Subjetividad: un principio esencial
para la ecosofía
Lilian
Gonzalez
« Todo
como el escritor que compone un drama a partir de un puñado de personajes, nos constituimos
sin cesar, a partir de elementos del yo dividido, de nuevas configuraciones en
el seno de las cuales se desarrollan nuevos juegos y nuevas tensionas, de situaciones eternamente
inéditas. Mire!”[1].
RESUMEN
Frente a una inmensa maquinaria que es capaz, no
solamente de controlar, sino también de generar ideas, pensamientos, deseos, afectos
y aspiraciones, dando lugar a una cultura totalitaria, uniforme y
uniformizante, repetitiva y opuesta a toda diversidad y diferencia; la producción de subjetividad (social e
individual), constituye según el filósofo Félix Guattari, una vía esencial hacia
la creación de otras posibilidades y maneras de vivir.
La subjetividad comprendida desde una perspectiva
diferente a aquella del capitalismo, es una subjetividad que llama a la
solidaridad, al reencuentro con el otro, del extranjero. Podríamos hablar de
una subjetividad del reencuentro contrario a la idea de la « subjetividad
de la extrañeza », en términos de los psicoanalistas
Benasayag y Schmit.
La subjetividad así concebida podría definirse a
partir de un principio como la “transformática”.
SUMMARY
Up against a huge
machine/system/machinery, not only capable of
monitoring but also creating ideas, thoughts, desires, af f ects, aspirations, leading to a totalitarian,
standardized , and repetitive culture, opposed to any diversity or dif f erence,
the production of subjectivity
(social and individual) constitutes an essential path towards the creation of other possibilities and ways of lif e
(according to FG).
Dif f ering f rom
the capitalist def inition of subjectivity, subjectivity is that of solidarity, of
an encounter with the “other”, the stranger. We may def ine
it as “the subjectivity of the
encounter” as opposed to “the subjectivity of
strangeness” analyzed by psychoanalysts Benasayag and
Schmit.
The subjectivity thus understood
could be def ined f rom a principle such as tranf ormatics.
LA
SUBJETIVIDAD:
UN
PRINCIPIO ESENCIAL HACIA UNA ECOSOFIA
Siguiendo
esta idea del movimiento hacia otra posibilidad de vida, es necesario hacer
referencia a la declaración de Guattari a propósito de la necesidad de crear
una concepción más “transversalista” de la subjetividad. Con esta expresión
Guattari explica la importancia del rol de la subjetividad, en cuanto principio
esencial de toda revolución, de toda transformación, del hombre y del mundo.
Pero, ¿por qué es tan importante la subjetividad? ¿Existe una evolución, una
historia de la subjetividad?
Para
tratar de responder a esta pregunta nos hace falta ante todo, contextualizar el
problema en la época contemporánea. Así, estamos frente a un estado de cosas,
caracterizado justamente, por la ausencia de una clase social activa, capaz de
superarse a sí misma y de generar sus propios cambios, más allá de sus intereses,
de sus limitaciones, de sus miedos. En lugar de ello, estamos en presencia de una
clase social que no hace más que reforzar la maquinaria del orden establecido,
favoreciendo la “secreción” de instituciones rígidas y encerradas en ellas
mismas. El término “secretar” es muy interesante, él conlleva una acción del
tipo automática, sin ningún deseo, que actúa por inercia, como simple respuesta
a una estimulación. No hay entonces, construcción, creación, de verdadera
producción del deseo.
Esta
situación plantea el tema de la responsabilidad, del “asumir”[2], de la subjetividad social, como término
culminante de esta maquinaria productivista. Guattari se plantea así el
problema de la destrucción del ser humano y de la imposibilidad de la toma del
poder, por una clase social animada por valores auténticos. En lugar de eso,
estamos frente a un orden que marcha hacia su propia aniquilación y en el cual
las iniciativas de transformación, permanecen más bien en el dominio onírico. Tal
fenómeno nos habla de la existencia de una suerte de “enfermedad” social,
generalizada, no solamente del individuo, sino de la sociedad. Es por esta
razón que Guattari, habla de la correspondencia entre la “sintomatología” de
esta enfermedad social y los “modos
individuales de alienación mental”. Es la versión negativa de la
complejidad, entre lo macro y lo micro de la alienación mental, reflejando la
enfermedad general.
A
este propósito, la frase de Artaud “Porque no es el hombre, sino el
mundo el que se ha vuelto anormal”[3], resulta muy pertinente. En efecto, es en este mundo “anormal”,
“enfermo”, que la “subjetividad social”, constituye una categoría esencial,
digna de ser analizada atentamente. Al respecto, Guattari evoca una metáfora
que expresa muy claramente, el funcionamiento de la subjetividad social,
concebida, como una máquina: “La subjetividad de la sociedad
industrial ha podido, en una visión de ciencia-ficción, estar encarnada en una
enorme máquina
calculadora definiendo para cada tipo de necesidad una respuesta, no solamente
para los individuos vivos, sino igualmente para las generaciones a venir”[4]. Guattari, explica entonces, como la subjetividad, se ha convertido,
en una máquina favorecedora no solamente, del consumo, sino también, de la
determinación y de la satisfacción, de las necesidades de generaciones futuras.
Se trata de una máquina fundada sobre necesidades creadas,
alienantes, muy alejadas, de la producción que nace del deseo. Frente a esta
situación, Guattari, hace un llamado a la célebre frase cartesiana pero esta
vez, para modificarla, o mejor, actualizarla:
“Cierto, yo pienso, pero
con respecto a la existencia, más vale dirigirse directamente al sujeto
supremo, a esta máquina fundadora de mi deseo y productora de toda respuesta.
Nunca más yo sabría, cuando yo pienso ser, lo que puede ser la existencia, e
incluso mientras yo pretendo conocer que yo existo de hecho que yo digo pensar
existir, yo no tomo otra cosa que una cantinela proveniente de lejos y hablando
de mi a propósito de toda suerte de artilugio…Nunca más yo tendría la garantía
de existir verdaderamente, en ninguna otra parte que en la máquina universal”[5].
