La
desobediencia civil:
Una
perspectiva filosófica*
María Eugenia Cisneros Araujo**
¿Quién
puede estar sereno en un país cuando ambos, gobernantes y gobernados carecen de
principios?
“La
esclavitud en Massachusetts”
Henry
D. Thoreau
Introducción
La
desobediencia civil como forma de resistencia exige el paso de la libertad como
condición humana (individuo-conciencia) a la libertad política
(público-acción). Para mostrar esta tesis el presente artículo consta de dos
partes: En la primera, se hace énfasis en la manifestación de la voz interior,
de la asunción de la conciencia, para construir la libertad como condición
humana individualmente. Este despertar en cada individuo es necesario para que
la desobediencia civil, como una forma de resistencia, pueda pasar del ámbito
privado a lo público. En la segunda, se visibiliza que ante la desobediencia
civil los individuos entran en ambivalencia. La aparición del conflicto entre
Estado y sociedad pone de manifiesto en los individuos el sentimiento de
ambivalencia entre obedecer o desobedecer al poder injusto, ilegal, ilegítimo y
arbitrario. La solución de esta disyuntiva es individual y no pública. A cada
quien le corresponde tomar una decisión y asumir sus consecuencias.
1. De la libertad como condición humana a la libertad política
La
desobediencia civil es una forma de acción imaginativa individual, social y
política cuyo fundamento lo constituye la libertad, esta práctica inicia con el
individuo y sus obras imaginativas particulares. Para que llegue a ser un hecho
político primero tiene que ser un acto individual anónimo y desconocido porque
implica la consulta, a sí mismo, de decidir sí voluntariamente se asume el
riesgo que significa resistir al poder injusto en nombre de la libertad[1]:
“El antropólogo Leroi-Gourhan decía que antes de unir la acción a la palabra,
el hombre comienza por los pies. La caminata nos recuerda nuestra condición de
bípedos y lo que ella nos permitió lograr: nuestras civilizaciones…”[2].
La
libertad está en peligro cuando los fundamentos democráticos han desaparecido.
En este contexto, la desobediencia civil constituye un instrumento que genera
la propia democracia[3]
para salvarse a sí misma y los llamados a recuperar, proteger y profundizar los
principios y valores democráticos son los ciudadanos[4].
De esta manera, la desobediencia civil es un deber y un derecho, un derecho
porque como individuos sociales tenemos la facultad de estar en desacuerdo con
las situaciones injustas ocasionadas por el ejercicio arbitrario del poder. Es
un deber porque como individuos sociales estamos llamados a defender nuestra
libertad[5].
Con
nosotros […] surge la libertad y, al mismo tiempo, la ineludible obligación de
defenderla hasta la muerte. Cuando los hombres pretendemos olvidar tal
obligación, la naturaleza, por medio del comportamiento de los animales no
racionales (en los cuales obra un modo directo o instintivo), se encarga de
hacérnosla presente y hacer resonar en nuestras mentes el grito de «¡Viva la
libertad!»[6]
Oponerse
al poder en defensa de la libertad despierta primero el fuero interno como individuo
en el ámbito privado, se trata en principio de resguardar mi libertad. Luego,
al darme cuenta que soy un individuo social, que soy parte de lo común,
entonces comprendo que la protección de mi libertad, también, consiste en
salvaguardar la libertad de los otros porque es una toma de conciencia que se
produce en la experiencia. “Resistencia solitaria no desprovista de nostalgia,
la caminata es siempre un paso dado en dirección del otro; un encuentro que
requiere un esfuerzo; una terapia a la vez psicológica y física…”[7].
El
acto imaginativo mediante el cual se busca amparar la libertad individual se
hace presente en lo imaginario. El ejercicio de la libertad como condición
humana surtirá sus efectos en la experiencia, en la cotidianidad[8].
Por esta razón, afirmo que la desobediencia civil para que se transforme en una
acción imaginaria social primero debe expresarse en las prácticas imaginativas
individuales de la libertad como condición humana[9], y
¿qué hace que en el individuo nazca la conciencia de la libertad como condición
humana? Respondo con las siguientes palabras: existen hombres que les ha
ocurrido “…alguna vez, que tenga la tremebunda confrontación consigo mismo y
vea, cuando menos, el destello fugaz de una intuición momentánea, la
contingencia de su absurda existencia, acechada continuamente por todo género
de peligros, condenada a dejar de ser, finita”[10].
Es en ese momento cuando decide luchar contra la injusticia, abandona el
silencio y se muestra visiblemente en la acción.
Sócrates
constituye un ejemplo de manifestación de la libertad como condición humana, en
él, esta libertad, se conforma por su voz interior, dios y genio. En el diálogo
de Platón Defensa de Sócrates[11],
se advierte la resistencia de Sócrates a cumplir órdenes que de acuerdo con la
ley son injustas. Para Sócrates lo fundamental consiste en obedecer y defender
la ley porque ésta garantiza la justicia.
...Y en
verdad que podría tal vez decirme alguien: «¿No te avergüenzas, Sócrates, de
haber observado una conducta tal, que ahora te pone en peligro de muerte?» A
ese yo le replicaría con toda razón: «Estás en un error, amigo mío, si crees
que un hombre que valga, por poco que sea, ha de pararse a considerar los
riesgos de muerte, y no ha de considerar solamente, cuando obra, sí lo que hace
es justo o no lo es y si es propio de un hombre bueno o de un hombre malo [...]
tal vez parezca chocante el hecho de que yo, como es sabido, vaya por doquier
aconsejando en privado del modo referido y metiéndome en cosas ajenas, y, en
cambio, no me atreva a subir a vuestra Asamblea para aconsejar públicamente a
la ciudad. Mas la causa de ello es lo que muchas veces me habéis oído decir en
muchos lugares, que sobre mí siento la influencia de algún dios y de algún
genio [...] se trata de una voz que comenzó a mostrárseme en mi infancia, la
cual, siempre que se deja oír, trata de apartarme de aquello que quiero hacer y
nunca me incita hacia ello. Eso es lo que se opone a que yo me dedique a la
política, y me parece que se opone con sobrada razón [...] necesario será que
el que quiera verdaderamente luchar en defensa de los justo, si pretende
sobrevivir algún tiempo, por poco que sea, actúe en privado y no en público
[...] yo no puedo ceder ante nadie por temor a la muerte en contra de la
justicia, y que soy capaz de morir antes de ceder [...] el único cargo público
desempeñado por mí fue el de miembro del Consejo, y ejercía la «pritanía»
nuestra tribu Antióquide, cuando vosotros quisisteis que se juzgase
conjuntamente a los diez generales que no recogieron a los caídos en la batalla
que sabéis, modo de juzgar contrario a las leyes, como posteriormente todos
considerasteis. En aquella ocasión yo fui el único de los pritanos que se opuso
a que procedieseis en desacuerdo con las leyes y el único que votó en contra
vuestra. Pese a que los políticos estaban dispuestos a presentar denuncia
contra mí y conducirme ante los jueces correspondientes, y a que vosotros los
animabais a ello gritando, yo estimé que debía correr aquel riesgo sin
apartarme de la ley y de lo justo antes que, por temor a la prisión o a la
muerte, ponerme de vuestro lado en ocasión de que vuestros proyectos no estaban
de acuerdo con la justicia. Ocurrió esto cuando la ciudad estaba aún gobernada
por el régimen democrático. Cuando se instauró el régimen oligárquico, los
Treinta, a su vez, me mandaron llamar junto con otros cuatro a la Rotonda y nos
ordenaron traer de Salamina a León el salamino, para su ejecución; esta orden
fue una de las muchas dadas por aquellos a muchos ciudadanos con la intención
de propagar las responsabilidades entre el mayor número posible de atenienses.
