Premio Cervantes 2022
Rafael Cadenas
en la senda encendida de la honestidad
Claudia Furiati Páez
“Camino dejándome”, pacta Rafael Cadenas
(Barquisimeto, 1930) en el párrafo de cierre de su prólogo que recopila buena
parte de sus entrevistas, donde seguidamente conviene: “Las respuestas van
perdiendo cierto tono, un poco como de sabedor, para adquirir otro de tanteo
que se aviene más con quien fue un buen lector de Mairena que solía poner en
guardia contra sí mismo a sus alumnos. Es el tono que me corresponde hoy cuando
trato de vivir sin asideros mentales, sin istmos, sin cargas, abierto, en
actitud de inquirir”.
Es el tono de lector vital que cultiva el Premio
Cervantes 2022, el mismo que ha mostrado y compartido con quienes siguen su
obra lírica y ensayística desde hace más de seis décadas y a los nuevos que se
aventuran a conocer más sobre esta ars poética guardiana de la palabra
exacta. A éstos especialmente queremos dedicar las siguientes líneas en las que
ofrecemos, con ayuda de algunos estudiosos del devenir cadeniano, aproximarlos
a su obra lírica y ensayística, la que le ha valido el máximo reconocimiento
literario de la lengua castellana y que recibirá el próximo 23 de abril.
En el camino del descubrimiento
Comprender este legado pasa por reconocer la
naturaleza de lector y defensor del lenguaje que ha profesado Rafael Cadenas
desde sus primeros textos. “…personas distraídas me tienen por escritor -asoma
en otro prólogo, segmento donde suele dejar pistas de sí -. “En realidad, nunca
me he sentido como tal, profesionalmente, soy más bien lector. Los libros se
apoderan de mí con más facilidad que el impulso de escribir…El no escritor cae,
recae y vuelve a caer deserción…y espera tal vez demasiado de los libros,
espera seguramente lo que no pueden dar: una revelación que lo mude, que lo
ponga en el camino de mayor descubrimiento”[1].
En esa senda del asombro nos hemos
acostumbrado a seguirlo “dejándonos” como lectores. Bien lo dice una de sus más
asiduas indagadoras, Moraima Guanipa, se enfrenta uno a un texto poético que
“reclama”, una ética como lector “un compromiso de interpretación y de
fidelidad”[2]. Y
parte de la clave en ese acompañamiento al poeta venezolano ha residido en el
ejercicio de lo que algunos describen como su acto de despojamiento verbal y
existencial, del lenguaje y del yo, que practicó gradualmente desde la
publicación de sus primeros poemarios universales como son Una isla
(1958) y Cuadernos del destierro (1960), pasado por el icónico
Intemperie (1977) hasta llegar hoy a imaginarios contrapunteos con otros
universales escritores en sus Contestaciones (2018).
Una voz que se deja ser
Un
devenir que trazó una parábola entre la voz mítica de sus primeros versos a la
voz mística de los que posteriormente emergieron, como señaló tempranamente el filósofo
Ludovico Silva: “Después de haber aprendido a hablar el lenguaje de los mitos
oceánicos, Cadenas ha aprendido la voz seca y metálica de la pura verdad, al
fondo de sí mismo, al fondo de su ser”[3].
He aquí una cualidad de su noción poética, su vínculo con la existencia, al
ofrecer un arte que se “aprehende a la vida y convierte en extraordinario lo
ordinario”.[4]
El poeta ha reconocido el influjo del budismo
zen en ese “dejar ser” (wu wei) que impregna a sus versos libres, prosas
y aforismos generando conmoción en quien los lee:
“Lo místico es esta libertad vacía
que arranca de la supresión de la anestesia del lenguaje, y de la supresión de
todo metalenguaje. Súbitamente lo real se hace real. Pero no por el concurso de
ninguna ‘inteligencia sentiente’ sino con el concurso de la nada”,
conviene Cadenas en sus Apuntes sobre San Juan de la Cruz. Y esa
vacuidad se manifiesta en muchas ocasiones acompañada de un inquietante
silencio. Es éste otro recurso usado como metáfora en su poesía la palabra se
hace impotente; “desposesión” del yo inquiere el catedrático Guillermo Sucre.
“abolir el yo y su desmesura imaginante para acogerse a lo justo, a lo
verdadero, aunque parezca lo precario.[5]
Ofrenda al mutismo para dejarse
estar o en palabras del citado Sucre recurrir a “la palabra silenciosa”,
aquella que “nos devuelve tanto a la inmediatez como al misterio de la realidad”…
Así lo plasma en unos versos de Memorial (1970): “Enmudezco / en medio
de lo real / y lo real dice con su lenguaje lo que yo guardo…Callo no voy más
allá de mis ojos / me consta este alrededor”. Es la renuncia del sujeto a ser
el centro de la reflexión, sino parte de este diálogo con el mundo, ese ser en
las cosas.
