Ayramí Quintero
Antes de comenzar a desarrollar el presente ensayo, intenté buscar en medio de mi angustia innumerables materiales, posturas, perspectivas filosóficas que me permitieran el desarrollo del mismo.
Mi experiencia en el estudio de la filosofía, aunque poca, para llegar a grandes alcances, es suficiente para luego de un arduo trabajo de revisión y reconceptualización de mis paradigmas, llegar a la siguiente conclusión: la información se encuentra dentro de mi y por mas que piense que es poca, siempre será lo suficiente para llevar las riendas desde mi vida.
La academia, sin que nos demos cuenta, tiende a hacernos pensar en la filosofía como tesis abstractas desarrolladas por ciertos pensadores que se atrevieron a hacerlo en ciertas épocas y con otras condiciones, lograron desarrollar grandes sistemas, estructurar y armar; definir su propio lenguaje y establecer sus propias leyes, conceptos y patrones a seguir, por lo cual el peso y la validez de las mismas no es algo que se pone en duda, pero es importante tomar en cuenta, que nadie mas que el autor vive, conoce, desde cierto punto de vista los verdaderos alcances, ya que, contrario a los otros, dichos alcances llegan a través de la revisión interna, el trabajo parte de la conjunción entre sus capacidades, y la información que ha llegado a sus vidas, además de la búsqueda exhaustiva e inalcanzable del establecimiento de ciertas preguntas que sí mismo ha formulado y a las cuales atiende, por tanto, se le otorga un peso respetuoso a la validez de las mismas, añadiendo a los alcances, las condiciones vividas por los autores, las dificultades, los otros tiempos, etc. Pero es importante y en esto intenso hacer énfasis que el autor nos regala sus alcances, sumamente productivos y beneficiosos para nuestras vidas, claro esta, pero, ha partido de un punto en el que pienso recae la mayor riqueza de los sistemas, es ese proceso de búsqueda por la que el filosofo, en su incansable búsqueda transita, y que única y exclusivamente él conoce. Partiendo de ello y como es natural, apreciamos con gran vehemencia los grandes sistemas, obviamente con muchísima razón, pero por otra parte obviando de alguna forma ciertos alcances propios, aquellos que acontecen de repente dentro de los individuos y que por mas sugestionado que se encuentre por las lecturas previas, resultan ser “propios” a los que cada individuo llega según su propio proceso evolutivo, lo que nos hace vivir en un mundo diverso, donde existe cierta disparidad en los procesos individuales, “pues cada quien según su necesidad, cada quien según su capacidad”.
Pues bien, mi búsqueda desesperada, aunque infructuosa, resulta otorgarme ciertas luces para el desarrollo de mi ensayo, ya que, luego de cierto tiempo he llegado a la conclusión de que la filosofía no es posible concebirla si parto solo de lo que adopto en mi exterior, como tesis alejadas de mi, que analizo y tengo en ocasiones para hacer señalamientos. Para hacer filosofía es absolutamente necesario, según mi tesis, vivir la filosofía, internalizar el conocimiento, hacerlo tuyo, volverlo sabiduría, sentirlo, sin abandonar el lado racional, equilibrando, montando y desmontando esquemas, en fin, trabajándose cada quien internamente, mucho de lo cual el gran maestro Sócrates nos señala y comprueba.
Es así como llego a la siguiente conclusión: voy a atreverme en el desarrollo de mi ensayo a extraer a través del análisis de mis acciones, pensamientos y emociones a lo largo de mis experiencias, que postura tengo hacia el dolor, o mejor dicho, que postura tengo hacia el sufrimiento, y trataré de desglosar a partir de allí de donde viene la información condensada en mis vivencias, intentando de esta manera, construirme y deconstruirme, sincerando si la información que ha llegado a mi, sobre esta y otras áreas verdaderamente ha llegado a ser conocimiento y por lo que en un principio decidí asumir el reto de estudiar filosofía.
