De Superman a
¿Superbigotes?
David
De los Reyes
El
régimen del señor Maduro viene a instaurar un falso héroe que quiere dar
solución ficcional, a todos los problemas que debe enfrentar de forma real la población venezolana dentro de su fracasado régimen. Es el nuevo mito a ser construido y
solidificado en el inconsciente colectivo del venezolano. Se repite
lo que ya había hablado Humberto Eco respecto al análisis que hace del mito de
Superman en su libro Apocalípticos e integrados de 1965. Eco, bajo su
mirada estructuralista del mito, advertía cómo debe responder una estructura
narrativa en la creación de un mito. La estructura del tipo de historia mítica
que se quiere narrar, debe responder a las necesidades del medio que quieren
impactar en la sensibilidad y en el imago de la audiencia a la cual va
dirigido. Y sus narraciones no intentan
dar solución a todos los problemas que puede enfrentar. Debe mantener
un peligro inminente sobre la ciudadanía
a defender, para que así no llegar nunca a un final y poder permanecer de forma
indefinida, capítulos tras capítulos, donde no se puede visualizar nunca un desenlace
(mientras viva el personaje ficcional).
El
caso de Super Bigote (SB), es la
respuesta del régimen a cierta reacción colectiva de frustración por la crisis de la
nación; crisis acentuada por la desaparición física del supergolpista
líder bolivariano en el 2013 y su interpretación mítico-simbólica inyectada en los
fiscalizadores ojos de Chávez. Esta suerte de “precuela” combinó el cuerpo espectral
del "comandante", con un despliegue a un nivel público y nacional de los carteles de
la propaganda que el régimen concibió para la campaña presidencial de febrero 2012,
donde "supuestamente" resultó relegido. Ante la falta palpable de su persona por su muerte, su
cuerpo físico se transforma en cuerpo mítico, a través de los ojos que mirarán
al “pueblo venezolano” desde cualquier lugar, desde el totalitario Aleph
político del aparato estatal chavista. Con su fallecimiento, buena parte de sus
seguidores entrarán en crisis; surge un trance no sólo de corte político-militar, sino
psicológico y social: se les fue el proto-padre salvador dadivoso, salvador de la patria. De allí que
esta “mirada escudriñadora” fuese el recurso para mantener por un tiempo cierto
equilibrio psíquico en los militantes y simpatizantes del partido totalitario del estado, para luego
decaer y dejar tener efecto. A Chavez muerto, Maduro puesto.
Parte
de esa reducción de la fidelidad se encuentra en el devenir de su heredero
impuesto. El señor Maduro construirá un
régimen con la misma receta izquierdista que le dictan sus asesores para
mantener el poder. Intensifica la represión, maquilla la realidad, pero el
fracaso y la frustración en todos los niveles sociales son más que evidentes, a
pesar de que toda su maquinaria propagandística pagada pretenda borrar una
realidad inocultable. Por ese lado podemos decir que su régimen ha sido
exitoso, se ha mantenido sin perder un ápice en el trono de Miraflores.
A
nivel internacional la prensa que apoya al régimen ensalzará al heredero de la
¿presidencia? dando un apoyo incondicional brindado por los grupos izquierdistas
de Suramérica. Su imagen como hombre
fuerte sin embargo ha decaído. Las ocurrencias y las declaraciones cada vez más
falsas (¡siempre lo han sido, pero ahora más!), y con un lenguaje retador y del
aparente heroísmo de una izquierda fallida no convencen a nadie.
Bien
sabemos que ante una crisis de estado se requiere recurrir a nuevos mitos para
restablecer, si se puede, el equilibrio y el vínculo perdido dentro de una
sociedad de masas como la venezolana.
Para
ello el régimen construye el mito de un superhombre, pero de uno que
vendrá a declararse en contra de los enemigos del régimen, es decir, de representantes
del repetidamente mentado imperio norteamericano, enmascarado en la inseguridad,
el peligro de invasión o una guerra asimétrica permanente. El personaje titulado
como Super Bigote, viene a ser un remedo, que nada tiene que ver con el úbermensch nietzscheano
ni con el super héroe ficticio de Superman de los años 30 del siglo pasado,
creado por el escritor estadounidense Jerry Siegel y el artista canadiense Joe
Shuster. Pero de este último toman rasgos importantes para la reconstrucción
del personaje a través de la cultura del cómic.
Los
capítulos del comic SB plantean la acción reactiva de salvar a la nación
venezolana del embargo estadounidense y de otros países internacionales.
Muestra la hermandad con el régimen comunista de Cuba y crea un personaje que,
a diferencia de las tramas del Superman original, no es de carácter civil sino
un “Mitoman” concebido desde las usinas de la propaganda política del régimen.
