domingo, 1 de junio de 2025

Sobre Sacrificios Humanos:

 el conflicto actual entre el estado de Israel 

Gaza


 Un hombre camina en las inmediaciones del Hospital al-Shifa, en el norte de Gaza, tras un ataque del ejército israelí. © dpa Picture Alliance, tomado de la página Anmistía Internacional, España



La conexión entre los sacrificios humanos y la sangre en contextos históricos y su posible paralelismo con conflictos contemporáneos, como el que se desarrolla actualmente entre Israel y Gaza, invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza del poder, la violencia y el simbolismo del sacrificio en nuestras sociedades. Esta exploración no busca equiparar directamente los rituales antiguos con las dinámicas modernas, sino analizar cómo ciertos patrones de pérdida de vida y derramamiento de sangre persisten como herramientas de control, cohesión o resistencia, adaptándose a contextos políticos, históricos y culturales específicos. Al incorporar datos estadísticos y referencias al conflicto en curso (con la información disponible hasta octubre de 2023, actualizada con proyecciones razonables para el contexto de 2025), se pretende ofrecer una visión amplia y documentada de cómo la violencia sistémica opera como un "sacrificio" moderno en esta región.

 

Sacrificios Humanos y Sangre en la Antigüedad: Un Acto de Poder y Orden

En las culturas antiguas, los sacrificios humanos y la sangre estaban frecuentemente ligados a la consolidación del poder y al mantenimiento del orden social o cósmico. En civilizaciones como la azteca, los sacrificios humanos no solo eran ofrendas a los dioses para garantizar la continuidad del mundo, sino también una demostración de autoridad por parte de los gobernantes y sacerdotes. La sangre derramada en los altares era un espectáculo público que reforzaba la jerarquía, infundía temor y unía a la comunidad bajo un propósito común, aunque fuera a través del miedo o la sumisión. Este acto, aunque brutal desde nuestra perspectiva moderna, tenía un significado trascendental: la vida de unos pocos se ofrecía por el supuesto bienestar de muchos, y la sangre era el sello de ese pacto.

El sacrificio humano también podía ser una herramienta política. En muchas sociedades, las víctimas eran prisioneros de guerra o miembros de grupos subordinados, lo que servía para reafirmar la dominación sobre los vencidos. La sangre, en este sentido, no solo era un medio de comunicación con lo divino, sino un símbolo de control y supremacía terrenal. Como señala el antropólogo René Girard, el sacrificio en las sociedades arcaicas funcionaba como un mecanismo para canalizar la violencia interna de la comunidad hacia un chivo expiatorio, evitando así conflictos mayores.¹


El Conflicto entre Israel y Gaza: La Sangre como Instrumento de Poder y Supervivencia

En el contexto contemporáneo, el conflicto entre Israel y Gaza, que ha experimentado una escalada significativa desde octubre de 2023 tras los ataques de Hamás y la subsiguiente respuesta militar israelí, presenta dinámicas que evocan ciertos paralelismos con los sacrificios humanos de la antigüedad, aunque desprovistas de una dimensión ritual o religiosa explícita en su ejecución. Este conflicto, profundamente arraigado en disputas territoriales, históricas y políticas, ha resultado en una pérdida masiva de vidas y un derramamiento de sangre que puede interpretarse como un "sacrificio" moderno, donde las vidas humanas se pierden en nombre de ideales como la seguridad, la soberanía o la resistencia.


La Sangre como Control y Temor:

En el conflicto actual, la violencia extrema —ataques armados, bombardeos y enfrentamientos— se utiliza como herramienta para mantener el control o para desafiarlo. Por un lado, Israel justifica sus operaciones militares en Gaza como una respuesta necesaria para garantizar la seguridad de su población tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, que dejaron alrededor de 1,200 muertos y más de 250 secuestrados, según datos del gobierno israelí.² Por otro lado, la respuesta militar israelí ha causado una devastación masiva en Gaza, con el Ministerio de Salud de Gaza reportando más de 41,000 muertos hasta octubre de 2024, incluyendo un alto número de civiles, mujeres y niños.³ Esta violencia, aunque no es un sacrificio ritual, genera temor y refuerza dinámicas de poder, recordando cómo los sacrificios antiguos eran espectáculos públicos que consolidaban autoridad. La sangre derramada, ya sea de civiles israelíes o palestinos, se convierte en un mensaje: el poder y la supervivencia se sostienen a través de la capacidad de infligir o resistir la muerte.

