¿Es el hombre competitivo por naturaleza o por globalización?
Nathacha U. Bonilla
¿Es el hombre competitivo por naturaleza?, ¿qué es lo que lo diferencia del resto de los animales?, ¿podría vivir aislado del resto de su especie?
Todas esas interrogantes se pueden responder con una serie de afirmaciones: el hombre es un animal social, que convive con los demás por voluntad propia, se adapta y acostumbra a casi cualquier ambiente y uno de sus mayores deseos es el de trascender en el tiempo, por lo tanto es competidor hasta la médula.
El hombre está diseñado en cuerpo y mente para no conformarse con lo que tiene, para acostumbrarse a los acontecimientos que ocurre a su alrededor -sean buenos o malos-, y para rivalizar con los otros humanos que buscan exactamente lo mismo: el éxito y reconocimiento de los demás.
No obstante, ese mismo comportamiento fue el causante del surgimiento de la globalización, cuya principal característica es la competencia y control de los Estados. Las personas ahora pasan a ser dominadas por sus mismos vicios, en plural, porque como bien dice Rüdiger Safranski: no existe una sola globalización sino muchas, cada una de las cuales tienen sus propias ventajas y desventajas para la población mundial.
La globalización ha convertido al mundo en un gran tablero de ajedrez, donde los países son piezas que tratan de emplear la mejor estrategia para estar en el lado de los ganadores y exitosos y no de los perdedores y fracasados. En un planeta donde reina la rivalidad, siempre habrá países muy ricos y otros muy pobres, porque la globalización no busca la justicia social, sino llevar a la práctica la selección natural de Charles Darwin: la sobrevivencia del más fuerte.
Desde luego, aunque el hombre es un animal de costumbres, también es un ser viviente y vulnerable y cómo tal tiene un límite de aguante. Puede que se acostumbre a vivir en un mundo colectivo y competitivo, pero cuando esto le traiga más desventajas que ventajas, buscará la forma de buscar lo que le beneficia y si eso lo logra a través del aislamiento (vuelta al bosque) y la disminución del deseo de transcender, puede que haga ese sacrificio (si bien éste es temporal en la mayoría de los casos).
Después de todo, por muy poderosa que sea la globalización en sí, fue creada por los hombres y como tal, es dominada por ellos y diseñada a su vez para controlar a otros hombres. Es un círculo vicioso que no tiene fin y que se apodera de la tierra; donde los que pierden la partida son los que tienen que sufrir los excesos de este fenómeno, los que tienen que pagar por los vicios propios y ajenos.
Llegará el momento, en que el aguante humano se quebrará, en que los jugadores quedarán en tabla: nadie ganará y solo la globalización triunfará, después de todo ¿cuánta globalización en realidad podemos soportar?
Globalización: monstruo de 2 cabezas
Daniela Damiano
La globalización es un monstruo de 2 cabezas. Una de ellas es perfecta y completamente validada por las necesidades inmediatas de la sociedad actual, mientras que la otra es la cara oculta que nadie ve a primera vista, pero que al adentrársele enferma, contamina y liquida todo cuanto ve a su paso.
Para Safranski no existe una globalización única, para él el mundo está inmerso en varios tipos de globalización que entre todos construyen una gran red que atrapa al mundo contemporáneo. Comparto esta visión, pues a lo largo del tiempo han nacido una serie de elementos que le han dado fuerza al fenómeno de la globalización. Es decir, muchos son los factores que contribuyen y le dan vida a esta nueva forma de mundo. El autor menciona 3 variantes del globalismo: el neoliberalismo, el antinacionalismo y la destrucción que hemos provocado en la tierra sin tomar verdadera responsabilidad en el asunto. Yo agregaría un cuarto elemento que considero vital para el desarrollo y perdurabilidad de la globalización: el desarrollo tecnológico.
Opino que este último elemento es el que ha repotenciado los 3 anteriores nombrados por Safranski. Para el neoliberalismo es impresionable que se creen objetos innovadores para servir como mercancía y así asegurar la rentabilidad y su permanencia como sistema de mercado en el mundo; para que haya un verdadero antinacionalismo es vital contar con los adelantos en los sistemas de traslado como el avión, tren, barco y automóvil que le permitan a la persona recorrer el mundo; y para destruir la tierra el hombre se ha valido de su ingenio para desarrollar cuanta tecnología se imagine, siempre pensando en el bienestar a corto plazo, sin ver más allá las consecuencias que puede desencadenar en el futuro.
Si bien la globalización es un monstro de 2 cabezas camuflado, depende de nosotros el no permitir que este se coma nuestro mundo. Depende de nosotros cambiar esa forma de vida, que cómodamente hemos adoptado y que describe muy bien un conocido refrán: “Pan para hoy, hambre para mañana”.