Toman las habilidades extraordinarias que todo humano envidiaría, y recordando a los mitos clásicos de Hércules y Sansón. Puede volar y despliega
una gran fortaleza contra “los gigantes enemigos” que impiden el paso de los
envíos humanitarios hechos desde las hermanas naciones hacia el
país cercado, salvando a la población de los atropellos de la época, una tras
otra vez. Desde la llegada de la vacuna para el COVID19, así como otras
situaciones consecuencias del embargo económico internacional son enfrentadas, deslastrando
de culpas y responsabilidades al propio régimen.
SB
en clave de comic vendría a penetrar, no solo a la población infantil, sino
además aquellas mentes infantilizadas de los adultos adictos y proclives aún al
estado fallido. Pretende nivelar las perturbaciones psicológicas dando dádivas ficticias, mediante acciones reivindicadoras de la revolución bonita.
Estas frustraciones y complejos de inferioridad que están en la población al
orden del día, donde la organización estatal decide constantemente por ella,
donde la elección individual queda reducida gracias a la máquina mediática y
represiva que actúa “por y para el bien del pueblo venezolano”. El bolivariano
SB debe romper con todos los límites imaginables que constituyen al ser social
del ciudadano vulgar y pauperizado. En vez presentarse como el reportero
Clark Kent, se nos presenta como el salvador presidente omnipresente ante todos
los males externos e incoados por el imperio. Es la búsqueda de una identificación
con la población de escasos recursos, pauperizada, expoliada, disminuida para
ser recuperada por todos los males y mediocridades que impiden alcanzar la
bonanza de la revolución igualitaria.
La
construcción del mito del SB apela a los arquetipos de la cultura de masas
producidos por la industria cultural hollywoodense. Sin embargo, quiere
diferenciarse en su contenido, mas no en su estructura. Apela a las
características de una situación política que encubre la frustración colectiva,
pero la oculta, atribuyendo a agentes externos la construcción o destrucción de
esa realidad. El régimen siempre tiene una mano salvadora y las virtudes de SB
son en mostrar la valentía (¿?) y la decisión (ficticia) contra los agentes
enemigos.
Si
bien la construcción normal de un héroe de masas apela a un origen de vida
insatisfactoria y en cierto ambiente de fracaso, en el mito SB apela al freno
que le impone a un presidente tercermundista y revolucionario, en llevar a cabo
la misión de que el barco cruce las aguas revolucionarias de la república, como
máxima realización de la dictadura de un partido anclado en el Estado. Y es
contra esas fuerzas adversas que mostrará su coraje y resolución bajo el sello
de la ficción y confusión narrativa del hecho.
Pudiera
llegar el día en que el público seguidor de estos comics revolucionarios,
en su fantasía aspiracional le transforme en un “real” héroe de la revolución.
SB viene a querer representar lo mejor de los anhelos de la condición
bolivariana ante el embate del imperialismo. Es la víctima que se subleva y
adquiere la fuerza invencible (desde la ficción del mito por medio del comic), para
enfrentar todos los males populares. No
sólo fantasea con ser poderoso, invencible, popular, inteligente, corajudo,
sino que procura un fin reivindicativo y justiciero con sus actos, contra las
fuerzas adversas a nivel nacional y planetaria, haciendo el bien colectivo y
salvando a la nación de la infamia contra la revolución.
El
mito nos muestra un SB con una conciencia política revolucionaria, a diferencia
del gringo Superman original que nos presenta tener una consciencia civil o de
ayuda a la ciudadanía en general, en detener a ladrones y hacer obras de
caridad. SB no lo imitará en ello. Pues como superpillo bolivariano realizará
los actos de la mejor demagogia izquierdista: salvar de la peste, llenar los
supermercados con alimentos de lujo, pero incomprables para la mayoría,
reflotar la moneda con otra maquillada devaluación ante el dólar, permitir la
libre entrada de mercancía, lo cual también vendrá a aceptar la libre salida
de otras mercancías…y derrocar los tiranos
presidentes y líderes democráticos de los países que adversan las
bondades de su salvífico igualitarista régimen venezolano. SB es la mejor forma
de disfrazar un dictador a partir de la capa ilusoria de ser un superhéroe
revolucionario, adversado por las fuerzas del mal internacional, que habitan el
underworld, el mundo subterráneo de las fuerzas imperialistas reaccionarias
y antidemocráticas. El Superman gringo
es un defensor de la propiedad privada. SB es un defensor del régimen que sólo
produce frustración y represión en el mundo civil, pero defensor del saqueo
privado a la riqueza pública de una nación.
