Triexiliados: Tres artistas de la diáspora venezolana
Rayma
Suprani, Yucef Merhi y Pepe López Reus
David
De los Reyes
A modo de
introducción
No es noticia que la nación
venezolana comenzó a entrar en un proceso de masiva migración desde los inicios
del régimen que asumió el manejo del Estado a partir de las elecciones de 1999.
Son veintitrés años de deterioro constante no sólo de la realidad física del
entorno territorial, sino de deterioro de la calidad de vida del venezolano a
pie. A la fecha de hoy, nos dice el portal de Acnur, se han desplazado
alrededor de 7 millones de estos migrantes por diferentes continentes y
naciones. El presidente de la hermana república de Colombia ha dicho que
el problema de la diáspora venezolana se debe al recalentamiento de la tierra,
al cambio climático. Si así argumenta y dimensiona tal desplazamiento humano
(en Colombia habitan casi dos millones de venezolanos), no extraña que tras
ello se pretenda ocultar la real crisis que la hermana república afronta,
derivada de un Estado fallido y carente de respuestas a las demandas mínimas y
vitales de los habitantes. En suma, buscar “esquivar” la realidad incómoda que
condiciona tanto frontera adentro como frontera afuera, impactando al resto de
los países del continente americano y a Europa.
No quiero extenderme aquí. Para
conocer más y mejor sobre los datos y estadísticas de ese fenómeno líquido de
los desplazados, sugiero consultar los trabajos del sociólogo venezolano Tomás
Páez. Mi propuesta es atender a este fenómeno a partir de la mirada y
creación de tres artistas destacados y originales: la caricaturista y
comunicadora Rayma Suprani, del ciberartista y programador Yusef Merhi y del
artista plástico José Luis (Pepe) López Reus.
Los tres, desde distintos campos del
hacer artístico contemporáneo, nos dan su expresión en torno a cómo han
interpretado un proceso de desalojo territorial masivo. Un vaciamiento de país,
acerca de desplazamientos de los arraigos emocionales y físicos. Lo que se ha
mostrado en las distintas tonalidades estéticas de estos artistas es la
superación de interrogantes personales de ¿me voy del país o me quedo? ¿qué
debo llevar? ¿qué debo dejar? ¿de qué debo desprenderme? ¿cómo consigo los
dólares para partir? ¿hacia qué país me dirijo? Preguntas que nos hicimos muchos
de nosotros en un momento dado, pero sobre todo para una gran mayoría a partir
del conflictivo y represivo año del 2017.
Cada uno de ellos ha tejido su propio
estambre plástico donde sobresale toda una multiplicidad de referencias.
De identidades dislocadas, de rupturas emocionales, de vivencias cotidianas
vencidas, de memorias apagadas y de reinvenciones a costa de todo. De toda una
simbología agrupada en las distintas propuestas de cada uno de estos artistas.
Elizabeth Marín, investigadora de arte, nos habla de desterritorializaciones y
territorializaciones significativos e imaginables.
A partir de la caricatura, de la
exploración tecnológica-digital y de la instalación se interceptan estos
artistas de la diáspora en una encrucijada común, en más de haber dejado un
país es salir de una situación, en palabras del artista
venezolano Pepe López Reus. Tres planteamientos artísticos que enfrentan la
ceguera de un proyecto de país que ha fracasado de forma permanente, siendo
sólo una salida para los convenimientos de los que tienen el control del
territorio físico y económico. Ello ha despertado todo un halo expresivo y
creativo desde todos los campos del arte. Los que corresponden a nuestros
artistas revisados, narran con éxito a través de la caricatura, el dispositivo
virtual y la ocupación espacial de objetos que han perdido su contexto y su función al
ser empaquetados en plexiglás. Discursos que dan cuenta de una
inaplazable situación colectiva, de un imaginario truncado, de una disposición
a reinventar trayectos y esperas de vida. Como dice nuestra amiga la
crítica de arte venezolana María Luz Cárdenas:
“Los artistas, hoy, no eluden sus propias respuestas a
la realidad social, pero utilizan para ello nuevos recursos, nuevas
disciplinas, nuevos soportes, nuevas tecnologías. El arte de hoy produce una
nueva narrativa, una nueva escritura de lo social. El realismo social
tradicional –aun cuando sostenga una inmensa fuerza narrativa y expresiva como
en el caso de la Nueva Figuración– se mantiene anclado a la imagen. El realismo
conceptual acude al discurso para transformar la realidad”[1].
