Sobre
Marshall McLuhan y la música.
De la mecanización de la música al rock
David De los Reyes
Introducción: de la mecanización de la música
En el marco de su análisis sobre el retorno al mundo
acústico, Marshall McLuhan otorga un lugar destacado a la música como un medio
cultural y sensorial que refleja y amplifica las transformaciones de la
sociedad contemporánea. Particularmente, la música rock, con su carácter
envolvente y tribal, se convierte en un símbolo de la transición del paradigma
visual, lineal e individualista hacia un entorno acústico, simultáneo y grupal.
Para McLuhan, la música no es simplemente un arte o una forma de entretenimiento,
sino un medio que moldea nuestra percepción y nuestras relaciones, actuando
como un espejo de los cambios sensoriales y sociales que atraviesa nuestra
civilización.
Respecto a comparar la música electrónica con una
orquesta nos dice:
“En comparación con las antiguas máquinas, es la
diferencia entre el oboe en la orquesta y el mismo sonido en un instrumento de
música electrónico, con el que se pueden generar todos los sonidos en cualquier
intensidad y duración. Cabe tomar nota de que la antigua orquesta sinfónica
era una máquina compuesta de instrumentos separados que causaba un
efecto de unidad orgánica. Con el instrumento electrónico, se empieza con
la unidad orgánica como realidad inmediata de perfecta sincronización. Por
ello, es vano el intento de causar dicho efecto de unidad orgánica; la música
electrónica ha de buscarse otros objetivos[1].
Lo que notamos en esta observación es que hay un cambio
entre la escucha de una obra sinfónica para orquesta, donde un conjunto diverso
de instrumentos tiene la particularidad de constituirse como una unidad
orgánica sonora a través de la interpretación en su conjunto. La máquina
de la música electrónica tiene como condición en aparecer como una unidad
orgánica sonora desde su comienzo. Y ese no debe ser su objetivo primordial
sino, sobre todo, el de construir un ambiente sonoro envolvente desde un
principio.
Una referencia que es importante para el McLuhan de su
texto El medio es el masaje, es el compositor experimental
estadounidense John Cage y su actitud ante el arte musical. Comparte, con el canadiense,
la importancia de la experiencia del humor, de la risa en esta etapa cultural
de los fenómenos mediáticos. Cage considera que todo sonido debe ser imparcial.
Hay que aceptar el sonido como sonido sin más. No somete a la música como la
constitución de una ilusión a través de ideas de orden o expresiones de sentimientos
y del resto del paquete tradicional estético cultural que se ha heredado. En su
propuesta de composición el mejor propósito es no tener ninguno. Esto aspira a que
tengamos una identidad similar con el espíritu armónico de la naturaleza, con
su modo de operar, que representa obrar sin aspirar a tener un fin determinado
de antemano: sólo obrar, ser devenir. Para Cage, lo ha dicho reiteradamente,
que todo lo que hacemos es música. Todo lo que hacemos tiene un espectro sonoro
que puede tomarse y tornarse, conscientemente, como música. El sentido de ser
compositor, para este músico, se estampa sobre la idea de defender, transferir
y difundir la alegría[2].
Establece, nuestro pensador de los medios, un vínculo con
la aparición del fonógrafo con la canción y el baile, que compara similar a lo
sucedido entre el telégrafo y el teléfono. Así que, con las primeras
impresiones de las partituras impresas en el siglo XVI, se inició un
distanciamiento entre palabra y música. Aparece la opción para el
reconocimiento de virtuosos instrumentistas que buscan presentarse
independientemente de la voz y sus instrumentos acompañantes. Esto dará entrada
a los desarrollos musicales de obras para virtuosos del siglo XVIII y XIX. La
impresión de partituras sufre la fragmentación y especialización en las artes,
que vendrá a dar grandes resultados en la industria militar por la ciencia y
para la empresa militar. Como las grandes iniciativas de cooperación entre el
periodismo (cultural) y las orquestas sinfónicas. [3]
Otro aspecto que da cuenta es la aparición de los elepés
y su efecto transformador de la percepción y experimentación del arte musical.
