, integrando con cada parpadeo, esa ausencia en nosotros, admitiendo lo gratificante de lo vivido en conjunto.

 

“… somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a como nos hemos conducido frente a esas pérdidas” Jorge Bucay

 

Y en estos momentos siento que el darme el permiso de compartir mi actual pena en este espacio, asomada en estas líneas, ha aliviado mi dolor. Como dice el refrán: “Una pena compartida es media pena”. Gracias por este aleteo compartido para transformar esta ausencia en trascendencia.

 

🌟Amiga tu luz nunca se apagará, siempre estará en un lugar muy especial de mi corazón🌟

✴️Kübler-Ross, E., & Kessler, D. (2006). Sobre el duelo y el dolor. Ediciones Luciérnaga.

📸Colaborador, vía Pixabay

 

lunes, 10 de marzo de 2025

¿Qué es la ecoética?

David De los Reyes


Serie Vegetabilis Violaceus. Redes Sociales Vegetales /DDLR/2025  


La ausencia de relevancia de la naturaleza como objeto de consideración moral en la filosofía occidental ha sido un tema de debate que pone de manifiesto la desconexión entre el ser humano y su entorno. Desde sus orígenes, la tradición filosófica ha tendido a ver a la naturaleza no humana, la de los otros seres orgánicos y los elementos inorgánicos, como carente de racionalidad, lo que implica que no pueden ser considerados el resto de sus componentes como un sujeto moral. Esta visión ha llevado a la conclusión, para muchos pensadores y teorías, de que la naturaleza, por lo tanto, no puede ser objeto de nuestra consideración moral. La irrelevancia moral de nuestra relación con la naturaleza está intrínsecamente relacionada con la falta de reconocimiento del impacto humano sobre ella o de la invisibilidad de tal destrucción en la narrativa usual de las informaciones cotidianas. Durante siglos, el antropocentrismo ha dominado el pensamiento filosófico, donde el ser humano es visto como el centro del universo, relegando al resto de los componentes de la naturaleza a un papel secundario. Esta perspectiva ha permitido que se justifiquen acciones economicistas con una fuerza destructiva irreversible hacia el medio ambiente sin una reflexión ética adecuada y menos una consideración científica adecuada.

La crisis ecológica actual ha puesto de manifiesto la necesidad de repensar esta relación. El reconocimiento de que el bienestar, la felicidad e incluso la supervivencia de la especie humana están siendo, desde más de dos siglos, amenazados por nuestras acciones —o por nuestra inacción e indiferencia— sobre la naturaleza, pide un llamado inaplazable a la reflexión. Informes alarmantes sobre el agotamiento de los recursos naturales, la pérdida de biodiversidad, el impacto demográfico y migratorio, la escasez de agua, la erosión del suelo, la concentración de CO2 y la destrucción de la capa de ozono, etc., son solo algunas de las evidencias que demuestran que el desarrollo humano debe tener límites. Ante todo esto, la naturaleza no puede seguir siendo vista como una externalidad en la ética; debe ser considerada como parte integral de la moralidad consciente contemporánea.

En este contexto, surgió la ecoética como una disciplina que busca abordar la crisis ecológica desde una nueva perspectiva ética. Desde sus inicios en los años setenta del siglo XX, la ecoética ha propuesto un enfoque innovador que no se limita a contextualizar la ética general en un campo específico de problemas, sino que desafía los fundamentos mismos de la filosofía moral contemporánea. Al hacerlo, ha puesto en crisis muchos de los supuestos metodológicos y conceptuales que han guiado el pensamiento ético hasta ahora. La ecoética exige una revisión crítica de los vacíos y carencias argumentativas que han permitido la degradación ambiental que es, en todo momento, la degradación de la misma humanidad en el manejo de su vida con su entorno.

La responsabilidad del ser humano en el trastorno de las condiciones ecológicas del planeta es innegable. La ecoética, al ser una nueva forma de ética ecológica, propone que el enclave ecológico del sujeto moral debe ser reconocido y considerado en la argumentación ética. Esta postura ética no solo se centra en las consecuencias de nuestras acciones y hábitos inconscientes consumistas, sino que también aboga por un cambio en la forma en que entendemos nuestras relaciones, cotidianas y productivas, con la naturaleza. La noción de justicia ecológica ha ganado terreno en los últimos años, abordándose desde diversas perspectivas, incluidas las críticas ecofeministas. Estas corrientes se yerguen en argumentar que la desigualdad de género está intrínsecamente relacionada con un patriarcalismo inveterado que ha venido a procurar el deterioro del entorno y la exponencial globalización económica, lo que resalta la necesidad de una ética inclusiva que contemple las interrelaciones entre diferentes formas de opresión y sumisión desbordadas e imparables.

El modelo de vida y de desarrollo industrial que se ha adoptado como el mundo único, ligado al progreso tecnológico y social, ha tenido un costo elevado, perjudicando a las comunidades más vulnerables del presente y del futuro. La naturaleza, en este sentido, no puede seguir siendo una externalidad en la ética. Debemos reconocer que el deterioro ambiental afecta desproporcionadamente a aquellos que ya enfrentan dificultades económicas y sociales, que decanta en una ecología de la pobreza. Esto requiere un replanteamiento de los principios éticos que guían nuestras acciones. En un mundo limitado y casi lleno, donde los subsistemas socioeconómicos del extractivismo devorador no pueden continuar creciendo indefinidamente, es necesario adoptar los viables principios éticos vitales, como la biomímesis[1] y la autolimitación[2], que garanticen la supervivencia futura.

La ecoética también plantea preguntas sobre la consideración moral de los animales no humanos y sus derechos. Este enfoque desafía la visión utilitarista tradicional, que a menudo es insuficiente para abordar problemas como el calentamiento global. En cambio, la ecoética promueve un avance hacia una ética de la virtud vitalista, donde la relación con la naturaleza se basa en el respeto y la consideración por todos los seres vivos. La complejidad de los problemas ecológicos exige una argumentación transversal y un replanteamiento multidisciplinar, que integre conocimientos de diversas áreas del conocimiento científico, de la filosofía moral y de los saberes ancestrales para abordar eficazmente los desafíos que enfrentamos.

Podemos finalizar diciendo que la ecoética representa una forma de aprender a escuchar la voz de la naturaleza en su totalidad manifiesta, y reconocer su importancia en la ética contemporánea. Al integrar la consideración de la naturaleza en nuestra consciencia moral, no solo estamos respondiendo a una crisis ecológica, sino que también estamos redefiniendo nuestra relación vital, cotidiana y cognitiva con el mundo que nos rodea. La necesidad de un cambio profundo en nuestra forma de pensar y actuar nunca ha sido tan urgente como en este presente, y la ecoética nos ofrece un marco valioso para lograrlo. En este sentido, es determinante que la ética contemporánea evolucione hacia esta nueva inclusión temática en ella, en incluir a la naturaleza y sus integrantes como un actor relevante en nuestras decisiones morales, políticas, económicas, científicas y, por ende, filosóficas, promoviendo un enfoque más holístico y responsable que garantice un futuro sostenible para todas las formas de vida en nuestro planeta, las de ahora y las de las generaciones de los seres a futuro.

 



[1] La biomímesis es un enfoque que busca inspirarse en los modelos, sistemas y procesos de la naturaleza para resolver problemas humanos. Este concepto se basa en la idea de que la naturaleza, a lo largo de millones de años de evolución, ha desarrollado soluciones eficientes y sostenibles para enfrentar desafíos. Al observar y aprender de estos sistemas naturales, los seres humanos pueden diseñar tecnologías, productos y sistemas que imiten estos procesos y, por lo tanto, sean más sostenibles. Ejemplos de Biomímesis: 1) tecnología de adhesivos: inspirándose en la forma en que las geckos se adhieren a superficies, se han desarrollado nuevos tipos de adhesivos que no requieren químicos dañinos. 2) arquitectura sostenible: edificios que imitan la ventilación natural de termiteros para regular la temperatura sin necesidad de sistemas de aire acondicionado. Ver: Benyus, Janine. La biomimética: Innovación inspirada en la naturaleza. Barcelona: Ediciones Urano, 2010.p 40-50.