Entonces demostré nuevamente de hecho -no de palabra- que la muerte no me
importa [...] y que todo mi interés está en no cometer ninguna acción injusta
ni impía. En efecto, aquellos gobernantes, pese a la violencia con que salían
actuar, no me intimidaron, no me movieron a llevar a cabo un acto injusto;
lejos de eso, cuando salimos de la Rotonda, los otros cuatro marcharon a
Salamina y trajeron a León, en tanto que yo me dirigía a mi casa, y tal vez por
eso habría sucumbido yo si aquel gobierno no hubiese sido derrocado poco
después...[12]
De
la precedente cita se lee que Platón indica que al filósofo ateniense se le
manifestaba una voz interior que le orientaba en su comportamiento, alejándole
de cometer actos injustos. En otras palabras, en aquellas situaciones que
exigen tomar postura a Sócrates se le presentaba un dios o un genio en su
recóndita intimidad y cuyas palabras lo dirigían a realizar acciones conforme a
la justicia y la ley. Por esa voz interior, se negó a juzgar a los diez
generales que ganaron en la batalla de Arginusas. Se trataba de un acto injusto
que no estaba contemplado en la ley. El hecho es que los generales ganan la
batalla y de regreso para Atenas son sorprendidos por una tempestad que causó
que varias de las naves naufragaran. Los generales se vieron impedidos de
rescatar a los compañeros y sobrevivieron. Por tal motivo, los políticos de
aquel momento, solicitaron que se juzgase a los generales sin derecho de
defensa, a lo que Sócrates se negó por ser contrario a la ley y en consecuencia
injusto. Similar situación se presentó con León de Salamina quien luchaba
contra la tiranía de los treinta. Los tiranos querían enjuiciarlo y condenarlo
a muerte sin derecho a la defensa, a lo que nuevamente se opuso Sócrates por
tratarse de una arbitrariedad del poder político.
Como
se puede apreciar, Sócrates es el único que en una toma de decisión individual
orientada por su dios, genio, voz interior, conciencia, libertad como condición
humana, se atrevió a desobedecer las órdenes de los que se encontraban en el
poder en ese momento. No lo hizo con violencia, tampoco enfrentándose con armas
a los que se encontraban en el poder. Sencillamente se negó a cumplir las órdenes
porque estaban al margen de la ley. La desobediencia civil comienza por ser un
acto de conciencia, moral y ético.
Por
su parte Henry David Thoreau[13],
evoca su libertad como una condición construida por sí mismo, como motor
inicial para oponerse a los actos arbitrarios. Lo que el mencionado escritor
expresó como el deber de la desobediencia
civil.
Cuenta
Thoreau en Walden o la vida en los
bosques, el siguiente relato:
Una
tarde, hacia finales del primer verano, que fui al pueblo a buscar un zapato
que tuve que remendar, fui prendido y encarcelado porque [...] no había pagado
impuestos ni reconocido la autoridad de un Estado que compra y vende hombres,
mujeres y niños a la puerta del Senado, como de si ganado se tratara. Yo había
ido a los bosques con otros propósitos. Pero, dondequiera que uno vaya, los
hombres le perseguirán y sacudirán con sus sucias instituciones, y si pueden,
harán por inscribirle a la fuerza en su desesperada sociedad de Odd-Fellows.
Cierto, yo podía haberme resistido a la fuerza, con mejor o peor resultado,
podía haber desatado un verdadero "amok" contra la sociedad, pero
preferí que fuera ésta, desesperada, la que me lo infligiera a mí. Con todo, fui
soltado al día siguiente, recuperé mi zapato reparado, y regresé a los bosques
a tiempo de hacerme con mi provisión de gayubas en la colina de Fair Haven.
Jamás fui molestado por persona alguna salvo por aquellas que representaban al
Estado...[14]
Thoreau
fue encarcelado por negarse a pagar impuestos al Estado. En esa época, el
Estado utilizaba el dinero proveniente de los impuestos para mantener la
institución de la esclavitud de los negros y la compra y venta de esclavos.
Cuestión que estaba amparada por la ley. Sin embargo, Thoreau consideraba tal
sumisión injusta, ilegal e ilegítima. Se opuso a contribuir en mantener a seres
humanos como siervos. No se enfrentó con violencia, con armas. Tan solo se negó
a pagar los aranceles y asumir las consecuencias de su decisión. Actuó según su
conciencia. Y su acción pacífica tuvo tales efectos que por ello lo apresaron:
"...No es sino hasta que nos hemos perdido, en otras palabras, hasta que
hemos perdido el mundo, que empezamos a encontrarnos a nosotros mismos y que
nos damos cuenta de dónde estamos y del infinito alcance de nuestras
relaciones".[15]
En
este contexto, es pertinente mencionar el caso de Franklin Brito[16],
año 2010. Brito, ciudadano venezolano que decidió ejercer la desobediencia
civil en contra de la arbitrariedad del gobierno bajo el mandato del Presidente
Hugo Rafael Chávez Frías. Franklin Brito inició una huelga de hambre por la
negativa del gobierno a reconocerle formalmente la titularidad sobre sus
tierras como lo establece la ley. Se trata de la resistencia civil como
manifestación en el campo de lo imaginario como imagen o figura. Cada vez que
en los periódicos se mostraba una foto de Franklin Brito donde se percibía el
deterioro físico, o donde se observaba cómo el cuerpo se consumía por sí mismo,
se captaba la huelga de hambre como imagen. Esta imagen para los venezolanos
tiene significación: por un lado, la lucha de un ciudadano venezolano por el
respeto a sus derechos, al cumplimiento de la ley y al estado de derecho. Por
el otro, un gobierno arbitrario, que anula el estado de derecho y se muestra
indiferente ante este acto. Esta acción de Brito como imagen tiene un peso
específico en el por hacer de lo imaginario, toda vez que representa una de las
formas de acción individual con implicaciones en lo social por la lucha en pos
de la reconquista de la libertad.
Franklin
Brito, quien había protestado por el “decomiso”, por parte del gobierno, de sus
tierras productivas,
inició varias huelgas de hambre
que culminaron con su deceso.