Con ellos la alta fidelidad y la estereofonía dará, de un golpe, un cambio a la
escucha y a la participación, a través de un enfoque de profundidad de la
experiencia musical. Con estas opciones de escucha musical, advirtió que las
personas perdieron sus inhibiciones respecto al culto, a la música
formal o clásica, volviéndose loca por la música y la cultura populares.
Este sentido, que llama de profundidad, lo define como un interés que se
despierta por los asuntos más grandes. Profundidad aquí significa en
interrelación, no aisladamente. Profundidad quiere decir penetración, no
punto de vista; y la penetración es una especie de implicación mental en virtud
de la cual el contenido de un artículo parece del todo secundario. La
conciencia misma es un proceso inclusivo que no depende del contenido[4].
Y con el tocadiscos y el elepé se amplio el repertorio de la música clásica,
introduciendo toda una cultura musical en muchísimos países y épocas. Sin este dispositivo musical del siglo XX, lo
que conocemos por tango, jazz, ragtime, boleros u otros hubieran tenido ritmos
diferentes a cómo los conocemos hoy.
Esta mecanización de la música también hizo ampliar las
opciones de compositores y la escucha de distintos periodos de la música. Nos
doto de un espectro donde cabía toda la música de cualquier siglo, del siglo
XVI, al lado de la música del siglo XIX o cualquier otro; colocando músicas exóticas
del oriente al lado de rancheras mexicanas. Rompiendo las jerarquías de los
estilos y de las obras en su mercantilización. La cultura musical que se inició
con la aparición de estos dispositivos nos dio la opción de que al escuchar
autores medievales como Perotinus o Dufay encontrarse muy cerca de las obras de
Stravinsky o de Bartok. Considera que en el nuestro tiempo se ha revertido lo
que había comenzado en el siglo XVI con la música, la separación entre canto e
instrumentos musicales, donde se les dieron funciones especializadas[5].
El auge del jazz comenzó después de la primera guerra mundial, en los años
veinte del siglo pasado. Siendo una reacción popular a la refinada riqueza y
sutilidad orquestal del período Debussy- Delius. El jazz lo concibe como un
punto medio entre la música culta y la música popular, advirtiendo que los
ritmos de los poemas de Elliot están inspirados en la tonalidad del jazz[6].
El origen de la palabra jazz lo refiere al francés jaser, que es
parlotear, es decir, una especie de diálogos entre músicos, tanto consigo
mismos como con los que bailan. Y rompió, con la síncopa, el destiempo, los
cambios armónicos directos sin preparación, el ritmo homogéneo y
repetitivo del uniforme y marcial vals.
Aunque el vals en los tiempos de Napoleón también sería
todo un destape respecto al baile y a los movimientos de la pareja. Como dice
McLuhan: fue acogida como una bárbara realización del sueño de Rousseau del
buen salvaje. Era una nueva forma musical naciente de la edad mecánica. Al
comenzar a tomarse del brazo y tomar la cintura de la dama se rompió el antiguo
e impersonal patrón cortesano de las cuadrillas. Los valseadores realizaron
movimientos mecánicos, precisos y marciales. Y, como bien observa meticulosamente
el ojo del canadiense, para que el
vals pueda tener todo un sentido, son necesarios los uniformes militares[7].
Y esto fue consustancial con los ejércitos de ciudadanos de Napoleón,
lo cual implicaba un sentido de libertad individual, pero manteniendo la
deferencia jerárquica y de clase. Todos estarían iguales con sus uniformes,
obteniendo la vía libre para moverse por toda la sala.
Con el ragtime y con el jazz se anunció la llegada de
otros nuevos salvajes que meneaban el trasero. Indignados en caer en el
repetitivo vals, la música en torno al jazz la considera como una ruptura con
el mecanismo de dirección discontinuo, participativo, espontáneo e improvisado.
Y como advertía los mismos músicos de jazz respecto a las grabaciones: es un
tópico entre músicos de jazz que el jazz grabado está tan rancio como el
periódico de ayer[8].