Globalización y comunicación
Anna Sofía Esqueda
Rudiger Safranski en su obra ¿Cuánta Globalización podemos soportar? Nos hace diversos planteamientos que reflejan como ha sido la evolución del hombre en materia de conocimiento y como esto ha creado la sociedad que tenemos actualmente, marcada principalmente por la globalización.
Inicialmente plantea la distinción entre razón e inteligencia, explicando que la razón tiene la capacidad de disponer de lo que concierne los fines y actúa cuando el saber no solo acompaña a la voluntad sino que la produce. Es decir, el hombre se diferencia de los animales por ser racionales y esta razón es la que produce voluntades.
Explica que desde su punto de vista el hombre no está totalmente formado, es un ser a medias y por ello tiene la capacidad de compensar los defectos naturales con habilidad e inteligencia. Señala además que el ser humano configura la naturaleza en base a la cultura.
Seguidamente entramos en el fenómeno de la globalización, donde señala que la vida en el globo está en manos del hombre. Las enfermedades, la economía, la superpoblación, la angustia, el pánico todos son producto de la globalización. En la economía se da un proceso donde los mercados y la producción de los países entra en dependencia reciproca a causa de un comercialización trasnacional de bienes, servicios y fuerzas.
A nivel mundial desde hace 50 años estamos inmersos en un proceso de globalización cada vez más intenso e indetenible a raíz de la aparición de los medios de comunicación, si bien es cierto que se han logrado beneficios para la conservación y mejora de la vida a través de la difusión de las modernas ciencias naturales, la medicina y la técnica, también se impacto y transformo las culturas, formas de vida, regiones, etc; haciéndonos dependientes y hasta víctimas de este proceso global sin darnos cuenta.
La razón de la globalización
Andrea Hernández
La razón es lo que nos diferencia del resto del reino animal. El ser humano ha explotado este don para trascender, para interpretar el mundo de distintas maneras y así crear distintas teorías e ideas que lo atan a las experiencias y al universo incierto al que pertenece. Más allá de todo lo que hace para trascender, siempre forma parte de un todo que nos une y nos conecta con el resto de la existencia; lo que Schopenhauer llama capa de moho.
A través de la razón, el hombre ha expandido sus capacidades de percibir y procesar lo que lo rodea, cuestionando constantemente su existencia en un intento de descifrar el universo. Las distintas perspectivas, teorías e ideologías que estudiamos, son consecuencia directa del uso de la razón, que constantemente activa en nuestra mente la búsqueda de respuestas. La expansión de esa razón es lo que ha originado que el hombre se acerque a una conciencia absoluta del mundo que habita. Esta conciencia nos ha llevado a crear medios que nos conecten y relacionen.
Rudigüer Safranski plantea que el hombre por naturaleza esta abocado a lo artificial, y es la cultura lo que podría quitarle su condición de “animal no fijado” o inacabado.
La cultura, el conocimiento y la razón han provocado el nacimiento de una conciencia global llevada a cabo a través de una interdependencia económica donde la competencia y el control del mercado son metas indispensables. Dicha interdependencia incluye todos los estratos que conforman la cultura, fragmentando este proceso en varios, por lo que existen varias globalizaciones.
La globalización se nos presenta como un proceso complejo y múltiple, no es una sola, son varias. El globalismo es lo que nos hace pensar que la globalización es una, pero esta ideología no es más que producto de una razón cuadrada que se limita dentro de un universo infinito de posibilidades.
No es una sino varias
Víctor Petit.
Poco a poco la globalización se ha hecho parte de nuestras vidas. Algunos se percatan de su presencia y tratan de sobrellevarla; pero otros, ni siquiera conocen de su existencia y viven sumergidos en ella sin saberlo.
La globalización no puede ser vista como un proceso singular y unitario. Ella conglomera todos aquellos sistemas de integración mundial que van desde el intercambio económico hasta el simple pasatiempo poblacional. El autor Rudiger Safranski asegura que no deberíamos hablar de globalización sino de globalizaciones.
El concepto de globalización se ha ideologizado adquiriendo el nombre de “globalismo”. Dicho concepto, dice Safranski, “engendra la imagen de una sociedad mundial que se presenta más unitaria de lo que en realidad es”. La idea de globalismo ha transitado por el neoliberalismo económico que se preocupa por la producción activa del mercado. Asimismo ha conducido a la renuncia del nacionalismo con miras a adoptar culturas mundiales. Y actualmente, aupó una sociedad preocupada por el mejoramiento y conservación natural. Esta situación ha interesado a gran parte de las naciones del mundo, sin embargo, no existe ningún ente establecido que represente a la humanidad.