Foto
después de su detención.
Foto:
MeridithKohut for New York Times[17]
El
caso de Franklin Brito muestra la figura del líder, militar, caudillo, cegado
por el poder, embaucador del pueblo que sólo lo utiliza para preservar su
mando. Busca eliminar la libertad y el derecho de los dominados. Todas sus
acciones están al margen de la ley. Esta situación no es nueva en nuestro país.
El cuento de Cecilio Acosta “Los espectros que son, y un espectro que ya va a
ser”, relata el vicio intrínseco en la sociedad venezolana:
…«Pues
bien», exclamó la Presidenta dirigiéndose al traidor, que temblaba de miedo, y
rechinando de gozo la osamenta del carnero, «tú eres acusado de varios
capítulos: de vida póstuma que debes a caldos y otros artificios, y que
mantienen sin empleo en el lugar de los castigos, las camisas de fuerza
preparadas y los azotes que mereces, de fraude porque has vivido engañando, de
hipocresía porque has vivido fingiendo, de codicia porque has vivido malamente
acumulando, de lesa libertad porque has sido su burla, de leso pueblo porque
has sido su embaucador, de lesa patria porque has sido su enemigo, de lesa
literatura porque has sido su tormento y de lesa moral porque has sido su
escándalo y su ruina. Salgan los acusadores» [...] y «tú», le dijo, «no has
hecho hasta ahora más que embaucar a los simples con frases hidrópicas y
palabras huecas. ¿Cómo ha sido eso?»
-«Muy
fácil: con vivan los derechos del pueblo,
en que nunca he creído, viva la libertad
(dicho esto con voz de garganta y no de pecho), y con las expresiones ampulosas
de la razón pública, el volumen de las ideas, la conciencia granítica, el pabellón de los libres, la tiranía doméstica, las faldas del Pichincha, el desierto de Sechura, mezclado todo
con algunos verbos de mi cuño, por supuesto retumbantes, y variado eso poco
según las combinaciones del binomio de Newton, que dan para acabar tarde o casi
nunca, se tiene la salsa que he compuesto, y el fárrago con que he rellenado
periódicos, memorias y discursos, y que ha servido para llenar mi caja también.»
[...] Cuando he echado mis arengas (siempre las mismas como los sermones del
padre Cómins), he echado también mis cuentas, y pensado para mí: palabra dicha,
engaño hecho, y coma y beba yo con mis cincuenta casas que lo dan, y que he
adquirido sin sudor, aunque otros pordioseen, hambreen y rabien. [...] -«¿De
qué has vivido toda tu vida?», le dijo.
-«De
cizaña para la discordia, de invenciones para la calumnia, y de hacer el mal
por el mal mismo y por ver correr las lágrimas.»
-«Eres
un maligno.»
-«Yo
doy de mí lo que tengo.»
Entonces
la sombra que representa las clases trabajadoras, «te ofreciste», le apostrofó,
«como el Moisés de los pobres, y en vez de conducirlos a la tierra de
Promisión, los has sepultado en la miseria; tú y los tuyos opulentos, y ellos
sin pan; tú y los tuyos con millones, ellos de puerta en puerta. Contesta.»
-«Defendí
al pueblo para hacerme rico con sus despojos y su sangre: desde que lo fui, lo
que hago es echarlo de mi casa, o echarle los perros, o voltearle la espalda, o
hacerme el desconocido. Grito, pateo, insulto, blasfemo, y nadie me tose,
porque el saco del limosnero es humilde. Ellos cogen y se van, y yo cojo y paso
la llave, me arrellano después en mi sillón a fumar mi puro, y no hay más nada…
…«El
partido liberal que es la causa de los pueblos y el porvenir de América, no
quiere sino un gobierno de leyes, y tú has sostenido el despotismo; sino
principios, y tú quieres personas; sino respeto a las garantías, y tú has
aconsejado que se violen; sino amor a los demás, y tú los desprecias; sino
tolerancia con todos, y tú no quieres sino que prevalezca la tuya, como tu
dinero, tus casas, tu orgullo y tu insolencia. Al fin has terminado por
defender el guzmancismo, es decir, tu obra; y la República no quiere señores
sino ciudadanos»…[18]
Esta
historia continúa. En el año 2013, el personaje que engañaba, fingía,
calumniaba, utilizaba al pueblo para hacerse rico, pronunciaba discursos vacíos
era Hugo Rafael Chávez Frías. En el año 2015, el personaje del cuento es
Nicolás Maduro Moros. Con el añadido que nadie lo quiere, no lo aplauden, no lo
escuchan.
Sócrates,
Thoreau y Brito son movilizados por la práctica de su libertad como condición
humana que refiere al rescate del sí mismo como personas autónomas, de
convicciones, principios, ética y moral cuya pasión por la libertad los impulsó
a la lucha por la justicia y a oponerse a los actos arbitrarios provenientes
del poder político, asumiendo los riesgos de su decisión. La desobediencia
civil exige el asumir la responsabilidad de nuestra existencia a partir del
despertar de la conciencia en la asunción de que somos individuos sociales. Se
trata de actos individuales que tienen efectos contundentes en el ámbito
político toda vez que lesionan creativamente el ejercicio desmedido del poder.
El despertar de la libertad como condición humana garantiza la posibilidad
factible que un individuo decida desobedecer a su gobierno por considerar que
su proceder es arbitrario.
La
libertad como condición humana consiste en el arduo camino que debe decidir transitar
cada individuo para construir su propia libertad como no dominación. Bakunin se
refiere a este tipo de libertad. En su texto La libertad[19],
señala que el hombre para realizarse debe primero conocerse. Esto es, a partir
de su propio pensamiento ser capaz de cuestionar las instituciones religiosas,
políticas y económicas de la sociedad de la que forma parte. Esas instituciones
lo socializaron, educaron y le crearon hábitos. El hombre es producto de esos
valores ya establecidos. La sociedad ejerce una presión inmensa sobre el
individuo a tal punto que impide que en él se manifieste su propio pensamiento.
