En torno al libro:
Una propuesta de aproximación crítica al arte actual
de Juan Francisco Benavides
David De los Reyes
El arte debe ser tan bello como el encuentro fortuito
entre un paraguas y una máquina de coser
sobre una mesa de disecciones”
El Conde de LAUTREAMONT
Es para
mí un gusto presentar el libro Una
propuesta de aproximación crítica al arte actual (Editorial Académica Española, 2018), de nuestro colega docente,
artista y amigo Juan Francisco Benavides. En sus páginas nos sumergimos en un
análisis e interpretación hermenéutica profunda y reveladora de la escena
artística de las tendencias más relevantes de nuestro siglo. A través de una
aguda perspicacia y un vasto conocimiento del arte, Benavides nos invita a
recorrer, junto a sus complejidades, las expresiones más radicales,
conceptuales de diversos artistas junto a sus obras, creaciones que poseen un
sentido polémico, complejo, problemático y experiencial. Los convocados para
mostrar el manejo hermenéutico crítico de su aproximación son Max Aguilera, Ron
Athey, Damien Hirst, Andrés Serrano, Teresa Margolles y Joel Peter Witkin. De
estos creadores, el discurso crítico de Benavides vendrá a desentrañar sus
códigos, sus intenciones, sus propuestas, sus tendencias y las narrativas que
están aparentemente ocultos en sus obras. Irá conformando un paisaje artístico
propio del llamado arte corporal, presentando una mirada aguda y reveladora que
viene a desafiar nuestras percepciones preestablecidas. Es retomar el sentido
de la aletheia según Heidegger, de develar lo oculto incrustado en cada
una de estas obras, cargadas de vertiginosos signos, contrastes de luz y
sombras, riesgos y, sobre todo, una posición netamente conceptual del arte. La
idea priva por encima de lo que se muestra en tanto obra material. Propuestas que,
como sabemos, cuestionan cualquier parámetro tradicional de la creación y se
posan en una transgresión que ataca a las estructuras de las instituciones del
arte. Todo ello sin ser indiferentes ante los espectadores que, en muchos
casos, reconocen la imposibilidad de adentrarse en los sentidos y significados
de estos eventos artísticos.
En un
primer momento, el texto procura despertar la reflexión en cómo nuestra propia
mirada, tanto de la obra como de nosotros junto al objeto artístico, refirieren
a las formas tradicionales de analizar las creaciones artísticas. Aborda enfoques
que van del común visibilismo, la
iconografía, la iconología, la semiótica, hasta recaer en una proposición
gadameriana de una posible hermenéutica de la imagen y del arte. Ello sin
olvidar la necesidad de atender a la composición estructural y su significado,
junto a los procesos biográficos de los creadores en cuestión.
No menos importante, en esta triada creador-obra-espectador, resulta intentar
pensar el punto de vista, su perspectiva
existencial y personal, su carga cultural e histórica para el acercamiento
sensible e interpretativo de las obras por él escogidas. Lo cual difiere de
espectador a espectador, o en palabras deleuzianas, de perceptor a perceptor.
Los sentidos que se entregan en esa experiencia personal son diversos,
múltiples por las variables de nuestra formación y sensibilidad individual. Así
se va decantando a una posible y compleja construcción de sentido, que requiere
una apropiación de conocimientos más allá de lo personal, adentrándose en
campos humanísticos, sociológicos, culturales, filosóficos y estéticos para
acercarse a estas propuestas artísticas.
No menos
importante para Benavides es la reflexión que nos ofrece sobre el fundamento
esencial de todas las obras que analiza. Me refiero al interés de la recuperación del cuerpo como tema del arte
en el mundo actual, según sus propias palabras. Es el punto en común que tienen todos los
artistas seleccionados, pues cada uno de ellos, bien por diferentes ángulos,
posturas, visiones de mundo, obsesiones y traumas personales tratan al cuerpo
desde diferentes perspectivas y dimensiones. Consideran que la presencia de lo
corpóreo humano-animal viene a despertar una simbolización única en todas las
obras actuales, en especial construyendo una ruptura de las imágenes corporales
de belleza, citando la presencia de lo Otro,
es decir, lo anormal, lo deforme, lo monstruoso, lo diferente, lo anoréxico, lo
transexual, lo cadavérico, etc. Para esta selección de creadores, el cuerpo es el lugar de la transgresión social, la
apropiación de los cuerpos, siendo la
estructura individual del ser, el lugar límite entre lo público y lo privado,
entre lo normal y lo normalizado, entre lo que somos y lo que sabemos. Recurren
a conceptualizaciones que rondan como categorías del cuerpo: cuerpo histórico,
cuerpo mecánico, cuerpo ciborg, cuerpo dual, cárcel del alma, cuerpo mercancía,
cuerpo violado, cuerpo explotado, cuerpo cadáver y finalmente, cuerpo que se
difumina, que se vuelve concepto, energía, vacío, sexo, dolor, placer, todo y
nada.