[2] La autolimitación, por otro lado, se refiere a la capacidad de los individuos y las sociedades para restringir sus propias acciones y consumos en función de la sostenibilidad del entorno natural. Este concepto implica reconocer los límites de los recursos naturales y la capacidad del planeta para regenerarse. La autolimitación es esencial para evitar la sobreexplotación de los recursos y para garantizar que las generaciones futuras también puedan disfrutar de un entorno saludable. Podemos referir algunos aspectos de la autolimitación, como son las actitudes de asumir un consumo responsable. Esto se entiende como el adoptar hábitos de consumo que no excedan la capacidad de regeneración de los recursos naturales. Y, por supuesto, el procurar la implementación de dinámicas de producción que se inspiren en el desarrollo sostenible, que viene a ser el promover políticas y prácticas que busquen un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación ambiental, asegurando que las actividades humanas no comprometan la salud del planeta. Ver: Daly, Herman E. Ecological Economics: Principles and Applications. Washington, D.C.: Island Press, 1991 p. 87-95

 

sábado, 1 de marzo de 2025

                        Pioneras del sonido:

Mujeres compositoras en la música electrónica

David De los Reyes



Redes Sociales Vegetales/DDLR2025

Introducción

El documental Sisters with Transistors (2020), dirigido por Lisa Rovner y narrado por Laurie Anderson, es un homenaje a las mujeres que revolucionaron la música electrónica. Estas compositoras desafiaron las barreras de género y las normas establecidas en un campo dominado por hombres, abriendo caminos tanto en el arte como en la tecnología. Rovner, al crear este documental, buscó rescatar del olvido a estas pioneras y reescribir la historia que no solo transformaron el sonido, sino que también se enfrentaron a las estructuras patriarcales que limitaban su reconocimiento.

A raíz de dicho filme me he inspirado para desarrollar un escrito en torno a estas compositoras que han tenido que lidiar en un entorno en que, para la época, no era común la inserción de las mujeres dentro de él. A través de este interés personal presento a cada una de estas pioneras de la música electrónica en relación con otros autores y compositores de la nueva música (Adorno), que ya no es tan nueva, sino que está ampliamente presente como opción de la creación musical relacionada con las últimas tecnologías del sonido. Hoy no son pocas las compositoras reconocidas que se han dedicado a esta opción de hacer música, sino que es una fuerte tendencia en las escuelas de composición musical tanto dentro como fuera de los recintos académicos.

El propósito de Sisters with Transistors supera la simple recuperación histórica. El documental se convierte en un manifiesto feminista que reivindica el papel de las mujeres como creadoras, innovadoras y líderes en un ámbito donde su contribución ha sido sistemáticamente invisibilizada. Este ensayo analiza las contribuciones de Clara Rockmore, Daphne Oram, Delia Derbyshire, Eliane Radigue, Laurie Spiegel, Pauline Oliveros y Suzanne Ciani, explorando cómo sus trayectorias dialogan con las luchas feministas y su impacto en la redefinición de la música y la tecnología.

A partir de las premisas presentadas en este particular documental, orientado a la reivindicación de las mujeres compositoras en la música electrónica, hemos desarrollado una reflexión argumentada de cada una de ellas, estableciendo conexiones con las propuestas teóricas de diversos autores que protagonizaron el debate sobre los efectos y transformaciones de la música en la sociedad de la segunda mitad del siglo XX. Autores como Pierre Boulez, Olivier Messiaen, Theodor W. Adorno, Pierre Schaeffer y John Cage han sido considerados para entablar un diálogo con las posturas estético-musicales que orientaron la obra de estas artistas, quienes lograron diferenciarse y aportar una perspectiva única en el horizonte del arte musical de su época.

 




La lucha por la visibilidad: Clara Rockmore y el theremín

Clara Rockmore (1911-1998), nacida en Lituania, además de ser una virtuosa del violín fue también del theremín, uno de los primeros instrumentos electrónicos, cuya ejecución no requiere contacto físico con el instrumento, sino el dominio y ejecución se desarrolla en torno al espacio y el gesto de las manos. Ante los experimentos sonoros de Luigi Russollo y su Intonarumori,[1] por ejemplo, la maestría técnica y la expresividad musical de la virtuosa Rockmore desafiarían la percepción conservadora de que los instrumentos electrónicos carecían de profundidad artística, una visión que, al igual que muchas otras formas de prejuicio cultural, puede entenderse desde la crítica de Theodor Adorno hacia la industria cultural y la estandarización del arte. Este pensador alemán advierte que, en la modernidad, la música y las artes tendían a ser reducidas a mercancías desprovistas de contenido crítico o autonomía estética. Rockmore, sin embargo, utilizó el theremín como un medio para afirmar su autonomía como artista y trascender estas limitaciones, demostrando que un instrumento tecnológico podía, en manos de una intérprete virtuosa, recuperar una dimensión estética profunda, renovadora y auténtica.

En una época en la que las que muchas mujeres músicos eran relegadas a roles secundarios en la música clásica, Rockmore se posicionó como una intérprete destacada, implicando a compositores a crear para este novedoso instrumento y demostrando que la tecnología podía ser una extensión del arte, algo que revisando las propuestas estéticas de Adorno y la música, podría haber interpretado como un acto de resistencia frente a la cosificación de la música. Para Adorno, la música auténtica debía resistir la mecanización y la superficialidad impuestas por las industrias culturales. Aunque el theremín era un instrumento tecnológico, Rockmore lo utilizó para crear interpretaciones cargadas de sensibilidad, que desafiaban la idea de que los instrumentos electrónicos eran simplemente fríos o mecánicos. Su interpretación del theremín, con su capacidad para producir sonidos volátiles, etéreos y expresivos, se convierte en un ejemplo de cómo la tecnología puede ser integrada en una práctica artística que aspira a lo sublime, sin perder la capacidad de generar experiencias estéticas significativas.

El theremín, inventado por Léon Theremin[2], fue uno de los primeros instrumentos electrónicos que permitió a las mujeres como Rockmore participar en un ámbito tecnológico-musical tradicionalmente dominado por hombres. Por ello, su legado puede interpretarse como una postura temprana de resistencia a las normas de género que limitaban la participación femenina en la innovación tecnológica y en el campo de la música. Esto nos lleva a observar lo dicho por Adorno, y entender su actitud como un acto de emancipación dentro de un sistema cultural que tiende a reproducir las desigualdades sociales. Es una doble emancipación ante la tradición artística. Primero, al apropiarse de un instrumento tecnológico y. segundo. elevarlo a un nivel artístico, Rockmor. Con ello no solo desafiaba las expectativas de género, sino que también subvertía la lógica instrumental que se asoció con la modernidad tecnológica. Su música, lejos de ser una mera reproducción técnica, se convertía en una experiencia estética aunada a una ejecución virtuosa del instrumento que desbordaba las limitaciones impuestas por la industria y las normas sociales.

La figura de Clara Rockmore, por tanto, no solo es relevante por su virtuosismo técnico, sino también por su capacidad para trascender y transgredir los obstáculos culturales y estéticos de su tiempo. En un contexto en el que la tecnología era vista con sospecha y como inusual dentro del ámbito artístico, Rockmore demostró que el theremín podía ser un vehículo para la expresión subjetiva y la aparición de una propuesta innovadora y con un grado importante de autenticidad estética. Su legado, aunque no directamente asociado con el feminismo en términos explícitos, transitó un camino para que futuras generaciones de mujeres exploraran la música electrónica, un campo que tiene el potencial de cuestionar, enfrentar y resistir las estructuras de poder que moldean la cultura contemporánea. Así, la lucha por defender su visibilidad como artista femenina, Clara Rockmore no sólo no solo puede asumirse como un triunfo individual, sino también como un gesto cultural y estético que desafió las lógicas de exclusión y dominación aún presentes tanto en la música como en la sociedad.