¿Que mejor aspecto para analizar conceptos que la forma en la que llevas tu propia vida? Me lo planteo como pregunta generadora y al hacerlo me pongo a prueba sin saber, si en efecto seré capaz de contestar la pregunta, pero lo intentaré tomando insumos de mi trabajo anterior llamado “El deseo móvil al sufrimiento” , y de mis propias experiencias personales, estableciendo un marco teórico que no parta de la interpretación de otros filósofos, sino de la escritura de mi propia historia, escudriñando en ella, los conceptos que he internalizado y tratando de relacionarlos para descubrir su origen y de esta manera, seguir en ese proceso de auto reconocimiento.
Desde una perspectiva quizá un tanto sartreana he intentado evitar el sufrimiento, a pesar que las clases de este seminario me han hecho comprender que el dolor es necesario en nuestras vidas y por lo tanto siempre tendrá un lugar, por lo que, en ocasiones, al sentirme sufriendo, incluso he decidido que debo vivirlo y aunque suene un poco extraño, el sufrimiento como sentimiento en ocasiones muy extrañas también puede ser disfrutable o al menos vivible, es decir me refiero a que, el sufrimiento automáticamente nos lleva a ver caracteres de nosotros mismos que no funcionan; quizás preceda un salto evolutivo en nuestras vidas, o un retroceso, lo cierto es que el sufrimiento evidencia, cambios, crisis necesarias que internamente debemos vivir. En mi caso muy particularmente, llegue incluso a alegrarme al sentir sufrimiento pues, me encontraba en un estado tan tristemente estable que procedí a ser una autómata, y deje de sentir de forma interna ciertas cosas que la vida me estaba ofreciendo, pero mi incapacidad, a sentir, solo pude comprenderla una vez que tome decisiones que implicaron ruptura de viejas cadenas, esquemas, estilos y acciones de vida que estaba llevando y que en definitiva me dejaron sin ese aliento de vida necesario que te hace, valga la redundancia, sentirte vivo. Así que decidí, arrojarme al sufrimiento, porque necesitaba sentir, al menos, necesitaba sufrir por algo, sentirme viva y a través del sufrimiento detectar que era lo erróneo en mi funcionamiento…
Así que, entonces en mi caso, muy extrañamente, no sufrir era una mala señal, no sufrir me hacia pensar que estaba muerta en vida, y decidí actuar.
Comencé a desestabilizar lo mas estable de los aspectos de mi vida: me cuestioné el rumbo de mi futuro académico, me pregunte si verdaderamente era lo que quería desarrollar, y emprendí mi proceso de transformación académica, coloqué en orden y me arme un plan de avance en una de las carreras universitarias que estudio para culminar antes por no llenar mis expectativas y para entonces emprender mi proyecto en el área teatral verdaderamente por ser mi pasión. Comencé a revisar mis relaciones familiares, detecte un gran vacío a nivel de comunicación y mucho alejamiento con mis seres más cercanos, no solo debido a la vivienda, también al tiempo sin compartir entre otros factores, y comencé en este aspecto a armar mecanismos para suplantar mi necesidad.
El aspecto económico fue lo más simple, o trabajo y tengo dinero y paso a ser una frustrada con dinero o no trabajo y no lo tengo y soy una pobre feliz. Soy una pobre feliz. Entonces, lo mas difícil tuvo que quedar de ultimo, y me costo mucho abordarlo.
El plano sentimental.
Teniendo cuatro años de relación amorosa con un hombre que afortunadamente lleno siempre todas mis expectativas, llego la hora de preguntarme si efectivamente ésta vida compartida que llevaba desde hace algún tiempo con dicho personaje, estaba resultando, si me sentía a gusto, si en estos últimos dos años, de compartir un mismo proyecto de vida con el, efectivamente, todo iba tan bien como parecía.
Me di cuenta entonces de ciertos aspectos que me hicieron entrar en conciencia. Deje de sentir. Deje de percibir cosas, las mismas que antes me hacían feliz o que al menos me provocaban llanto. Era incapaz de llorar, me encontraba en un estado de sequía interna, verdaderamente insoportable, parecía ser, inmutable.