Es mediante la capacidad de los individuos de poner en duda lo establecido que
pueden avanzar y alcanzar la libertad. El poder de discutir y expresar el
desacuerdo ante lo establecido deviene de esa fuerza consustancial al individuo
que se traduce en desobediencia y rebeldía. Bakunin afirma que es:
…Esa
inmoderación, esa desobediencia, esa rebeldía del espíritu humano contra todo
límite impuesto […] constituyen su honor, el secreto de su poder y de su
libertad. Es buscando lo imposible como el hombre ha realizado siempre lo
posible y quienes se han limitado “sabiamente” a lo que les parecía lo posible
jamás avanzaron un solo paso[20]
Para
que se produzca la rebeldía es necesario que el individuo conquiste su
emancipación interior, ello se alcanza cuando consigue liberarse de la
dominación que la sociedad ejerce sobre su persona, cuestión que no es sencilla
ni fácil. La sociedad domina a los individuos mediante los vínculos que lo atan
a ella: la certeza, la seguridad, la tranquilidad, la paz, la tradición, la
rutina. Estos lazos lo convierten en un individuo servil, carente de rebeldía y
sin iniciativa para emprender nuevas acciones. Pero, son las instituciones las
que educan al individuo y esa misma socialización constituye la materia prima
para despertar la desobediencia. Por consiguiente, es en la sociedad y con la
presencia de los otros que los individuos logran su libertad. De allí que, el
individuo primero debe rebelarse en su esfera interna de las ataduras ficticias
que lo ligan a la sociedad. Luego, cuestionar la dominación natural que lo social
ejerce sobre el individuo. Finalmente, ser capaz de cuestionar las
instituciones. Según Bakunin, para el individuo es más difícil enfrentarse a la
tiranía social que a la autoridad del Estado. Sublevarse al yugo social le
exige autonomía y autenticidad. Oponerse a la autoridad del Estado le reclama
disposición, capacidad de lucha y sacrificio.
Se
puede ver que Bakunin diferencia la dominación social del poder del Estado.
Considera que la dominación social se impone naturalmente porque forma a los
individuos en su seno. Durante la vida de los individuos, la sociedad
permanentemente le está suministrando su naturaleza material, intelectual,
moral y religiosa. El Estado es la autoridad, la fuerza, la imposición y con
tendencia a limitar, lesionar la libertad de los individuos y de la
colectividad. Lo que el individuo manifiesta en el exterior es lo que tiene en
el interior, si internamente es servil, entonces, externamente lo continuará
siendo. Si internamente se ha emancipado de sí mismo, entonces, externamente se
sublevará a la dominación natural social y a la dominación artificial
institucional porque está impulsado por una sincera convicción: la certeza que
nació para ser libre y no servil.
Para
el luchador Bakunin la esencia de la humanidad se constituye por la solidaridad
social y la libertad. Ambos aspectos son la motivación central para trabajar en
la construcción de una sociedad basada en la igualdad, la solidaridad, la
libertad y el respeto humano y mutuo de todos sus miembros. Para ello, es
imperativo desmontar los elementos en los que se basa la sociedad: el culto
divino sobre el respeto humano; la autoridad sobre la libertad; el privilegio
sobre la igualdad; la explotación sobre la fraternidad; la mentira sobre la
justicia y la verdad. Esta empresa se enfrenta inevitablemente a un problema
aún vigente: el individuo que quiere ser libre y no puede serlo efectivamente
porque los otros que le rodean no quieren o tienen miedo de ser libres y,
entonces, son instrumentos de la opresión, colocados contra el deseo natural de
rescatar la libertad como condición humana y posteriormente la política. La
libertad como condición humana es un proceso individual que se desarrolla en el
ámbito privado de cada persona en específico. La libertad política es un
trabajo social; no es individual ni aislado[21].
Por consiguiente, para que la lucha por la reconquista de la libertad política
aparezca en el ámbito público es necesario que primero algunos individuos
singulares hayan comenzado a desarrollar el proceso de construcción de su
libertad como condición humana.
El
Estado es una forma histórica social que se reserva el ejercicio del poder, la
fuerza, la organización de la educación, la instrucción popular, la censura, la
policía y la fuerza armada. Instrumentos que utiliza para dominar a la sociedad
civil mediante la obediencia pasiva evitando así cualquier destello de rebeldía
y del ejercicio de la libertad. Por esta razón, afirma Bakunin:
…Llegamos
hoy a la absoluta necesidad de la destrucción de los Estados o, si se prefiere,
a su radical y completa transformación en el sentido de que al dejar de ser
potencias centralizadas y organizadas de arriba abajo se reorganicen, ya sea
mediante la violencia, ya mediante la autoridad de cualquier principio, con una
absoluta libertad para todas las partes[22]
De
esta cita pareciera desprenderse, distanciándome de la clásica interpretación
de las ideas de Bakunin como destructor del Estado, semilla de los movimientos
terroristas e impulsor de las guerras, que la preocupación de Bakunin, además,
de denunciar la forma vertical, jerárquica como está organizado el Estado con
el fin de ejercer la dominación sobre la sociedad, se centra en mostrar la
necesidad de construir una organización social que no tenga como objetivo la
dominación, lo que requiere construir otra forma de institución cuyo fin sea la
no-dominación, la garantía de la presencia de la libertad como un bien social
fundamental. Bakunin acepta la existencia de la autoridad pero destaca los
peligros que se derivan de ésta, dependiendo de la base desde donde se siembre.
Nota que la dominación ha sido utilizada para la opresión, para convertir a la
sociedad en servil. Ante ello es esencial que se manifieste la capacidad de
rebeldía y desobediencia como un trabajo social para lograr construir una
organización social cuya institución tenga por norte la libertad como
no-dominación. También enfatiza, que los individuos y la mayoría, en todo
momento mantiene el poder de cuestionar, discutir la institución. A mi modo de
ver, esto quiere decir, que aunque se logre transformar la institución en una
organización horizontal o se construya de abajo hacia arriba, los individuos y
la sociedad siguen manteniendo el poder de criticar, poner en duda, desaprobar,
evaluar, opinar, rechazar las prácticas opresivas. Ninguna institución
independientemente de la forma que tenga debe limitar la capacidad de los
individuos y de la mayoría de examinar y poner en entredicho el cómo se está
materializando en la cotidianidad la organización social. Para mí, la tesis de
fondo consiste en la siguiente interrogante ¿Cómo erradicar la relación
dominante-dominado de cualquier organización social que se muestre como una
forma de institución histórica específica? La respuesta de Bakunin es tajante:
mediante la expresión de la rebeldía y la desobediencia de los individuos y la
sociedad. La no-cooperación con el gobierno arbitrario constituye el poder que
le garantiza a la sociedad el cuidado de su libertad ante cualquier modo de
extinción. En efecto, Bakunin asevera “…La cuestión […] es saber si el pueblo
[…] es capaz de construir una organización…”[23],
y yo agrego una organización donde se instituya la libertad como no-dominación.
En
resumen, Bakunin refiere a la dominación social y a la política. Sostiene que
la opresión social es natural porque los individuos y la mayoría son producto
de sus valores y principios que se establecen en vínculos concretos con
respecto a los individuos. En otras palabras, las creencias, los hábitos, las
opiniones, la familia, las referencias que encaminan la vida de los individuos
y la sociedad hacia el desarrollo y la certeza se encuentran firmes en la
sociedad de la cual forman parte. Esa misma relación tiene la cualidad de
dominación, puesto que la sociedad al contener la moral, la religión, la educación,
los parámetros referenciales que le dan sentido a la existencia ejerce sobre la
individualidad una dominación que se traduce en que yo sea reproductor pasivo
de tales valores. La sociedad le enseña a los individuos y a la mayoría una
jerarquía: arriba está: padre y madre, dios, docente, jefe, empresario,
político, sacerdote. Abajo: están los individuos y los otros. Los ciudadanos de
a pie. Se forma una jerarquía implícita y natural que impone la obediencia como
la forma social acorde a la tradición. La dominación política refiere al Estado
como una institución cuyo fundamento es la fuerza y el poder para imponerse
sobre la sociedad.