Próximo de cierta forma, de
Foucault a propósito de la visión cartesiana, Guattari, se cuestiona sobre la
certitud de nuestra propia existencia. La razón no es suficiente para sostener
tal existencia. Pero Guattari, a diferencia de Foucault, no permanece en el
análisis histórico y filosófico del problema. Él, un
hombre de la teoría, pero también de la acción, va más allá de ello. Guattari
busca una respuesta. Él juega (en el sentido de Gadamer), él delira en el
sentido creador del psicótico, él trata de hallar una explicación; y esta
explicación, él la encuentra en la existencia de una “máquina universal” que determina finalmente nuestra existencia. Su potencia, es tal, que
a veces esta máquina universal nos hace pensar que existimos verdaderamente.
Pero esta máquina, existe desde hace ya mucho tiempo. Ella se concretiza
justamente bajo la forma de un Estado y de una institución, devoradores,
destinados a la neutralización de toda iniciativa de ruptura, de vida, de
cambio. En su obra Poésie et vérité (Poesía y verdad). Recuerdo de mi vida, Goethe, nos ofrece una explicación a propósito de
este estado de cosas. Así él afirma:
“A menudo, en principio,
hay una forma de inteligencia bien oscura, modificada por la individualidad:
estas personas, que el accidente ha despertado, atribuyen una gran importancia
a lo que hay de empírico en su carrera, uno considera todo como una
determinación sobrenatural, con la convicción que Dios actúa directamente.
Por otra parte, hay en el hombre una cierta
inclinación a persistir en su estado, pero también a dejarse impulsar y
conducir, y una cierta indecisión a actuar por él mismo. Ella se acrecienta por
el fracaso de los planos más sabios, todo como por el éxito accidental de un
concurso de circunstancias imprevistas”[6].
Una inteligencia obscura, alguna cosa sobrenatural.
Con estos términos, Goethe, describe un sistema donde el individuo actúa en
medio de la incertidumbre. Una cierta impotencia que le impide moverse, decidir
parece apoderarse de él. De la misma forma, para Guattari, estamos en presencia
de un Estado, transformado en máquina
destructora de todo deseo y de todo imaginario. Un Estado, que, partiendo de lo
simbólico, neutraliza toda iniciativa de liberación, de ruptura en todas las
dimensiones de la vida. Por ello Guattari, se interesa por el problema de la
institucionalización y las relaciones de producción, en los países no solamente
capitalistas, pero también los “socialistas”
donde él percibe la presencia de una fuerte tendencia a la ceguera y a la
burocracia[7]. De allí que
Guattari, coloque el acento, sobre la importancia de la subjetividad social, la
cual es posible, gracias a la capacidad de los grupos, de las clases e incluso
de las instituciones, de articularse y de actuar en función del contexto
histórico, social, pero también, según las leyes naturales.
Frente a todo este conjunto de hechos, el momento ha
llegado, de preguntarnos, ¿qué es la
subjetividad? Antes de abordar la concepción según la visión de Guattari, presentamos
esta explicación de Fernando Luis González, proveniente de un estudio sobre las
características de la subjetividad, en cuanto objeto de estudio de la
psicología: “En
nuestra opinión, la subjetividad es un sistema complejo de significaciones y
sentidos subjetivos producidos en la vida cultural humana, y ella se define
ontológicamente como diferente de aquellos elementos sociales, biológicos,
ecológicos y de cualquier otro tipo, relacionados entre sí en el complejo
proceso de su desarrollo”[8]. Según esta
explicación, la subjetividad, constituye todo un sistema integrando un conjunto
de aspectos, pertenecientes a los diferentes ámbitos de la cultura y de la vida
en general. La subjetividad, constituye en este sentido, una ontología que se
caracteriza por su naturaleza versátil. En efecto, incluso si bien la
subjetividad es una ontología, ella está muy lejos de ser una estructura fija,
definitiva. Ella está en constante cambio.
Guattari, por su parte, considera que es imposible dar
significaciones “encerradas sobre ellas mismas”. En efecto, la subjetividad, no
puede ser definida que a partir de la consideración de lo que está más allá del
yo, del otro y del mundo. Esto explica la utilización de términos como la
subjetividad de grupo o la subjetividad mundial (término propuesto por François Fourquet). Si la transversalidad,
constituye el principio y el hilo conductor que atraviesa y conecta todos los
componentes y los niveles de la existencia, (individual y colectivo, micro y
macro, y los dominios político, social, económico, simbólico); la subjetividad,
es la fuerza, la energía subyacente, el pilar de todo este conjunto. Esta
subjetividad transversal, posee la capacidad de anular toda jerarquía, toda
estructura. Su finalidad está lejos de la consolidación de las estructuras, ya
que la subjetividad es esencialmente movimiento, cambio. Sin embargo, existe la
subjetividad capitalística, la cual, según Guattari, es contraria justamente, a
todo gesto de ruptura, de revolución y de transformación de entidades como el
Estado y la institución.
Según
Fourquet, la trascendencia de un principio, como la subjetividad, reside en el
hecho de que él prioriza el rol del inconsciente[9]. Es aquí que el pensamiento de Guattari asume
algunos rasgos paradigmáticos ya que él rompe, con toda una tradición
filosófica fundada en la consciencia. Incluso el freudismo, no reconoce de
manera tan radical la potencia de la energía inconsciente. Sin embargo,
Guattari, insiste sobre la relación del concepto de subjetividad de grupo y el
pensamiento freudiano. Así él afirma: “Por
nuestra parte, pensamos que el concepto de subjetividad de grupo se inscribe en
la prolongación de la teoría freudiana”[10]. Al mismo tiempo que Guattari confirma esta
relación, él reconoce algunas debilidades en el pensamiento freudiano,
espacialmente, en cuanto a la ausencia de referencia a la realidad social. La
idea de la naturaleza inconsciente del hombre, conlleva de una parte, la
superación de las determinaciones individuales; y de otra parte, la influencia
sobre el objeto, de las relaciones estructurales del contexto social,
específicamente, en cuanto a los modos de comunicación.
