La iluminación
Theowald D`Arago.
“Las Cosas en conjunto son Todo y no Todo, Idéntico y no idéntico, Armónico y no Armónico”, Diels Kranz, Fragmento 206 de Heráclito.
La iluminación del ser para Heidegger,a pesar del “Dios a muerto” nietzcheano, está ligado a su propia iluminación personal y lograr ésta a través del destino y la historia del hombre, sin llegar a ser por ello una función de la subjetividad humana….Dios puede levantarse entre los muertos, esto significa que el desenvolvimiento del nuevo pensamiento ontológico, o en otras palabras, del concebir la presencia, la existencia, el ser puede ser la preparación para una crisis en la cual lo divino, lo sagrado, como nos dice Heidegger en su libro sobre Hölderlin, aparecerá en formas nuevas y aún no anticipadas. De Martín Buber, en El Eclipse de Dios, Heidegger nos dice que este pensador en su propuesta no es ateísta, pues no decide en forma positiva o negativa sobre la existencia de Dios. Recordemos a Von Wesen des Grande (1929), cuando afirma que “en virtud de su adecuada concepción de la existencia hace posible preguntar por primera vez en forma legítima cual es el estado ontológico de la relación entre la existencia y lo divino…..”Según la concepción de Heidegger, no le corresponde al hombre decidir si reaparecerá lo divino, como tampoco en que forma tal aparición tendrá lugar. Sólo a través del destino del ser mismo (como decíamos), podemos hablar de su reaparición. Además y en principio entendiendo el ser, y por supuesto lo sagrado, nos encontraremos con lo divino sin culpas ni resentimiento…
Heidegger en la Selva Negra, Alemania.
La Identidad como bien sabemos, es la cualidad de idéntico, es decir de lo que es lo mismo que otra cosa con que se compara.
Por eso nos preguntamos respecto al Ser ¿Igual a qué? Si la única representación que tenemos del Ser, es el vivir… y es un enigma total.
Por eso nos preguntamos respecto al Ser ¿Igual a qué? Si la única representación que tenemos del Ser, es el vivir… y es un enigma total.
Heráclito (en Fragmentos de la selección de Ángel Capelletti), fragmento 78 orígenes contra Celso, VI, 12 (11, 82, 18 Kaetschau) declara que “la condición humana no posee conocimientos; la divina en cambio sí”.En el Fragmento 70, Sobre el Alma (en Estobeo, Égoglas, Fisicas, II, 1, 16) nos encontramos que el pensador de Efeso nos habla del juego de niños que son nuestra opiniones. ¡Cuán acertadamente juzgó que las opiniones humanas son juegos de niños!
Por eso hay que agregar el fragmento 71 “Hay que acordarse también de aquel que olvida el camino”.
Por eso hay que agregar el fragmento 71 “Hay que acordarse también de aquel que olvida el camino”.
Heráclito de Efeso
Fragmento 45. “Andando, no encontrarás los límites del alma (logos) aunque recorras todos los caminos: tan profundo es su logos.”
Fragmento 86. Plutarco, Coriolanos, 38, p: 232d. “Pero la mayor parte de las cosas divinas escapan al conocimiento por incredulidad”.En Aristóteles “Sobre el Alma”, 1, 2,405, nos recuerda, también Heráclito dice que el principio es un Alma, es cuanto es la exaltación de la cual las demás cosas se forman.
Por supuesto que si las cosas escapan al conocimiento por incredulidad, ésta, el Alma quién es tan confusa y profunda, en nuestra contemporaneidad es la incredulidad por excelencia. Porque pensarla como trascendente es metafísica, y tendríamos que preguntarnos ¿Cómo puede ser o igual a qué puede ser?, al logos heracliteano, pero como acabamos de denotar el fragmento 45 “Andando no encontrarás los límites del alma”…. Aunque recorras todos los caminos tan profundo es el logos-alma.