Una pregunta mas, para comenzar entonces mi suplicio: ¿Como es que estando al lado del hombre con quien decidí compartir mi vida, al menos muchos días de ella, no logro sentir su presencia, no me molesta, no me complace, no me perturba, nada??!! Dios me morí y no me di cuenta de ello!!!!
Comencé a intentar hablar, a intentar tomar decisiones, una mas difícil que la otra, algunas no resultaron. Tenía entonces que tomas medidas más drásticas. Decidí, (y ojo, siempre estuve muy clara que era abrir un portal al sufrimiento) irme por completo de su lado, separarme, alejarme, necesitaba, llorar, sentir, sufrirlo al menos!!!! Me estaba muriendo y lo grave del asunto es que mi alarma en esos casos cesó sus funciones, era un mutante, deje de sentir, incluso de sufrir.
Llegamos a acuerdos, después de mucho hablar, yo tenia las riendas de las decisiones, nuestra relación era verdaderamente muy sólida, construimos juntos por mucho tiempo factores difíciles de deslastrar, pero aun así, decidí irme, y lo logre! Cambie de casa, comencé a vivir sola en una habitación para estudiantes. Estuve entonces esperando el sufrimiento, cual enamorada que espera a su amante, con la extraña e incierta sensación de que pronto llegará. No llegó. Extrañamente viví un estadio de sobriedad, mi proceso de adaptación, contrario a como lo espere, no fue traumático ni difícil, fue rápido y sin mayores inconvenientes. Algo estaba gravemente mal. Las lagrimas no llegaron, hubo una leve sensación de extrañeza, pero tan efímera, que de nuevo comencé a retomar mi preocupación y a tratar de cargarme de ella, tomando en cuenta que al menos era un sentimiento.
Extrañamente comencé a ver, el sufrimiento de los demás a mi alrededor, al los mas cercanos sintieron lo que a mi me hacia falta sentir al saber la ruptura con mi compañero, por demás fiel, abnegado, amoroso y noble. Mi madre al saberlo rompió en llanto y sentí envidia, claro que ver a la madre llorar hace llorar hasta al mas insensible y llore, pero mi llanto era producido por otros factores y por lo tanto todavía no tenia ningún alcance personal.
Seguí viniendo mis días extrañando el sufrimiento, no terminaba de llegar, seguía como una autómata sin sentir mayor cosa.
Entonces, mi extraña robotización pasó a hacer un aval para ayudar a los otros a restituir sus estados, ellos comenzaron a sufrir por mí las consecuencias de los cambios hechos por mí a mi propia vida.
Luego de un tiempo llega alguien nuevo a mi vida. Llega de forma extraña y fugaz; su aparición me devolvió sentimientos que necesitaba vivir y comencé a vivirlos sin pensar, pero, no quería ensayar con el sufrimiento, quería simplemente volver a sentir. Lo logré, volví a sentir, pero aun estaba alerta porque el sufrimiento que esperaba estaba ahora a punto de llegar, llego a través de mi ex pareja porque seguía acompañando su proceso de cierre de la relación y era muy distinto, el si lo sufrió. Por otra parte, comenzó de nuevo un ensayo diferente con el nuevo personaje, algo distinto a mis practicas habituales, en realidad paso a ser algo completamente contrario, las dinámicas eran diversas y debía ahora cuidarme, porque, comencé de nuevo a sentir diversas emociones y era vulnerable a sufrir.
Entonces, comencé a desarrollar todos mis mecanismos, ya no necesitaba sufrir. Antes el sufrimiento era necesario porque necesitaba detectar a través de el lo que se encontraba disonante en mi, lo que verdaderamente me afectaba, esta vez, me resigne y comprendí que no necesitaba sufrir, las respuestas llegarían cada una a su momento.