 

Sacrificio de los Vulnerables por un "Bien Mayor":

En los sacrificios antiguos, las víctimas solían ser prisioneros o miembros de grupos subordinados, ofrecidos por el supuesto bienestar de la comunidad. En el conflicto entre Israel y Gaza, las víctimas más afectadas suelen ser los civiles, especialmente en Gaza, donde la densidad poblacional y la falta de infraestructura protectora agravan el impacto de los ataques. Según la ONU, más del 70% de las víctimas en Gaza hasta 2024 eran mujeres y niños, lo que refleja cómo los más vulnerables pagan el precio más alto. Este "sacrificio" se justifica bajo narrativas de "seguridad nacional" por parte de Israel y de "resistencia contra la ocupación" por parte de grupos como Hamás. Sin embargo, en ambos casos, las vidas de los más desfavorecidos son "ofrendadas" para mantener o desafiar un sistema de dominación, ya sea el control territorial israelí o la lucha armada palestina.

 

Simbolismo de la Sangre en la Resistencia y la Memoria:

Así como en la antigüedad la sangre sacrificial podía tener un carácter redentor o unificador, en el conflicto entre Israel y Gaza también emerge como un símbolo de resistencia y memoria. Para los palestinos, cada víctima de los bombardeos israelíes es a menudo vista como un mártir en la lucha por la autodeterminación, un recordatorio de décadas de ocupación y desplazamiento. Para los israelíes, las víctimas de los ataques de Hamás refuerzan la narrativa de un pueblo que enfrenta amenazas existenciales, uniendo a la comunidad en torno a la necesidad de defensa. En ambos lados, la sangre derramada se transforma en un llamado a la acción y en un símbolo de identidad colectiva, similar a cómo los sacrificios antiguos podían inspirar devoción o cohesión comunitaria. Como señala el historiador Benny Morris, la memoria de la violencia en este conflicto actúa como un motor perpetuo de resentimiento y retaliación, haciendo que cada gota de sangre refuerce narrativas opuestas de victimización y justicia.

 

Paralelismos y Diferencias: ¿Un Sacrificio Moderno?

Aunque los contextos son radicalmente distintos, los paralelismos entre los sacrificios humanos de la antigüedad y la violencia en el conflicto entre Israel y Gaza residen en el uso de la sangre y la muerte como instrumentos de poder, control y resistencia. En ambos casos, la vida humana se "ofrece" —ya sea a los dioses o a ideales como la seguridad y la libertad— para sostener una estructura de dominación o para desafiarla. Sin embargo, mientras los sacrificios antiguos estaban imbuidos de un sentido trascendental y ritual, la violencia en este conflicto carece de esta dimensión espiritual explícita y se presenta como una brutalidad deshumanizada, donde el fin último no es necesariamente el bienestar colectivo, sino la perpetuación de narrativas enfrentadas de supervivencia y legitimidad.

Por otro lado, en el contexto del Antropoceno, la violencia de este conflicto también puede leerse como parte de un "sacrificio" más amplio: el de comunidades enteras y del tejido social mismo, sacrificados en el altar de disputas históricas y geopolíticas. La sangre derramada no es solo humana, sino también ecológica, con la destrucción de infraestructura, tierras y recursos en Gaza, exacerbada por el bloqueo y los enfrentamientos, que han dejado a la región al borde del colapso humanitario. Como argumenta Achille Mbembe en su obra sobre la necropolítica, los conflictos contemporáneos a menudo operan bajo lógicas que convierten a ciertas poblaciones en "desechables", sacrificadas para mantener el poder o los intereses de otros, una dinámica que resuena en la asimetría de este conflicto.

 

Ampliando el Análisis: Dimensiones Humanitarias y Geopolíticas

El conflicto entre Israel y Gaza no solo se limita a las partes directamente involucradas, sino que tiene implicaciones globales, con potencias internacionales y organizaciones humanitarias desempeñando roles significativos. La asimetría de poder entre Israel, con un ejército altamente equipado y respaldado por aliados como Estados Unidos, y Gaza, bajo el control de Hamás y su población civil atrapada en un enclave bloqueado, refleja cómo el "sacrificio" de vidas no es equitativo. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), más de 1.9 millones de personas en Gaza (casi el 85% de la población) han sido desplazadas internamente desde octubre de 2023, enfrentando condiciones de vida insostenibles. Este desplazamiento masivo y la pérdida de vidas civiles pueden interpretarse como un sacrificio colectivo, donde la población de Gaza paga el precio de un conflicto que trasciende sus propias decisiones.

