domingo, 1 de marzo de 2015

El Ávila en la mirada de todos
o todas las miradas habitan en el Ávila

Claudia Furiati

 



El Ávila en la mirada de todos es el sugestivo título con el cual María Elena Ramos invita a los lectores a “acercarse” integralmente mediante percepciones propias y de muchos creadores, a esa maravilla natural y cultural que ha sido nuestro Guaraira Repano en la memoria colectiva de moradores y visitantes del Valle de Caracas.
Se trata de un proyecto editorial ambicioso en su curaduría e indagación, en el cual la comunicadora visual venezolana invirtió años, contando con el respaldo de Playco Editores, para generar un libro de alta factura literaria y gráfica en que confluyen obras de 143 artistas con la visión de escritores, poetas, músicos e investigadores sociales que han tenido en El Ávila motivo de inspiración o de investigación.
Con el propósito de multiplicar las miradas sobre la “Guardiana de Caracas”, Ramos invitó a otros estudiosos a responder desde sus distintas disciplinas a la inquietud: “qué  significa El Ávila para nosotros los urbanitas que vivimos en su valle y para los que habrán de venir después”. Así a su reflexión filosófica y artística se suma la visión literaria de José Balza, la visión urbana de Marcos Negrón, la visión geohistórica de Pedro Cunill Grau y la visión ecologista de Ricardo Gondelles. 


“Guardián” observado
José Balza, quien ha procurado contagiar a sus escritos con la energía primigenia de los parajes naturales venezolanos, formula en el prólogo una promesa al lector: “vivir más” tras la revisión de El Ávila en la mirada de todos. Lo describe como una “experiencia deslumbrante” al posibilitar “la comprensión histórica y humana de la montaña”. Por su parte, el arquitecto Marcos Negrón evalúa la progresiva “civilización” de este volumen tectónico; mientras el geógrafo e historiador Pedro Cunill Grau afirma que se trata de un “geosímbolo cultural” asociado a valores como perdurabilidad, majestuosidad y generosidad. Y finalmente, el periodista Ricardo Gondelles ofrece la crónica fragmentada del excursionista que se adentra en el templo natural.
El texto central del libro El Ávila en la mirada de todos transita por creaciones de los artistas plásticos desde el siglo XVIII hasta nuestro tiempo: imágenes de una montaña que cambia según la visión de las épocas, los estilos, las transformaciones de la luz en los distintos momentos del día, los afectos naturalistas o las abstracciones más conceptuales.  El libro estimula un doble acercamiento a El Ávila: como al lugar natural que los caraqueños visitan en su búsqueda de paz y como al imaginario urbano que ha ido construyéndose conmovedoramente a través de las artes.
El Ávila en la mirada de todos incluye en sus capítulos el crisol de visiones de pintores, escultores, grabadores, fotógrafos y diseñadores de distintas generaciones, de habitantes y peregrinos del valle metropolitano y el litoral central. Imposible mencionarlos a todos en esta nota, sin embargo merecen ser nombrados sus primeros evocadores anónimos de la Escuela de los Landaeta (S.XVII); también los “artistas viajeros” como Federico Lessman y Camille Pisarro (S. XIX); así como los miembros del Círculo de Bellas Artes y la Escuela de Caracas, de artistas como Manuel Cabré y Armando Reverón (S.XX). También se analizan las propuestas de los llamados pintores-grabadores como Pedro Ángel González, Alirio Palacios y Luisa Palacios, sumados los talentos que esta última estimuló desde el Centro de Enseñanza Gráfica (Años 60 en adelante). Otras piezas destacables son las de Jacobo Borges, Andrián Pujol, Eugenio Espinoza, Alejandro Otero, así como las de los artistas populares Bárbaro Rivas y Víctor Millán.




La roca grabada
Y si de artes gráficas se trata, esta obra es en sí misma, en sus 230 páginas, una pieza elocuente de innovadora narrativa visual. Su diseño estuvo a cargo del maestro Dieter Grossberg, responsable de muchas de las publicaciones premiadas de Playco Editores. Es vitrina para resaltar las técnicas híbridas más contemporáneas (técnicas en formatos digitales) de artistas como Susy Igliki, Luis Romero, Pancho Quilici, Anita Pantin, Ricardo Benaim.
Similar trato dio Grossberg a la disposición de fotografías que capturan inusuales tramos o paisajes completos de El Ávila. Entre ellas trabajos de Alfredo Boulton, Luis Felipe Toro, Carlos Herrera, Antolín Sánchez, Ricardo Jiménez, Lisbeth Salas. Y de forma muy especial tuvo esmero en mostrar las imágenes de dos asiduos visitantes del sistema montañoso: el fotógrafo Román Rangel (+) y el científico Fabián Michelangeli.
Pero El Ávila en la mirada de todos no sólo se detiene en revisar los destellos luminosos de la mole vegetal. Sus “sombras” también son objeto de expectación, de acuerdo con María Elena Ramos; su inquietante presencia, a ratos sublime, o amenazante. Sus deslaves, sus movimientos tectónicos, sus incendios, su erosión han estado presentes en distintas interpretaciones desde las artes plásticas.

Estamos ante una publicación que contó con la participación de un equipo multidisciplinario de profesionales, liderados por María Elena Ramos y respaldados por Playco Editores. Están presentes también obras de las colecciones de las principales instituciones museísticas del país, así como de coleccionistas privados. Cabe mencionar el Museo de Bellas Artes, la Galería de Arte Nacional, los museos de Arte Contemporáneo, el Alejandro Otero, el Arturo Michelena y el Popular de Petare.

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