En palabras de Sucre: “También la obra de Rafael
Cadenas se inicia con el deslumbramiento ante los poderes verbales y de la
imaginación. Pero su ruptura con todo eso se va haciendo más radical. ¿El
radicalismo de Cadenas? Quizá no haya nada más sencillo y a un tiempo más
complejo. Cadenas no es un naíf ni un místico, mucho menos un esteta. Lo que
busca es regresar a una relación directa con el mundo y que la palabra sirva a
esa relación. Me parece que así lo sugiere en un poema de uno de sus últimos
libros: «Voz antigua, / ocultabas la ruta./ Ahora ocupas tu puesto./ Ya no hay
conjuro». Ya no la palabra encantatoria, ni siquiera le mot juste,
sino la palabra que ocupa su puesto; ya no es el mero despojamiento, sino el
despeje que abre la verdadera ‘ruta hacia lo real`”[6].
Bordeando el lenguaje
Si de algo se confiesa “encadenado” este poeta
contemporáneo es a su misión de custodio de la lengua como el vehículo para la
configuración del individuo / ciudadano. Por tanto, su consternación al
testificar una y otra vez la “desintegración del idioma”, especialmente el
español. Le toca en los orígenes como lector: “Me emociona pensar que las
palabras que yo pronuncio son las mismas que pronunciaba, por ejemplo,
Cervantes, o encontrar en sus obras las palabras de mi infancia, oídas tantas
veces en boca de mis abuelos o mis padres, o compañeros de la escuela o de
juegos. El lenguaje está cargado hasta los bordes del tiempo. Nos sumerge en el
pretérito o nos lo trae a nuestro hoy. Rezuma formas de vida por todos sus poros
y él mismo es forma”[7].
En esta cruzada, además de elocuente
su ensayística, poesía y cátedra universitaria, también lo ha sido su oratoria
especialmente ante la crisis democrática que viene padeciendo su natal
Venezuela desde hace más de dos décadas. “Hay palabras tan principales como
aquélla, por ejemplo, libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad; las
cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el
hecho de vivir realmente”[8]
Escuchar sus mensajes y reflexiones
de gran “temple moral”, son un aliciente al venezolano desvalorizado en su
gentilicio por un régimen que lleva más de dos décadas instalado y coartando
libertades y ejerciendo una hegemonía de lenguaje. María Fernanda Palacios, coterránea
y reconocida profesora de literatura, destaca esta condición del discurso
cadeniano que “hace contraste”. “En donde quiera que hable Cadenas se escucha
otro temple, ese que nace cuando ya no se es rehén de la esperanza, cuando se
ha visto el vacío y la destrucción que esparce esa palabra, sinónimo también de
utopía”[9].
“Barbarie” es otro término al que frecuenta contrastar
ante el discurso del poder. Un ejemplo es la respuesta que da a la pregunta
sobre el rol ético del poeta y el poema ante esta impuesta condición
deshumanizadora: “Se suele pensar que la poesía puede hacer muy poco frente a
la barbarie porque sólo le interesa a una ínfima minoría, pero esta es una
legión del espíritu y a través de ella actúa la poesía, llegando así a ámbitos
más amplios. En todo caso, lo más importante es el desarrollo de la conciencia;
en tal sentido, la lectura, pero no sólo de poesía, es decisiva”[10].
Los ecos del camino
Y sí, la lectura ha sido primordial para Cadenas en su
formación como “artesano de la palabra”, siguiendo la obra de otros virtuosos
de este oficio. Los convoca junto al escritor Antonio López Ortega: “Puedo
mencionarte a Whitman, Rilke, Michaux, Cavafy, Pessoa, Williams, pero son
muchos más, y en medio de sus voces se trata de encontrar la propia. En prosa,
dentro de nuestro idioma, Alfonso Reyes, Antonio Machado, Baldomero Sanín Cano,
Pedro Salinas, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Octavio Paz, Fernando Savater
y, por supuesto, otros, porque la lista es larga... He de decirte que he leído
mucho a los españoles, desde los clásicos del siglo XVI hasta los de hoy”[11]. Recuento
al que sumamos textos de la filosofía oriental: vedántico, taoísmo, budismo zen
y por el lado occidental de pensadores como Jung, Watts, Paniker.
