Del lenguaje ético: el Discurso del Filósofo y del Tirano.
Adaias Charmell
Universidad de los Andes
El tirano
Introducción:
El lenguaje como conductor del pensamiento de un colectivo.
El lenguaje es la más maravillosa manifestación del pensamiento, es el hombre manifiesto en todas las facetas del conocimiento humano, la identificación divina, omnipotente y omnipresente del único animal terrenal que ha podido por medio del signo lingüístico manifestar lo que cualquier ser viviente carga por dentro: el poder, el amor, el odio, la bondad y todos los sentimientos posibles mostrados en medio de un acto de posesión como son las herramientas psico-fisicas del lenguaje. El lenguaje se apodera y toma campo en su condición de objeto material y como todo objeto material, es capaz de ser manejable o de dejarse manejar y moldear ante cualquier situación manifiesta del hombre.
Aunque pudiera hablarse del lenguaje de las abejas y los delfines los seres vivos más equiparable al sistema de comunicación del humano, no hay decodificación más perfecta que el trabajo tangible expresado teóricamente por la lingüística, en lo que se refiere a la representación del lenguaje en Códigos Lingüísticos Universales, similares y comunes en cualquier ser humano sobre la faz de la tierra; esto ha hecho posible la comprensión y el consenso de la comunicación humana para ser expresado fuera de los campos de construcción arquitectónica lingüística y extenderse hasta los campos de comprensión discursiva del individuo o, como hecho individual del enunciado de la comprensión semántica.
No existe dentro de la sociedad ningún poder, no hay ninguna maquinaria humana que no sea dirigida por el supremo gobierno del lenguaje, por la omnicracia de la palabra. Cuando queremos ignorar algo o a alguien, cuando somos agnósticos de algún pensamiento o tenemos un sentimiento de repulsión y rechazo de una teoría, la primera reacción ante el sentimiento es nombrarlo, convertirlo en signos símbolos que provoquen una reacción comunicativa en el resto de los seres humanos, “el lenguaje puede usarse para expresar emociones o para influir en la conducta de otros. Puede realizarse cada una de estas funciones por medios pre lingüísticos, aunque menos adecuadamente” (Russel, 1977: 69)
El milagro del lenguaje es la cristalización de nuestro pensamiento, la realidad del sentimiento; es el máximo triunfo del hombre en estado de materialización psicofísica, su realización puede o no ser favorables a una sociedad, puede construir o destruir, corroer y hundir a todo un colectivo social, como el caso de los sistemas políticos dictatoriales que han hundidos a grandes sociedades y culturas a lo largo de la historia y que inicialmente hacen su aparición en discursos, promesas, falsos sueños que llegan a dominar y a embelesar una mente colectiva; discursos que se hacen tan creídos y trillados por regímenes absolutistas y centralizados como es caso de Luis XIV en Francia con su famosa frase: L'État, c'est moi ( El Estado soy yo)
La participación social del humano es la manifestación viva del lenguaje, el hombre desarrolla todo un bagaje de ideas clínicamente enfermizas que arropa un colectivo y lo llevan a formalizar decisiones que comprometen a toda una sociedad; el hombre se objetiva a si mismo poniendo al lenguaje como ente principal de su propia manifestación humana.
El principio de la creación divina es el poder del verbo, de la palabra, poder que destruye y construye, el lenguaje es el enigma de la creación que ha llevado al hombre a su triunfo, pero también a su propia destrucción, es un instrumento del querer y del poder; desde sus orígenes ha tenido la preponderancia en el pensamiento y el comportamiento del hombre; ha hecho posible conocer la intencionalidad del hecho discursivo tanto oral como escrito y el valor comunicacional que puede tener como instrumento y talento de la persuasión en el acto del habla.
Para comprender el hecho diferenciador del discurso filosófico y el discurso del tirano, partiremos de lo que ha significado para la cultura griega la palabra ética como principios fundamentales en el comportamiento y la conducta humana, es necesario acercarse a la explicación semántica de la ética y la visión colectiva desde sus diferentes posiciones e interpretaciones en el pensamiento griego. Se tomará como punto de partida el discurso de Isócrates, junto a sus habilidades lingüísticas de una filosofía didáctica como tratamiento clínico para recobrar la salud del alma y tratamiento terapéutico para educar al ciudadano en la construcción de una realidad histórica. Por otro lado tomando en cuenta el discurso filosófico de Platón en los capítulos VIII y IX de República intentaremos establecer la conducta y el comportamiento del tirano en la conducción de un Estado, sus intereses egocéntricos y las pasiones y ambiciones personales.