En cambio y de forma completamente contraria, con la nueva experiencia, debía desarrollar todos los mecanismos posibles para evitar que mis deseos me llevaran expresamente al sufrimiento, pues seria en este caso distinto. Esta vez, comprendí que yo tenia las propias riendas de mi sufrimiento, podía, controlarlo, proveerlo y evadirlo si me lo proponía, el deseo (que volvió a aparecer y como recuerdo haberlo expuesto antes) siempre es un móvil al sufrimiento, desear te hace esperar algo, y al no tenerlo inevitablemente sientes que es quebrantado un algo en ti y por lo tanto, sufres. Decidí, no desear, negarme al deseo en unos casos y en los otros desear bajo mi responsabilidad, entendiendo que puedo encontrar placer solo deseando, sin esperar nada o esperando sin que se cumpla. En el primer caso, la premisa era la siguiente, voy a disfrutar cada una de las cosas que lleguen mi vida, intentado obtener goce en lo que considere beneficioso y desechar lo que considere inservible, era una postura un poco mas estoica, mas pasiva ante las circunstancias. En el segundo caso, mi postura era un tanto mas existencialista, indicando que llevo las riendas por completo, que soy capaz y responsable de mi misma y de mi vida.
Entonces debía aprender a jugar con las posturas antes señaladas. Debía saber cuando tomar alguna de ellas y contraponerla con lo que en mi vida estaba aconteciendo. Lo intente, lo probé y lo evite. Comprobé a través de mi tesis que es posible evitar el sufrimiento, pues, a pesar de ser una condición innata del ser humano, lo importante es poder mantener la lucidez y madurez necesaria para llevar el control de mis sensaciones. Ahora, el problema recaía en poder mantener la fortaleza todo el tiempo. En poder conservar ese estado mental y servirme de ello para mantener la estabilidad emocional que tanto intentaba mantener. Allí estuvo el inconveniente. En ocasiones, podía sin problemas conducir mi pensamiento y esto me permitía controlar de cierta forma mi emocionalidad, pero por otra parte, en los días de inestabilidad, ya no era tan fácil mantenerme, no tenia la fuerza suficiente para controlar mis sentimientos, y por mas que quería algunas condiciones externas a mi me producían incomodidad y en el peor de los casos, fui imposible evitar sufrir.
Pues bien, a través de mi propia vida he comprobado las siguientes tesis en relación al sufrimiento: desde una perspectiva socrática, la mayéutica me indica que las respuestas están dentro de mí, que debo escudriñar de forma minuciosa para encontrarlas. Desde otro punto de vista un tanto mas sartreano, se da la perspectiva de pensar lo siguiente, soy dueña y responsable hasta de mi propio sufrimiento, puedo controlarlo y si lo tengo gran parte de la responsabilidad es mía, por una que otras razones que me hacer tenerlo. Por otro lado y con cierto toque de estoicismo, en ocasiones mis perspectivas mentales no se encuentran tan fuertes como para llevar las riendas de mis sentimientos y por ende el sufrimiento tendrá siempre miles de formas de posarse en mi, seré indiscutiblemente su presa.
En una etapa de mi vida añoraba el sufrimiento, sentía era necesario para comprender ciertas cosas, sentía era necesario para inaugurar de nuevo mi intensidad mi emocionalidad, sentía era necesario para hallarme viva, porque es habitual en mi y al no tenerlo lo añore. Por otra parte y entrando a una nueva etapa de mi experiencia, ya con mi emocionalidad despierta, entre en un nuevo proceso de revisión. Esta vez, por mi experiencia previa, sentía era necesario evitar el sufrimiento o al menos probarme si podía llevarlo a su mínima expresión, intentando, controlarme, y racionalizar mis emociones, ser preventiva, dejarme llevar con mesura y a la vez llevar yo las riendas de los acontecimientos.
He aquí el gran problema. Una vez, dado este pequeño paseo por algunos aspectos de mi interioridad, habiendo recorrido mi experiencia personal, sobre todo en el plano sentimental, me doy cuenta de ciertos agentes que se encuentran en disparidad unos con otros.
