Theowald D’Arago
Artista conceptual
Profesor de la Universidad Central de Venezuela y de UNEARTE
“La Verdad ontológica, desvelamiento: los escolásticos definían la verdad como adecuación del espíritu (o la mente que conoce) y de la cosa (conocida). Pero esta formulación muy cercana al realismo vulgar plantea dificultades: una cosa solo puede adecuarse así misma; a lo sumo es conforme a otra cosa. Mas, ¿qué significa la conformidad? Es en rigor imposible confrontar la copia y el modelo porque ello exigiría salir de la representación. Si la verdad debe conducir al ser, se requiere que haya no conformidad sino identidad de naturaleza entre el pensamiento y el ser. Esta identidad era postulada por la ontología de Platón y de Spinoza [sobre la base del poema parmenideo, y su concepción de identidad entre el ser y el pensar], y fue afirmada ejemplarmente por la filosofía de Hegel. La verdad no es otra cosa que el ser desvelándose a través de un discurso, [del logos], o realizándose por medio de él. Esta postura sigue siendo en nuestros días la de la metafísica de Heidegger, que se presenta como un retorno a la fuente de la filosofía griega.
La verdad lógica, no contradicción: Pero, ¿cuándo el discurso esta seguro de hablar del ser? ¿no debería buscar en su propia contextura la garantía de la validez? Es lo que persigue la lógica al mostrar que una proposición es verdadera formalmente, es decir, con independencia de su contenido, si se puede construir por vía deductiva partiendo de otras proposiciones tomadas como principios o axiomas. La exploración de esta vía esta representada esencialmente, dentro del pensamiento contemporáneo, por la axiomatización de las matemáticas, por los trabajos del círculo de Viena, y por la constitución de la logística.
La verdad objetiva, conceptualización: La certeza lógica es algo vacío; se necesita que el lenguaje vuelva a lo real. Pero en este contacto la verdad se fragmenta: ya no hay sino verdades propias de un campo determinado de la realidad, de una zona limitada del ser. Corresponde a cada ciencia explorar tales zonas y el formular los propios criterios prácticos de “su” verdad, que la epistemología viene a poner entre dicho. Esta descubre entonces que no son únicamente los “hechos” los que sirven de piedra de toque a la teoría científica, sino que la teoría les da un sentido: “una experiencia no puede ser una experiencia bien hecha sino cuando es completa, lo que solo ocurre con la experiencia precedida de un proyecto bien estudiado a partir de una teoría bien estudiada”, escribe Gaston Bachelard (1934).
Es, pues, el equilibrio de la teoría entera lo que la prueba de los hechos viene a modificar. La verdad científica aparece así como una conceptualización progresiva de la real, que es a su vez una transformación de nuestros modos de pensar”[1].
Ficción: “la simulación” de la realidad que realizan las obras literarias, cinematográficas, históricas, o de otro tipo, cuando presentan un mundo imaginario al receptor (el término procede del latín fictus “fingido,” “inventado”), participio del verbo fingere.
La ficción es la verdad eso creíamos cuando éramos jóvenes, ahora sabemos que la verdad es la ficción, y menos mal…
De no haberlo sido, hubiésemos perecido, no hubiésemos llegado hasta acá y menos nos hubiésemos quedado… vaya usted a saber…
¿No son las obras las que han creado la realidad? Si no, podemos por ejemplo preguntarle a Miguel Ángel, ¿Cómo fue La Creación, y será el Juicio final? O a Leonardo, ¿Como fue La última cena de Jesús? ¿Acaso no emergen las obras de los hechos de la vida misma, que luego hemos denominado Verdad? De ahí que la ficción sea La Verdad , es decir; La Verdad es la Ficción …
Le preguntábamos a Lange y Nietzsche, ¿cómo hablar de las verdades, es decir, de la ficción? Como sabemos la significación de las “apariencias” en los diferentes campos de la ciencia y la vida, tiene un gran significado, ambos señalan la fundamental y vastísima “función de la invención y la falsificación”, como también la influencia falsificadora de la “creación” poética, y con ello el valor, la justificación del mito.