Habría
que recordar que, en los años 40 del siglo XX, la trama de Superman vino a
intervenir en la captura de Hitler y de Stalin. Los lleva a la Liga de las
Naciones (predecesora de la ONU
para la época), a compadecer en tanto agentes culpables de
grandes crímenes contra la humanidad, provocando agresiones contra naciones
indefensas. Llevando la trama a la caza de jefes políticos criminales y
empresarios corruptos. Respondiendo un anhelado sentido de justicia contra
estos personeros dentro de un mundo real, en que sus decisiones provocarán
profundos sufrimientos e injusticias a millones de personas comunes y
corrientes en manos de los poderosos del momento. En los años 70 los guionistas
procuraron abordar otros temas como la defensa de los trabajadores emigrantes
latinoamericanos ante el abuso de un capataz gringo, alentando a la huelga para
defender sus derechos laborales.
SB
no entra de estos parámetros de defensor real contra las injusticias de los
miembros del régimen y los altos índices de corrupción por los que tienen que
permear las vidas de los ciudadanos.
Este falso superhéroe no presenta ninguna evolución del paladín
ficcional original. Lo que ha mostrado el personaje real es la versátil
capacidad de buscar las formas de reafirmarse en el poder dictatorial sin tener
ningún viso de superguerrero o superrevolucionario, defensor de una nación
caída en la miseria dentro de ingentes recursos y protector de una población
sumida en una ola migratoria sin precedentes. En fin, una pseudo-épica de
villanos mal concebida, pero exitosa para penetrar en la mente de la población
infantil y de adultos aniñados que ha propiciado el régimen sin voluntad
autónoma, caídos en la inercia de la supervivencia cotidiana, sin capacidad de
superación fuera de los rediles que impone el Estado fallido.
Los
guionistas y artistas de la serie son una copia regionalizada de lo que ya han
tramado los creadores de las distintas series del personaje norteamericano. Para 1998 apareció Peace on Earth,
donde el Superman busca superar el hambre del mundo. En 1999 aparecerá King
of the World, busca superar todos los problemas de la humanidad: anhelo
mundial a partir del mito ficcional.
Encontramos
que la copia pueril no se camufla. Se copia hasta la trama, pero cambiando el
atuendo del personaje y el país en donde habita mostrando en que él si puede
solventar los problemas, pero superarlos solo en tanto comiquitas, el
peso de la realidad hace caer cualquier ficción hipostasiada de falsedad. El tema es que los problemas de un país (y
del mundo), no pueden ser resueltos por una individualidad con fueros poderosos
y justicieros. La complejidad de un país, sus fracasos, sus problemas, sus
desaciertos, su organización fallida, es un evento en que se debe participar en
conjunto, compartiendo las cargas tanto el estado como la sociedad civil que
habita en país. Y eso no está ni remotamente planteado en las comiquitas del MalVer
del bolivarianismo infame.
Como
es un remedo malo del héroe ficcional de Marvel, deberíamos esperar la posible
derrota del superdictador. Si recordamos la evolución del personaje
norteamericano, en 1992 aparece The Deadth of Superman, donde el
supervillano ficticio Doomsday, que es el enemigo de origen Krytoniano
Prehistórico, el ser más letal contra Superman, creado por el escritor y
artista Dan Jeergens, se nos muestra como un destructor y asesino en masa. Doomsday
será quien dará muerte en la trama de la historia referida. Por ello, como todo héroe que tiene un fin,
seguramente que ya deben estar tramando los mismos del régimen como darle
muerte a Super Bigotes, al menos si no es de forma real, si dentro de la trama
ficcional de su comic manipula tontos. Y por otra parte también deberíamos
exigir que se presente cuál es el origen del nacimiento del villanesco héroe.
En el caso de Clark Kent, personaje civil de Superman, se conoce que su nombre
original de nacimiento es Kal-El, en un planeta lejano llamado Krypton, que es
recogido por una gentil pareja de granjeros norteamericanos de Smallville, que
lo adoptan y le influyen a realizar el bien, al descubrir los superpoderes que
posee. Si Superman-Clark Kent se llamaba Kal-El, Super Bigotes pudiera llamarse
como Nic-Mad, donde debería mostrarse su origen en un país cercano a Venezuela
cruzando la frontera y al presentar las cualidades del resentimiento
permanente, llegar a ser de autobusero sindicalista a Canciller, ministro y presidente
de una república quebrada. O cómo se requiere del mito del eterno retorno
revolucionario para pasar de ser un personaje real a uno ficticio de la
industria revolucionaria de la cultura de masas del presente.