 



Daphne Oram: La creadora de mundos sonoros

Daphne Oram (1925-2003), cofundadora del BBC Radiophonic Workshop, ocupa un lugar relevante en la historia de la música electrónica, además de su contribución técnica e innovadora en ella, también reconocerle su capacidad para cuestionar y transformar las estructuras tradicionales de la creación musical. Su invención del sistema Oramics, un dispositivo que permitía generar sonidos electrónicos a partir de gráficos dibujados marcó un hito al apostar un cambio en la composición musical tradicional y ofrecer un enfoque radicalmente nuevo para la creación sonora. Este sistema no sólo desafiaba las convenciones de la música clásica, al permitir que el compositor trabajara directamente con el material sonoro sin necesidad de intermediarios como intérpretes o partituras tradicionales, sino que planteó interrogantes fundamentales sobre la relación entre tecnología, creatividad y autonomía artística, cuestiones que resuenan profundamente con las reflexiones de Theodor Adorno en Filosofía de la nueva música.

En su obra, Adorno critica la música serial y otras formas de vanguardia por su tendencia a convertirse en sistemas cerrados y autorreferenciales, que reproducen las mismas lógicas de dominación y alienación que caracterizan a la industria cultural. Sin embargo, también reconoce el potencial emancipador de la música cuando esta logra resistir las formas establecidas y abrirse a nuevas posibilidades estéticas. En este sentido, el trabajo de Oram puede interpretarse como un intento de trascender las limitaciones impuestas tanto por las convenciones de la música clásica como por las expectativas de la música electrónica emergente de su tiempo. Al crear el sistema Oramics, Oram no solo presentó una herramienta que ampliaba las opciones creativas del compositor, sino que también proponía un modelo alternativo de relación entre el artista y la tecnología, enfatizando aspectos como la experimentación, la intuición y la subjetividad.

El rechazo de Oram a las jerarquías tradicionales de la música clásica y su búsqueda de formas sonoras radicalmente nuevas pueden entenderse, desde la perspectiva de Adorno, como un gesto de resistencia frente a la fetichización de la música, es decir, aquella que se sume a la tendencia a tratar las obras musicales como objetos consumibles en lugar de experiencias innovadoras de otras formas de nuestra percepción auditiva viva y crítica. Sin conformarse con los medios y formas existentes, Oram optó por diseñar sus propias herramientas artísticas sonoras y dándose a explorar territorios sonoros desconocidos, todo ello entendido como un acto que refleja una búsqueda de autonomía estética en el sentido adorniano. Para Adorno, la verdadera música nueva no es sólo aquella que simplemente adopta una técnica innovadora, sino la que cuestiona y subvierte las estructuras ideológicas que subyacen a la producción cultural. En este sentido, la propuesta artística de Oram en la creación de sonidos a través de gráficos dibujados —un proceso que combina lo visual y lo sonoro de manera profundamente personal— puede interpretarse como una forma de resistencia a la reificación de la música. Fue un intento de devolver al compositor un control directo y creativo sobre el material sonoro.

Además, la obra de Oram refleja una postura feminista latente que, aunque no declarada explícitamente, se manifiesta en su sincero desafío a las normas de género que limitaban la participación de las mujeres en la música y la tecnología. En un campo cultural dominado explícitamente por hombres, Oram no solo se abrió camino, sino que en su desafío personal también redefinió lo que significaba ser una compositora e inventora en el ámbito de la música electrónica. Desde la perspectiva crítica, este acto de resistencia no solo tiene implicaciones estéticas, sino también sociales, ya que cuestiona las estructuras de poder que moldean tanto la música como la sociedad en general. Al negar las formas establecidas y desarrollar un enfoque radicalmente original, Oram no solo amplió las posibilidades de la música electrónica, sino que también anticipó debates contemporáneos sobre la relación entre tecnología, arte y género.

La obra de Oram, en este sentido, puede leerse como un ejemplo de lo describe una mirada crítica ante el hecho creador:  asumir la capacidad de hacer arte para resistir la lógica instrumental y alienante de la modernidad tecnológica. Al mismo tiempo, su enfoque en la creación de herramientas propias y su rechazo a las estructuras tradicionales de poder musical resuenan con las luchas feministas de su época, al reivindicar un espacio para la subjetividad y la creatividad femenina en un campo históricamente excluyente. Así, el legado de Daphne Oram no solo radica en sus contribuciones técnicas e innovadoras en el horizonte del arte sonoro, sino también en su capacidad para abrir nuevas posibilidades estéticas y sociales, demostrando que la música, incluso en su forma más experimental y tecnológica, puede ser un medio para la emancipación y la crítica.




Delia Derbyshire: La arquitecta del sonido

Delia Derbyshire (1937-2001) es una figura clave en la historia de la música electrónica, especialmente por su trabajo en el BBC Radiophonic Workshop, donde creó la icónica música del tema de Doctor Who. Su perspectiva innovadora en la manipulación de cintas y sonidos electrónicos la presenta como una arquitecta y diseñadora del sonido, una artista que transfiguró la visión de lo que a menudo se consideraba un campo técnico en un espacio de expresión creativa. Derbyshire no solo emergió su importancia por la contribución y, construcción de la cultura popular a través de la tecnología, sino que también desafió, hasta buena parte del presente, las limitaciones impuestas a las mujeres en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres. Este desafío, aunque no siempre reconocido en su tiempo, resuena con las propuestas de Pierre Boulez y otros teóricos de la música electrónica, quienes abogaron por una ruptura con las formas tradicionales de la composición musical y la exploración de nuevas posibilidades sonoras.

La música de Derbyshire encarna, de manera factual, muchas de las ideas estéticas musicales que Boulez promovió en sus escritos y composiciones. Boulez, como uno de los principales defensores de la música electrónica y serial, veía en la tecnología una herramienta para superar las restricciones de la tonalidad y las estructuras tradicionales[3]. Para él, la música debía liberarse de las convenciones heredadas y abrirse a un lenguaje completamente nuevo, en el que el compositor pudiera trabajar directamente con el material sonoro. Derbyshire, al manipular cintas y sonidos grabados, llevó esta idea a la práctica, creando composiciones que no solo rompían con las formas tradicionales, sino que también exploraban territorios sonoros que antes eran inabordables. Su trabajo en el tema de Doctor Who, por ejemplo, no solo es una obra modelo de la música electrónica, sino también un ejemplo de los usos de las herramientas de tecnología del sonido puede ser utilizada para crear experiencias estéticas significativamente innovadoras.

Sin embargo, mientras que figuras como Boulez gozaron de reconocimiento y prestigio en sus carreras, Derbyshire sufrió el aislamiento de género, tuvo que enfrentar esa discriminación y fue, durante gran parte de su vida, invisibilizada dentro de la industria musical. Esta diferencia evidencia las barreras sistémicas que las mujeres han sufrido históricamente en el campo de la música, incluso cuando sus contribuciones han sido fundamentales para el desarrollo de nuevas formas artísticas. En este sentido, la carrera de Derbyshire no solo refleja las tensiones entre innovación y tradición en la música, sino también los flujos de poder que cincelan el acceso y el reconocimiento en el ámbito artístico. Mientras Boulez y otros teóricos de la música electrónica podían teorizar y experimentar desde posiciones de autoridad, Derbyshire tuvo que enfrentarse constantemente contra un sistema que invisibilizaba su talento, colocando su trabajo al margen.

Sin embargo, podemos reconocer que las ideas de Boulez sobre la música como un proceso continuo de descubrimiento y experimentación encuentran indirectamente un eco en la obra de Derbyshire, quien abordó la tecnología no como un fin en sí mismo, sino como un medio para ampliar las posibilidades expresivas de la música. Su enfoque en la manipulación de cintas y sonidos grabados, por ejemplo, adelantó muchas de las técnicas que serían fundamentales para la música electrónica y experimental en décadas posteriores. Sin embargo, su contribución estaría reducida si se limitara al ámbito técnico; Derbyshire también exploró las dimensiones emocionales y estéticas de la música electrónica, afirmando que esta podía ser tanto un vehículo para la innovación como una forma de arte profundamente humana.