Entre
los artistas que aborda Benavides en su particular y original reflexión, los iremos
conociendo por sus palabras, sus búsquedas y sus sentidos existenciales en el
arte. De esta manera Max Aguilera es un reconocido artista de la fotografía que
se adentra con su lente al enfoque de la anatomía humana y el ser ante la
muerte. Logra registrar de forma descarnada en sus reveladoras fotografías el
mundo de la medicina forense y de la cirugía. Aguilera es, además, médico. Nos
dice: Estoy interesado en explorar el
mundo de la medicina desde el punto de vista del arte.
Ron
Athey, es ampliamente reconocido por su arte escénico provocativo y subversivo,
inspirado en el francés Antonin Artaud y su teoría del "Teatro de la
Crueldad", que abogaba por una forma de dramatización que impactará
directamente en los sentidos y las emociones del público. Es lo que aspira
Athey al presentarse en escena. Siempre en una constante exploración de temas
relacionados con el cuerpo, el género y la sexualidad en sus más extremos
límites de la acción performativa. Ha dicho que para él el arte está siempre en una intersección con el mundo real y la
política.
Otro controversial artista, por sus creaciones conceptuales y físicas, es el inglés Damien Hirst, para quien el arte conceptual y su enfoque de la muerte, la vida y la brevedad de la existencia son intuiciones y reflexiones, materializadas en el manejo taxidérmico de animales y de objetos inusuales en su obra. Su propia intuición creadora se manifiesta en esta afirmación: el arte no está muerto, pero va a tener que cambiar, de la misma forma que todo lo demás.
Andrés Serrano, otro de los reconocidos fotógrafos
provocativos del arte actual, nos induce a explorar los temas de la identidad,
religión y la sexualidad, utilizando para ello impactantes y escatológicas
imágenes. Ellas reafirman su obsesión de llevar
las cosas al extremo, a menudo utilizando imágenes controvertidas y polémicas.
La mexicana Teresa Margolles es reconocida por
abordar su arte temas de violencia, muerte, desigualdad social, utilizando
elementos en apariencia sencillos en su materialidad, pero contundentes en el
sentido que toman bajo sus propuestas. Los elementos utilizados en sus
instalaciones son agua, tierra y restos humanos. La citamos textualmente: Me gusta llevar las cosas al extremo,
desafiar y perturbar a las personas.
Por su parte, el fotógrafo estadounidense Joel
Peter Witkin aborda valiéndose de imágenes controvertidas y subversivas, temas
como la muerte, la deformidad, los tabúes sociales y lo grotesco de lo humano.
Son tomas surrealistas y con una intencionalidad escenográfica y teatral, sugerentes,
en que se interceptan elementos de la literatura y de la historia del arte. Su
punto fijo a lo largo de su carrera ha sido concretizar una propuesta estética
personal. Mi propósito es encontrar
belleza en lo que otros consideran horrendo.
Benavides
con su investigación nos propone superar lo que la mayoría del público observa
como distante, incomprensible y aberrante dentro del arte contemporáneo. De
cómo apreciar la creación contemporánea sin que sea un conflicto al acercarse a
la producción de estos artistas en particular y al resto del arte conceptual en
general.
En suma,
ejerce la curaduría reflexiva de obras que contienen toda una complejidad y una
polémica expresada en temas como la sexualidad explícita, la exhibición del
cuerpo doliente, la exposición en sus interioridades, de excreciones y
secreciones, la muerte y la transgresión de los cadáveres convertidos en
objetos estéticos, junto con la enfermedad como metáfora de la sociedad del
presente y sus identidades cambiantes. Todos tienen una particularidad, la de
tocar los tabúes de nuestra mentalidad occidental.