El tema de la relación entre lo individual y lo
social, expresa la existencia justamente, de una subjetividad social y de una
subjetividad individual. A propósito de esto, González, afirma que éstas
constituyen dos momentos claves en el proceso de la constitución de la propia
subjetividad. Recordemos la naturaleza compleja de la subjetividad donde lo
individual y lo social están articulados. González, explica también que estas
dos subjetividades (individual y social) están constantemente en desarrollo.
Esta situación pone en evidencia la idea de la subjetividad en cuanto sistema
fundado en el proceso, de naturaleza múltiple, contradictoria y siempre en vía
de desarrollarse. La subjetividad no permite construcciones universales ya que
ella no constituye una estructura establecida. Según González, cualidades como
la flexibilidad, la versatilidad y la complejidad hacen de la subjetividad un
ámbito que ofrece múltiples posibilidades al individuo de generar
constantemente procesos culturales, capaces de cambiar sus modos de vida. Lo
que es interesante, según González, es el hecho de que la generación de estos
nuevos procesos de subjetividad social e individual, son también, elementos
constitutivos de la cultura. Con relación a la articulación entre los procesos
de subjetivación y la cultura, González, considera que este hecho no implica
que la subjetividad sea determinada por la cultura. La cultura, según González,
es igualmente un fenómeno subjetivo que proviene de la creación, de la
producción, de los hombres más allá de su presente. No obstante, Guattari, nos
habla de una cultura de masas que determina los aspectos incluso los más
profundos, del individuo. Veamos este discurso de Guattari:
“Propiamente, la cultura de masas produce
individuos: individuos normalizados, articulados unos con otros según sistemas
jerárquicos, sistemas de valores, sistemas de sumisión; no se trata de sistemas
de sumisión visibles y explícitos, como en la etología animal, o como en las
sociedades arcaicas o precapitalistas, sino de sistemas de sumisión mucho más
disimulados. Y no diría que esos sistemas son «interiorizados» o
«internalizados», de acuerdo con la expresión que estuvo muy en boga en cierta
época, y que implica una idea de subjetividad como algo dispuesto para ser
llenado”[11].
Un aspecto central de esta problemática reside en el
tipo de cultura. Es evidente que Guattari habla de una cultura que como la capitalista/socialista,
es esencialmente alienante y manipuladora. Esto explica el fenómeno de la
existencia de un cierto orden que favorece la producción de individuos sujetos,
normalizados, adaptados según las reglas del Sistema; incluso si hay diferencias
con respecto a otros tipos de organización. Se trata entonces de un tipo de
alienación todavía más sutil que se infiltra bajo la forma de una semiótica
dominante y presente, en todos los ámbitos de la vida. A este propósito,
Guattari agrega: « Desde
mi punto de vista, esa gran fábrica, esa poderosa máquina capitalística produce
incluso aquello que sucede con nosotros cuando soñamos, cuando devaneamos,
cuando fantaseamos, cuando nos enamoramos, etc. En todo caso, pretende
garantizar una función hegemónica en todos esos campos »[12]. En efecto, para Guattari esta estructura que
él llama “máquina capitalística” posee una tal potencia que es capaz de
determinar los aspectos más íntimos de la existencia humana como el sueño, el
pensamiento, los sentimientos, los afectos. Esto explica el hecho de que la
mayoría de los seres humanos actualmente, perteneciente a todas las clases
sociales, en diferentes países, de diferentes culturas coinciden en el ideal de
vida: tener una casa (conforme al ideal del modelo de casa americana o
europea), un vehículo, un trabajo, incluso un tipo determinado de pareja y de
niño, en fin una especia de “sueño americano-europeo”. Estamos entonces, frente
a una inmensa maquinaria que es capaz, no solamente de controlar, sino también
de generar –y he aquí lo más peligroso- todo un conjunto de ideas, de pensamientos,
de deseos, de afectos, de aspiraciones que no hacen más que reforzar la
tendencia a la homogenización del hombre, del individuo, de la humanidad
destrozando de esta forma, toda iniciativa creadora, toda acción heterogénea.
Tal orden da lugar sin duda a una cultura totalitaria, uniforme y
uniformizante, repetitiva y opuesta a toda diversidad y diferencia.
Lo que
es interesante es el hecho de que frente a este peligro, frente a este
panorama, existe una posibilidad, incluso, varias posibilidades. Así, según
Guattari, es la creación de otros modos de subjetivación. He aquí la estrategia
para poder jugar un rol liberador, creador de cultura. La producción de
subjetividad (social e individual), constituye para Guattari, la vía hacia
otras posibilidades y maneras de vivir. Esta producción de subjetividad, debe
favorecer transformaciones, no solamente, a nivel de la producción sino también
a nivel del consumo. Guattari se plantea de esta forma el problema propiamente
dicho de la producción, la cual constituye para él, la clave de toda acción,
destinada a la verdadera transformación. Pero, ¿qué tipo de producción?
Evidentemente, la producción de una nueva subjetividad.
Estamos
así, en frente de una idea de la subjetividad en cuanto sistema destinado a la
creación, de subjetivaciones para lograr la concretización, de una
multiplicidad de posibilidades de vida. Así, según González, la subjetividad en
cuanto sistema abierto, completo, sin reglas y por principio complejo, favorece
de una parte, la mediación de experiencias humanas, por las metamorfosis de los
procesos de subjetivación; pero de otra parte, este sistema permite la
aparición de otro concepto al seno del psiquismo, contrario a las estructuras
fijas. Esta naturaleza compleja y flexible, del sistema subjetivo está ligada
también, a una especie de movimiento constante, a una “danza” dirigida a la
configuración y a la organización, de la subjetividad, al nivel individual,
pero también social.