Dijo Heidegger, “El Lenguaje es la casa del ser” podríamos preguntarnos ¿qué y quién habita en el ser de un Filósofo y en el de un Tirano? Se puede hablar que los mundos que circunscriben a ambos seres son mundos tan distantes y distintos, direcciones tan opuestas hasta tal punto que se alcancen metas lejanamente contrarias? el filósofo persigue llevar al hombre al encuentro consigo mismo, por medio de la búsqueda de la felicidad (Eudaimonia) mientras el tirano busca la destrucción y conducción del pensamiento del hombre y de un colectivo. Esos mundos diferentes son limitados y delimitados por la conducta de cada uno a través de su lenguaje así como lo dijo Wittgenstein “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”
El tirano, Roberto Pulido, óleo, 2008.
II
Los filósofos han intentado conceptualizar el sentimiento y el comportamiento de lo que es bueno en la conducta del hombre a través de lo que ellos mismos han establecido como principios fundamentales, actuaciones o conductas; han intentado imponerlas y sustentarlas como la verdad o como modelos de conductas o éticas estableciendo así, dos modelos o principios dicotómicos: el uno, lo que puede ser bondadoso o bueno per se , y el otro, lo que puede llegar a ser bondadoso por simple adaptación a un modelo moral concreto.
Lo que es bondadoso per se, es lo que llega a ser lo más alto y elevado, el probus latino, la excelencia y lo integro; es decir, el valor final, lo que se desea alcanzar por sí mismo; este principio, propio del discurso filosófico sostiene un tipo de conducta social y moral, garantizando de esta manera una calidad de vida dentro de una sociedad, “Por lo tanto, el alma justa y el hombre justo vivirán bien, y el hombre y injusto vivirá mal” (República, libro I, México 1973, 454) La justicia (Dike) es pues una condición natural humana y como propiedad del alma de los hombres fuertes no necesita de leyes para su protección y felicidad.
Por otro lado, está la conducta contraria, la del ser bondadoso por simple adaptación a un modelo moral concreto, la satisfacción y conveniencia de los propios placeres, se busca siempre los medios propios para alcanzar un fin y el beneficio de unos pocos; es la ética como principio o conducta del placer que lleva al hombre a cometer actos propios de los deseos humanos como es la desmesura y el desenfreno (Hybris)
“Por que si se censura la injusticia, no es por temor de cometerla, sino de sufrirla. Tan Cierto es Sócrates, que la injusticia, cuando es llevada hasta determinado extremo, es más fuerte más libre, más poderosa que la justicia, y que esta, como antes dije, se vuelve del lado del interés del más fuerte y la injusticia se orienta hacia su propio interés y en su propio provecho” (op.cit., libro I:447)
Tirano versus Orcos
III
En los discursos filosóficos griegos antiguos, por no hablar de los filósofos griegos como profesión, una de las forma de manifestación del conocimiento, estaba dado por medio del discurso ideológico racional, el poder del diálogo y el convencimiento de sí mismo y del otro con la palabra, con el lenguaje. En todas sus alocuciones estaba presente la práctica de la ética como costumbre y comportamiento del hombre en una Ciudad-Estado, como técnica y arte de vivir; de la misma manera, significaba una pauta para la manifestación del pensamiento y búsqueda de la felicidad en el ciudadano. Esta felicidad tenía tres ejes conductores del hombre de Estado: el bien, la justicia y la libertad. El bien, como cada una de las actuaciones y elecciones del ser humano, la justicia como la virtud del hombre en la conducción del Estado o el reparto equitativo de los bienes “El alma justa y el hombre justo vivirán bien” y, la libertad como medio, modo de elección ciudadana en el cumplimiento o no de la ley “la ciudad propone leyes a la asamblea, y cada ciudadano es libre de aceptarlas o disentirlas; si no las discute, queda atado por ella, lo cual equivale, en definitiva, a decir que el ciudadano es esclavo en la misma medida que es libre” (Festugiere,1953:30).
Para acercarnos al discurso filosófico y a la comprensión del mismo, es necesario tomar en cuenta el concepto de discurso no solo como forma oral o escrita del lenguaje sino como la conducta del pensamiento del hombre y como parte de un sistema comunicativo social que cohabita como identidad; como un patrón ideológico del ser humano.