Bakunin
explícitamente dice que los individuos y la mayoría tienen que emanciparse de
sí mismos como productos sociales, rebelarse a la tiranía natural social y
desobedecer a la opresión institucional.
El
problema de fondo quiero expresarlo con estas palabras: “…si incluso dominios
tan íntimos e insignificantes de tu existencia están sometidos a mandamientos,
piensa, con mayor razón, en la amplitud de las obligaciones que pesarán sobre
los momentos más esenciales de tu vida”.[24]
Hay
que rebelarse contra esos mandamientos, a eso se refiere Bakunin con su tesis
de la libertad como no-dominación. La libertad como condición humana comienza
con el individuo cuando es capaz de asumir su autonomía para desde allí
resistirse a la dominación natural social y finalmente al poder del Estado, en
un trabajo social porque la libertad es un producto político. En otras
palabras, la libertad como no-dominación tiene que darse primero en lo
individual-privado para pasar a lo público-social-acción.
2.
La ambivalencia de los individuos ante la desobediencia civil
Ante
la opresión, los individuos responden de diversas formas: sometiéndose por su
propia voluntad a quienes ejercen el poder, apáticos, los que no hacen nada,
los que sabiendo que su libertad está restringida tienen miedo de luchar en
forma individual, los que también saben y sufren la pérdida de libertad y
huyen, se van, se escapan de la tiranía, y los luchadores por la libertad que,
generalmente son los amenazados por la fuerza para que se dobleguen.
La
ambivalencia se manifiesta ante una situación que exige una toma de decisión. A
los individuos les corresponde determinar si quieren la libertad o prefieren la
tiranía. Sólo unos pocos luchan por la libertad, otros por miedo se someten al
poder, algunos se vuelven cómplices y aduladores, y la mayoría no hace nada. A
mi modo de ver, una de las causas de la falta de entereza para rechazar la
tiranía se debe a la carencia de conciencia. La mayoría no ha trabajado en
función de construir su libertad como condición humana e incluso si la libertad
les fuese dada fortuitamente no la dieran por bien recibida. No existe el conócete a ti mismo, la voz del corazón
ni de la razón, la luz de la conciencia. La autonomía se construye en la
cotidianidad, en la experiencia, en la relación con los otros, en la capacidad
de cada quién de asumir la responsabilidad de su existencia, dándose cuenta que
no necesita seguir a alguien para encontrarse a sí mismo. Por el contrario, su
fuerza interior depende de sí mismo en la medida que se dedique a fortalecer su
propia reflexión, su voluntad y su razón. La disyuntiva en cada individuo es un
sentimiento que se expresa mediante el lenguaje con la siguiente interrogante:
Ante un poder arbitrario e injusto ¿qué hago?, ¿lo enfrento?, ¿soy
indiferente?, ¿espero que otros luchen por mí?, ¿me vuelvo cómplice?, ¿espero,
pasivamente, qué algo pase por sí solo? La respuesta en este estado
generalmente es: no sé qué hacer. La ambivalencia está presente en cualquier
persona independientemente del nivel cultural y del papel social que cumpla y,
en esta gama está el jardinero, el panadero, el que barre las calles, los que
recogen la basura, profesores, empresarios, comerciantes, estudiantes, los
choferes de autobuses, los taxistas, plomeros, zapateros, electricistas,
obreros, políticos, entre otros. Lo cierto es que mientras cada individuo esté
indeciso, entre obedecer o desobedecer al poder ilegal, ilegítimo, arbitrario e
injusto, no se hace nada.
En
la obra de Friedrich Von Schiller sobre Guillermo
Tell[25],
se pueden observar las distintas posturas de los personajes ante la
arbitrariedad del poder. Los que se subordinan voluntariamente, los indecisos,
los que luchan por la libertad. La historia de Guillermo Tell es un canto a la desobediencia civil cuya pasión es
la libertad reivindicada por las acciones individuales que propician la
práctica política. Los suizos están bajo la dominación austríaca, el Gobierno
usurpador se vale de la opresión y la tiranía para mantenerse en el poder.
A
medida que se pasan las páginas, uno se percata que la desobediencia civil
exige el paso de la libertad como condición humana (individuo-conciencia) a la
libertad política (acción-lo público); se trata de una lucha que tienen que
emprender los ciudadanos contra el poder injusto, que consiste en una práctica
creativa individual y de la mayoría que persigue consolidar la libertad como
institución de la sociedad. En este contexto, aparece la ambivalencia de los
individuos ante la desobediencia civil: la indecisión entre obedecer o
desobedecer al poder arbitrario. Cada quien toma una posición ante la
dominación.
La
historia muestra desde el principio la inconformidad de ciertos individuos ante
el poder opresor. Paso a mencionar algunos de los pasajes que así lo reflejan:
Baumgarten,
suizo, hombre del pueblo, ha matado de un hachazo a un oficial austríaco para
evitar que abusara de su esposa. Sus palabras son estas:
Todos:
¿Qué habéis hecho?
Baumgarten:
Lo que, en mi lugar, cualquiera hombre libre. He usado de un derecho legítimo
contra quien atentó a mi honor y al de mi esposa[26]
Luego de matar al
oficial, escapa. Llega al lago y comienza un huracán. Le pide al barquero que
lo lleve a la otra orilla, pero éste se niega. Sólo Guillermo Tell se atreve a
prestarle ayuda. Tell, es el personaje que representa la libertad como condición
humana. Es el hombre autónomo, que toma las decisiones por sí mismo, y es un
apasionado por la libertad. Cuando Tell se encuentra con Baumgarten y tiene
conocimiento que el barquero no quiere prestar ayuda a su compañero, le dice lo
siguiente: “…cuando es preciso, oh barquero, hay que aventurarse a todo […] El
valiente no piensa en sí, sino en último extremo. Se confía en Dios, y se salva
al oprimido”[27].
El barquero piensa en él, en su familia y en los peligros de la tormenta. Estas
razones constituyen su motivo para no ayudar a Baumgarten, legítimas por lo
demás. Y aquí se presenta el conflicto filosófico individual ante el
aplastamiento de la tiranía.
Baumgarten y Tell
se montan en la barca bajo la lluvia, los truenos, las altas olas, la fuerza
del viento, con sus miedos y certezas de la posibilidad de perecer en el
intento. Logran salvarse y llegan a la casa de Stauffacher, protector de los
oprimidos.