El primero de ellos es el siguiente, he tratado de llevar mi emocionalidad de manos por la razón, obteniendo algunos alcances muy valiosos, pero comprobando a su vez que en ocasiones, mi emocionalidad no acata las leyes planteadas por la razón y entre otras cosas he llegado a pensar que es perfectamente natural que esto suceda y que siempre estaremos expuestos a que se de este fenómeno, por tanto, comprobando que al suceder esto, soy vulnerable a sufrir, llego a la conclusión de que somos esclavos, es decir, estamos completamente condenados a sufrir, quizás unos mas que otros, con mayor o menor intensidad, pero con la certeza de que el sufrimiento siempre nos acompañara en este transito por el mundo. Quizás, el secreto no esta en evitar el sufrimiento, sino en desarrollar los mecanismos necesarios para poder resistirlo, o aprender a vivir con el mientras exista… es difícil, pues aun no logro resolver si verdaderamente debemos siempre tratar de evitar el sufrimiento limitando nuestra emocionalidad a las reglas de la razón o si en ocasiones debemos liberar nuestro sentir, pues, son aspectos internos que tienen gran relevancia dentro de cada uno de nosotros. En este primer sentido sinceramente aun me encuentro trabajando para desarrollar mis propios mecanismos.
Una segunda problemática recae en el análisis del presente trabajo; si es visto desde una perspectiva academicista neta, seguramente estoy mas que reprobada, no solo por mi informalidad, los desvaríos en la redacción y el hecho de que haya decidido hablar de mi vida, pues ¿a quién puede importarle mi vida, no?. Desde un punto de vista un tanto mas frío, cualquier estudioso de la filosofía pensara que me encuentro en serios problemas, porque he adoptado en mi, dos teorías completamente opuestas una de la otra, al menos sustancialmente, como es pensar y además admitir que para llevar mi vida he tomado inconscientemente dos posturas que luego de una seria revisión resultan simplificarse en algunos aspectos del estoicismo y algunos aspectos del existencialismo, entre otras mescolanzas extrañas y difusas.
Pues bien, una vez entregada a través de estas líneas aspectos álgidos de mi intimidad, de haber evidenciado mi carácter volátil, haber confesado algunos vestigios de mi masoquismo y haber dejado de manifiesto las grandes contradicciones de mi interioridad, he llegado varias conclusiones que me hacen pensar que valió la pena adentrarme en el riesgo de escribir este trabajo y por lo cual me voy satisfecha de haber encontrado respuestas en un seminario, que mas allá de hablarle a otros sobre lo aprendido y escribir, contrastar o investigar sobre los sistemas y demás posturas, me otorga respuestas claves apara el desarrollo de mi personalidad, el establecimiento de mi estabilidad psíquica, el redescubrimiento de mi sexualidad, de forma sana y suprimiendo traumas generados por mi misma y relacionados con el rol de la mujer y lo que las condiciones sociales y culturales forman en ella, pero sobre todo para mi crecimiento espiritual.
Somos victimas de sufrimiento, es una verdad innegable, pero por otro lado nos debemos a él, pues, a través del sufrimiento logramos conocernos, tomar decisiones, redefinir el rumbo de nuestras vidas, depurarnos, librarnos de viejas estructuras mentales, hacernos fuertes, conocernos… en fin, el sufrimiento es inmanente al ser humano, no podemos evitarlo por mas esfuerzos que intentemos realizar, formas parte de nuestra naturaleza, uno de los secretos es descubrir desde las capacidades y condiciones de cada quien, los mecanismos para llevarlo, lidear con el, evadirlo cuando sea necesario y desprendernos de el una vez haya cumplido su función en nuestro haber…
En fin, para crecer, en cierta medida es necesario sufrir, igual que en el cuerpo para reparar un daño, es necesario conocerlo a través del dolor. Cada persona desde sus experiencias tiene la capacidad de desarrollar sus propios mecanismos, y en la medida en que tenga conciencia de este como uno de los aspectos importantes de si, lograra comprenderse y dar pasos para su proceso evolutivo.
He aquí un ejemplo de cómo he intentado hacer praxis de mis alcances, he intentado, hacer del estudio de la filosofía un aspecto interno inmanente a mi ser, tal como lo señale al comienzo, he decidido redimensionar mi transito por el estudio de la filosofía, y ¿Qué mejor manera que viviéndola y redescubriendo en mi misma los alcances de mi pensamiento?
Advertencia: Este artíiculo es de dominio público, agradecemos que sea citado con nuestra direccióon electrónica: www.filosofiaclinicaucv.blogspot.com
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