El legado de Derbyshire ha sido reivindicado por movimientos feministas contemporáneos, que la consideran una figura emblemática de la resistencia y la creatividad femenina. Esta reivindicación no solo es un acto de justicia histórica, sino también un reconocimiento de que su obra desafía las jerarquías tradicionales de género y poder en la música. Al igual que Boulez y otros teóricos de la música electrónica, Derbyshire entendió que la tecnología podía ser un medio para transformar el fenómeno creativo y estético de la música y, por extensión, la cultura. Sin embargo, mientras que las propuestas de Boulez a menudo se centraban en la ruptura con las convenciones formales en la composición y en los manejos tímbricos y rítmicos de los instrumentos tradicionales y las técnicas electrónicas de sonido, el trabajo de Derbyshire también plantea preguntas de orden político y moral sobre quién tiene acceso a estas herramientas y cómo las dinámicas de poder influyen en la creación artística.

En última instancia, la obra de Delia Derbyshire no solo amplió las posibilidades de la música electrónica, sino que también desafió las estructuras de exclusión que han moldeado la historia de la música. Su capacidad para traducir los usos de la tecnología en arte, a pesar de las barreras sociales y culturales, políticas y morales que enfrentó, la convierte en una figura central no solo en la música electrónica, sino también en la lucha por la igualdad en el ámbito artístico. Así, Derbyshire no solo es una arquitecta del sonido, sino también una constructora de posibilidades sonoras, cuya obra continúa invitando a nuevas generaciones de artistas y teóricos a explorar los límites de la música y a cuestionar las estructuras que los contienen.




Eliane Radigue: Espiritualidad y minimalismo

Eliane Radigue, nacida en 1932, ha desafiado las convenciones de la música electrónica desde una perspectiva única que combina minimalismo, espiritualidad y resistencia frente a las estructuras patriarcales del arte sonoro. Su obra, profundamente meditativa, se desarrolla principalmente a través del uso del sintetizador modular ARP 2500, una herramienta que le permitió explorar las sutilezas del sonido y crear paisajes sonoros que supera lo auditivo para dejar una experiencia introspectiva y espiritual al escucha. En un contexto internacional dominado por compositores, definían las corrientes principales de la música contemporánea, Radigue encontró su propia margen de existencia al interrogar las nociones tradicionales de poder, control y estructura en la composición musical.

Una franja de misticismo oriental cubre un lugar central en la obra de Radigue, pues estuvo profundamente influenciada por su práctica del budismo tibetano. Sus composiciones rechazan toda narrativa o desarrollo lineal, invitando al oyente a sumergirse en un estado de contemplación y escucha profunda. Obras como Trilogie de la Mort (1998) son ejemplos únicos de esta búsqueda trascendental, donde el sonido se asume como un vehículo hacia lo inmaterial, hacia regiones donde convergen el ser y la nada del zen. En este sentido, Radigue comparte ciertos paralelismos con ciertas ideas del compositor francés Olivier Messiaen, quien también concebía la música como una forma de conexión espiritual. Pero a diferencia de Messiaen que recurría a estructuras complejas y referencias religiosas explícitas, Radigue opta por un enfoque más abstracto y minimalista, confiando en la capacidad del sonido puro para evocar su propia idea de lo trascendente.

El minimalismo en la obra de Radigue no un punto fijo de creación, sino una opción para explorar la percepción del tiempo y del espacio. A través de un piso de modulaciones sutiles y graduales, su música genera una sensación de quietud fluida que desafía las expectativas del oyente. Este enfoque minimalista puede relacionarse con las propuestas de compositores como La Monte Young o Terry Riley, aunque Radigue aporta una sensibilidad única que nos muestra tanto su experiencia personal como su compromiso feminista. En lugar de satisfacerse en una estructura rígida o un control absoluto en el manejo del sonido, sus composiciones parecen dialogar con el material sonoro, permitiendo que este surja subrepticiamente y evolucione de manera orgánica. Esta actitud contrasta con las aproximaciones más autoritarias de algunos de sus contemporáneos, como Pierre Boulez, cuya obra a menudo se asocia con un rigor estructural y un control exhaustivo sobre cada elemento de la composición.

El contexto cultural e histórico en el que Radigue desarrolló su carrera no puede pasarse por alto. La música electrónica, como muchas otras disciplinas artísticas y científicas, ha estado históricamente dominada por una visión masculina, lo que ha limitado el acceso de las mujeres a los recursos, el reconocimiento y las oportunidades. De esta forma, tal situación le lleva a no conformarse con tales restricciones, Radigue utilizó su posición para cuestionar las dinámicas de poder inherentes al proceso creativo y expositivo de su obra. Su enfoque en la introspección y la escucha profunda puede interpretarse como una forma de resistencia frente a las estructuras patriarcales que valoran el control y la dominación sobre el material sonoro. En este sentido, su obra se alinea con las ideas feministas que enfatizan la importancia de la experiencia subjetiva y la capacidad de subvertir las jerarquías tradicionales.

El uso del sintetizador ARP 2500 fue crucial para el desarrollo de su lenguaje musical. Este instrumento, con su capacidad para manipular el sonido con una precisión casi microscópica, permitió a Radigue crear tejidos sonoros que evolucionan sigilosamente, generando una sensación de tiempo suspendido. Estos estambres musicales, a menudo descritas como "paisajes sonoros", no solo son un testimonio de su maestría técnica, sino también de una pertinente capacidad para transformar los dispositivos tecnológicos en herramientas de expresión profundamente humana. En su manejo del sintetizador nos da la impresión de no ser un instrumento electrónico frío o mecánico, sino un medio para explorar la conexión y la inmersión entre el sonido, la percepción y la espiritualidad.

Podemos terminar diciendo que la obra de Eliane Radigue representa una contribución original y profundamente relevante entre los creadores de la música electrónica y contemporánea. En su enfoque minimalista y meditativo, como ya hemos referido, Radigue elige el desafió las convenciones de su tiempo, cuestionando las nociones tradicionales de poder y control en la composición musical. Su música, traspasa lo auditivo para convertirse en una experiencia espiritual, invitando al oyente a reflexionar sobre la percepción del espacio y del tiempo junto la propia subjetividad. En un escenario donde las mujeres en que han tenido que enfrentar obstáculos significativos para ser reconocidas en el ámbito de la música experimental, Radigue no solo abrió nuevos horizontes, sino que también demostró que la introspección, la sensibilidad y la resistencia pueden ser fuerzas transformadoras en el arte.

 



Laurie Spiegel: Tecnología y democratización

La compositora estadounidense Laurie Spiegel (1945-) es una figura fundamental en la historia de la música electrónica, no solo por sus composiciones innovadoras, sino también por su contribución al desarrollo de herramientas tecnológicas que democratizaron el acceso a la creación musical. Su software Music Mouse – An Intelligent Instrument (1986) permitió a músicos sin formación técnica explorar la composición algorítmica, ampliando las posibilidades creativas y cuestionando las jerarquías tradicionales del conocimiento técnico en la música. Usando la lógica algorítmica e interactiva desarrollo toda una forma de creatividad sonora que facilitaba la interpretación a tiempo real, adicionándose la improvisación gracias a los softwares salidos de su genialidad.  Este enfoque, que combina tecnología, accesibilidad y reflexión crítica, puede ser analizado en diálogo con las ideas de teóricos como Theodor W. Adorno, Pierre Boulez, Pierre Schaeffer y otras figuras clave en la música contemporánea. Aunque Spiegel no se alinea directamente con las tradiciones musicales o filosóficas que estos autores representan, su obra ofrece una perspectiva complementaria y, en ciertos aspectos, crítica, al proponer una visión inclusiva y humanista del uso de la tecnología en la música.

Sus inicios en la música fueron de forma autodidacta. Luego estudiaría guitarra y composición con el conocido maestro ingles John Duarte, además de seguir perfeccionando sus conocimientos de composición con Jacok Druckman, Vincent Perischetty, Hall Overton y Emmanuel Ghent.

En el pensamiento de Adorno, especialmente en su Filosofía de la nueva música, la música moderna debía resistir la estandarización impuesta por la industria cultural, que conducía a una repetición mecánica y vacía. Para Adorno, la música atonal y serial representaba una forma de resistencia frente a estas dinámicas, al desafiar las expectativas del oyente y evitar la fácil digestión por parte del mercado. Aunque Spiegel no trabaja dentro de los paradigmas atonales o serialistas, su software y sus composiciones pueden interpretarse como un acto de resistencia frente a las jerarquías técnicas y sociales que limitaban el acceso a la creación musical. Al diseñar Music Mouse, Spiegel no buscaba simplificar la música para ajustarse a las demandas comerciales, sino que ofreció una herramienta que permitiera a músicos y aficionados interactuar con estructuras algorítmicas complejas de manera intuitiva. En este sentido, su trabajo comparte con Adorno una preocupación por evitar la trivialización de la música, aunque Spiegel adopta una postura más optimista respecto al papel de la tecnología como medio de empoderamiento. Entusiasmada por la automatización llevó a cabo un intento feliz de automatizar todo con el fin de ser más libre y centrarse en aspectos en que la música no puede ser automatizable.