Stauffacher,
suizo, una clase más elevada (noble), conversa con su esposa Gertrudis sobre
qué hacer contra la dominación. Gertrudis alienta a su esposo a emprender la
lucha y la guerra si es necesaria para recobrar la libertad. “Gertrudis: Se
sufren con paciencia las plagas que Dios envía; pero ningún noble pecho tolera
la injusticia”[28].
También está
Melchthal, otro suizo, que al igual que Baumgarten por enfrentarse a la
tiranía, escapó y está escondido y se lamenta: “…¿Qué he hecho yo, para
esconderme como un asesino? He roto un dedo a un criado insolente, que, por
orden del Gobernador, intentaba arrebatarme en mis barbas mi mejor yunta de
bueyes”[29].
Ante este acto, el Tirano dejó ciego, desnudo y con un bastón a su padre. Le
arrebató sus bienes, dejándolo solo, a la intemperie, pidiendo limosna de
puerta en puerta.
De lo anterior, se
desprende que, individuos suizos, trabajadores, miembros del pueblo, realizan
prácticas de rechazo a la opresión, asumiendo las consecuencias de tal
enfrentamiento. Por otro lado, el poder arbitrario se vale de las armas para
lograr que el pueblo le obedezca. En Uri, el tirano construye una fortaleza,
obligando por la fuerza a los pobladores de allí a construirla. Ante el
suplicio que sufre un jornalero por parte de un oficial, dice: “Triste es, sin
embargo, que nosotros mismos hayamos de traer las piedras para labrar nuestra
propia cárcel”[30].También
utiliza la amenaza. Uno de los cómplices del Emperador (Tirano), anuncia:
El
Pregonero: ¡Escuchad, en nombre del Emperador! [...] ¿Veis este sombrero,
habitantes de Uri? Se colocará en lo alto de un fuste, en medio de Altdorf, en
el punto más culminante, porque tal es la voluntad y el propósito del
Gobernador. A este sombrero se honrará como a su mismo dueño, doblando ante él
la rodilla, y descubriéndose la cabeza […] Así conocerá el Rey a los
obedientes. Quien no cumpla esta orden, será castigado en su persona y bienes…[31]
Un
sombrero sobre un palo que simboliza el poder arbitrario. Ante ese absurdo, el
pueblo debe mostrar obediencia, bajando la cabeza cada vez que pase delante del
sombrero si no quiere ser castigado. Es la situación que despierta la
ambivalencia en los individuos: ¿qué hacer: arrodillarse o no ante el sombrero?
Algunos harán la reverencia, otros no la harán. La solución a la ambivalencia
de los individuos es la toma de una decisión que dé coherencia a su conciencia
con su comportamiento.
Rudenz
decide someterse voluntariamente al poder austríaco. Tal como se puede leer en
el diálogo entre El Barón y su sobrino Rudenz:
“El
Barón: Todo el país se queja de la dura opresión del Soberano […] El pecho de
todos los hombres honrados está lleno de amargura ante el poder tiránico que
nos agobia […] pero no llega hasta tí ese dolor general […] andas separado de
los tuyos, junto al enemigo de tu patria; te burlas de nuestros males; corres
en pos de placeres ligeros, y te esfuerzas en captarte el favor de los
príncipes, cuando tu país destila sangre, a los golpes de la férula.
Rudenz:
¿Decís que está oprimida la patria? […]
Y ¿por qué, tío? ¿Quién es el autor de esta desdicha? Una sola y fácil
palabra nos librarían en un instante de esta plaga, y nos conciliaría las
gracias del Emperador. ¡Ay de aquellos, que cierran los ojos al pueblo, y se
oponen a su verdadero bien! Por su propio interés lo contrarían, y se niegan
los cantones a jurar fidelidad a Austria, como lo han hecho los demás países
comarcanos. Mucho les agrada sentarse con los nobles en el banco señorial […]
quieren por soberano al Emperador, para no- tener ninguno.
El
Barón: […] Anda, pues, vende tu libertad; toma en feudo tus tierras,
conviértete en servidor de príncipes, cuando te es lícito ser dueño de ti
mismo, y potentado en tu propia herencia y en tu territorio libre […]
Rudenz:
Vanamente resistiremos al Rey, porque el mundo es suyo […] Suyos son los
mercados públicos, los tribunales, las carreteras que recorren los comerciantes
[…] De sus posesiones, como de una red, nos vemos por doquier rodeados y presos
en ella […] Lo mejor y los más prudente, en estos tiempos de desorden, es
adherirse a algún potentado poderoso […] si tenemos un temible soberano
hereditario, y nos granjeamos su favor, sembramos para coger después copioso
fruto.
El
Barón: […] si hemos de derramar nuestra sangre, que sea por nosotros […] menos
nos costará la libertad que la esclavitud[32]
Rudenz
luego decidirá apoyar a su pueblo, a su patria que es Suiza y enfrentará a la
tiranía en rescate de la libertad.
Finalmente,
está Guillermo Tell, el hombre que ama la libertad y asume cualquier riesgo por
ella. Tell pasa con su hijo ante el sombrero que fue colocado en Altdorf, sin
prestar atención al sombrero y sin hacer la reverencia. Con esta acción
desobedece la orden dada por el gobernador: arrodillarse ante el sombrero. Su
acto hace que los oficiales quieran llevar a la cárcel a Tell por desobedecer
la orden del Gobernador. El traslado es interceptado por las personas del
pueblo de Altdorf, para evitar que encarcelaran a Tell.
Asimismo,
el pueblo de Altdorf para evitar bajar la cabeza, ante el sombrero, decidió no
pasar por el sitio donde se encontraba, para realizar sus diligencias y
continuar su vida tomaban los caminos más largos, atajos, aunque tardaran más
de lo habitual. Ante la desobediencia de Tell, el Gobernador le dice:
Gessler
(Pausa): ¿Así desprecias tú a tú Emperador, oh Tell, y a mí, que lo represento,
y rehúsas reverenciar ese sombrero que hice poner en ese palo para probar
vuestra obediencia? Dejaste entrever así tú dañada intención […] Bien, Tell;
puesto que aciertas a una manzana en el árbol, a los cien pasos, darás en mi
presencia una prueba de tu destreza […] Toma la ballesta. La tienes en la mano
[…] y dispone a acertar una manzana en la cabeza de tu hijo. Pero te aconsejo
que apuntes bien y que la toques el primer disparo, porque si la yerras, te va
en ello la cabeza. (Todos se horrorizan)
Tell:
Señor […] ¿Qué monstruosidad exigís de mí? […] que yo, en la cabeza de mi
hijo…no, no, buen señor, imposible que habléis formalmente […] ¡Líbreme de ello
Dios misericordioso! […] ¡No podéis mandarlo en vuestro juicio a padre alguno!
Gessler:
Tirarás a una manzana, puesta en la cabeza de tu hijo […] ¡lo deseo y lo
ordeno!
Tell:
¿Qué yo apunte con mi ballesta a la cabeza de mi querido hijo? […]¡Prefiero
morir!