Salvando por supuesto las distancias, al igual que Lange y Nietzsche, mantenemos frente al mundo “cambiante” y “evanescente” devenir, el establecimiento de un mundo, el del SER, en interés de la comprensión y la satisfacción del conocimiento sensible y de la belleza, es decir, de la Estética, de la fabulación, la fantasía, de la imaginación como las imágenes del sueño o del ensueño, las alucinaciones y las obsesiones o el delirio; el conflicto entre conocimiento y arte, ciencia y sabiduría, sólo se resuelve reconociendo que este mundo “inventado” es un mito justificado e indispensable; de lo que se sigue que falso y verdadero son conceptos “relativos”…
Pregunta Nietzsche en Sobre Verdad y Mentira; “en realidad, ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que, al margen de las circunvoluciones de su intestino, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar hacia fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sueño del lomo de un tigre! ¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? ” (Nietzsche, 2001: 19).
Por eso, la respuesta posible de este impulso, depende del punto de vista donde nos ubiquemos: Idealista, Positivista, o Hermenéutico, y aun colocándonos en cualquiera de estos lugares, obviamente encontraremos en nuestra contemporaneidad tantas visiones como visores hay.
Los idealistas por muy contemporáneos que sean, no pueden, y con razón admitir…que el hombre sólo descansa sobre la crueldad, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia…
El positivista admitirá la funcionalidad de cierta condición semejante por un sentido práctico, según las circunstancias, donde por así decirlo, lo operativo será, o es la verdad.
En el caso de nuestro hermeneuta, tomados en cuenta desde Schleiermacher, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, y gran parte de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días con Gadamer y sus discípulos; nos encontramos en la necesidad decontruccionista tratando de dar “Veracidad” a lo VERDADERO, a lo que; sin por ello tener que ser idealista, o positivista, aceptar, después de Nietzsche, su Perspectivismo ya que éste, más que situarse en una moral, desea contraponer a la vieja moral heterónoma, sumisa, opuesta a la individualidad; la autonomía, que es lo que finalmente se ha “conquistado” en Occidente para bien y para mal, la voluntad del individuo, y es desde ahí donde podemos a nuestro juicio, hablar de la ficción como verdadera ya que…”TODO ES VERDADERA FICCIÓN”. T. D.
“¿Qué es entonces La Verdad ? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal” (ídem: 25).
El impulso hacia la “VERDAD” con mayúscula (sin por ello ser psicopáticos) a pasado a ser demodé; lo importante es lo verdadero, la aceptación del juego poético, de la fabulación como lo verdadero; o, ¿no está toda cultura basada en su propio lenguaje, en sus fabulas, sus mitos, en su poética ficción? ¿Qué diferencia hay entre la Metafísica Clásica y la del “PROGRESO”? QUE UNA ES META-TERRENAL Y LA OTRA ES , LO TERRENAL COMO META…
En esta, “nuestra” cultura que más que cristiana es platoniana; “el coraje de no ser nada asustaba a Platón: el poeta, el pintor, el sofista, pasean sobre las cosas un espejo en cuyo vacío puede reflejarse todo; no producen algo real sino su semblante –su hacer –su arte es sólo un juego, sin otra cualidad que la de no tener ninguna,- es decir…TODAS- pero el hombre del espejo es también Platón, cuyos diálogos (lo mismo que la tesis sobre Arte: desde la posesión del Ion hasta el ilusionismo del Sofista) siguen las metamorfosis, y divisiones del gran fantasma que lo obsesiona ( a él y a la Filosofía después de él): “lo Mismo y lo Otro, precisamente” (Enaudeau, 1999: 15s)… En éste, el juego inocente del Ser y sus existente que le refieren, cada uno, o cualquiera, puede desempeñar todos los papeles, divertirse y asustarse de ésta inconsecuencia, y multiplicar las voces, hasta perder, si no la cabeza, por lo menos la clara conciencia de sí, con lo cual, LA VERDAD Y LA FICCIÓN, nos mantienen como siempre en la indiferenciación entre la VIGILIA Y EL SUEÑO…
Theowald D´Arago Fiol
Nota: (sobre la comprensión con el espejo véase República X 596d-e; sobre el juego véase Teeteto 235a-b).
Bibliografía:
André Akoun [y otras colaboraciones], 1974: Diccionario de Filosofía, Ed. Mensajero. Bilbao.
Gaston Bachelard (1934): Le nouvel Esprit Scientifique. Ed. Press Universitaire. Paris,
Nietzsche, F. 2001: “Sobre Verdad y Mentira”. Ed. Tecnos, Madrid.
[1] André Akoun [y otras colaboraciones], Diccionario de filosofía, “La Filosofía ”, Ediciones mensajero, Bilbao, 1974, p. 538.
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