Notamos entonces que, para estos
artistas, el viaje migratorio vendrá a constituir una experiencia única y
personal, por un lado, pero acobijada por la sombra del colectivo desplazado.
Plantea despojarse de las figuraciones realistas y reductores que conforman una
ilusión perdida, facilitado por una situación de mutación, de metamorfosis
física y mental condicionada por la experiencia. Lo que se vive no es un simple
cambio de espacio por carencias materiales, de inseguridad permanente, de
guerra asimétricas y silenciosas, o por contar con la mínima atención médica en
muchos casos. Lo que se nos va relatando a través de sus propuestas simbólicas
y significativas es la fractura psíquicas, emocionales y corporales de la
decisión de abandonar lo conocido, de la voluntad obligada a asumir el
cotidiano tránsito por caminos desconocidos y el sino del destino al que se
debe enfrentar todo desplazado.
Estos tres artistas, integrados bajo
el título de Triexiliados, abordan la condición de lo que la también curadora
de arte María Luz Cárdenas ha definido como el paso del Realismo Social hacia
la construcción de una mirada desde un Realismo Conceptual.
La crítica
cotidiana por medio de la Caricatura: Rayma Suprani
Iniciando con el caso de la
caricaturista, comunicadora y artista plástico Rayma Suprani[2],
su propuesta nos lleva a comprender a partir de su propia experiencia
personal, que los regímenes totalitarios no admiten el humor. Y eso por una
condición irrenunciable de establecer el condicionamiento social de un país a
un pensamiento único.
El humor requiere de una consciencia
expansiva y libre, las dictaduras de un pensamiento limitado y sometido. Un
principio que padeció en carne propia o he de decir a trazo y tinta propios, ya
que tras casi dos décadas como la caricaturista estrella del diario El
Universal, tuvo que salir de Venezuela ante el riesgo de perder su libertad
injustamente implicada en un juicio por la Fiscalía del Estado, así como el
recibir amenazas e inseguridad personal. A raíz de ello se trasladó a Miami,
donde comenzó su exilio desde el 2014. Su propuesta “Yo migrante”, que data del
2018, se centra en el arte de la caricatura. Esta forma de comunicación visual
crítica, implica la más de las veces una representación satírica y exagerada de
una situación social o política de coyuntura y que puede involucrar a una
persona pública. Quizás sea la narración visual con mayor presencia crítica y
popular, a partir de la ironía y del humor. Una interpretación por medio del
dibujo de una situación que hay que atender, reflexionar y visualizar de una
forma directa por la audiencia. Si bien en ella se hace el uso de la
deformación, la exageración y la simplificación reductiva, es con el fin de
crear una visión removible, distorsionada e identitario del sujeto referido.
En el caso de Rayma es una de las
pocas artistas valiente y comprometida con la acción social, los derechos
humanos, la democracia y la asistencia a la infancia a carta cabal. Su obra
sirve de inspiración a muchos artistas compatriotas en la diáspora en la
defensa de los incumplidos derechos humanos en todo el globo, pero en especial
en su país. Su caricatura, como un dispositivo político expansivo, nos
conduce a entrar en consciencia y en expresar comentarios de una emocionalidad
colectiva, ridiculizando o reconociendo virtudes a determinadas personalidades
por sus acciones y discursos. Y su fin, además de un entretener al público que
aprecia la obra, es poder expresar un sentido de realidad que despierte una
toma de consciencia ante una situación, alertando sobre cómo resolverla o minimizarla.
Sus caricaturas abordan los temas sociales, culturales y políticos como la
corrupción, la violencia y la discriminación en todas sus manifestaciones y por
supuesto la migración y el exilio.