De igual manera, la decantación de
su propia voz poética ha pasado por la escritura de una docena de poemarios,
además de los ensayos, cuadernos de apuntes y aforismos a los que tiene gran
estima. Confiesa guardar una mayor afinidad con Memorial (1977), Gestiones
(1992) y Sobre abierto (2012), Contestaciones (2018) y los
son por el hecho de la sencillez y brevedad de sus estrofas. Esta inclinación
la atribuye a “cierta urgencia por ir directo al blanco” y a su gusto por leer
que no lo deja salir de la “escritura breve”[12].
Voz que se bifurca y se enmascara
para ofrecer multiplicidad de tonos y sensibilidades de los personajes en los
que se desdobla el poeta. Lo define Moraima Guanipa como una dialéctica
instaurada entre el yo del poeta y el yo del lector, para así hacer posible “un
nosotros dialogal”. Ese que se manifiesta en el siguiente aforismo de Memorial:
“La
palabra no es el sitio del resplandor, pero insistimos, insistimos,
nadie
sabe por qué”,
Un texto que, según la citada periodista y poeta, “reclama
a un lector dispuesto a nadar en la incertidumbre y perplejidad, capaz de
seguir las tentativas del poeta por mostrarnos otra vía: la ‘encendida
honestidad´”[13].
Y esa senda trazada es además al descampado y sin
ropajes líricos y retóricos que le distraigan como lo define en su magnífico Intemperie
(1977), y aunque el poeta no lo cuente entre sus predilectos, ha sido un
poemario seminal del registro cadeniano, pues en él queda grabado el arte
poética que lo signa: “Que cada palabra lleve lo que dice. / Que sea como el
temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido”, para más adelante
rematar “Seamos reales/ Quiero exactitudes aterradoras /Tiemblo cuando creo que
me falsifico”.
Muy por el contrario a ser deshonesto en su decir, el
quehacer poético de Rafael Cadenas es admirado por su naturalidad y
autenticidad de lo que llamó “inestilo” (ausencia de estilo), al tan
solo procurar la “expresión necesaria” o exacta resumida en : “asentimientos
que no se transforman en certezas inexpugnables; asombros que no llegan al
éxtasis de las revelaciones; acordes, sí, como en música; pactos necesarios y
transitorios con los hechos, y también negaciones, siempre que éstas no sean un
pero al mundo”[14].
Como bien ofrece pistas de ese tránsito lector, indica
María Fernanda Palacios que ha de hacerse “en presente” y considerando las “contradicciones y grietas” que definen
el momento. “Pero el registro en que su palabra resuena cuando se trate de un
poema o de un aforismo no es el mismo con que resuena en una entrevista.
Algunos lectores se apresuran, no escuchan el temblor que acompaña a la palabra
o su silencio…” [15].
Una discreción que también espera el
poeta de quien lee sus “dichos”, tan solo escuchar a “un viviente”, a “alguien
que ha vuelto a casa”, a “quien puede reconducir a otro comienzo” (Gestiones,
1992). Así entre ambos, escritor y lector- como nos alienta Moraima Guanipa, continuar
transitando un diálogo quedo y honesto:
“Y
nosotros los lectores, también en silencio, seguimos al poeta en su camino,
tratamos de acompañarlo en la construcción del sentido, porque sabemos e
intuimos que la escritura poética se completa en la lectura. La poesía no es un
hecho dado e inmutable al cual el lector asiste pasivamente como testigo o
espectador. El lector es coautor, compañero silente del poeta en su discurrir,
una tarea nada fácil, que exige nuestro compromiso. Leer a Cadenas es leernos”[16].
Perfil
de un Cervantes
“Más que piloto de su andanza, la de alguien a quien
le cuesta decidir y por eso es llevado…” así percibe su propio paso el Premio
Cervantes 2022. Sin embargo, constatar las estaciones recorridas a lo largo de sus
93 años de vida, hasta el momento que hoy hace al mundo de la poesía y la
lengua castellana festejar su hacer poético, lo confirma conductor de su verso
y su cotidiano universo.
Considerado uno de los más trascendentales poetas
vivos latinoamericanos, pertenece a la llamada generación de escritores del 58,
de su natal Venezuela. Junto a él, Salvador Garmendia, Manuel Caballero, Jesús
Sanoja Hernández, Arnaldo Acosta Bello, Eugenio Montejo, Darío Lancini, Adriano
González León, Guillermo Sucre y Ludovico Silva compartieron aulas, pensamientos, escritos y en muchos casos militancia en las ideas de izquierda. Configuraron
parte de la intelectualidad de la democracia y fueron personajes notorios a
partir del 58, cuando cayó el dictador Marcos Pérez Jiménez y pudieron salir de
la clandestinidad o retornar del exilio como ocurrió a Cadenas proveniente de
Trinidad y Tobago. De allí traería sus “notaciones” para Una isla (1958) y Los
cuadernos del destierro (1960).