Gessler:
¡O tiras, o mueres con tu hijo![33]
Tell
luego de superar sus miedos y la angustia ante la situación apremiante en la
que se encuentra, decide lanzar la flecha, acierta a la manzana sin herir a su
hijo. Queda libre. Pero Tell, había ocultado una flecha en su pecho y el
Gobernador curioso de ello, le pregunta por qué ha escondido esa flecha. Tell
le responde:
Tell:
Bien, señor; puesto que me aseguráis la vida, os diré toda la verdad […] Con
esta segunda flecha hubiera atravesado […] a vos, si hiriese antes a mi hijo
querido, y la vuestra […] de seguro no hubiese errado el blanco.
Gessler:
¡Bien, Tell! Te he prometido la vida, y no faltaré a mi palabra de caballero
[…] Sin embargo, conociendo ya tus intenciones perversas, te llevaré y guardaré
en donde no veas más el sol ni la luna, y así no temeré tus flechas […] que
aprenda el prudente a callar y obedecer[34]
Tell
escapa, mata al Gobernador, el resto de los suizos logra unirse para enfrentar
al Gobierno injusto. De los actos individuales singulares se pasó a lo público.
La libertad como condición humana se transformó en política. Los efectos de
cada acto individual se extendieron a lo social. Lo que en un principio fue el
poder limitando a la libertad se invirtió. Ahora la libertad controló el poder
desmedido. Al pasar de la participación individual a la colectiva para defender
la libertad, se logró poner fin a la tiranía. Cuando cada individuo resuelve la
ambivalencia y se pasa de lo privado a lo público se emprende el camino de la
desobediencia para enfrentar al poder injusto. Carolina Guerrero tiene razón
cuando afirma que:
…el
poder de la sociedad configurado a través de la participación de los ciudadanos
en la cosa pública se traduce, en primera instancia, en el modo de regulación
activa sobre el poder artificial del Estado y la representación. Si el poder
civil se enfrenta al poder estatal, lo hace primeramente en búsqueda de
reafirmar los derechos y garantías de ciudadanos e individuos, amenazados por
la eventual voracidad estatal…[35]
Desobedecer implica una decisión
individual de cada persona[36]
al igual que obedecer. Cada quien en consulta con su fuero interno, en un acto
de introspección tiene que preguntarse ¿qué quiere hacer ante un poder injusto,
ilegítimo e ilegal?, ¿obedecerlo o desobedecerlo? Primero hay que plantearse
que el poder es arbitrario, luego considerar si se está dispuesto a asumir las
consecuencias de permanecer en un estado de ambivalencia o tomar una decisión.
El padecer los efectos de la injusticia, su disyuntiva se convertirá en su
principal verdugo.
Tolstoi, en su
obra El reino de Dios está dentro de
vosotros, señala vívidamente la ambivalencia ante la libertad:
Todo
hombre se encuentra, durante su vida, en relación a la verdad, en la situación
de un viajero que camina en la oscuridad con la claridad de una linterna cuya
luz se proyecta delante de él; no ve lo que la linterna aún no ilumina; no ve
siquiera el camino recorrido y que ya recayó en la oscuridad; pero en cualquier
lugar que se encuentre, ve lo que está iluminando la linterna, y siempre es
libre para escoger un lado u otro de la carretera.
Siempre
existen verdades invisibles que todavía no han sido reveladas, ya vividas,
olvidadas y asimiladas por el hombre, y ciertas verdades que surgen delante de
él, a la luz de su inteligencia, y que él no puede no reconocer. Y aquello que
llamamos libertad se manifiesta por el reconocimiento o por el
no-reconocimiento de estas verdades[37]
Y en la siguiente
afirmación de Octavio Paz:
La libertad no es una filosofía y ni
siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en
ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad
instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de
la naturaleza humana[38]
* Ponencia presentada
en el marco de las Reflexiones Republicanas realizadas por la Escuela de Filosofía
de la Universidad Central de Venezuela. Librería Lugar Común-Altamira. 19 de
Agosto de 2017. Ver en: https://youtu.be/WZieJ8Z-7nw.
Las ideas aquí expresadas son producto de mi trabajo de ascenso para optar al
escalafón de Profesor Agregado presentado en el año 2015. Publicada en la
Revista Apuntes Filosóficos Vol. 27, N° 52, 2018, pp. 35-54.
* Lic. en Filosofía
(Universidad Central de Venezuela-UCV). Lic. en Estudios Internacionales (UCV).
Abogado (UCV). M.Sc. en Filosofía, mención Filosofía y Ciencias Humanas (UCV).
Profesora-Investigadora adscrita al Instituto de Filosofía. Jefe del
Departamento de Teoría e Historia de la Filosofía. Facultad de Humanidades y
Educación de la Universidad Central de Venezuela.
[1]“…preguntamos
cómo se producen las actividades sociales y nos convencemos de que son el
resultado colectivo de los deseos individuales, que procura cada cual
satisfacer siguiendo el camino que le parece más fácil, según su hábito y
pensamiento preexistentes…”. Spencer,
H., El individuo contra el Estado.
Barcelona, Ediciones Orbis, 1984, p. 92.
[2]Michel, F., “El arte
de deambular en libertad”, en Pacifismo,
resistencia y desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad
versus legitimidad. Santiago-Chile, Selección de artículos de Le Monde
diplomatique, Editorial Aún creemos en los sueños, 2006, p. 53.
[3]“Schell
[…] sostiene
que la posibilidad de las acciones no-violentas está enraizada en el sistema
democrático moderno, en tanto que niega condiciones de coacción mediante la
fuerza…”. Valencia, N. M., Psicología
política, resistencia…, op. cit., p. 86.
[4]“…La desobediencia
civil, después de todo, no busca la destrucción del sistema político, sino su
encausamiento dentro de los cánones de la justicia…”. Latouche, M., “Los
dilemas de Antígona. Reflexiones en torno al problema de la desobediencia
civil”, en Episteme NS. Revista Instituto de Filosofía. Caracas,
UCV-FHE, vol. 31, nº 2, 2011, p. 34.
[5]“…La libertad […] es
natural; y por ello, a mi juicio, no sólo hemos nacido con ella, sino además
con la pasión de defenderla”. Étienne De la Boétie. Discurso de la servidumbre también llamado contra uno. México,
Editorial Aldus, S.A., 1a ed., 2001, p. 19.
[6]Cappelletti,
A. J., “Etienne De la Boétie y la libertad política”, en La idea de la libertad en el renacimiento. Caracas, Alfadil
Ediciones, S.A., 1986, p. 66.
[7]Véase, Michel, F., “El
arte de deambular…”, op. cit., p. 54.
[8]“…la
caminata incita a la modestia, a la curiosidad, al silencio y a la meditación,
a la vez que nos mueve a la introspección, a la intimidad, a callarnos para
escuchar mejor”. Ídem.