Entre sus proyectos alineados al tema
que aquí tratamos está lo que ella llamó La nación desparramada. En
ella retrata a los venezolanos y cierta psicología de aquellos que han emigrado
a otros países con la esperanza de encontrar un futuro mejor. En sus propuestas
visuales caricaturescas de la diáspora venezolana nos da una declaración a la
responsabilidad política y social, tanto del país de origen de donde se sale,
como a los países de llegada, así como de la importancia de asumir la crisis
humanitaria de la migración venezolana de forma empática y efectiva.
Yucef Merhi: una
poética de lo digital en el exilio
Es uno de los pioneros del arte
digital o NetArt no sólo en Venezuela y Latinoamérica, sino a nivel global. Es
una figura artística representativa de los usos y potencialidades que ofrece el
discurso digital. Merhi es un programador consumado, pero también es un poeta
de vuelo artístico, donde ha venido construyendo una lingüística lírica
cibernética, que va desde el manejo de los módulos de Atari en los años 80,
hasta los recursos de los dispositivos de la high tech actual. Defensor de
los usos de módulos digitales abandonados por la debacle del desarrollismo
tecnológico digital, siempre regresa a recursos técnicos obsoletos del pasado
reciente, pero con una interpretación y uso novedosos y creativos. Su aguda
mirada nos adentra en la percepción de contextos sociales junto a sus
mecanismos establecidos de control para desenmascarar al mundo las intenciones
subterráneas de un estadio político en su país. Su hackeo de páginas de
instituciones gubernamentales, adherido el manejo de la tecnología
digital, de los video-juegos, de circuitos electrónicos, de pantallas en
permanente performance poético, han establecido una forma personal del
cuestionar el poder. Lo dio a mostrar con su proyecto abierto Seguridad
Máxima, Seguridad Mínima a fines de los 90. En él se
desestabiliza los esquemas de protección de instituciones gubernamentales,
corporaciones y figuras políticas. Se nos muestra la vulnerabilidad de los
datos a todo nivel. Entre 1998 y 2003 vendría a hackear la base de datos de la
Oficina de Identificación del Ministerio de Relaciones Interiores de Venezuela,
haciendo una selección de los números de cédulas de todos los venezolanos
nacidos un 4 de febrero (fecha del golpe fallido de Chávez en 1992), durante
los últimos cien años. Con ellos concibió un datagrama cuestionador
de la supuesta privacidad y secreto personal de información por parte del
Estado en el manejo de datos. Su obra, vista así, viene a mostrar las nuevas
posibilidades adheridas a un nuevo uso de materiales virtuales dentro del
lenguaje del arte[3].
Por otra parte, Merhi ha explorado la
temática de la migración venezolana en el devenir de su obra. Aportando usos
innovadores de la tecnología en el arte, filtrando todo un compromiso político,
estético y artístico para abordar temas sociales, políticos, de vulnerabilidad
de la privacidad de usuarios por plataformas institucionales y la diáspora
venezolana.
La emigración abordada por Merhi nos
es sugerida por una variedad de medios que incluye el vídeo, la fotografía, la
poesía, la literatura y el arte digital. Se combinan imágenes realistas,
datos, lenguaje natural, imágenes poéticas en sus obras. Se da cita a un foco
realista compartiendo con un surrealismo programado de aviones y paisajes
aéreos en pantalla. Creando una suspensión en el tiempo y en el espacio, donde
se nos muestra la emoción de la confusión, incertidumbre, ansiedad y
desorientación de quien emprende la partida teñida de esperanza fuera del país.
No deja fuera del marco del NetArt el
cuestionamiento a la responsabilidad política, social, humana de los países de
origen y destino. Apuesta a una empatía y comprensión por aquellos que se han
visto forzados a abandonar sus habituales espacios de vida por la proyección artilugios
lúdicos y virtuales que aspiran a una condición mejor de existencia y a
una expresión poética de la cotidianidad digital. En el fondo, todas sus
propuestas y proyectos visuales sobre la emigración venezolana son poderosos
puntos de atención que nos demandan empatía y acción. Constructor de una
estética visual única, su obra en conjunto nos da para reconocerlo como
una de las voces importantes del arte digital comprometido contemporáneo.