La interdependencia a la que se ha llegado en los últimos años, produce una bifurcación de consecuencias. No se puede afirmar que la globalización ha conllevado a una total desgracia mundial, pero tampoco ha propiciado los mejores efectos. Es cierto que ha facilitado la cooperación comunicacional del globo, así como las conversaciones y los avances médicos, técnicos y científicos. No obstante, el mismo fenómeno ha relegado a muchas regiones y comunidades del mundo, creando las llamadas brechas informáticas y el auspicio de las discordancias.
El asunto de la globalización visto desde una óptica omnisciente, radica en el hecho de que es indetenible y que todo lo que era estable en el pasado queda diluido ante la fuerza del proceso.
La globalización indetenible
Gabriella de Santolo
La globalización constituye un proceso creciente de complejas interconexiones entre sociedades, culturas, instituciones e individuos a escala mundial.
Las culturas que antes se diferenciaban por tener sus propias tradiciones y ritos, ahora forman parte de una sociedad mundial producto de ese gran fenómeno que se ha producido por la preponderancia de intereses económicos.
Sin darnos cuenta, estamos siendo parte de este proceso que muchos catalogan de indetenible aunque cada día surjan más organizaciones que quieran evitarlo.
Marx definía este cambio como un fenómeno que producía una evolución en la sociedad. Todo lo que se suponía que iba a quedarse estable y detenido en el tiempo cambia en algún momento como producto de esta globalización.
Esto lo vemos todos los días, tanto en nuestro entorno como en otros países. La globalización en Venezuela la podemos ver desde que los colonizadores europeos llegaron a nuestro territorio y comenzaron a mezclarse con nuestros antepasados indígenas y así comenzaron a crearse nuevas razas y nuevas culturas producto de la combinación de tradiciones y maneras de vivir.
Actualmente en cada país hay un inmenso número de Mcdonalds, por ejemplo. En cada ciudad hay un barrio Chino y miles de restaurantes italianos y españoles. Todo esto forma parte de la globalización que Marx categorizó como indetenible por el simple hecho de que la información y el alcance de los intereses económicos de las empresas y de los países siempre alcanza inclusive los rincones más pequeños.
Los olvidados por la globalización
Franz von Bergen Granell
El proceso de globalización iniciado por el hombre en el siglo XV tras el descubrimiento de América, se ha caracterizado por la continua competencia entre los habitantes de los distintos territorios del mundo para lograr expansión y una diferenciación que, como dice Rüdiger Safranski, permita hacer sentir a los ganadores mejores que los vencidos. Es por esto que los imperios europeos llegaron a América con el deseo de explotar los recursos del continente para fortalecer sus dominios y enriquecer las arcas de sus naciones, misma situación que se vivió en el continente africano años más tarde cuando éste fue repartido entre los europeos.
En el último libro del escritor peruano Mario Vargas Llosa, El Sueño del Celta, queda muy bien retratado el proceso de explotación de territorios invadidos para lograr el beneficio de las metrópolis. En la novela, se cuentan con detalles los regímenes de explotación a los que eran sometidos los nativos del Congo para que extrajeran caucho que sería enviado a Bélgica para fortalecer ese reinado. Posteriormente, se habla del drama vivido por los indígenas del Putumayo cuando compañías apoyadas por los ingleses los explotaban para conseguir materias primas que luego eran vendidas al imperio. Estos dos territorios son ejemplos de las regiones convertidas en “manchas blancas” y detenidas en el tiempo de las que Safranski habla en su estudio de la globalización, las cuales, lamentablemente, parecen ser imprescindibles para que se pueda dar el progreso en las regiones más avanzadas del orbe.
Todo lo expuesto lleva a Safranski a sentenciar que no existe una humanidad sino grupos de hombres, los cuales tienen intereses y velan por su crecimiento en una sociedad competitiva en la que “el capitalismo se ha globalizado”. Este pensamiento guarda gran similitud con la definición que los expertos dan en la actualidad de las relaciones internacionales, que son señaladas como unas “relaciones de intereses”. Ya no ocurren ocupaciones barbáricas, como las vistas durante la colonización. Sin embargo, los países siguen velando por sus intereses a través de relaciones comerciales en ocasiones injustas con los débiles e interviniendo, incluso bélicamente, en conflictos internos de países cuando el equilibrio económico mundial se ve comprometido. Asimismo, muchos grupos humanos de distintos países se ven marginados del progreso mientras élites controlan la mayoría de los recursos.
Nota: Estos ejercicios reflexivos surgen de los estudiantes de la cátedra de Filosofía de la Comunicación del prof. David De los Reyes, Escuela de Comunicación Social, Universidad Central de Venezuela, abril 2011.
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