[9]“…todos
los fenómenos sociales tienen su origen en los fenómenos de la vida individual,
cuya raíz se encuentra a su vez en los fenómenos vitales en general”. Spencer, H., El individuo contra…, op. cit., p. 109.
[10]Briceño Guerrero, J., ¿Qué es la filosofía?. Mérida, Ediciones
La Castalia, 2a ed., 2007, p. 12.
[11]Platón.
"Defensa de Sócrates", en Obras
completas. Madrid, Aguilar, 2a ed., 1969, pp. 201-218.
[12]Ibíd., pp. 208, 210, 211 y 212.
26e/28c. 29e/31b. 31b/32c.
[13]"Un día de julio
de 1846 [...] en Concord (Massachussets, Estados Unidos), donde había nacido en
1817, Henry David Thoreau se cruza con Samuel Staples, inspector municipal,
quien le reclama el pago de sus impuestos y está dispuesto incluso a
adelantarle el dinero necesario para saldar su deuda. David Thoreau, que vive
aproximadamente dos años en una cabaña en el corazón del bosque de Walden y se
dirige a la ciudad a retirar sus zapatos que había mandado a arreglar, está un
poco desconcertado. Responde que se niega, por una cuestión de principios, a
pagarle al Estado más aun cuando está en desacuerdo con su política y en
absoluto desea contribuir a financiar la guerra contra México. Entonces, es
detenido y debe pasar la noche en prisión, a pesar que una
"misteriosa" mujer (probablemente María Thoreau, su tía) pagó el
impuesto [...] David Thoreau se siente obligado a narrar su experiencia y
fundamentar su actitud. Escribe "La relación del individuo con el
Estado", texto que presenta durante una conferencia ofrecida en Concord,
en enero de 1848. Elizabeth Peabody -cuñada del novelista Hawthorne- lo publica
en su revista Aesthetic Papers en
mayo de 1849 bajo el título de "Resistencia al Gobierno Civil", título
que en las Obras Completas de Thoreau
publicadas después de su muerte en 1862, se convertirá en Desobediencia civil. Este texto polémico [...] cayó rápidamente en
el olvido y el mismo Thoreau dejó de referirse a él.
Fue León Tolstoi quien [...] lo
leyó e invitó a los estadounidenses, en una carta publicada por la North American Review, a comienzos del
siglo XX, a retomar esta actitud valiente y ejemplar de un individuo que se
atreve a enfrentar al Estado cuando éste equivoca su camino. Poco tiempo antes,
un estudiante indio de la Universidad de Oxford, Mohandas K. Gandhi se
entusiasma y, ejerciendo como abogado en Sudáfrica, lo publica en su revista, Indian Opinion, el 26 de octubre de
1907. Más tarde, y hasta su asesinato en 1948, no dejará de preconizar la
desobediencia civil, que asocia a la práctica de la no violencia.
Thoreau se vio impresionado por
Bronson Alcott, ciudadano de Concord retratado por su hija LouisaMay en los
rasgos del doctor March en Mujercitas,
quien declaraba firmemente su decisión de no pagar impuestos mientras su
gobierno no pusiera fin a la indigna política esclavista. Se cuenta que el squire Samuel Hoar pagó la cuenta, pero
lo importante no era eso sino que se reconocía definitivamente la idea de que
un solo ciudadano pudiera sublevarse contra su gobierno, íntimamente
convencido, con el fin de estar de acuerdo con los principios constitutivos de
su Estado". Ver, Paquot, T. "Desobediencia civil: ¿derecho o deber?”,
en: Pacifismo, resistencia y
desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad versus legitimidad.
Chile, Selección de artículos de Le Monde diplomatique, Editorial Aún creemos
en los sueños, 2006, pp. 13-15.
[14]Thoreau,
D.H., Walden o la vida en los bosques.
Caracas, Eduven, Colección Sapientiae, 1a ed., 2012, pp. 87 y 88.
[15]Ibid., p. 87.
[16]Franklin Brito muere
la noche del 30 de agosto de 2010 sin obtener respuesta del Gobierno venezolano
ante sus peticiones.
[17]Foto de Meridith Kohutpara el New York Times. Recuperado de: http://www.nytimes.com/2010/04/04/world/americas/04venez.html?scp=1&sq=franklin%20brito&st=cse.
Consultado: 3 de abril de 2010.
[18]Según Carlos Sandoval,
compilador de la antología de donde extrajimos el cuento citado, el mismo fue
publicado, originalmente, el 15 de noviembre de 1877, en la publicación
periódica Tribuna Liberal, de
Caracas. Acosta, Cecilio. “Los espectros que son, y un espectro que ya va a
ser”, en Días de espantos (cuentos
fantásticos venezolanos del siglo XX). Carlos Sandoval-compilador, Caracas,
Comisión de Estudios de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educación-UCV, 1a ed., 2000, pp.
153-159.
[19]Cf.Bakunin, M., La libertad. México, Editorial Grijalbo,
S.A., 1a ed., 1972.
[20]Ibíd., p. 23.
[21]“…El
hombre solo se emancipa de la presión tiránica que ejerce sobre cada cual la
naturaleza exterior mediante el trabajo colectivo; pues el trabajo individual,
impotente y estéril, nunca lograría vencer a la naturaleza”. Ibíd., p. 31.
[22]Ibíd., p. 58.
[23]Ibíd., p. 85.
[24]Nothomb,
A., Estupor y temblores. Barcelona,
Editorial Anagrama, 10a ed., 2012, p. 74.
[25]Cf. Schiller, F. V., Guillermo Tell. 1999. Recuperado
de:
http://llevatetodo.com/book/Schiller.Friedrich.von-Guillermo.Tell.pdf.
Consultado: 02-01-2015.
[26]Ibíd., p. 15.
[27]Ibíd., p. 18.
[28]Ibíd., p. 27.
[29]Ibíd., p. 36.
[30]Ibíd., p. 30.
[31]Ibíd., p. 32.
[32]Ibíd., pp. 51- 55.
[33]Ibíd., pp. 103-105.
[34]Ibíd., pp. 113 y 114.
[35]Guerrero, C., “De la sociedad…”, op. cit., p.12.
[36]“…Mas
el hombre civilizado se obstina en reconocer al ídolo, obra de sus propias
manos, poderes que el mismo ídolo manifiesta de un modo u otro no poseer…”.
Spencer, H., El individuo contra…, op.
cit.,
1984, p. 87.
[37]Tolstoi,
L., El
reino de Dios está dentro de vosotros. 2009, p. 163. Recuperado de: https://hesiquia.files.wordpress.com/2010/09/el_reino_de_dios_esta_en_vosot.pdf.
Consultado: 03-01-2015.
[38]Paz, O., Poesía, Mito, Revolución.
México, Editorial Vuelta, 1989, p. 50. Esta cita me la facilitó la Profa.
Gladys Villarroel. (Mediante correo electrónico: 06-03-2015).
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