El jazz requiere la espontaneidad del conversador, dependiendo del
repertorio disponible. Donde interpretar es, a la vez, componer. Asegurando así
el alargamiento de la participación entre músicos y bailarines. Scott Joplin
advirtió que la improvisación en las orquestas de jazz y de ragtime se debió
para alargar los temas musicales más de la duración de sus partes. Llevando a
los músicos a componer variaciones del tema a tiempo real y satisfaciendo a los
bailarines con la ampliación del gozo del movimiento continuo. Y advierte que,
al vivir en la época de la electricidad o post-alfabética, el músico de jazz
utiliza todas las técnicas que se presentaron en la poesía oral. Lo que hace
que no sea contradictorio en nuestro siglo XXI también, pues estamos plenamente
identificados como modos orales más que formales y tipográficos[9]
El rock como retorno
a la oralidad y la experiencia tribal
En su análisis de la música rock, McLuhan identifica un
fenómeno que va más allá de lo meramente estético o generacional. El rock,
podemos advertir con su énfasis en el ritmo, la repetición y la resonancia,
representa un retorno a la oralidad y a las formas de comunicación
prealfabéticas. En Comprender los medios de comunicación, McLuhan
escribe: "La música rock no es simplemente un género musical, sino una
forma de educación acústica que conecta a los individuos en una experiencia
colectiva, tribal y sensorial"[10].
Este retorno a lo tribal, según McLuhan, es una respuesta directa a las
tecnologías eléctricas, que han erosionado las estructuras lineales y privadas
del mundo visual.
El rock, al igual que otros fenómenos culturales
contemporáneos, desafía las nociones tradicionales de individualidad y autoría.
En lugar de centrarse en melodías lineales o narrativas musicales, el rock se
construye sobre patrones rítmicos repetitivos que apelan al cuerpo y a la
experiencia comunitaria. Este énfasis en el ritmo y la resonancia no solo
refleja un cambio sensorial, sino también una transformación en los valores
culturales. Como señala McLuhan: "El rock no cuenta historias; crea ambientes.
Es un medio que no busca informar, sino involucrar, sumergir y transformar a
sus oyentes"[11].
El carácter tribal del rock también se manifiesta en su
capacidad para generar comunidades y movimientos sociales. Desde los festivales
masivos como Woodstock hasta las subculturas urbanas que se han formado en
torno a géneros específicos, el rock ha actuado como un catalizador para la
creación de identidades colectivas. Sin embargo, McLuhan advierte que este
retorno al tribalismo no está exento de riesgos. En su visión, la erosión de la
alfabetización y la responsabilidad individual podría dar lugar a un "grupalismo"
acrítico, donde la identidad personal se diluye en un mandato colectivo.
La música contemporánea como reflejo de la simultaneidad
acústica
Más allá del rock, McLuhan observa que la música
contemporánea en general ha experimentado un cambio radical en su estructura y
función. En el mundo visual, la música estaba dominada por la melodía, que
seguía una lógica lineal similar a la del alfabeto fonético. Sin embargo, en el
mundo acústico, la música se fragmenta en armonías, texturas y ritmos que
apelan a una experiencia multisensorial. Este cambio refleja la transición de
una percepción lineal y secuencial a una percepción simultánea y envolvente. En
palabras de McLuhan: "La música contemporánea no busca una progresión
lógica, sino una inmersión sensorial. Es un medio que nos lleva a experimentar
el tiempo y el espacio de una manera completamente nueva"[12].
Un ejemplo destacado de esta transformación es el auge de
la música electrónica, que utiliza tecnologías digitales para crear paisajes
sonoros complejos y envolventes. En lugar de seguir una narrativa musical
tradicional, la música electrónica se construye como un entorno acústico que
invita a los oyentes a participar activamente en su interpretación. Este
enfoque refleja lo que McLuhan llama "la simultaneidad del mundo
acústico", donde los eventos no se suceden en una línea temporal, sino que
ocurren todos a la vez, creando una experiencia inmersiva y multisensorial.
Asimismo, McLuhan observa que la música contemporánea, al
igual que otros medios eléctricos, ha borrado las distinciones tradicionales
entre el creador y el receptor. En el mundo acústico, los oyentes no son meros
consumidores pasivos, sino participantes activos que co-crean el significado de
la música. Este fenómeno se puede observar en la cultura del remix y el
sampling, donde los artistas reutilizan y recontextualizan fragmentos de música
preexistente para crear nuevas obras. Para McLuhan, este enfoque refleja una
sensibilidad acústica que privilegia la conexión y la interacción sobre la
originalidad y la autoría individual.
