David De los Reyes
La profesión médica es determinante para la filosofía entre los siglos V y IV a.C. Platón da cuenta ampliamente de ella en su obra. La medicina es una referencia obligada en muchas de sus páginas. ¿Ello por qué? El médico aparece como un representante de una cultura especial, de un alto refinamiento metódico y es la encarnación ética profesional ejemplar por descansar su saber sobre un fin ético de carácter práctico, pues si bien contiene un saber teórico, no deja de inspirar un saber práctico para la construcción de la vida humana y su reparación y mejoramiento físico. Jaeger afirmó que la filosofía ética de Platón no hubiera sido posible sin el desarrollo y los procedimientos de la medicina pues será la más afín con la ética; está presente no sólo en la filosofía socrática sino también en la de Platón, en Epicuro, en la de Aristóteles como en las otras escuelas derivadas de éstas. Sin embargo, la medicina moderna y actual nada tiene que ver o si acaso muy poco con la práctica médica antigua.
Esta coalición entre medicina y filosofía se debe a que la cultura griega tenía un interés peculiar de formar tanto el cuerpo como el espíritu. Tal situación se nota simbolizada en el afán de la gimnasia y la música para la formación del cuerpo y, paralelamente, la formación espiritual a cargo de la filosofía.
Sin embargo ya Homero la elogia (Iliada 11,154) al decir que vale por muchos otros hombres el arte del médico.
El hecho que los filósofos jónicos se preguntaran por la causalidad de los fenómenos de la naturaleza hizo que la medicina igualmente adquiriese tal inscripción metódica para su proceder. El concepto de naturaleza (fusis), fue determinante para dicha ciencia. Filósofos antiguos jónicos como Anaxágoras y Diógenes de Apolonia asimilan a su pensamiento los conocimientos de medicina, especialmente de fisiología, (también estuvieron influenciados por ella Alcmeón, Empédocles e Hipón).
Hipócrates, del siglo VI a.n.e. es visto por Platón como la personificación de la medicina por antonomasia, igual Aristóteles que lo invoca como prototipo del gran médico.
Empédocles derriba las barreras divisorias que hay entre filosofía y medicina, entendiendo a esta como una conciencia de las relaciones, sujeta a leyes, del organismo frente a los efectos de las fuerzas que se basa todo proceso de la naturaleza y la existencia en el hombre de un estado normal ante los embates de las enfermedades. En el caso de este filósofo nos encontramos que sus teorías médicas tienen que ver directamente a sus éxitos como médico práctico. Su teoría de los cuatro elementos va a ser fundamental dentro de los siguientes siglos para la medicina (lo caliente, frío, seco y húmedo). Vemos que las concepciones físicas de la filosofía mezclarse con la concepción de las prácticas médicas, hasta alcanzar una teoría de los humores (cumoi) básicos.
En el Gorgias Platón (464B ss.) expone sus reflexiones sobre el arte médica. La techné consiste en conocer la naturaleza del objeto destinado a servir al hombre y que, por tanto, sólo se realiza como tal saber en su aplicación práctica. Jaeger afirma (1974:804) que para Platón el médico es aquel que procede en base a lo que sabe de la naturaleza del hombre sano pero que conoce igualmente lo contrario a éste, o sea, al hombre enfermo y su fin es proceder con los medios adecuados para restituirlo a su estado normal. Inspirado en ello conmina al filósofo hacer otro tanto con el alma del hombre y su salud; éste ensayará concebir un terapéutica del alma, que tiene en común con la ciencia del médico el que ambas derivan sus enseñanzas del conocimiento objetivo de la naturaleza misma, en el caso del médico, de la naturaleza del cuerpo, en caso del filósofo, del conocimiento de la naturaleza del alma (psique). El estado normal del cuerpo lo nombra el médico como salud, en filósofo aborda al alma desde la ética y la política.
Exige para el arte médico (Fedro 270d) una nueva retórica que encauce al alma y al cuerpo del hombre hacia lo que es verdaderamente mejor para él. La medicina ayudará al filósofo a resolver el problema de cómo el individuo ha de encontrar la verdadera pauta de su conducta, enseñándole a descubrir el comportamiento ético adecuado como un justo medio entre el exceso y el defecto, por analogía con una dieta física sana (Jaeger 1974:807).
La ética, como lo ha dicho Aristóteles, versa sobre la regulación de los impulsos humanos, del placer y el dolor, ello termina en la postura del tes mesontes, es decir, del justo medio, entendido no como un punto matemático fijo o como un centro absoluto de la escala, sino como el medio justo para el individuo de cuya conducta se trata. El comportamiento ético es la tendencia a centrarse en el justo medio para cada cual, es decir, entre lo mucho y lo poco (Aristóteles E.N, x, 10, 1180 b 7).
La concepción aristotélica del justo medio emplea una terminología sacada de la medicina, como son los conceptos de exceso y defecto, del punto medio y de la medida justa, el del centrarse y el de tacto seguro (aistesis), el rechazo de una regla absoluta y el postulado de una norma adecuada.
Esto nos lleva a comprender que la teoría platónica y aristotélica de la areté (virtud) viene a establecer abarca tanto las aretai del cuerpo como las del alma. Se funde una toda la teoría médica con tales posiciones filosóficas sobre la acertada terapéutica del cuerpo con la teoría socrática sobre el cuidado y la terapéutica certeros del alma.