En lo que respecta a la configuración de la
subjetividad individual, González, expresa que incluso si ésta está determinada
por lo social; no se trata de un “determinismo lineal exterior” que parte de
los social hacia lo subjetivo. González explica así que la configuración de
esta subjetividad constituye más bien un proceso complejo que integra de manera
simultánea las subjetividades social e individual. En este sentido, según González,
el individuo deviene un elemento
constituyente, inherente a la subjetividad social y es al seno de ésta que se
constituye como sujeto. Lo interesante en todo este conjunto de ideas, es la
condición del individuo en cuanto sujeto activo de su propia configuración, de
su propia subjetividad, de su propia historia. A este propósito, González
agrega:
“La
subjetividad individual se constituye en un individuo que actúa como sujeto
gracias a su condición subjetiva. El sujeto es histórico, en cuanto su
constitución subjetiva actual representa la síntesis subjetivada de su historia
personal ; y es social, porque su vida se desarrolla dentro de la sociedad, y
dentro de ella produce nuevos sentidos y significaciones que, al constituirse
subjetivamente, se convierten en constituyentes de nuevos momentos de su
desarrollo subjetivo. A su vez, sus acciones dentro de la vida social
constituyen uno de los elementos esenciales de las transformaciones de la
subjetividad social”[13].
Es esta naturaleza subjetiva la que permite al
individuo de actuar y de constituirse,
en cuanto sujeto histórico y social. Sujeto histórico, ya que él (individuo) es
el constructor, el productor de su historia personal y sujeto social, ya que él
vive en una sociedad donde él produce a la vez sentidos y significaciones que
participan en el desarrollo y en la construcción, de subjetividades, a nivel
individual, pero también, social. Toda esta situación se explica, ya que la subjetividad lejos de ser un
fenómeno de interiorización constituye más bien, según González, una dimensión
donde lo social, actúa como elemento subjetivo y no, como ámbito de la
objetividad. Después de todo, agrega González, un evento social se expresa a
través de significaciones y de afectos que implican los sujetos, ellos-mismos,
productores y protagonistas de lo social. Una vez más estamos en el tema de la
complejidad, la cual, según Guattari, constituye la cualidad que puede, definir
mejor la subjetividad, ya que ella aborda lo más pequeño (lo molecular), lo
individual, pasando por lo colectivo, lo social hasta lo cósmico.
Concerniente al sujeto de la subjetividad y la
historia de la tradición filosófica, Guattari habla de una vasta tradición que
reconoce el grupo y lo institucional, como factores determinantes de toda
enunciación. Sobre este sujeto, Guattari expresa: “Toda una tradición filosófica ha debido proceder a través de inmensos
cambios para, a partir de la res cogitans individual, faltar todo o
parte de la res
publica. Si es verdad que el individuo es el irreductible soporte de la
enunciación de la palabra, el grupo no es menos el depositario y el iniciador
de todo lenguaje y de toda eficiencia de enunciados”[14]. El grupo constituye
así, un elemento determinante, de toda enunciación individual. Esta tradición
filosófica reconociendo lo institucional (específicamente la institución
psiquiátrica que acoge los excluidos de la sociedad) en cuanto que referente
pone en cuestión una sociedad que se muestra incapaz de favorecer la
creatividad social.
En lugar de esto, estamos en frente de un orden
alienante, neutralizador de todo verdadero deseo, donde las masas son tratadas
como objetos de la maquinaria económica. Esta idea de grupo, en cuanto factor
determinante de toda enunciación individual, de la subjetividad individual, está
confirmada por Guattari cuando él expresa: “De
cualquier manera, consideramos que la subjetividad del grupo constituye una
condición absoluta de la emergencia de toda subjetividad individual”[15]. Incluso si
la subjetividad de grupo es considerada como precaria frente a la noción de “cogito individual”, es ella, quien, de cierta
manera, define la subjetividad individual; Guattari considera entonces que esta
subjetividad de grupo, constituye una garantía, del sentido de toda acción de
subjetivación y enunciación. Así lo expresa el filósofo: “Pero al considerar ésta bajo el ángulo de la constitución de los
sistemas de valores, es decir de estructuras simbólicas polarizadas por la
existencia de otro, ella constituye la única garantía de la toma de sentido de
los mínimos gestos y palabras humanas”[16].
Si
Guattari habla de una subjetividad de grupo y de una subjetividad individual,
estrechamente imbricada y precaria; Foucault, de su parte, reflexiona sobre el
fin, de la unidad eterna del yo. En este sentido, el filósofo considera que
este fenómeno, constituye el fin de toda era del lenguaje filosófico. Pero, eso
no es todo, el fin de la filosofía, del yo, de la esencia. Todo nacimiento
conlleva una muerte o la salida de alguna cosa, para dejar el lugar a lo nuevo.
Foucault asume el hecho de que la vida es una constante transformación, y esto
explica justamente, la imposibilidad de una eterna unidad del yo. Ya que el yo,
se transforma incluso si él preserva su esencia. Así para Foucault hay dos
aspectos claves, en lo que concierne la transformación: el lenguaje no dialéctico
del límite y el juego de la transgresión. He aquí el lenguaje filosófico del
presente y puede ser del futuro. Curiosamente, y de cara a esta posibilidad de
una nueva etapa de la historia de la filosofía, Foucault, busca respuestas en
el pasado, en esta historia de la filosofía que él califica como historia de la
subjetividad y de la relación, entre el sujeto y la verdad. Todo esto, en el
marco de una concepción de la filosofía en cuanto praxis de vida, guiada,
destinada a la consolidación de una “estilización estética”, todo ello
preservando el yo.
Si
Foucault se coloca en una perspectiva esencialmente arqueológica e histórica;
Guattari, se interesa también, en la historia. Pero, él no hace un análisis
propiamente dicho, de la tradición filosófica como Foucault y otros pensadores.
El objetivo de Guattari, es de redescubrir y favorecer, la visión de la
filosofía como ámbito del concepto, cierto, pero también, del militantismo.
Guattari no deja de reconocer el pasado, pero él se interesa en el mundo de hoy.
Ya que es ahora que debemos luchar, crear otras posibilidades de mundos, de
vida. El parte del psicoanálisis y del análisis, dispositivos primordiales para
conocer el inconsciente social, pero, Guattari, a diferencia de los
psicoanalistas tradicionales, no permanece en la interpretación y el
desciframiento de los códigos y de los datos. El hecho de tomar como referencia
el psicótico y no el neurótico, da cuenta de su convicción de que la subversión
y la ruptura, son los gestos más validos frente a un contexto patógeno y
psicótico. ¿Por qué la psicosis?