Por otro lado, Pierre Boulez, en su ensayo Pensar la música hoy, defendió el control absoluto del compositor sobre todos los aspectos de la obra, utilizando métodos como el serialismo integral para estructurar el material sonoro de manera rigurosa. Aunque Spiegel comparte con Boulez un interés por la innovación tecnológica, su enfoque difiere significativamente en términos de control y accesibilidad. Mientras que Boulez veía la técnica como un medio para consolidar el poder del compositor como figura central, Spiegel diseñó Music Mouse para facilitar la interacción intuitiva con algoritmos musicales, reduciendo la necesidad de un control exhaustivo por parte del usuario. Esta diferencia refleja una tensión entre dos concepciones de la tecnología: una que la utiliza para reforzar las estructuras de poder tradicionales y otra que busca descentralizar el acceso, promoviendo la participación de una audiencia más amplia. Spiegel no solo desmitifica el uso de la tecnología, sino que también subraya su potencial como herramienta de inclusión, un enfoque que contrasta con la visión elitista de Boulez.

Una de sus obras más interesantes fue la interpretación del clásico libro Harmonices mundi de Johannes Kepler, la cual fue seleccionada para el conjunto que conformó los Sonidos de la Tierra en el disco de oro colocado a bordo de la nave espacial Voyager (1977). Otra de sus obras es Sedimento, que fue incluida en la popular película Juegos del Hambre (2012).

El trabajo de Spiegel también puede relacionarse con las ideas de Pierre Schaeffer, quien en su Tratado de los objetos musicales desarrolló el concepto de "objeto sonoro" y la escucha reducida, que buscaba desvincular el sonido de sus asociaciones contextuales para percibirlo en su pureza material. Aunque Spiegel no adopta explícitamente el marco teórico de Schaeffer, su obra comparte ciertos paralelismos con estas ideas. En composiciones como las incluidas en The Expanding Universe (1980), Spiegel utiliza patrones algorítmicos y texturas electrónicas para crear paisajes sonoros que invitan a una escucha profunda y contemplativa. Al igual que Schaeffer, Spiegel explora el potencial del sonido como fenómeno autónomo, aunque su enfoque está mediado por el uso de computadoras y algoritmos. Además, el diseño de Music Mouse refleja una comprensión intuitiva de los principios schaefferianos sobre la manipulación del sonido, ya que permite a los usuarios interactuar con parámetros musicales de manera directa e inmediata. Esto sugiere una convergencia entre la filosofía de Schaeffer y el diseño tecnológico de Spiegel, aunque sus objetivos finales difieran.

Sin embargo, lo que distingue a Spiegel de estos autores es su compromiso explícito con la inclusión y la democratización del acceso a la tecnología musical, una preocupación que resuena con las ideas feministas y pedagógicas sobre la subversión de las jerarquías de poder. En su libro Pink Noises: Women on Electronic Music and Sound, Tara Rodgers analiza cómo las mujeres en la música electrónica han enfrentado históricamente barreras significativas, desde la exclusión institucional hasta la invisibilización de sus contribuciones. Spiegel, al hablar abiertamente sobre las dificultades que enfrentó como mujer en un campo dominado por hombres, encarna una respuesta práctica a estas dinámicas de exclusión. Su decisión de crear herramientas accesibles no solo facilitó la creación musical para músicos de diversos niveles de experiencia, sino que también desafió las estructuras de poder que perpetuaban la exclusión de las mujeres en la música y la tecnología. En este sentido, Spiegel amplía el marco conceptual de la música electrónica, integrando preocupaciones sociales y políticas que a menudo han sido ignoradas por sus predecesores. No puede dejarse de lado que también tiene un conjunto de obras para piano, guitarra, instrumentos diversos y pequeña orquesta, además de su interés plástico por el dibujo, la fotografía, creación de videos, que junto a sus reflexiones escritas y sus softwares de computación la convierten en una creadora transdisciplinar.

El impacto de Laurie Spiegel sobrepasa el ámbito de la esfera música. Su obra y su filosofía han demostrado que la tecnología puede ser utilizada como una herramienta de empoderamiento, en lugar de un medio de alienación o aislamiento. Mientras que Adorno, Boulez y Schaeffer abordaron la música desde perspectivas filosóficas y técnicas, Spiegel añade una dimensión ética y política, al utilizar la tecnología para cuestionar las jerarquías tradicionales y promover una mayor participación en la creación musical. Su trabajo no solo enriqueció el campo de la música electrónica, sino que también dejó un legado que continúa inspirando a futuras generaciones de músicos, tecnólogas y pensadores.

 




Pauline Oliveros: Escucha profunda y resistencia

“…la música debe ser para todo el mundo en cualquier lugar”

P.O.

La compositora y acordeonista estadounidense Pauline Oliveros (1932-2016) es una figura relevante en la música contemporánea y electrónica, cuya obra marcó un punto de inflexión en la forma de entender el sonido, la percepción y la relación entre el individuo y su entorno. Su concepto de "escucha profunda" (Deep Listening)[4] no solo redefinió las prácticas musicales, sino que también ofreció una perspectiva filosófica y política que cuestionaba las estructuras jerárquicas de la música occidental y proponía una conexión más consciente y empática con el mundo. Oliveros, quien a los dieciséis años había decidido ser compositora, describió la escucha profunda como "la escucha a toda la gama de sonidos posibles, sin juzgar, y con la intención de conectar profundamente con el momento presente". Esta práctica, que va más allá de la música, se convirtió en un acto de resistencia frente a los valores patriarcales que privilegian la acción, la producción y el control, proponiendo en su lugar la introspección, la receptividad y la conexión. Ha tenido la formación e influencia de los compositores Robert Erickson, Terry Riley, Stuart Dempster y Lorem Rush.

La obra de Oliveros puede analizarse en diálogo con las tesis de autores como Theodor W. Adorno, Pierre Boulez y Pierre Schaeffer, cuyas reflexiones sobre la música y la tecnología han sido fundamentales en la música contemporánea. Aunque Oliveros no se alinea directamente con las ideas de estos teóricos, su trabajo entra en conversación con ellas, ya sea complementándolas o desafiándolas desde una perspectiva feminista y ecológica.

Oliveros, integrante del grupo experimental San Francisco Tape Music, su obra no se fija sólo en las estructuras formales de la música, sino en la experiencia del oyente y en la relación entre el sonido y el entorno. La escucha profunda, como práctica, por ejemplo, supera las preocupaciones de Adorno sobre la mercantilización de la música, proponiendo en cambio una forma de participación y consciente que desafía las dinámicas de alienación desde el acto mismo de escuchar. Mientras que autores como el filósofo de la escuela de Frankfort Theodor Adorno enfatizaba la importancia de la música como un medio de resistencia intelectual, Oliveros amplía esta idea al incorporar la dimensión sensorial y comunitaria, haciendo de la escucha un acto político y transformador.

Por otro lado, Pierre Boulez, en su ensayo Puntos de referencia, defendió la innovación técnica y el control absoluto del compositor sobre la obra musical. Aunque Oliveros también exploró las posibilidades de la tecnología, su enfoque difiere radicalmente del de Boulez. A menudo improvisaba con el Sistema Extendido de Instrumentos, que era un sistema de procesamiento digital de audio que ella misma diseñó, para sus interpretaciones y grabaciones. Así, en lugar de utilizar la tecnología para reforzar el dominio del compositor, Oliveros la empleó como una herramienta para facilitar la improvisación, la colaboración y la experimentación colectiva. Obras como Bye Bye Butterfly (1965), en las que Oliveros utiliza sintetizadores y procesadores de sonido para reinterpretar fragmentos de la ópera Madame Butterfly de Puccini, ejemplifican su enfoque crítico y experimental. En esta pieza, Oliveros transforma una narrativa tradicionalmente asociada con la opresión femenina en una obra cargada de simbolismo y crítica cultural, desafiando tanto las convenciones de la música clásica como las estructuras de poder que subyacen en ella. Este uso subversivo de la tecnología contrasta con la visión de Boulez, que veía en la técnica un medio para alcanzar un control riguroso y estructural.