Para ello se debe partir de un concepto de la naturaleza, el cual es omnipresente en el pensamiento de los médicos griegos. ¿Cuál es la acción medica que debe establecer respecto a lo llamado por Physis? El verdadero médico se nos presenta como aquel practicante que nunca separa la parte del todo sino que enfoca su terapia basándose en las relaciones de interdependencia con el conjunto, de la parte dentro del todo, determinando así que es la mejor forma de encontrar un tratamiento para la parte. El médico debe ser el llamado a restaurar la medida oculta cuando viene a estar alterada por la enfermedad. Es la propia naturaleza la que está encargada de implantarla pues de ella deriva la medida justa. Platón habla de la fuerza, la salud y la bellaza concretamente como las virtudes del cuerpo, las compara con las virtudes éticas del alma, que son la piedad, la valentía, la moderación y la justicia; ambos tipos de virtudes constituyen una unidad armónica. Mostrando que no hay una división realmente entre la cultura física y espiritual del sujeto; la cultura física, tal como la concebían los gimnastas y los médicos, es también algo espiritual. Se puede decir que el ideal helénico de la cultura humana era el ideal del hombre sano. El concepto de sano vendrá a extenderse como un concepto normativo universal aplicado al mundo y a cuanto vive en él, ya que sus bases, la igualdad y la armonía, son las potencias que constituyen lo bueno y lo justo en todos los órdenes de la vida.
Para ello se debe partir de un concepto de la naturaleza, el cual es omnipresente en el pensamiento de los médicos griegos. ¿Cuál es la acción medica que debe establecer respecto a lo llamado por Physis? El verdadero médico se nos presenta como aquel practicante que nunca separa la parte del todo sino que enfoca su terapia basándose en las relaciones de interdependencia con el conjunto, de la parte dentro del todo, determinando así que es la mejor forma de encontrar un tratamiento para la parte. El médico debe ser el llamado a restaurar la medida oculta cuando viene a estar alterada por la enfermedad. Es la propia naturaleza la que está encargada de implantarla pues de ella deriva la medida justa. Platón habla de la fuerza, la salud y la bellaza concretamente como las virtudes del cuerpo, las compara con las virtudes éticas del alma, que son la piedad, la valentía, la moderación y la justicia; ambos tipos de virtudes constituyen una unidad armónica. Mostrando que no hay una división realmente entre la cultura física y espiritual del sujeto; la cultura física, tal como la concebían los gimnastas y los médicos, es también algo espiritual. Se puede decir que el ideal helénico de la cultura humana era el ideal del hombre sano. El concepto de sano vendrá a extenderse como un concepto normativo universal aplicado al mundo y a cuanto vive en él, ya que sus bases, la igualdad y la armonía, son las potencias que constituyen lo bueno y lo justo en todos los órdenes de la vida.
La medicina griega observó que la intervención de un médico, en el tratamiento de los enfermos, no consiste en intervenir en contra de la naturaleza pues ésta debe adecuarse al fin que está presente en la acción de la naturaleza. Los síntomas de la enfermedad, y sobre todo, la fiebre, representan ya de por sí el comienzo del proceso de restauración del estado normal del cuerpo.
La terapia debe, pues, encauzar al propio organismo a su restablecimiento; el médico sólo debe conocer o investigar cuál será la mejor forma de intervenir en el proceso natural del organismo para encaminarlo a su curación. La naturaleza se ayuda a sí misma. Tal concepción es propia de la teoría hipocrática de la enfermedad. La naturaleza del cuerpo, como de cualquier organismo y como es todo su proceder bajo el aristotelismo físico, está encaminada a un fin y el arte de la medicina sólo se ha inventado para llenar algunas lagunas de la naturaleza. Esta postura teleológica es originaria de Diógenes de Apolonia, filósofo y medico, y es a él a quien se le atribuye la paternidad de esta teoría (Jaeger: 1974: 811). El arte médico consiste en eliminar lo que causa dolor y en sanar al hombre alejando lo que le hace sufrir. Y para ello se centra la intervención del médico en la naturaleza del cuerpo, pues gracias a ello la naturaleza logra esto por sí misma: si se sufre de estar sentado basta con levantarse; si se sufre por mucho moverse, basta con descansar; la naturaleza lleva en sí misma muchos de las prescripciones obtenidas del arte médico.
La Physis individual actúa como un ser con arreglo a un fin ontológico constitutivo y que hay que restablecer. Para cierta mirada médica antigua tenía la concepción de que toda parte de la naturaleza está adecuada a un fin, la cual se desprende de la hipótesis de la existencia de una razón (logos) divina que gobierna y constituye al mundo por completo y que, por tanto, todo está organizado de un modo racional (Diógenes de Apolonia, frag. 5, 7 y 8, Diles; ídem: 812). Los hipocráticos se separan de dicha concepción semi religiosa y metafísica, aunque comprenden y admiran que la naturaleza, a pesar de carecer de conciencia, procede de un modo absolutamente teleológico; por tanto, la naturaleza se encarga de hacer lo necesario. Hipócrates lo advirtió al afirmar que la naturaleza, aunque inculta y no haya aprendido nada, hace lo que se debe hacer (cit. Jaeger: 1974: 812).
Bibliografía:Aristóteles. 1972: Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid.
Jaeger, W., 1974: Paideia. F.C.E. México.
Platón, 1972: Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid.
Bibliografía:Aristóteles. 1972: Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid.
Jaeger, W., 1974: Paideia. F.C.E. México.
Platón, 1972: Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid.
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