Porque ella es subversiva. La
psicosis es esencialmente ruptura con el orden establecido. Ella es, según
Marcelo Percia, un dominio de flujos, de fugas y de multiplicidades; incluso si
está marcada por la enfermedad mental y el sufrimiento[17].
Este
reconocimiento de la subjetividad, como principio fundamental y experiencia de
la ruptura y de la multiplicidad, constituye entonces, el aspecto determinante
de esta tendencia filosófica, diferente de la tendencia dominante que
privilegia la objetividad. Tal como lo referíamos en las líneas precedentes.
En
efecto, según Guattari el núcleo de la situación actual reside en la
subjetividad. Sin embargo, es importante subrayar que para Guattari, el
contexto y específicamente la manera, en la cual la subjetividad, se articula
con esta, es un elemento esencial, ya que constituye, la raíz del engranaje
social-ambiental. A propósito de esto, el filósofo expresa: “Es la relación de la subjetividad con su
exterioridad – sea social, animal, vegetal, cósmica- que se encuentra así
comprometida en una suerte de movimiento general de implosión e infantilización
regresiva”[18]. Para Guattari, el aspecto más urgente a
rescatar es justamente, esta relación entre la subjetividad y su contexto. Esto
explica la razón por la cual, el
filósofo afirma en su obra Les Trois Écologies (Las Tres
Ecologías) que la cuestión central frente a este contexto, de los éxitos
técnico-científicos y de los fracasos a nivel social y humano, sería la “manera
de vivir”. A propósito, Guattari considera que sólo una nueva subjetividad,
podría superar el fenómeno del CMI (Capitalismo Mundial Integrado). Así él
expresa: “Una inmensa reconstrucción de
los mecanismos sociales es necesario para hacer frente a los daños del CMI”[19]. Pero, ¿cómo cumplir una tarea tan difícil?
Guattari afirma que: “Solamente, ésta
pasa menos por reformas del más alto nivel, de leyes, de decretos, de programas
burocráticos que por la promoción de prácticas innovadoras, el enjambre de
experiencias alternativas, centradas en el respeto de la singularidad y un
trabajo permanente de producción de subjetividad, potenciando todo articulando
convenientemente el resto de la sociedad” [20]. La creación de nuevas prácticas sociales, fundadas
en el respeto de la singularidad y de lo heterogéneo, constituye entonces, la
clave hacia la construcción, de esta nueva subjetividad.
En
lo que concierne a la singularidad[21], es importante analizar un poco más a fondo,
este tema. Al respecto, veamos esta explicación de Guattari:
“A esa máquina de producción de subjetividad
opondría la idea de que es posible desarrollar modos de subjetivación
singulares, aquello que podríamos llamar <procesos de singularización>:
una manera de rechazar todos esos modos de codificación preestablecidos, todos
esos modos de manipulación y de control a distancia, rechazarlos para construir
modos de sensibilidad, modos de relación con el otro, modos de producción,
modos de creatividad que produzcan una subjetividad singular. Una singularización
existencial que coincida con un deseo, con un determinado gusto por vivir, con
una voluntad de construir el mundo en el cual nos encontramos, con la
instauración de dispositivos para cambiar los tipos de sociedad, los tipos de
valores que no son nuestros”[22].
Es evidente que Guattari se inquieta por los
problemas que atañen la tecnología y el desarrollo científico. Sin embargo, no
podríamos afirmar que el filósofo y psicoanalista se ocupa de temas como la
inteligencia artificial, la cual se ha convertido en uno de los principales
sujetos de todo un imaginario alimentado precisamente, por la industria
cultural y económica del capitalismo. Es posible también que para Guattari, la
realidad supere cualquier película o texto de ciencia-ficción. Guattari no es
un hombre de mitos y de fantasmas. Él es ante todo, un militante, en todos los
ámbitos de su vida (como hombre, como psicoanalista, como político, como
filósofo). La singularidad para él no es un simple fenómeno de ciencia-ficción,
sino un proceso esencial de la subjetividad. La singularidad constituye un modo
válido para superar todo intento de producción de control y de manipulación, de
modos de subjetividad única, característico del sistema capitalístico. En este
sentido, Guattari, acepta y considera que la singularidad es un fenómeno de
naturaleza infinita. Gracias a esta naturaleza infinita de la singularidad, el
proceso de subjetivación, deviene un ámbito de creación de múltiples
posibilidades, opuesto a toda intención de estructuración fija. La singularidad
con la heterogénesis, constituye un elemento esencial de la subjetividad, en su
búsqueda hacia el cambio del tipo de sociedad y de valores. La singularidad,
rinde cuenta, entonces de una transición, de un cambio, del pasaje de un estado
a un estado otro. La singularidad,
contiene dos aspectos esenciales: el cambio, pero también, el infinito, ya que
la singularidad, tal cual acabamos de referir, se caracteriza por la naturaleza
infinita, de una o varias de estas variables.
La subjetividad, según Fourquet, posee entonces
cinco características fundamentales. La primera característica es la inmanencia,
es decir que ella está inmersa en el mundo material e institucional. Así lo
explica Fourquet: “Es ante todo un sujeto humano inmanente, inmerso en el
mundo material e institucional; que no
es un espíritu que planea en el cielo de las ideas y trasciende el mundo. Este
sujeto es activo e incluso potente: es él la fuente de los grandes cambios a
todos los niveles de la vida social, y que las autoridades oficiales,
desbordadas por la tormenta, no pueden impedir”[23]. Se trata sin duda,
de una visión muy diferente de la visión clásica del yo transcendental. La
subjetividad, de la cual habla Guattari y Fourquet es una fuerza, un sujeto
poderoso que actúa en el seno mismo del mundo, del hombre, de las instituciones
para superarlas, cambiarlas, impulsarlas para su transformación. Lo interesante
en este tema, y he aquí la segunda característica, es que este sujeto posee una
naturaleza colectiva. La subjetividad a diferencia del yo transcendental, es
impersonal y ella se da más allá de toda instancia psicológica y de
socialización, característica del yo. Esto determina la condición impersonal e
inconsciente de la subjetividad.