El trabajo de Oliveros también puede relacionarse con las ideas de Pierre Schaeffer, quien en su Tratado de los objetos musicales propuso el concepto de "escucha reducida", un enfoque que busca desvincular el sonido de sus asociaciones contextuales para percibirlo en su pureza material. Aunque Oliveros comparte con Schaeffer el interés por la escucha como práctica central, su enfoque es más inclusivo y experiencial. Mientras que la escucha reducida de Schaeffer se centra en el análisis del sonido como objeto, la escucha profunda de Oliveros enfatiza la conexión emocional, espiritual y comunitaria que surge de la interacción con el sonido. En este sentido, Oliveros amplía el marco teórico de Schaeffer, integrando elementos de meditación, empatía y conciencia ambiental que trascienden la dimensión puramente acústica. Es lo que encontramos cuando describe la necesidad de una nueva teoría musical en su texto Introducciones a sus meditaciones sónicas (Sonic meditación), donde plantea la formación de una consciencia sónica. Ello se basa en concentrar la atención en el sonido ambiental y musical, manteniendo un estado de escucha atenta, constituyendo una síntesis de la psicología de la consciencia, el entrenamiento de las artes marciales (ella era cinta negra en karate) y el pensamiento feminista. Esto genera, según sus planteamientos, formas de procesar información, de una atención focal, representada por el punto y círculo, constituyendo sus particulares mándalas empleados en sus composiciones. Con ello erigía intrincadas masas sonoras tejidas en torno a un centro tonal fuerte, a partir de ello se obtiene timbres, flexibilidad, ataques, duración e intensidad y, en ciertos momentos, tono, expandiéndose en espacios y tiempos no convencionales para su interpretación.

Además de su contribución a la música y la tecnología, Oliveros fue una defensora activa de la igualdad de género y la inclusión en la música. Fundó el programa de música electrónica en la Universidad de California, San Diego, y trabajó para crear espacios en los que las mujeres pudieran explorar la tecnología y la composición sin las barreras impuestas por un campo históricamente dominado por hombres. Su obra y su activismo resonaron profundamente con los movimientos feministas y ambientalistas, que encontraron en la escucha profunda una herramienta para la introspección, la empatía y la conexión con el mundo natural. En su libro Deep Listening: A Composer's Sound Practice, Oliveros explora cómo esta práctica puede transformar no solo la relación del individuo con el sonido, sino también con la comunidad y el medio ambiente, ofreciendo una visión holística que desafía las dicotomías tradicionales entre naturaleza y tecnología, individuo y colectivo.

En este sentido, la obra de Oliveros trasciende las preocupaciones estéticas y técnicas que dominaron gran parte del pensamiento musical del siglo XX. Mientras que figuras como Adorno, Boulez y Schaeffer se centraron en cuestiones de forma, técnica y percepción, Oliveros amplió el alcance de la música para incluir dimensiones éticas, políticas y espirituales. Su enfoque inclusivo y su compromiso con la igualdad de género y la sostenibilidad ambiental la convierten en una figura única en la historia de la música, cuyo legado sigue inspirando a músicos, pensadores y activistas de todo el mundo.




Suzanne Ciani: Innovación y comercialización del arte electrónico

La pianista y compositora estadounidense Suzanne Ciani (1946-), conocida como la diva del sintetizador, es una figura única en la música electrónica cuya obra se sitúa en la intersección entre arte, tecnología, publicidad y mercado. Su dominio del sintetizador Buchla[5] y su capacidad para combinar sensibilidad artística con innovación técnica redefinieron las posibilidades de la música electrónica, tanto en el ámbito experimental como en el comercial publicitario. A través de su trabajo, Ciani no solo amplió los límites de lo que se consideraba música, sino que se sumó al desafió contra las barreras de género en un campo históricamente dominado por hombres. El conjunto de creaciones, que incluye composiciones como Seven Waves (1982) y su contribución al diseño de sonido en anuncios (Coca-Cola, American Express, General Electric) y videojuegos (Atari, Xenon), es un testimonio de su versatilidad y de su capacidad para integrar lo artístico y lo comercial sin comprometer su visión creativa.

El trabajo de Ciani puede analizarse en relación con las propuestas musicales y teóricas de figuras como Theodor W. Adorno, Pierre Boulez, Pierre Schaeffer, John Cage y Marshall McLuhan, cuyas ideas ofrecen un marco enriquecedor para comprender la profundidad y las implicaciones de su obra. Aunque Ciani no se alinea directamente con sus planteamientos, su trabajo puede dialogar ellos, ya sea complementándolos, reinterpretándolos o desafiándolos desde una perspectiva que integra la tecnología, el feminismo y la accesibilidad.

Si encontramos a muchos teóricos y compositores de la música que defienden ciertas posturas de la música búsqueda de una auténtica composición que debe resistir a la estandarización y la mercantilización impuestas por la industria cultural, su caso puede pensarse desde otras perspectivas. Sabemos que Ciani incursionó en el ámbito del negocio comercial de la música, pero su enfoque no puede reducirse a una simple adaptación complaciente a las demandas del mercado como un banal producto de consumo. En piezas como las de Seven Waves, Ciani emplea el sintetizador Buchla para crear paisajes sonoros que evocan la naturaleza y la introspección, desafiando las convenciones de la música popular y explorando texturas y patrones que invitan a una escucha activa y contemplativa. Aunque un pensador como Adorno podría haber cuestionado el valor artístico de su trabajo comercial, la obra de Ciani demuestra que es posible moverse entre el arte y el mercado de la música sin perder la integridad creativa, planteando una alternativa a la dicotomía adorneana entre música autónoma y música de consumo.

Por otro lado, Pierre Boulez, con su énfasis en el control técnico y la innovación estructural, podría encontrar afinidades con el enfoque de Ciani hacia la tecnología. El sintetizador Buchla, con su complejidad técnica y su capacidad para generar sonidos únicos, requería un nivel de dominio comparable al que Boulez exigía en sus composiciones seriales. Sin embargo, mientras Boulez defendía un control riguroso por parte del compositor imponiéndolo a la interpretación de su obra, Ciani adoptó un enfoque más intuitivo y orgánico, utilizando el Buchla como una extensión de su sensibilidad artística. En este sentido, su trabajo no asume el cerrado rigor estructural de Boulez y se acerca más a una exploración individual abierta y fluida de las posibilidades sonoras, transgrediendo la noción de control absoluto y abriendo espacio para la improvisación y la espontaneidad.

El vínculo con Pierre Schaeffer es también evidente, especialmente en el interés compartido por la manipulación del sonido como materia prima. Schaeffer, con su concepto de "objeto sonoro" y su enfoque en la escucha reducida, buscaba desvincular el sonido de sus asociaciones contextuales para percibirlo en su pureza material. Ciani, aunque no trabaja explícitamente dentro del marco teórico de Schaeffer, comparte su fascinación por el sonido como fenómeno autónomo. En su trabajo con el Buchla, Ciani transforma los sonidos electrónicos en paisajes sonoros que evocan emociones y experiencias sensoriales, trascendiendo las categorías tradicionales de la música. Sin embargo, a diferencia de Schaeffer, Ciani no busca una abstracción total del sonido, sino que lo utiliza para conectar con el oyente a un nivel emocional y narrativo, como se aprecia en la evocación del agua en Seven Waves.