Y al pensarla o pensarlo como inmanente nos encontramos con que “el espíritu es el tiempo”; y éste, el devenir (el llegar a ser) no es sólo lo que deshace al Ser- el Logos- al Alma- al Espíritu, sino aquello por lo cual se hace el Ser superándose siempre así mismo en movimiento de opuestos renovados sin cesar…Sin embargo, no es el devenir el que hace al Ser sino los existentes, los que lo viven, o los que lo vivimos… tu, yo…
Pero todo es devenir, (repito, aquello por lo cual se hace el Ser). Entonces, cómo hablar de Identidad- ¿Igual a qué? ¿Si cada vez que hay algo inmediatamente deja de ser? ¿Si lo que podemos llamar la esencia o sustancia “permanente” de la realidad, es el modo de ser del tiempo? Es gerundio -La esencia y realidad es obrar (es siendo) es la causa eficiente, es Wirken, como diría Heidegger.
Toda la materia obra en el modo de ser del tiempo. Pero estos existentes (materia-energía) los expresamos espiritualmente a través de una psique-alma y lo que expresamos es nuestro espíritu. ¿Metafísica?
Ahora, el origen de cada devenir como bien sabemos desde Heráclito, es la lucha de contrarios, opuestos, “la guerra” es la causa eficiente, esa lucha es armónica, esa es la que hace que el ser se implante y permanezca. Lo múltiple es uno, y lo uno múltiple –el juego es el modo de ser de todo lo que es, nos dice Heráclito y nos va a repetir tanto Nietzsche como Heidegger; es metafóricamente el impulso que hace surgir los nuevos mundos, es el placer de la existencia, si es inocente o no, ya no lo sé, si tiene un bien y un mal, menos.
Podríamos repetir el juego del niño artista (poeta) es la metáfora, pero que sea el modo de ser de todas las cosas, a pesar de nuestro planteamiento estético: “Todo es azaroso y necesario, el Azar es necesario y la necesidad es azarosa rigurosamente”, mi ignorancia es tal, que tampoco puedo afirmar o negar cosa alguna.
Sólo puedo repetir: la sabiduría, a diferencia del conocimiento consiste en que todo es uno y el uno es todo, como lo dice Heráclito y que el logos indica sin revelar nada.
El devenir no es precisamente más que una indicación. No podría ser considerado como revelación, antes bien como el enigma indicado.
El hombre atrapado en la conciencia objetiva
La precariedad del Hombre (su ser inválido en medio de la realidad) se plantea, cuando una determinada forma de conciencia, cuyo desarrollo forma parte de la evolución de la persona (y de los pueblos – las naciones), entra en acción con todas sus consecuencias, se afianza y se erigen en dueño absoluto. Es la forma de la conciencia objetiva. En esa etapa el Hombre percibe la realidad como objeto y en todo su comportamiento, se orienta exclusivamente a lo objetivo. Las exigencias vitales que tiene en cuanto a individuo deben, en cuanto puramente subjetivas, ceder ante la realidad objetiva. Pero ¿cómo y dónde podrá el ser del Hombre, y su núcleo original, lograr y alcanzar la realidad sino es en el Hombre mismo como sujeto personal? Y si toda pretensión del ser humano debe ceder ante las exigencias de una vida encuadrada en el marco exclusivo de ordenaciones objetivas, quedará finalmente frustrado en sí mismo y abocado a sufrimientos específicamente humanos.
Nuestra espiritualidad como hombres está dominada por la conciencia objetiva, sus normas y valores, por eso replantearse el enigma del Logos que Heráclito manifiesta a través de sus fragmentos en medio de la contingencia y los opuestos, la no-dualidad, nos ha parecido siempre oscuros y extraños, pero también la apertura de siempre frente al enigma.