Pepe López Reus y su
metáfora de una diáspora en proceso
Las reflexiones de la citada
Elizabeth Marín nos facilitan el abordaje de la obra de Pepe López Reus,
identificando en su obra la esencia del sujeto diaspórico que
experimenta, por sus disímiles fases de desplazamiento, la
desterritorialización y la reterritorialización en un tiempo suspendido en el
espacio de la memoria del emigrante[4].
Pepe López Reus, inspirado por la
narrativa performática del artista alemán Joseph Beuys, define su proyecto como
un arte político. Aborda la creación disruptiva de la emigración, las
identidades y de la existencia de su país desde la perspectiva de lo visual.
Sus propuestas son directamente un entramado de temas sociales, cotidianos y
políticos directa e indirectamente relevantes. La migración es uno de los
tantos aspectos que ha tocado por medio de diferentes formatos y materiales
descartables dentro una sociedad del desecho y de la obsolescencia. Una de sus
obras más representativas sobre la migración es Crisálida (2017).
Se trata de una instalación que segrega collages y murales, fotografías
intervenidas y superpuestas, objetos desfocalizados de sus funciones comunes,
con la que pretende retratar el vacío y el encierre emocional que significa ser
emigrante o ciudadano de su país. Sus cercanías al tema, como notamos, son a
través de diferentes materiales, formatos y técnicas que van surgiendo a su
paso por la ciudad. Como flaneur baudeleriano del
trópico recolector atesora los objetos de desecho como piedras preciosas para
sus realizaciones.
En su obra, en especial la nombrada,
se arriesga a retratar la vida de los emigrantes por medio imágenes, textos y
objetos, donde subyace un mensaje de la reafirmación de la lucha que junto a
una búsqueda no deja tener como norte la supervivencia y la dignidad de
los sujetos diaspóricos en su desplazamiento
desterritorializado y la memoria de lo dejado atrás, lo poco llevado y lo
posible encontrado en la apertura a una reterritorialización aceptada a costa
de una memoria trashumante. López Reus nos muestra cómo a través del vivenciar
de forma participativa con su obra, nos aproximamos a la meta de una vida
mejor, acentuado el impacto que tiene la salida y la llegada hacia una
cultura y sociedad extraña para el emigrante.
Además del tema aquí en cuestión
Pepe López Reus no deja de soslayo el tema de la inseguridad y la violencia, la
corrupción y la cercenación económica en su testimonio visual del presente
continuo de su país de origen. Su arte es una invitación a reflexionar y tomar
postura y acción sobre esos temas apremiantes de una realidad de altos
contrastes y absurdidad humana.
Su obra Crisalida,
del 2017[5],
se la plantea tras regresar de una breve estancia su país. Fue presentada
en la galería Espacio Monitor de Caracas como parte de su propuesta individual
en la muestra colectiva titulada Escape Room el 29 de octubre de 2017 al 21 de
enero de 2018. Comprende una extensión de unos 19 mts de longitud, donde
encontramos todas las pertenencias del artista junto a otras de amigos que le
han donado o prestado para la obra. Una obra que emerge como metáfora simbólica
y plástica para narrar visualmente la clausura de una vida. De un estadio
humano en tanto sujeto de desplazamiento, presentándonos todo un archivo de 190
objetos[6],
toda una memoria de viaje en la estructuración de su obra. Bajo el lenguaje del
performance y de la instalación, este artista recrea una metáfora física y
poética de esa condición sociocultural-política del transterrado de la Venezuela
de hoy. En ella agrupa objetos y materiales de distinto tipo, propios,
encontrados, prestados, regalados y apropiados. Todos construyen un documento
visual de una partida-mudanza en la búsqueda de un nuevo futuro. Son objetos
que se separan de su funcionalidad y se enmarcan en un territorio simbólico y
onírico, de una clausura que nos trasportan a la experiencia de la
partida. La Crisálida representa el momento en que el gusano no sabe
exactamente en qué se transformará en mariposa, queda en un limbo, y esa
transformación es un salto cualitativo en todas las dimensiones de la
existencia para quien la vive. En palabras de su autor: “La obra refiere
el momento preciso cuando embalaste tus cosas, no las puedes usar, pero tampoco
llegaste a ningún lado. Los objetos personales, encontrados y prestados que van
desde mi propio carro, una sombrilla y hasta un pote de aspirina y no sólo son
mi autobiografía sino también el sentir de un colectivo que no busca
salir de un país si no de una situación”(negritas del autor)[7].