Comparar la postura de Ciani con la del compositor John Cage nos lleva a un terreno de discusión particularmente interesante, dado que ambos compartían un interés por expandir los límites de lo que se considera música. Cage, con su visión particular en hacer énfasis en el azar y la apertura a los sonidos del entorno, desafió las nociones tradicionales de composición y autoría. Aunque Ciani no utiliza el azar de la misma manera que Cage, su enfoque hacia el Buchla refleja una disposición similar a improvisar y a explorar lo inusual e inesperado y a permitir que la tecnología y el sonido tengan una acción propia dentro del proceso creativo. Además, el trabajo de Ciani en su peculiar y original capacidad para el diseño de sonidos para anuncios publicitarios y videojuegos puede relacionarse como una extensión de la idea de Cage que afirma que cualquier sonido puede ser música, al integrar sonidos electrónicos en contextos cotidianos y publicitarios sin perder su dimensión artística.

Finalmente, el pensamiento del canadiense Marshall McLuhan, con su análisis de los medios como extensiones del ser humano, ofrece una perspectiva valiosa para entender el trabajo de Ciani. McLuhan argumentó que los medios tecnológicos transforman nuestra percepción y nuestra relación con el mundo, y el sintetizador Buchla, en manos de Ciani, se convierte en una extensión de su creatividad y sensibilidad de su mente musical. Al utilizar este instrumento para crear paisajes sonoros que combinan lo humano y lo tecnológico, Ciani ejemplifica la idea de McLuhan de que los medios no son meras herramientas, sino agentes activos que moldean, alargan y afectan nuestra experiencia de la percepción auditiva y táctil corporal. Además, su capacidad para moverse entre el ámbito experimental y el comercial refleja la visión de McLuhan sobre la convergencia inseparable y actual entre arte y tecnología en la era de los medios electrónicos y las capacidades de la constelación digital de los mundos virtuales sonoros e imaginarios.

En el legado de Suzanne Ciani podemos notar que las categorías tradicionales de la música y el diseño de sonido pueden ir dadas de la mano. Su capacidad para integrar arte y tecnología, sensibilidad artística e innovación técnica, y su compromiso con la igualdad de oportunidades en el mercado de la música, la convierten en una figura significativa para la evolución de la música electrónica. Al reflexionar entre todas las aristas por donde transita esta creadora se pone en evidencia de la riqueza y la complejidad de su contribución, que sigue inspirando a nuevas generaciones de artistas y pensadores.

 



Apreciaciones finales de estas pioneras de la música electrónica

Sisters with Transistors no es solo un homenaje a las pioneras de la música electrónica, sino también un acto de justicia histórica y un manifiesto feminista. Las compositoras destacadas en el documental no solo transformaron el sonido, sino que también desafiaron las normas de género y las estructuras patriarcales que limitaban su acceso al reconocimiento y a los recursos. Sus vidas y obras nos recuerdan que la innovación no es neutral, sino que está profundamente influenciada por las dinámicas de poder y género.

Clara Rockmore, Daphne Oram, Delia Derbyshire, Pauline Oliveros, Suzanne Ciani y sus contemporáneas no solo abrieron caminos en la música y la tecnología, sino que también cuestionaron las jerarquías tradicionales del arte y la ciencia informática. Su legado nos invita a reflexionar sobre la importancia de visibilizar las contribuciones de las mujeres en todos los campos y a reconocer que la creatividad y la innovación son más ricas cuando incluyen una diversidad de voces y perspectivas.

A través de su trabajo, desafiaron las narrativas dominantes que excluían a las mujeres y demostraron que la tecnología no es un ámbito exclusivo de los hombres. Además, sus obras nos invitan a repensar nuestra relación con el sonido, la tecnología y el entorno, promoviendo una visión más inclusiva y equitativa de la música y la creatividad.

Las conclusiones derivadas de este análisis sobre la obra y la postura de estas pioneras de la música electrónica, basado en el documental Sisters with Transistors y otros textos, junto a las trayectorias de figuras como Clara Rockmore, Daphne Oram, Delia Derbyshire, Eliane Radigue, Laurie Spiegel, Pauline Oliveros y Suzanne Ciani, revelan un panorama profundamente transformador que supera lo musical para convertirse en un acto de resistencia cultural, social y política. Estas mujeres no solo revolucionaron el ámbito de la música electrónica a través de sus innovaciones técnicas y artísticas, sino que también desafiaron las estructuras patriarcales y las normas de género que históricamente han limitado la participación femenina en la tecnología y el arte.

En primer lugar, estas compositoras demostraron que la tecnología puede ser una extensión de la sensibilidad artística y un medio para la emancipación creativa. Desde Clara Rockmore, quien elevó el theremín a un nivel de virtuosismo técnico y expresividad artística, hasta Laurie Spiegel, cuya creación del software Music Mouse democratizó el acceso a la composición algorítmica, estas mujeres utilizaron las herramientas tecnológicas no solo para innovar, sino también para subvertir las jerarquías tradicionales en la música. Su trabajo refleja una visión inclusiva y humanista de la tecnología, que contrasta con los enfoques más elitistas y absorbentes de figuras de la composición contemporánea. En lugar de reforzar las estructuras de poder, estas compositoras utilizaron la tecnología para abrir espacios de experimentación y participación, cuestionando las dinámicas de exclusión que han caracterizado históricamente al ámbito musical.

En segundo lugar, la obra de estas pioneras se inscribe en un diálogo crítico con las ideas de teóricos como Theodor W. Adorno, Pierre Schaeffer y John Cage. Mientras que Adorno veía en la música atonal y serial una forma de resistencia frente a la estandarización de la industria cultural, compositoras como Pauline Oliveros y Suzanne Ciani ampliaron esta noción al explorar la dimensión comunitaria, emocional y espiritual del sonido. Oliveros, con su concepto de "escucha profunda", transformó la experiencia musical en un acto de conexión ética y política, mientras que Ciani utilizó el sintetizador Buchla para crear paisajes sonoros que combinan lo experimental y lo accesible, desafiando la dicotomía entre música autónoma y música de consumo. Por otro lado, las propuestas de Schaeffer sobre la "escucha reducida" y la manipulación del "objeto sonoro" encuentran ecos en la obra de compositoras como Daphne Oram y Delia Derbyshire, quienes exploraron las posibilidades del sonido como fenómeno autónomo, aunque desde enfoques más intuitivos y narrativos.

Otro aspecto central es el vínculo entre la música electrónica y el feminismo. Estas compositoras no solo enfrentaron barreras significativas en un campo dominado por hombres, sino que también utilizaron su arte para desafiar las normas de género y reivindicar el papel de las mujeres como creadoras e innovadoras. El trabajo de Eliane Radigue, por ejemplo, combina minimalismo, espiritualidad y resistencia frente a las estructuras patriarcales, mientras que Laurie Spiegel abordó explícitamente la exclusión de las mujeres en la música y la tecnología, creando herramientas que facilitaran su participación. Este compromiso con la igualdad de género no solo transformó la práctica musical, sino que también contribuyó a un cambio cultural más amplio, desafiando las jerarquías de poder que moldean tanto la música como la sociedad.

Finalmente, el legado de estas mujeres trasciende las categorías tradicionales de la música para convertirse en un manifiesto de resistencia y transformación. Su capacidad para integrar arte, tecnología y compromiso social las posiciona como figuras clave no solo en la historia de la música electrónica, sino también en las luchas por la igualdad y la justicia en el ámbito artístico. Al relacionar sus obras con las ideas de Adorno, Boulez, Schaeffer, Cage y McLuhan, se pone de manifiesto la riqueza y la complejidad de sus contribuciones, que siguen siendo una fuente de inspiración para nuevas generaciones de artistas, tecnólogas y pensadores. En un mundo cada vez más mediado por la tecnología, su trabajo nos invita a repensar nuestra relación con el sonido, la creatividad y el entorno, y a imaginar nuevas formas de conexión, inclusión y resistencia a través del arte.

 

 

 

Bibliografía

Adorno, Theodor W. Filosofía de la nueva música. Traducción de Jorge Navarro Pérez. Madrid: Akal, 2004.

Boulez, Pierre. Puntos de referencia. Barcelona: Ed. Gedisa, 2008.

Briscoe, Desmond, y Roy Curtis-Bramwell. The BBC Radiophonic Workshop: The First 25 Years. Londres: BBC Books, 1983.

Cage, John. Silence: Lectures and Writings. Middletown: Wesleyan University Press, 1961.

Chadabe, Joel. Electric Sound: The Past and Promise of Electronic Music. Upper Saddle River: Prentice Hall, 1997.