¿No tendríamos que prestar atención tanto del modo de ser del espíritu objetivo, como al peligro y prejuicios que ese espíritu objetivo comporta al no aceptar sus limitaciones y darle cabida a lo que sólo le queda indicado? Fragmento 93 “El señor cuyo Oráculo es el de Delfos, ni revela ni encubre, sino que da señas (indica). Dentro de su templo, el logos dentro de cada cosa, ni es patente ni tampoco incognoscible sino (que entre las dos cosas emite indicios seguros: su comprensión depende del esfuerzo interpretativo o la ponderación de los hombres)”. Lo mismo que Apolo cuando nos vemos enfrentados a la esencia de nuestra realidad, la respondemos espontáneamente, desde esa forma de nuestro ser de sujetos que hundimos nuestras raíces en el yo que “fija” las cosas objetivamente y con conceptos que pertenecen a esa ordenación de la conciencia que también tiene sus raíces en el yo. Un hombre presocrático confrontado a la creencia de su realidad natural, a nuestro juicio, trató de ponerse al unísono con esa otra forma de su ser subjetivo que no tenía sus raíces en el Yo sino en el Ser.
Por eso nos vemos obligados a responder desde Anaximandro, Heráclito e incluso, o empezando por el paradigma de la cultura (aunque distorsionado por los platónicos) Parménides, afirmando que la realidad tal como se ofrece al Yo, es una realidad ilusoria tras la que se oculta el ser auténtico de toda realidad conceptualmente inaprensible. Los post-socráticos, a partir de Platón y Aristóteles espontánea y acríticamente reafirman el Yo de nuestra conciencia, y no hemos llegado ni siquiera a darnos cuenta que los hábitos de pensar que llevamos inculcados en nosotros sólo representa un aspecto muy limitado que no puede captar la realidad del ser.
Cómo decíamos, el espíritu es el tiempo y es él quien lo dice todo, siempre por eso:
Nuestra espiritualidad como hombres está dominada por la conciencia objetiva, sus normas y valores, por eso replantearse el enigma del Logos que Heráclito manifiesta a través de sus fragmentos en medio de la contingencia y los opuestos, la no-dualidad, nos ha parecido siempre oscuros y extraños, pero también la apertura de siempre frente al enigma.
¿No tendríamos que prestar atención tanto del modo de ser del espíritu objetivo, como al peligro y prejuicios que ese espíritu objetivo comporta al no aceptar sus limitaciones y darle cabida a lo que sólo le queda indicado? Fragmento 93 “El señor cuyo Oráculo es el de Delfos, ni revela ni encubre, sino que da señas (indica). Dentro de su templo, el logos dentro de cada cosa, ni es patente ni tampoco incognoscible sino (que entre las dos cosas emite indicios seguros: su comprensión depende del esfuerzo interpretativo o la ponderación de los hombres)”. Lo mismo que Apolo cuando nos vemos enfrentados a la esencia de nuestra realidad, la respondemos espontáneamente, desde esa forma de nuestro ser de sujetos que hundimos nuestras raíces en el yo que “fija” las cosas objetivamente y con conceptos que pertenecen a esa ordenación de la conciencia que también tiene sus raíces en el yo. Un hombre presocrático confrontado a la creencia de su realidad natural, a nuestro juicio, trató de ponerse al unísono con esa otra forma de su ser subjetivo que no tenía sus raíces en el Yo sino en el Ser.
Por eso nos vemos obligados a responder desde Anaximandro, Heráclito e incluso, o empezando por el paradigma de la cultura (aunque distorsionado por los platónicos) Parménides, afirmando que la realidad tal como se ofrece al Yo, es una realidad ilusoria tras la que se oculta el ser auténtico de toda realidad conceptualmente inaprensible. Los post-socráticos, a partir de Platón y Aristóteles espontánea y acríticamente reafirman el Yo de nuestra conciencia, y no hemos llegado ni siquiera a darnos cuenta que los hábitos de pensar que llevamos inculcados en nosotros sólo representa un aspecto muy limitado que no puede captar la realidad del ser.
Cómo decíamos, el espíritu es el tiempo y es él quien lo dice todo, siempre por eso:
Tumba de Martín Heidegger
No decido….
Desde que he oído
Al Logos, me he
Encontrado,
Él ejerce…
Vengo siendo…
Advertencia: Este artículo es de dominio público, agradecemos que sea citado con nuestra dirección electrónica: http://www.filosofiaclinicaucv.blogspot.com/
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