En suma, se trata
de una profunda y elástica representación del significado del exilio, de la
emigración, de la diáspora individual, del sujeto diaspórico fragmentado,
disperso, desplazado y dividido, que pone en jaque la crisis de un país y
una situación inaplazable que enfrentar. Pero al mismo tiempo implica un
llamado hacia el futuro, un traslado hacia un nuevo tipo de existencia,
integrando el reinventar subjetividades con un conflicto colectivo irresuelto.
A modo final
El fenómeno de la
diáspora venezolana comenzó con la ruptura de la democracia representativa por
una democracia populista-militarista, con un barniz de nominalismo socialista.
Situación que ha llevado a franquear las fronteras a los ciudadanos de ese país
y transitar por espacios territoriales externos y que han provisto de una
potente energía y capacidad creativa a los artistas venezolanos a todo nivel.
Da la casualidad que los tres artistas aquí presentes son hijos de familias
emigrantes (Italia, Israel y España respectivamente); es decir son fruto de
otros desplazados desde latitudes de ultramar que arribaron a lo largo del
siglo XX. Y ahora les ha tocado salir fuera de su país de origen hacia otras
realidades, volviendo a esa condición de emigrantes que han tenido que
reorganizar y reactualizar sus vidas, pero manteniendo a la par su impulso
creador, su arte cuestionador y crítico. Los que les revela como voces de ese
éxodo, para denunciar y evidenciar una crisis profunda, el absurdo de un
entramado social de situaciones inconcebibles y adversas para el lógico
proseguir de la vida de los habitantes de su país.
Son Rayma, Merhi y
López Reus actores y creadores de un mensaje de cara a las generaciones
futuras. De las que están naciendo y habitando hoy en Venezuela como aquellos
que han tenido que nacer y crecer fuera de él. Artistas que reniegan asumir a
la migración como una simple evasión, o un cambio de país, sino acentuar su
función de escape a una situación social dramática y real. Cada uno de ellos,
desde su óptica personal, nos ha mostrado una inadmisible realidad que genera
aceptar ser “desplazado”. Es el viaje errante de las experiencias y emociones
de un yo movilizado e inevitable. Toda diáspora es una tela viva de emociones
radicales, de experiencias y pensamientos ambivalentes. Sin perder de vista
que escapar consiste en permanecer (José Balsa): siempre se
lleva el país a cuestas, como imagen permanente en la memoria. O como lo
refiere el poeta venezolano Rafael Cadenas, Premio Cervantes 2022, en su
magnífico libro Cuadernos del Destierro:
“Pero volvamos con
muerte y todo a la mar plena. No hay que temer.
¡Oh, quitemos la
palabra miedo de las inscripciones perennes!
¿Quién compartirá
mi desunión?
Levantaré un himno
a mi segregación de las fuerzas naturales.
Me he despedido de
la tierra que me sustentaba.
(…)
Me ahueca el
artificio. Mi piel echa de menos tu caricia, tierra.
En la perplejidad
del destierro encontraré un camino.
Universo oral de mi
libertad, en tus galaxias encomiendo mi espíritu”[8]
Y repetimos a coro
para escuchar en las voces de los millones de venezolanos de la diáspora: en
la perplejidad del destierro encontraré un camino.
Bibliografía
mínima
Cadenas, Rafael: Cuadernos del destierro, falsas maniobras y Derrota. 2da ed. Caracas. Fundarte, 1979, p.60.
Cárdenas, María Luz: Del Realismo Social al Realismo Conceptual (o cómo lidiar con la crisis en Venezuela, desde el arte contemporáneo), Artishock. Revista de Arte Contemporáneo (2018). http://artishockrevista.com/2018/06/28/del-realismo-social-al-realismo-conceptual-o-como-lidiar-con-la-crisis-en-venezuela-desde-el-arte-contemporaneo/.