Esta condición esencialmente inconsciente de la
subjetividad, constituye la tercera característica subrayada por Fourquet. Esta naturaleza, explica
Fourquet, no existe por ella misma. De manera que el inconsciente sería lo que la consciencia no percibe. El
inconsciente constituye así la no consciencia. Sin embargo, hay alguna cosa
interesante y es el hecho de que la consciencia es una facultad del yo y no del
sujeto. Tal idea rompe con toda una tradición filosófica que considera el
sujeto y la consciencia como sinónimos. ¿Cuál es el
sentido de esta paradoja? Si seguimos esta explicación, podríamos decir que la
subjetividad no tiene nada que ver con el inconsciente. Entonces, hay que
señalar que el inconsciente en el marco del pensamiento de Guattari no está
limitado al inconsciente individual y a su concepción en cuanto parte de la
identidad individual. Todo esto refleja una evolución de la concepción del
sujeto en Guattari que, durante su época lacaniana, abandona la noción del
inconsciente en el sentido freudiano. En su lugar, él concibe el sujeto más
bien como “[...]
corte de significante”[24]. En el período donde él trabaja con Deleuze,
Guattari habla del “sujeto maquínico”.
En
los dos casos, el problema del sujeto y de la subjetividad permanece ajeno al
yo. Este alejamiento del yo, confirma así la condición de la subjetividad en
cuanto fenómeno igualmente, colectivo. En este sentido, estamos frente a una
subjetividad social, colectiva, más allá del yo; pero también de una
subjetividad transversal a todas las instituciones. A este propósito, Fourquet habla
de una subjetividad mundial. Así él expresa: “La subjetividad es mundial por naturaleza; ella circula en el mundo
como ella circulaba, hace poco, en los intersticios de la institución del
asilo. Todos los fenómenos planetarios están conectados los unos a los otros de
manera invisible; incluso si los eventos están alejados por el tiempo, el
espacio o la causalidad, ellos manifiestan una sola y misma subjetividad,
anónima, transpersonal e transinstitucional”[25]. La subjetividad sería así, este fenómeno gracias
al cual los eventos más alejados y más diversos, se articulan. Esta idea nos
habla de la subjetividad como un fenómeno múltiple y único a la vez.
Esta
condición múltiple y única señala la quinta característica de la subjetividad
según Fourquet. Incluso si Fourquet explica - y probablemente Guattari tendría
problemas para admitir ciertos aspectos de esta idea- que la cuestión de la
simultaneidad de eventos en lugares muy diferentes merece un análisis. El
primer aspecto que podríamos remarcar es el hecho de que esta idea de la
subjetividad en cuanto fenómeno múltiple y único es diferente a la
homogenización. La subjetividad pensada por Guattari es heterogénea,
fragmentaria. Sin embargo, existe algo que parece reunir todos estos
fragmentos. Esta fuerza es justamente esta cualidad de la subjetividad como
fenómeno único. Si bien podemos evocar la imagen de la espiral para describir el pensamiento de Guattari, Fourquet utiliza
la metáfora del círculo para
explicar la subjetividad. Veamos:
“El sujeto clásico está al centro del Yo y
del Mundo, pero la subjetividad Feliciana es como el círculo cuyo centro está
por todas partes y la circunferencia en ninguna parte. Los indios-hindúes y
budistas han reconocido esta paradoja y lo han ilustrado por la imagen de las
olas y del océano: las olas son múltiples y cada vez diferentes, únicas,
originales, pero no son menos la manifestación de un solo y mismo océano, ellas
forman parte de la misma agua. Esta agua, ellos la llaman <el Uno Mismo>"[26].
Múltiple y único, la subjetividad constituye entonces
este océano donde se expresa el movimiento incesante de subjetivaciones
infinitas, diferentes pero conectadas entre ellas a través de una relación
mucho más compleja que las comunicaciones materiales. Se trata de una
comunicación profunda más allá del tiempo y del espacio.
Todo este conjunto de ideas no hace más que confirmar
la naturaleza compleja de una subjetividad en la cual el infinito y la finitud
se reencuentran en el marco de una relación fundada sobre la inmanencia. Una
inmanencia que atraviesa todos los niveles y los dominios de la existencia y
que está fundada en la articulación del caos y de la complejidad, de la unidad
y de la multiplicidad y evidentemente de lo infinito y lo finito. En este
sentido, la subjetividad deber ser comprendida en el marco de lo existencial y
de la experiencia no solamente individual y colectiva, sino también, de lo otro que habita en nosotros. Pero esta
alteridad, según Percia, está considerada como un proyecto en lugar de una
carencia. La subjetividad comprendida desde una perspectiva diferente de
aquella del capitalismo, es una subjetividad que llama a la solidaridad, al
reencuentro con el otro, del extranjero. Podríamos hablar de una “subjetividad
del reencuentro” contraria a la « subjetividad de la extrañeza », en términos de Benasayag y Schmit.
Es así que podemos afirmar que la subjetividad en
cuanto aspiración a la ruptura, de fragmentación y de ¿revolución? constituye
el pilar de un nuevo paradigma: el paradigma ético-estético. Sobre este tema,
Guattari afirma: “El nuevo paradigma
estético tiene implicaciones ético-políticas porque hablar de creación es
hablar de responsabilidad de la instancia creadora al respecto de la cosa
creada, inflexión de estado de cosa, bifurcación más allá de esquemas
preestablecidos, tomada en cuenta, allá todavía, de suerte de alteridad en sus
modalidades extremas” [27]. El aspecto
estético y ético de la subjetividad reside entonces en el sentido de la
responsabilidad hacia sí mismo, el otro y el mundo. Tal idea confirma la visión
del sujeto concebida como agente creador, capaz de transformarse y de
transformar su exterior.