A partir de entonces siguió apostando a las formas
versiculares reunidas en Falsas maniobras (1966); Memorial
(1977), Intemperie (1977), Anotaciones (1983), Amante (1983),
Dichos (1992), Gestiones (1992), Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística (1995), Sobre abierto, (2012), En torno a Basho y otros asuntos (2016) y Contestaciones
(2018). Intercalados vieron luz ensayos, entre los que destacamos
En torno al lenguaje (1985) y Anotaciones de San Juan de la Cruz y la
mística (1995).
Una
prolija trayectoria que además ha combinado a cabalidad con su carrera de
académico en la Escuela de Letras de la UCV y de investigador de la lengua. Por
ello recibió la beca Guggenheim en 1986, además de dos doctorados Honoris Causa
otorgados por la Universidad Central de Venezuela y por la Universidad Simón
Bolívar de su país.
Su
obra ha sido merecedora relevantes galardones entre los que se cuentan el
Premio Nacional de Ensayo en 1984, el Premio Nacional de Literatura en 1985, el
Premio San Juan de la Cruz en 1991, el Premio FIL de Literatura en Lenguas
Romances en 2009; así como los tres más importantes de Iberoamérica, el Premio
Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca en 2016, el Premio
Reina Sofia de Poesía Iberoamericana (2018) y el Premio Miguel de Cervantes
(2022).
BIBLIOGRAFÍA
Cadenas, Rafael. Entrevistas, San Felipe: Grupo La
Oruga Luminosa, Fondo Editorial para la Región Centro Occidental, 2000.
-
Apuntes sobre San Juan de
la Cruz y la mística, Caracas: Fondo
Editorial Orlando Araujo, 1995.
-
En torno al lenguaje,
Caracas: Ed. Dirección de Cultura UCV, 1985.
Guanipa, Moraima. Hechura de
silencio. Una aproximación al ars poética de Rafael Cadenas, Caracas: Fondo
FHE-UCV, 2002.
López Ortega, Antonio, Guanipa,
Moraima, Rivera, Nelson, Ramírez, Ricardo. 4 voces sobre Cadenas (Caracas:
AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018).
López Ortega, Antonio. “La realidad
es el misterio absoluto”. Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780, Junio 2015.
Palacios, María Fernanda. “Otro
temple: sobre Rafael Cadenas”. Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780, Junio 2015.
Posada, Claudia. “Contra la barbarie
de la propia inspiración”. Revista La palabra y el hombre, N° 127, Jun-Sep.
2003.
Silva, Ludovico. “Parábola del
desterrado”. En La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas, Caracas:
Fondo Editorial FHE – UCV, 1999.
Sucre, Guillermo. “La metáfora del
silencio”. En La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas de varios
autores, Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999.
[1] Rafael Cadenas, Apuntes
sobre San Juan de la Cruz y la mística (Caracas: Fondo Editorial Orlando
Araujo 1995), 9.
[2] Moraima Guanipa. Hechura
de silencio. Una aproximación al ars poética de Rafael Cadenas (Caracas:
Fondo FHE-UCV, 2002), 17.
[3] Ludovico Silva,
“Parábola del desterrado” en La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas
(Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999), 19.
[4] Guanipa. Hechura de
silencio…43
[5] Guillermo Sucre, “La
metáfora del silencio” en La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas
de varios autores (Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999), 316
[6] Guillermo Sucre, “La
metáfora del silencio” en La poesía… 315
[7] Rafael Cadenas, En
torno al lenguaje (Caracas: Ed. Dirección de Cultura UCV, 1985). 24-25.
[8] Rafael Cadenas. “Discurso
Premio Reina Sofía Poesía Iberoamericana” en 4 voces sobre Cadenas
(Caracas: AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018).
[9] María Fernanda
Palacios, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”, Cuadernos
Hispanoamericanos,
N° 780 (Junio 2015), 31
[10] Claudia
Posada, “Contra la barbarie de la propia inspiración”, La palabra y el hombre,
N° 127, (Jun-Sep, 2003), 111.
[11] Antonio López Ortega “La realidad es el
misterio absoluto”, Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780 (Junio 2015),
7.
[12] Posada,
Claudia, “Contra la barbarie de la propia inspiración”, 111.
[13] Guanipa,
Moraima. Hechura de silencio…102
[14] Palacios,
María Fernanda, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”…32
[15] Palacios,
María Fernanda, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”…35
[16] Moraima Guanipa,
“Rafael Cadenas: lenguaje y misterio” en 4 voces sobre Cadenas (Caracas:
AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018), 7.
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