Furiati,
Claudia: Interface entre arte y tecnología: net. Art la hermana menor. Tomado
de Yuceg Merhi: Press Dossier, p. 152. En: http://cibernetic.com/pressdossier.pdf
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Guanipa,
Moraima: Hechura de Silencio. Una aproximación al ars poética de
Rafael Cadenas. E. Fondo Editorial de Humanidades y Educación – UCV, Caracas.
2002.
Lombardi, María Laura: “Pepe López: No se trata de salir del país sino de
una situación”. Esfera Cultural, 2017. https://esferacultural.com/pepe-lopez-no-se-trata-salir-del-pais-sino-una-situacion/8363. Visitado el 06 de febrero 2013
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Reus, José Luis (Pepe): Vacivus. En: http://pepelopezreus.com/vacivus/.
Visitado 06 de enero 2023
Marín, Elisabeth: La diáspora venezolana
actual: la Crisálida de Pepe López. Vista de Notas sobre la diáspora
venezolana actual: la Crisálida de Pepe López | Revista de Arte Ibero Nierika
Merhi,
Yucef: Press Dossier, 1986-2010. En: http://cibernetic.com/pressdossier.pdf
. Visitado el 06 de febrero 2023.
Pedreáñez,
Inger: La Estética de Pepe López. Rev. Estilo. 31 de agosto 2020. En: https://revistaestilo.org/2020/08/31/la-estetica-de-pepe-lopez/
. Visitado 03 de febrero 2023.
Rayma: El arte de la caricatura. En: https://www.raymasuprani.com/es/inicio/
. Visitado el 06 de febrero 2023.
----------Caricaturista venezolana Rayma afirma que
las dictaduras no tienen sentido del humor. Entrevista para Agencia EFE.
En: https://www.youtube.com/watch?v=3gsPrtX44G4
-----------Conferencia: Dictators hate political cartoons -- so I
keep drawing them | TED
En: https://www.youtube.com/watch?v=PFFbXhEcYTM
[1] María Luz Cárdenas: Del
Realismo Social al Realismo Conceptual (o cómo lidiar con la crisis en
Venezuela, desde el Arte Contemporáneo) En: https://artishockrevista.com/2018/06/28/del-realismo-social-al-realismo-conceptual-o-como-lidiar-con-la-crisis-en-venezuela-desde-el-arte-contemporaneo/ . Visitado el 06 de febrero 2023.
[2] Agencia EFE. Entrevista a Raymahttps://www.youtube.com/watch?v=3gsPrtX44G4
[3] Cárdenas. Op. Cit.
[4] Elisabeth Marín: La diáspora
venezolana actual: la Crisálida de Pepe López Reus. En: Notas sobre la diáspora venezolana
actual: la Crisálida de Pepe López | Revista de Arte Ibero Nierika
Nº 15(2019) DOSSIER. Visto: 06 de febrero 2023.
[5] El componente de la obra son 190 objetos
envueltos en película de polietileno, que los agrupa de forma individual o en
conjuntos. La disposición nos lleva a la memoria personal de un posible
almacenamiento o mudanza de pertenencias. Los objetos que constituyen a La
Crisálida son de diversas dimensiones y usos: están envueltos en polietileno
desde un auto, una motocicleta, un piano hasta un envase para depósito de
cenizas agrupados con valijas de diversas épocas, artefactos domésticos,
muebles, libros, herramientas, juguetes, mapas, obras artísticas de Soto y
Echeverría además de suyas. En el inventario de los objetos de Crisálida
recolectado por el artista se encuentran sus
corotos significantes en los que ha vaciado su afecto y sentido de pertenencia.
La lista comprende objetos propios, tomados, apropiados y prestados. Ésta es la
lista de “corotos” (pertenencias) que se encuentran en Crisálida : #terios
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[6] Marín. Op. Cit.
[7] Lombardi, María Laura: “Pepe López: No se trata de salir del país sino de
una situación”. Esfera Cultural, 2017. https://esferacultural.com/pepe-lopez-no-se-trata-salir-del-pais-sino-una-situacion/8363. Visitado el 06 de febrero 2013
[8] Rafael
Cadenas: Cuadernos del destierro, falsas maniobras y Derrota. 2da ed.
Caracas. Fundarte, 1979, p.60.
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