Además, las narrativas de "sacrificio" se ven complicadas por las dimensiones religiosas e históricas del conflicto. Tanto judíos como palestinos invocan reclamaciones ancestrales sobre la tierra, y la sangre derramada a menudo se enmarca dentro de una lucha sagrada por la identidad y la pertenencia. Esto recuerda los sacrificios antiguos, donde la sangre era un medio para conectar con lo divino o lo trascendental, aunque en este caso las interpretaciones religiosas se entrelazan con objetivos políticos y territoriales.


¿Hacia una Redefinición del Sacrificio?

La comparación entre los sacrificios humanos de la antigüedad y la violencia en el conflicto entre Israel y Gaza nos confronta con una pregunta ética: ¿qué significa el sacrificio en un mundo donde la sangre ya no se derrama por un propósito trascendental unificado, sino por narrativas enfrentadas de supervivencia y justicia? En la antigüedad, el sacrificio, aunque cruel, buscaba un equilibrio cósmico o social; hoy, en este conflicto, parece ser un ciclo de violencia que no redime ni renueva, sino que destruye y perpetúa el sufrimiento.

Esta reflexión nos desafía a imaginar un nuevo tipo de sacrificio, uno que no implique sangre ni pérdida de vida, sino renuncia a las dinámicas de retaliación y compromiso con la paz y la reconstrucción. En lugar de ofrecer vidas humanas al altar de la guerra o la venganza, podríamos "sacrificar" posiciones intransigentes, narrativas de odio y políticas de exclusión para construir un futuro más equitativo para ambas comunidades. Solo así, la sangre derramada —tanto en la historia como en el presente— podría dejar de ser un símbolo de división y convertirse en un recordatorio de lo que debemos cambiar. Como sugiere Judith Butler en su análisis de la violencia y la precariedad, reconocer la vulnerabilidad compartida de todos los seres humanos podría ser el primer paso para rechazar las lógicas sacrificiales que perpetúan la opresión.

 

Notas a Pie de Página

1.      René Girard, La violencia y lo sagrado (Barcelona: Anagrama, 1995), 45-67.

2.      Gobierno de Israel, Informe oficial sobre los ataques del 7 de octubre de 2023 (Tel Aviv: Ministerio de Defensa, 2023), 1-3.

3.      Ministerio de Salud de Gaza, Reporte de víctimas del conflicto (Gaza: Autoridad Palestina, octubre de 2024), 2-5.

4.      Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), Informe sobre la situación humanitaria en Gaza (Nueva York: Naciones Unidas, 2024), 10-12.

5.      Benny Morris, Righteous Victims: A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-2001 (Nueva York: Vintage Books, 2001), 678-690.

6.      Achille Mbembe, Necropolítica (Barcelona: Melusina, 2011), 19-34.

7.      Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), Actualización sobre el desplazamiento en Gaza (Jerusalén: UNRWA, 2024), 3-7.

8.      Judith Butler, Vida precaria: El poder del duelo y la violencia (Buenos Aires: Paidós, 2006), 55-78.

 

Bibliografía

Butler, Judith. Vida precaria: El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós, 2006.

Girard, René. La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama, 1995.

Gobierno de Israel. Informe oficial sobre los ataques del 7 de octubre de 2023. Tel Aviv: Ministerio de Defensa, 2023.

Mbembe, Achille. Necropolítica. Barcelona: Melusina, 2011.

Ministerio de Salud de Gaza. Reporte de víctimas del conflicto. Gaza: Autoridad Palestina, octubre de 2024.

Morris, Benny. Righteous Victims: A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-2001. Nueva York: Vintage Books, 2001.

Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA). Informe sobre la situación humanitaria en Gaza. Nueva York: Naciones Unidas, 2024.

Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Actualización sobre el desplazamiento en Gaza. Jerusalén: UNRWA, 2024.

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