Guste o
no gusten, nos dice Benavides, esas obras controversiales están ahí,
conviviendo con toda la producción humana del llamado arte. Su preocupación
como crítico, creador e historiador del arte nos exige afrontarlas, acercarnos,
entenderlas, lo cual exige una aspiración a comprender tanto a la obra como al
artista, dándonos la posibilidad de construir
una nueva manera de ver, descartando las visiones filosóficas clásicas kantianas
del juicio estético del arte. Se requiere estructurar otras ópticas de
acercamiento a estos objetos y acciones artísticos. Nos exige pasar de ser
contempladores a ser perceptores constructivos, constituyéndonos en
co-creadores y críticos esto es, que la obra no sea sólo una excusa para
reflexionar en torno a ella, sino una realidad en tanto lo otro, que siempre se quiere ocultar, velar y que nos conduzca a
direccionar la reflexión sobre nosotros en tanto espectadores y no en simples
receptores pasivos. En el fondo, citando sus palabras: la experiencia artística debería convertirse en una propuesta ética que
permita a quien la perciba cambiar su propia vida.
Es
asumir la creación como una puerta para cambiar la vida a través de la
experiencia sensible catártica que induce las obras de este estadio del arte
contemporáneo. Más que buscar una verdad,
se trata de dar a saber que encontraremos una multiplicidad de micro-verdades desde la perspectiva no del
artista, sino del perceptor-espectador. Es aceptar las diferentes elecciones
propias de una deconstrucción de sentido, traspasando el controversial juego de
la objetividad de la obra, sustentada en su materialidad, reconociendo la
subjetividad del perceptor, que siempre tiene la mirada desde una personal y
contextual historicidad con la que se avoca a enfrentarse con las obras,
sabiendo cuáles son los límites que impone nuestra mirada privada, convencional
y personal a la construcción estética de la obra.
Benavides
tiene una interpretación sobre el propósito del imaginario del arte y del
artista contemporáneo. Estos actores poiéticos
deben accionar en buscar la confrontación constante con su obra y con el
público, no sólo por la ofrecida representación objetual, sino desde la
existencia misma de las obras y por los temas que aborda. Considera que, en
nuestro presente, el arte nos lleva a cuestionar los límites de lo bello, de lo
bonito, de lo complaciente. Para
Benavides no puede reducirse el arte a esos ciertos principios absolutos y
únicos. Para Benavides hacer arte es
transgredir, provocar, desplazar hacia un punto crítico nuestras estructuras
mentales en tanto espectadores. Se trata de un arte que incomode, que no
pretenda gustar sino disgustar,
desagradar, corromper para abordar el tema esencial de toda esta mirada
tanatofílica artística centrada en el cuerpo, su disolución, su vacío, su
muerte, su todo y nada, con lo que se aspira, según esta aproximación crítica
del arte actual, a una confrontación con nuestra propia vida.
En
última instancia, este libro "Una
propuesta de aproximación crítica al arte actual" de Juan Francisco
Benavides Sola, no solo invita a reevaluar nuestra percepción del arte
contemporáneo, sino que también insta a una introspección profunda sobre la
relación entre el arte y el espectador, de las obras y los co-creadores. A
través de su análisis perspicaz y su enfoque hermenéutico, Benavides nos obliga
a cuestionar nuestras concepciones preestablecidas de este campo del hacer
humano, desafiándonos a asumir roles más activos y participativos en la
interpretación de las obras de arte contemporáneo
Resumiendo,
en este viaje narrativo a través de las obras de estos artistas vanguardistas,
nos enfrentamos no solo a la transgresión de límites sociales y culturales,
sino también a la confrontación de nuestros propios prejuicios y convenciones.
Benavides nos recuerda que la apreciación del arte contemporáneo va más allá de
la mera contemplación estética; es un proceso activo que requiere una
comprensión profunda y una disposición a enfrentar lo que puede resultar
incómodo y desafiante. La propuesta de Benavides es una invitación a abrazar la
multiplicidad de verdades y a reconocer la subjetividad inherente en la
interpretación del arte, lo que nos permite no solo enriquecer nuestra comprensión
del mundo del arte contemporáneo, sino también de nosotros mismos en tanto
espectadores activos y constructores de significado. En última instancia, la
obra de Benavides nos empuja a redefinir el arte como una experiencia
transformadora que trasciende la mera contemplación estética y se convierte en
un medio para cuestionar, reflexionar y potencialmente transformar nuestras
propias vidas.
Retomando
una frase de Andrés Serrano que afirma que un artista no es nada sin una
obsesión, pudiéramos parafrasearla respecto a la visión de la crítica y a los
críticos del arte por Juan Francisco Benavides: un crítico de arte es nada sin una óptica, sin una perspectiva
hermenéutica de interpretación.
DDLR,
Guayaquil 10 de noviembre 2023
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