El proceso destinado a la producción de una nueva
subjetividad está fundado entonces, sobre los principios de solidaridad y de
respeto de la singularidad y la heterogénesis. Lo que es interesante, es el
hecho de que esta nueva condición del ser
solidario, anclado sobre el paradigma ético-estético, deviene en efecto una
ética, pero también una estética, en cuanto manera de ser en el mundo. Una
manera de ser que exige la reapropiación estética y ética no solamente de los
medios de comunicación de masa, pero también de todos los espacios de la vida
(público, privado, cotidiano), pero
especialmente aquel que tiene que ver con él mismo. He aquí la vía hacia la
superación del CMI para la “libertad
mundial integral”. En este sentido y tal que lo afirma Guattari en Caosmosis (Chaosmose), la
subjetividad se presenta en calidad de un factor esencial, de la activación, de
todo un proceso de “estetización” general y “reencantamiento” del mundo.
Finalmente y siguiendo el pensamiento de Guattari,
podemos afirmar que la subjetividad, es la fuerza que permite al hombre de
crear posibilidades otras de mundo, del otro y de sí mismo. Esta fuerza, al
seno de la cual se articulan el caos y el complejo tiende así, a favorecer el
movimiento, la transformación. Un movimiento destinado a la búsqueda o más bien
a la gestación de nuevos territorios
existenciales, de una nueva cartografía
ecosófica en términos
de Guattari. En esta perspectiva, la subjetividad constituye lo objetivo de una
idea de transformación que se coloca en una perspectiva diferente de la terapia
propia de la visión clínica. Esta visión que llamamos estética, reside
justamente en la producción, la creación de una nueva subjetividad. La
subjetividad deviene entonces el principio clave de esta idea otra de lo que
podríamos llamar “transformática”,
utilizando el término propuesto por el filósofo Romain Sarnel. Este último
utiliza esta noción para describir la filosofía de Nietzsche y el fenómeno de
la transformación en cuanto principio esencial de una manera de ver el mundo. Así
se expresa el filósofo: “La transformática es una manera de percibir el mundo y se
realiza en un estilo. Crear consiste en encontrar su estilo, dicho de otra
manera encontrar su ritmo. En este sentido, el estilo es la expresión de una
subjetividad en devenir”[28]. Esta manera
de ver el mundo, este estilo o estética dirigida a la transformación y a la
expresión de una “subjetividad en devenir” son también los criterios esenciales
del pensamiento y visión de Guattari. Una visión esencialmente holística.
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[consulté le vendredi 14 octobre 2011]. ».
[1] « Tout comme l'écrivain
qui compose un drame à partir d'une poignée de personnages, nous constituons
sans cesse, à partir des éléments de moi
morcelé, de nouvelles configurations au sein desquelles se développent de
nouveaux jeux et des nouvelles tensions, des situations éternellement inédites.
Regardez!». Hermann
Hesse : Le loup des steppes, op.cit.,
p.278
[2] Félix Guattari,
Psychanalyse et Transversalité. Essais d'Analyse Institutionnelle, op.cit.,
p. 92
[3] «
Car ce n’est pas l’homme mais le monde qui est devenu un anormal». Antonin Artaud : Van Gogh.
Le suicidé de la Société, Paris,
Éditions Gallimard, 2001 (1974), 94p.p.26
[4] « La subjectivité de la société
industrielle a pu, dans une vision de science-fiction, être incarnée en une
énorme machine calculatrice définissant à chaque type de besoin une réponse,
non seulement pour les individus vivants, mais également pour les générations à
venir! ». Id., p.91
[5] « Certes, je pense, mais pour ce qui est de l'existence, mieux vaut
s'adresser directement au sujet suprême, à cette machine fondatrice de mon
désir et productrice de toute réponse. Plus jamais je ne saurai, quand je pense
être, ce que peut être l'existence, et même lorsque je prétends connaître que
j'existe du fait que je dis penser exister, je ne saisis rien d'autre qu'une
ritournelle venant d'ailleurs et parlant de moi à propos de toutes sortes
d'autres gadgets...Plus jamais je n'aurais la garantie d'exister vraiment,
ailleurs que la machine universelle »Félix Guattari, Psychanalyse et
Transversalité. Essais d'Analyse Institutionnelle, op.cit., p.91
[6]«Souvent, à la base de cela, il y a une forme d'intelligence assez
obscure, modifiée par l'individualité : ces personnes, que l'accident a
réveillées, attribuent une grande importance à ce qu'il y a d'empirique dans
leur carrière ; on considère tout comme une détermination surnaturelle,
avec la conviction que Dieu agit directement.
D'ailleurs, il y a chez
l'homme un certain penchant à persister dans son état, mais aussi à se laisser
pousser et conduire, et une certaine indécision à agir par lui-même. Elle
s'accroît par l'échec des plans les plus sages, tout comme par la réussite
accidentelle d'un concours de circonstances imprévues ». Johann Wolfang Goethe, Poésie et vérité. Souvenir de ma vie,
Paris, Éditions Aubier, 1999(1941), 509 p., p. 436
[7] Félix Guattari,
Psychanalyse et Transversalité. Essais d'Analyse Institutionnelle, op.cit.,
p. 95
[8] Luis Fernando González, Investigación
Cualitativa en Psicología. Rumbos y desafíos, « Características de la Subjetividad
como objeto de la investigación psicológica »,México, International
Thomson Editores, 2000, 123 p., p. 24
[9] François Fourquet, «La subjectivité
mondiale» in Le Portique Revue de philosophie
et de sciences humaines [en ligne], 20 | 2007, mis en ligne 06 novembre 2009,
mercredi12 octobre 2011. Disponible sur : <http://leportique.revues.org/index1354.html> [consulté le mercredi 12 octobre 2011], p.1
[10] « Pour
notre part, nous pensons que le concept de subjectivité de groupe s'inscrit
dans le prolongement de la théorie freudienne ». Félix Guattari, Psychanalyse et Transversalité. Essais d'Analyse
Institutionnelle, op.cit., p. 93
[11] Guattari
Félix, Rolnik Suely, « La culture : un concepto reaccionario? »
in STAFETA (Blog) [en ligne], mercredi 26