“El análisis ideológico del lenguaje del discurso es una postura crítica ejercida ampliamente entre estudiosos de las humanidades y las ciencias sociales. Este análisis supone que es posible poner al “descubierto” la ideología de hablantes y escritores a través de una lectura minuciosa mediante la comprensión o un análisis sistemático, siempre y cuando los usuarios “expresen” explicita o inadvertidamente sus ideologías por medio del lenguaje u otro modo de comunicación.” (van Dijk, 1996:14)
El discurso ideológico casi siempre revela la identidad y procedencia del individuo, lo ubica dentro de unas estructuras de grupos sociales y lo reconoce como miembro y parte del pensamiento y el ideal de una sociedad; se puede decir que hay una estrecha relación entre el discurso del individuo y la sociedad, el discurso viene a ser entonces una demostración de la conducta del hombre en su entorno social ¿En qué estrato social ubicamos al filósofo antiguo a qué tipo de sociedad pertenecía en su época? En el caso de Isócrates en el que su discurso es educativo, reflexivo y de orden moral, educado junto con sus hermanos en las mejores escuelas, tuvo por maestro a Gorgias, era un seguidor de las bases educativas de los sofistas y de la sabiduría de Sócrates; pertenecía a una clase social media pudiente que buscaban alimentar el espíritu y el alma, la educación formó parte de la realización de un ideal de vida digna,
“En cambio, yo creí que el más hermoso regalo, el más útil, y el que más conviene que yo dé y tu recibas es este: poderte señalar qué costumbres debes adoptar y qué actos evitar para gobernar de la mejor manera tu ciudad y tu reino. Porque son muchas las cosa que educan a los ciudadanos corrientes: sobre todo, el no vivir en el lujo, sino verse obligado a pensar en lo necesario para cada dia;… también algunos poetas antiguos han dejado consejos sobre cómo hay que vivir, es lógico que, con todo ello los ciudadanos corrientes se hagan mejores” (Isócrates: A Nicocles)
En el desarrollo de su discurso, el pronombre personal de primera persona del singular, es un aspecto morfológico recurrente, presenta una función sintáctica que forma la identidad del sujeto que habla, el sujeto que dirige y gobierna la acción del discurso, es una forma de demostrar la preocupación y el compromiso que siente por la patria, es una propuesta bien personal de la recuperación de los bienes perdidos durante tantas guerras, apostaba que a través de la educación se podía conseguir la formación de una ciudad con los mejores gobernantes, los más sabios y los mas virtuosos a través del ejercicio del espíritu.
Otro aspecto morfológico presente en este discurso A Nicocles, son las construcciones perifrásticas del verbo o verbos en formas personales con connotaciones de mandatos y obligaciones como “debes prestar atención” “debe ser objeto de su cuidado” “cómo hay que vivir” “hay que actuar” o los verbos en presente con connotación del mandato informal y la negación en subjuntivo “No envidies” “no seas” “gobierna” “Aleja”. Todas estas formas funcionales del verbo demuestran la gran preocupación del maestro por la educación de excelentes dirigentes por medio de un discurso personal que llegara de forma directa para una integra formación de la conducta y el comportamiento en el buen saber y el buen vivir.
El discurso filosófico es un compromiso con el hombre como poseedor de conocimiento, ajeno a todo pensamiento político, sus fines son éticos y “El filósofo, sin embargo, debe buscar la verdad aun a expensas de la belleza…” (Russell, op.cit.: 74) hay un lenguaje comprometido con la sociedad, con el deber y los derechos del ciudadano, el filósofo busca convencer para salvar al alma, para comprometer al ser en su búsqueda de la verdad.
“Era un arte de vivir, un modo de vida que intenta comprender más profundamente la totalidad de la existencia. La filosofía no es una disciplina que perseguía plantarse ante la dimensión única del conocimiento teórico sino en el marco de yo y del ser: consiste en un itinerario, un proceso, un viaje para la ampliación de la conciencia, que busca aumentar la captación, la atención, la vivencia y expansión del ser.” (De Los Reyes:20011)
En el lenguaje de la filosofía existe un intercambio de ideas, un diálogo, una dialéctica de continuo aprendizaje y disciplina; hay una búsqueda constante de equilibrio entre el conocimiento y alma, es una forma de sabiduría, de conciencia social que debe existir en el hombre, una intima relación entre el pensamiento, el conocimiento y el propio ser; es decir, es un constante recorrido por nuevos caminos al encuentro con un mejor estilo de vida que lleve a la templanza, el bien, la senda de una mejor conducta, una buena salud y el encuentro con la felicidad y la belleza, en una sana vida justa.
En resumen, si queremos examinar la manera de ser de los hombres, descubriremos que la mayoría de ellos no disfrutan con los alimentos más sanos, ni con las costumbres más bellas ni con las mejores acciones ni con las criaturas más provechosas, si no que sus placeres son totalmente contrarios a lo conveniente y que se consideran perseverante y trabajadores quienes cumplen con parte de su deber” Isócrates: A Nicocles
Tirano de enjambre
IV
En el lenguaje del tirano existe un compromiso consigo mismo cuando habla, cuando manifiesta su comunicación discursiva a sí mismo, no habla con el otro sino que trata primero de convencerse de que lo que piensa y lo que dice es verdad y que a través de esa verdad, puede arrastrar a una masa, movido por sus pasiones al cumplimiento de su discurso. El otro, el seguidor se convierte en un oyente robótico que mueve la cabeza de forma afirmativa ante en discurso neurótico del tirano.