Ciani, Suzanne. Seven Waves. Liner notes del álbum. New York: Finnadar Records, 1982.

Eckhardt, Julia. Eliane Radigue: Intermediary Spaces/Espaces Intermédiaires. Berlín: Errant Bodies Press, 2019.

Glinsky, Albert. Theremin: Ether Music and Espionage. Urbana: University of Illinois Press, 2000.

Griffiths, Paul. La música moderna: Una historia concisa desde Debussy hasta Boulez. Traducción de Luis Gago. Madrid: Alianza Editorial, 2012.

Holmes, Thom. Electronic and Experimental Music: Technology, Music, and Culture. Nueva York: Routledge, 2012.

Holmes, Thom. Música electrónica y experimental: Tecnología, música y cultura. Traducción de José Manuel Berenguer. Barcelona: Ediciones Robinbook, 2004.

Manning, Peter. Música electrónica: Historia y estética. Traducción de Jordi Roquer. Barcelona: Idea Books, 2001.

McLuhan, Marshall. Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del hombre. Barcelona: Ediciones Siglo XXI, 1996.

Messiaen, Olivier. Técnica de mi lenguaje musical. Traducción de Francisco Ramos de Castro. Madrid: Idea Música, 1996.

Nattiez, Jean-Jacques. Pierre Boulez: Una introducción a su música. Traducción de Antonio Fernández-Cid. Madrid: Idea Música, 1997.

Oliveros, Pauline. Deep Listening: una práctica para la composición sonora. Argentina: Dobra Robota Ed., 2021.

Piekut, Benjamin. Experimentalism Otherwise: The New York Avant-Garde and Its Limits. Berkeley: University of California Press, 2011.

Rodgers, Tara. Pink Noises: Women on Electronic Music and Sound. Durham: Duke University Press, 2010.

Schaeffer, Pierre. Tratado de los objetos musicales: Ensayo interdisciplinario. Traducción de Agustín López Sala. Madrid: Alianza Editorial, 2018.

 

Discografía y conferencias sobre las compositoras del filme

Clara Rockmore

Mix de Clara Rockmore: https://www.youtube.com/watch?v=ghWdgcYIcSk&list=RDEMH_WjTCfZ2l8VrQS7qK5m6w&start_radio=1

Daphne Oram

Mix de Daphne Oram:

https://www.youtube.com/watch?v=szMsZfxiGTk&list=PL-RzUsgEgwvex0Vi9rWXvBZroONxj3gEV

Delia Derbyshire

Mix: Delia Derbyshire:

https://www.youtube.com/watch?v=jpdiMcEeTJA&list=RDEMf_lsMGI89lPy_objff1uUA&start_radio=1

Eliane Radigue

Álbum Eliane Radigue: Islas Resonantes:

https://www.youtube.com/watch?v=1RrsiGmLp_E

Concierto Occam Ocean de Eliane Ragigue interpretada por el grupo ONCEIM@MoersFestival, 2021:

https://www.youtube.com/watch?v=22x-iq0Y-ls

Discografía de Eliane Radigue:

https://www.youtube.com/watch?v=nzcQ0BqmvrQ&list=PLzmYecEnfrsiAE8XSK33skvi4DWqW0zKK

Laurie Spiegel

Música Indiscreta/ Laurie Spiegel:

https://www.youtube.com/watch?v=AtLKO-_-3h4

Álbum de Laurie Spiegel: Unseen Worlds

https://www.youtube.com/watch?v=9t0yyAWkkwE&list=RD9t0yyAWkkwE&start_radio=1

Álbum: Laurie Spiegel: Music or Dance I & II:

https://www.youtube.com/watch?v=fKX21xp6hhA

Pauline Oliveros

Una conferencia Sonora, 2021:

https://www.youtube.com/watch?v=cT_qG7jdR9M

TED: The difference between hearing and listening (La diferencia entre oír y escuchar).

https://www.youtube.com/watch?v=_QHfOuRrJB8

Pauline Olivertos, Stuart Dempster, Panaiotis: Deep Listening, 1989. Álbum completo:

https://www.youtube.com/watch?v=U__lpPDTUS4

Pauline Oliveros: A Love Song, 2013:

https://www.youtube.com/watch?v=fZLJ7PKmpE0

Suzanne Ciani

Álbum: Seven Waves. Buchla Concerts 1975

https://suzanneciani.bandcamp.com/album/seven-waves

 



[1] El Intonarumori fue un instrumento creado por Luigi Russolo, uno de los principales exponentes del futurismo italiano. Este dispositivo, desarrollado a principios del siglo XX, consistía en una serie de cajas acústicas con mecanismos internos que generaban diferentes tipos de ruidos, como zumbidos, rugidos, silbidos y chirridos. Fue la respuesta con la que contribuyo Russolo en torno a lo propuesto en su manifiesto futurista "El arte de los ruidos", donde se declara la importancia de incorporar los sonidos de la vida moderna y las máquinas a la música, cuestionando abiertamente las tradiciones musicales de la época.

[2] Léon Theremin, cuyo nombre real era Lev Serguéievich Termen, nació el 27 de agosto de 1896 en San Petersburgo, Rusia, y falleció el 3 de noviembre de 1993 en Moscú, Rusia. Fue un físico, inventor y músico reconocido principalmente por la creación del theremín, uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos y el único que se toca sin contacto físico. Inventado en 1920, el theremín produce un sonido etéreo y característico, y su interpretación se basa en el movimiento de las manos del intérprete cerca de dos antenas: una controla la altura del tono (frecuencia) y la otra, el volumen. El theremín tuvo un impacto significativo en la música experimental y en la música de cine, especialmente en bandas sonoras de películas de ciencia ficción y terror. Además de su contribución musical, Léon Theremin también trabajó en otros inventos tecnológicos, incluidos dispositivos de espionaje, ya que colaboró con el gobierno soviético durante su carrera. Tomado en Wikipedia, visitado: 19 de febrero de 2025, https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A9on_Theremin).

 

[3] Pierre Boulez sería en la década de los años 50 del siglo XX uno de los defensores de la música electrónica, comenzando a experimentar con los sonidos de la música concreta grados para obtener nuevas texturas y timbres. Uno de los pioneros que apoyaba la integración de la tecnología sonora con la música formal. En los años de 1970 se concentró en fundar el Instituto de integración y Coordinación Acústico/musical (IRCAM) en Paris. Centro de la vanguardia en investigación para la música electrónica y contemporánea. Estrenando una gran cantidad de obras de música electrónica de compositores y tecnólogos que ayudaron avanzar la creación musical contemporánea. Ver: Alejandro Viscarret: Pierre Boulez del serialismo integral al IRCAM. En: https://www.academia.edu/36977013/Pierre_Boulez_del_serialismo_integral_al_IRCAM_y_m%C3%A1s_all%C3%A1_un_pilar_de_la_nueva_m%C3%BAsica_de_la_segunda_mitad_del_siglo_XX?auto=download. Visitadoel18 de febrero 2025.

 

[4] El término Escucha Profunda de Oliveros surgió luego de bajar a 4.20 mts. del suelo para realizar una grabación, en 1988.  Y de esta forma pasó a ser utilizada esa expresión para su estética que estaba conformada por los principios de la improvisación, la música electrónica, el ritual, la enseñanza y la meditación. Ello vino a convertirse también en un programa formativo de la audición por la Fundación Pauline Oliveros, fundada en (1985). Ver:  «Center for Deep Listening at Rensselaer Opening Celebration March 11 at EMPAC - School of Humanities, Arts and Social Sciences - Rensselaer Polytechnic Institute (RPI)». Archivado desde el original el 27 de noviembre de 2016. Consultado el 30 de noviembre de 2016.

 

[5] Un sintetizador que debe su nombre por el constructor y creador de música electrónica con estos instrumentos, Don Buchla, de quien fue trabajadora para él soldando partes de los sintetizadores, dio pie para que se dedicada por diez años estudiar las posibilidades de ese instrumento. Al cual introdujo sus propias piezas adquiriendo el nombre de Buchla. Un instrumento que vendría a tener la capacidad de generar sonidos que ningún otro instrumento musical puede realizar.