octobre 2011, <http://estafeta-gabrielpulecio.blogspot.fr/2009/05/Félix-guattari-y-suely-rolnik-cultura.html> [consulté le mercredi 26 octobre 2011], p. 1
[13] Luis Fernando González, Investigación
Cualitativa en Psicología. Rumbos y desafíos, « Características de la Subjetividad
como objeto de la investigación psicológica », op.cit., p.25
[14] Félix Guattari, Psychanalyse et Transversalité. Essais d'Analyse Institutionnelle, op.cit., p. 90
[15] « Quoi qu'il en soit, nous considérons que la subjectivité du
groupe constitue un préalable absolu à l'émergence de toute subjectivité
individuelle ». Id., p.90
[16] « Mais à considérer celle-ci sous l'angle de la constitution des
systèmes de valeurs, c'est-à-dire de structures symboliques polarisées par
l'existence d'autrui, elle constitue le seul garant de la saisie du sens des
moindres gestes et paroles humaines ». Ibid., p. 90
[17] Percia Marcelo, Noticia
sobre Félix Guattari [en ligne], mardi 25 octobre 2011. Disponible
sur : <http://www.campogrupal.com/Guattari.html>
[consulté le mardi 25 octobre 2011]
[18] «C’est le rapport de la
subjectivité avec son extériorité –qu’elle soit sociale, animale, végétale,
cosmique-qui se trouve ainsi compromis dans une sorte de mouvement général
d’implosion et d’infantilisation régressive». Félix
Guattari, Les
Trois Écologies, op.cit., p.12
[19] «Une immense reconstruction
des rouages sociaux est nécessaire pour faire face aux dégâts du CMI ». Id., p.57
[20] «Seulement,
celle-ci passe moins par des réformes de sommet, des lois, des décrets, des
programmes bureaucratiques que par la promotion de pratiques innovantes, l’essaimage
d’expériences alternatives, centrées sur le respect de la singularité et sur un
travail permanent de production de subjectivité, s’autonomisant tout en
s’articulant convenablement au reste de la société ». Ibid., p. 57
[21] Sussan Remi nos ofrece
una explicación general sobre este fenómeno. Así, ella afirma que el término
singularidad corresponde a un fenómeno matemático, el cual, es también
utilizado en física. En matemáticas y también en física, la singularidad se
constituye bajo la forma, de una o varias variables (un punto, una curva en el
caso de las matemáticas o un punto espacial del espacio-tiempo en caso de la
física). Pero la singularidad, concierne también la tecnología. Uno habla
entonces, de “la singularidad tecnológica”. Esta teoría de la singularidad
tecnológica postula el desarrollo de una inteligencia artificial, superior a
aquella del hombre, con el riesgo de desaparición de éste. Remi, agrega: “La singularidad no es entonces sinónimo de
“progreso, tan fulgurante. Es un evento, una ruptura, una transición de fase,
alguna cosa que sobreviene en un tiempo tan corto (queda por definir lo que uno
llama “tan corto” sobre el plan histórico: algunos meses, algunos años o
algunos siglos?). Bajo la impulsión de esta aceleración, de esta transformación
brutal e inesperada, el mundo va a cambiar de naturaleza”. Sussan
Rémi, Prochain arrêt, la Singularité ¼ : Des courbes qui tendent vers
l'infini in Site : Internet. Actu
[en ligne], mise en ligne 02 septembre 2008, le vendredi 14 octobre 2011, <http://www.internetactu.net/2008/09/02/prochain-arret-la-singularite-14-des-courbes-qui-tendent-vers-linfini/>
[consultado el viernes 14 octubre 2011].
Según la especialista, la singularidad lejos de
ser un sinónimo de progreso, constituye justamente una ruptura. Es por ello que
Remi, propone dos visiones de la singularidad: Si la primera visión postula el
progreso tecnológico, la segunda visión concierne el sujeto que acabamos de
referir, es decir la aceleración de este progreso tecnológico gracias al
desarrollo infinito de la inteligencia.
[23] « C'est d'abord un sujet humain immanent,
immergé dans le monde matériel et institutionnel ; ce n'est pas un esprit qui
plane dans le ciel des idées et transcende le monde. Ce sujet est actif et même
puissant : c'est lui la source des grands changements à tous les niveaux de la
vie sociale, et que les autorités officielles, débordées par la tourmente, ne
peuvent empêcher ». François Fourquet, « La
subjectivité mondiale. Une intuition de Félix Guattari », op.cit.,
p.4
[24] François Fourquet, « La
subjectivité mondiale. Une intuition de Félix Guattari », op.cit,p.5
[25] «La subjectivité est mondiale par nature ; elle
circule dans le monde comme elle circulait, tout à l'heure, dans les
interstices de l'institution asilaire. Tous les phénomènes planétaires sont
connectés les uns aux autres de manière invisible ; même si les événements sont
éloignés par le temps, l'espace ou la causalité, ils manifestent une seule et
même subjectivité, anonyme, transpersonnelle et transinstitutionnelle». Id., p.5
[26] «Le sujet classique est au centre du Moi et du
Monde, mais la subjectivité félicienne est comme le cercle dont le centre est
partout et la circonférence nulle part. Les indiens-hindous et bouddhistes-ont
reconnu ce paradoxe et l'ont illustré par l'image des vagues et de l'océan :
les vagues sont multiples et chaque fois différentes, uniques, originales, mais
n'en sont pas moins la manifestation d'un seul et même océan, elles sont faites
de la même eau. Cette eau, ils l'appellent <le Soi>». Ibid., p.5
[27] « Le nouveau
paradigme esthétique a des implications éthico-politiques parce que parler de
création c'est parler de responsabilité de l'instance créatrice à l'égard de la
chose créée, inflexion d'état de chose, bifurcation au-delà des schémas
préétablis, prise en compte, là encore, du sort de l'altérité dans ses
modalités extrêmes ». Félix Guattari, Chaosmose, op.cit.,
p. 149
[28] «La transformatique est une manière de
percevoir le monde et se réalise dans un style. Créer consiste à trouver son
style, autrement dit à trouver son rythme. En ce sens, le style est
l’expression d’une subjectivité en devenir». Guy Darol, Rien
ne te soit inconnu, «Romain
Sarnel »[en ligne],mis en ligne 10 septembre 2010, lundi 15 mars 2011.
Disponible sur :<http://www.guydarol.fr/archive/2006/08/31/romain-sarnel-revisite-nietzsche.html> [consulté le
lundi 15 mars 2011]
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