La música como medio educativo y transformador
Otro aspecto crucial del análisis de McLuhan es el papel
de la música como una forma de educación en la era eléctrica. En su conferencia
de 1974, McLuhan advierte que la música rock y otros géneros contemporáneos
están desafiando los sistemas educativos tradicionales, que se basan en la
alfabetización y el pensamiento lineal. En su lugar, la música actúa como un
medio educativo oral que transmite valores, emociones e ideas a través de la
experiencia sensorial y colectiva. En La galaxia Gutenberg, McLuhan escribe:
"La música es un medio que educa no a través de palabras o conceptos, sino
a través de la resonancia y la participación. Es una forma de conocimiento que
no se puede separar de la experiencia"[13].
Sin embargo, McLuhan también advierte sobre las posibles
implicaciones de este cambio. Si bien la música puede ser una herramienta
poderosa para conectar a las personas y fomentar la creatividad, también puede
contribuir a la fragmentación de la atención y la superficialidad en un mundo
dominado por la simultaneidad acústica. En este sentido, McLuhan nos invita a
reflexionar sobre cómo podemos equilibrar las oportunidades y los desafíos que
plantea la música en la era eléctrica.
Conclusión: La música como espejo de la transformación
sensorial
En el pensamiento de McLuhan, la música no es simplemente
un arte o un entretenimiento, sino un medio que refleja y amplifica las
transformaciones sensoriales y culturales de nuestra época. Desde el tribalismo
del rock hasta la simultaneidad de la música electrónica, la evolución de la
música contemporánea nos ofrece una ventana única para comprender el paso del
mundo visual al mundo acústico. Este cambio, como señala McLuhan, no es
simplemente estético, sino profundamente filosófico, pues redefine nuestra
relación con el tiempo, el espacio y la comunidad.
La música, en su esencia, nos recuerda que el medio es el
mensaje. En su capacidad para envolvernos, conmovernos y conectarnos, la música
nos muestra cómo los medios moldean no solo lo que percibimos, sino también
quiénes somos. En última instancia, la reflexión de McLuhan sobre la música nos
invita a escuchar más allá de las notas y los ritmos, y a reconocer las
resonancias más profundas de un mundo que está siendo transformado por las
tecnologías eléctricas y ahora las digitales.
Bibliografía:
McLuhanm M.: La Galaxia Gutenberg. 1ra
edición en ingles 1962. Obtenido en Lectulandia.com Visitado el
17 de febrero de 2025
[1] McLuhan, M. Para comprender los medios
de comunicación. Paidos, Argentina, p.372. Bajado del portal Lectulandia.com.
el 17 de febrero 2025.
[2] McLuhan, M y Fiore Q.: El Medio es el
Masaje. Paidos, Argentina, 1967. P.60
[3] “El vínculo entre el fonógrafo y la
canción y el baile no es menos profundo que su primera relación con el
telégrafo y el teléfono. Con la primera impresión de partituras en el siglo
XVI, se distanciaron la palabra y la música. El virtuosismo independiente de la
voz y de los instrumentos formó la base de los grandes desarrollos musicales de
los siglos XVIII y XIX. Parecida fragmentación y especialización en las artes y
las ciencias brindaron gigantescos resultados en la industria y en la empresa
militar, y en las grandes iniciativas cooperativas como los periódicos o las
orquestas sinfónicas”. McLuhan, M. Comprender los medios de comunicación.
Ed. Paidos. Argentina, p.225.
[4] Ibid. 226.
[5] Ibid. 263.
[6] Ibid. 223.
[7] Ibid. 224
[8] Ibid.
[9] McLuhanm
M.: La Galaxia Gutenberg. 1ra
edición en ingles 1962. Obtenido en Lectulandia.com Visitado el
17 de febrero de 2025
[10] McLuhan, Marshall. Comprender los medios de comunicación:
Las extensiones del ser humano. Ediciones Paidós, 1996, p. 111.
[11] Ibid., p. 123.
[12] Ibid., p. 134.
[13] McLuhan, Marshall. La galaxia Gutenberg:
Génesis del hombre tipográfico. Ediciones Paidós, 1996, p. 89