El discurso del tirano se invierte y se convierte, ha sido un discurso preparado que ha venido transitando dentro de sí por caminos monológicos, paranoicos cargados internamente por infinidades incontables de voces que arrastra una carga de sentidos y de sentimientos hasta convertirse como diría Bajtin en un “discurso dialógico” que llega hasta el receptor con fuerza convincente, se convierte en un arquitecto de la persuasión; se posesiona de todas las herramientas posibles, valiéndose de todas las emociones para llegar a la sugestión de las masas populares. El tirano se convierte con su arte manipulador en un “electrizador de muchedumbre”
“El orador puede electrizar a las muchedumbres, despertando en ellas ennoblecedoras ansias de regeneración o encauzar, serenándolos, el impulso popular; pero también puede ejercer su labor de captación halagando los instintos más bajos de la multitud y convirtiéndose en demagogo”(Lapesa, 1981: 195)
El discurso del tirano es un discurso carente de elocuencia y cargado de verbosidad y pericia, de poca fuerza semántica, colmado de frases hechas y repetitivas, se presenta como un dios bajado del cielo que viene a redimir al pueblo “Ese protector nunca habla otra cosa que de remisión de las deudas y de distribución de las tierras, se hace conceder plenos poderes por el pueblo, y después lleva los ricos ante los tribunales y le manda a dar muerte o los destierra” (Festugiere, 1953: 45)
Una de las múltiples maneras como manipula al pueblo para atraerlo y obtener el arrastre de la masa es por medio de los halagos, la protección de sus familias y sus bienes y, el ofrecimiento de tierras y de la libertad; es un discurso de coacción.
“Al principio en los primeros días de su dominación, ¿no sonríe graciosamente con todos aquellos con quienes se encuentra, no llega incluso a decirles que piensa en cualquier cosa antes que ser tirano? ¿No hace las más hermosas promesas en público y en privado, perdonando a todos los deudores, repartiendo las tierras entre el pueblo y sus favoritos, tratando a todo el mundo con ternura y dulzura de padre?” (República: libro VIII)
Para comprender y explicar la fuerza destructiva que tiene el lenguaje discursivo de un tirano y las transformaciones que sufre una sociedad desde su contexto sociocultural, es necesario detenerse en la intencionalidad enferma del pensamiento del sujeto a través de su discurso, de la palabra contextualizada en un proceso de otredad con sus variadas personalidades . La conducta del tirano es un comportamiento acomodaticio, es un diestro actor que cambia su máscara a medida que entra en escena; consciente o no de sus múltiples personajes, se posesiona de los escenarios y manipula de forma tal a sus interlocutores, que cada víctima en su campo puede salir convencido de que el discurrir discursivo es la verdad, el engaño del discurso tiránico se convierte en una deformación en cada uno de sus oyentes. ¿Cuál es su finalidad? Creerse el todo poderoso, ser admirado y querido por el pueblo, tener al pueblo subordinado. Jenofonte pone en boca de Simónides, el deseo de todo tirano.
“…si tú haces a la ciudad que riges la más feliz de éstas, los heraldos te proclamaran vencedor en la más noble y magnifica competición entre los seres humanos, primero conseguirás de inmediato ser amado por tus súbditos, que es precisamente lo que deseas… serias amado por muchas ciudades, y serias mirado con reverencia por todos no solo en privado sino públicamente… todo el que estuviera presente seria el aliado tuyo, y quien esté ausente desearía verte.” (Jenofonte: Hieron o de la Tirania)
El lenguaje seguirá siendo el medio controlador de los seres humanos, es a través de este instrumento por el que podemos acceder y transitar por los caminos del bien y de la virtud, pero como arma de doble filo, llega a ser por otro lado, destructivo y una institución controladora y el instrumento manipulador del más débil.
BIBLIOGRAFIA:
De Coulanges, F. 1996: La ciudad antigua. Panamericana Editorial. Bogotá.
De Los Reyes, David, 2011: De la Tiranía en Platón I parte: htt:/ filosofiaclinicaucv.bolqspot.com/2011.
Festugiere, A.J. 1953: La libertad en la Grecia Antigua. Ed. Seix-Barral, Barcelona, España.
Isócrates, 2002: Discursos. Trad. Juan. M. Guzmán. Ed. Gredos. Madrid.
Jenofonte, 2005: Hieron: en Strauss, L.: Sobre la Tiranía. Ed. Encuentro. Madrid.
Lapesa, Rafael, 1981: Introducción a los Estudios Literarios Ediciones Cátedra, S.A. edición XVI, Madrid.
Russel, Bertrand, 1983: El Conocimiento Humano. Ediciones Orbis, S.A. Barcelona, España
Van Dijk,T.J., 1996: Análisis del Discurso Ideológico, Traducción Ramón Alvarado; U.A.M.: México.
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